17. Eomuk.
Parte 17._ Eomuk.
Pastel de pescado.
Namjoon yacía en su cama, la respiración entrecortada. Sus ojos, aunque cerrados, parecían moverse bajo los párpados como si estuvieran siguiendo una escena que solo él podía ver. En su mente, una cacofonía de voces lo rodeaba, susurros familiares que repetían palabras ya conocidas. Los sucesos de la tarde hacían eco en su cabeza, y aunque se trataban de pesadillas, se sentían más reales que cuando estaba sucediendo.
Sin el recelo, la frustración o la necesidad de mantenerse fuerte, el dolor y el miedo cobraban mayor intensidad. Con un sobresalto violento, Namjoon se incorporó en la cama, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La habitación estaba sumida en la oscuridad, solo interrumpida por un débil rayo de luz que se filtraba por la ventana.
El sudor frío empapaba su frente, y sus manos temblaban ligeramente mientras se las pasaba por el rostro. Todavía despierto, las voces lo persiguen, como un eco que no podía silenciar. Con dificultad, trató de calmar su respiración, pero su cuerpo temblaba mientras intentaba asimilar lo que acababa de experimentar. Intentó serenarse, pero su cuerpo seguía estremeciéndose, como si la emoción aún estuviera resonando en su interior.
La sensación de estar atrapado en una pesadilla persistía, como una niebla que se negaba a disiparse. Por un instante, Namjoon creyó que todavía estaba sumido en el abismo del sueño, que todo era solo una ilusión. Pero la cruda realidad lo golpeó con fuerza, recordándole que aquellas escenas inquietantes forman parte de su realidad.
La confusión lo embarga; Namjoon sabe que algo estaba mal, pero no lograba identificar cuál esl problema. En un intento de encontrar una explicación, supuso que podría ser la comida, y estuvo dispuesto a dirigirse a la cocina para confirmarlo. Era más fácil enfrentar un problema concreto que sumergirse en la incertidumbre que lo acechaba.
Namjoon se incorporó en la cama y, aún entumecido, se levantó y emprendió la marcha hacia la cocina. El departamento estaba cubierto por un velo gris que dejaba entrever las siluetas de los muebles, pero que se acentuaba en un profundo negro en los rincones y en el fondo de los pasillos.
No encendió las luces, no necesitaba hacerlo. Solo necesitaba llegar a la cocina, como si su vida dependiera de ello. Su cuerpo parecía moverse por sí solo, como si estuviera bajo el control de una fuerza desconocida.
Al abrir la puerta del refrigerador, un terrible olor asaltó sus sentidos, como un golpe en el estómago. Las paredes estaban cubiertas de una capa pegajosa de suciedad, y las baldas, vacías, mostraban restos de salsas derramadas. Al fondo del refrigerador, divisó una lata abollada de cerveza y tres varillas de eomuk que Jimin había conseguido en su última compra callejera.
Sus manos temblaban ligeramente mientras sostenía el contenedor y la cerveza. Una parte de él quería tirar todo al suelo y salir corriendo, pero otra, más fuerte, lo arrastraba a cumplir con su desagradable cometido. De repente, la lámpara de pie se encendió, y la opaca luz iluminó la habitación. Yoongi se incorporó, con el cabello desordenado y los ojos entrecerrados, apenas despertado.
-¿Namjoon? ¿Qué hora es?-llamó Yoongi, con voz baja y roca. En seguida, se movió lento para alcanzar su celular y encender la pantalla-. 8 de la noche -leyó, y luego bufó frustrado-. No he cambiado las configuraciones, todavía tengo el horario de Francia.
Namjoon trago en seco y su rostro se enrojeció ante la vergüenza de ser atrapado. De manera sigilosa, bajó las manos con la comida y empezó a moverse detrás de la isla de la cocina.
-Deben ser como las 3 o 4 a.m -musito entre dientes, siguiendo la conversación con naturalidad. ¡Por dios! Parecía que había cometido un crimen y estaba a punto de ser juzgado por ello.
Yoongi miro su alrededor, en búsqueda de algo que pudiera confirmar aquella hipótesis. El clima frío, la tenue luz y la falta de ruido parecían comprobar lo dicho por Namjoon. Encogiéndose de hombros, Yoongi regresó su vista a Namjoon.
-¿Tienes soju? -preguntó, más despierto que antes.
Namjoon negó con la cabeza, y respondió en un tono bajo y pausado.
-Solo una cerveza, ¿la quieres?
Yoongi se lo pensó un segundo. -Sí, dámela. También trae lo-que-sea que lleves ahí, date prisa -aclaró, haciendo un gesto con la mano para apurarlo.
Pero Namjoon se detuvo en seco, sus ojos atrapados en un vaivén entre la comida y el alcohol. Una sensación de inquietud se instaló en su pecho, como si un peso invisible lo oprimiera. Estaba atrapado en una encrucijada, ¿de verdad iba a alimentar la adicción de Yoongi, y tal vez la suya propia? Esto se sentía asqueroso.
Sin embargo, fue la empátia lo que termino por determinar su marcha hacia la sala. Fue más repulsivo reducir a Yoongi a un adicto, antes que ver a la persona que había estado solo y sintiéndose fuera de lugar durante tanto tiempo. Yoongi necesitaba ayuda, y aunque Namjoon no se consideraba la mejor persona para dárselo, tenía el deseo de acompañarlo.
-Adivinare, ¿tampoco puedes dormir? -preguntó Yoongi, con su característico tono sarcástico. La obviedad de su pregunta resaltaba el nerviosismo que trataba de ocultar.
Namjoon sonrió ligeramente y asintió con gentileza. Habían pasado dos años sin verse, y rara vez habían hablado durante ese tiempo. Tenían que esforzarse para reconstruir la confianza entre ellos.
La cerveza fue entregada a Yoongi, quien la abrió y la mantuvo en su mano. Mientras tanto, Namjoon abrió el contenedor desechable y miró las varillas de eomuk con cierto recelo. Después de un momento de silencio, Yoongi suspiró y se recostó en el sillón.
-Entonces... eres gay -dijo de repente, sin mirarlo y con voz calmada. Pero toda esta fachada se derrumbó cuando Namjoon le dió una mirada de reojo y notó sus labios entreabiertos y su respiración entrecortada. Yoongi continuó, dejándose llevar por la sorpresa-. Siendo sincero, jamás lo hubiera imaginado. Creí que eras asexual, o algo así. ¡Nunca mostraste interés por nadie!
Namjoon se removió en su asiento, con una sensación de incomodidad que le erizaba la piel. No le gustaba hablar sobre el tema, pues eso trae discusiones y malas miradas. Su mente comienza a llenarse de angustias y reproches, que le ordenan defenderse; contratacar o huir, pero tenía que ponerse a salvo ya.
Pero, ¿a salvo de qué? ¿de verdad había un peligro? ¿Las palabras de Yoongi realmente era una amenaza?
Se tomó un tiempo para detallar la expresión de su amigo: las cejas alzadas, los ojos abiertos y los labios entreabiertos, cada gesto en su rostro es de pura sorpresa. ¡Y cómo no iba a serlo! Si apenas hoy, en medio de una confusa intervención, Yoongi se enteró que sus dos mejores amigos estuvieron saliendo, o algo parecido; y que ahora está en una relación, algo particular, con su nuevo compañero de piso.
Namjoon sonrió ante la ironía de la situación, logrando crear un ambiente más relajado para Yoongi. En ese momento se dio cuenta de que la tensión de Yoongi no era porque lo despreciará, sino que temía cometer un error y herir su sensibilidad.
-No creí necesario hacerlo -Namjoon se encogió de hombros y puso la bandeja de eomuk sobre la mesa, para así sentarse con mayor comodidad-. ¿Recuerdas a Jiyoo, el de filosofía? -Yoongi asintió, y Namjoon soltó una risilla cómplice-. Me acosté con él durante los primeros semestres.
Ante la revelación, Yoongi abrió la boca y bajó el mentón, adquiriendo una expresión graciosa; y de la cual, Namjoon no pudo evitar reírse.
-¡Vaya! Nunca lo pensé -reaccionó Yoongi, acomodándose en el asiento y revolviendo el contenido de la lata todavía en su mano-. Oye, pero nada mal. Tienes buen gusto para los chicos.
Namjoon se encogió de hombros, manteniendo una expresión arrogante. No obstante, la sonrisa en su rostro se fue desvaneciendo al recordar lo mal que terminó esa relación, y cómo este patrón se siguió repitiendo con sus siguientes amantes.
Yoongi no se dió cuenta del pequeño traspiés en la expresión de Namjoon. Inocentemente, continuó bromeando. -Me siento como un casamentero, te presente a Jin y ustedes... bueno, ya sabes.
Entre las risas burlonas de Yoongi, Namjoon se hizo oír con amargura.
-Entre Jin y yo las cosas no salieron bien.
Los labios de Yoongi se vinieron abajo de golpe. -Jamás dije que fuera un buen casamentero, solo que me sentía como uno -chasqueo la lengua y se echó hacia atrás en el asiento. Estuvo a punto de darle un sorbo a su cerveza, cuando el metal tocó sus labios-. Da igual, esas cosas pasan. Confío en que sabrán solucionarlo.
-Quizás... -murmuró Namjoon, bajando la cabeza; solo por un momento, pues casi enseguida volvió a recobrar la postura-... yo quiero solucionarlo.
Su rencor había disminuido después de escuchar las disculpas de Jin y las razones detrás de sus mentiras y largas ausencias. Además, de que el dolor por su enamoramiento no correspondido ya había pasado hace tiempo. Todavía tenía dudas, impuestas principalmente por aquella burda creencia de "no ser un iluso" y "alejarse ante el primer fallo". Podría estar equivocándose y los dichos tiene razón, pero él quería arriesgarse a confiar de nuevo en Jin. Su amistad lo valía.
Un sonido metálico interrumpió sus pensamientos. Yoongi había dejado la lata de cerveza sobre la mesa, derramando un poco de su contenido. Namjoon miró hacia arriba y vio a Yoongi revolviéndose incómodo en su asiento, apretando las manos entre los muslos.
-Igualmente, Jin ya tiene a su "galán de novela" y tú estás con Jimin -comentó Yoongi, buscando un tema de conversación para distraerse.
Namjoon siguió adelante con generosidad. -Algo así, por lo menos por mi parte -aclaró, evitando hablar de la situación entre Jin y Taehyung.
Antes de continuar, tomó una gran bocanada de aire y se armó de coraje. Una risilla escapó entre sus labios, un gesto de vergüenza y ternura por sus propias acciones.
-Amo a Jimin -confesó con una sonrisa que destacaba los hoyitos en sus mejillas-. Me gustaría formalizar nuestra relación, pero él está enfrentando cosas difíciles.
Namjoon no ha tenido ningúna relación formal en su vida adulta, ya que con cada uno de sus amantes ha quedado en un limbo extraño. Su mayor error es esperar el momento correcto, y a la larga aprendió que este nunca llega. Aun así, y aunque corría el riesgo de que sucediera lo mismo, no lograba reunir el impulso necesario para sincerarse con Jimin.
-Tú también estás pasando por un momento complicado -señaló Yoongi, y eso fue como un balde de agua fría cayendo sobre Namjoon.
Definitivamente, lo estaba. En este momento no tiene la fuerza para iniciar una relación, la cual requiere de cabeza y corazón para comenzar a construirse. ¿Sus ideas estaban mal? ¿De nuevo estaba siendo rígido? ¿O solo trataba de justificar un miedo irracional? Todo es tan confuso.
-Jin me contó sobre el trastorno de Jimin, y que está atravesando una recaída -Yoongi fue directo al hablar y se mantuvo serio ante la expresión enfadada de Namjoon.
-Ese tipo de cosas no deberían de ser divulgadas.
-Yo pienso que hay "cosas" que son mejor contar. Así uno puede ir con cuidado y evitar herir a la otra persona por accidente. También porque una sola persona no tiene las herramientas ni el tiempo ni la salud mental para ayudar a otra.
Namjoon supo percibir la clara indirecta hacia él. No le gusta ni está de acuerdo con lo que Yoongi expone, pero prefiere mantenerse callado por temor a perderse en la confrontación. Él tiene su argumento bien claro: Jimin debe ser el único que decida quién sabe y qué sabe sobre él; pero todavía no sabe cómo lidiar con la rabia que experimenta cada vez que alguien lo cuestiona.
No dirá nada, y Yoongi al darse cuenta de esto, suelta un largo suspiro.
-De igual modo me hubiera dado cuenta. Jimin intento hacer lo mismo que tú.
-¿De qué hablas? -cuestionó Namjoon, intrigado. Y con una pésima sensación.
Yoongi dio un rápido vistazo al domo desechable y regresó a Namjoon.
-Una hora o dos horas después de que te fuiste a dormir, Jimin salió de su habitación hacia la cocina. Supongo que se olvidó que yo estaba aquí, pues se sobresaltó al verme, casi como si hubiera visto un fantasma. Antes de que pudiera decirle algo, se dio la vuelta y entró al baño, como si hubiera perdido el camino.
»Después de eso, trate de dormir. No sé cuánto tiempo transcurrió, por lo menos a mí me pareció eterno por mi propia lucha -hizo una pausa para pensar y luego retomó-. Estoy seguro de que fue un tiempo considerable antes de volver a oír ruidos. Primero fue la puerta del baño y la del dormitorio, después fueron paso y tropezones. Creo que tiene comida adentro, ya que comencé a oír como desgarraba envoltorio de aluminio y engullía. Fue algo... jodido. Era como oír a una hiena que traga desesperadamente para que el resto de su manada no le quiten su comida.
»No supe qué hacer, debí haberte hablado. Pero no pude moverme, pensé que tenía otra parálisis de sueño y que esto no era real. Luego Jimin paró, estuvo sollozando, y ya no supe más.
Namjoon cerró los ojos, como si esto lo pudiera separar de la cruel realidad que se le presenta.
-Sí, esto suele pasar -empieza a decir, con la garganta cerrada y la asfixia robándole el aire-. Los vecinos lo oyen y he tenido problemas con la recepción -Las lágrimas de desesperación se acumulan en sus ojos mientras conecta con su amigo-. Yoongi, no sé qué más hacer para ayudar a Jimin: he tenido paciencia, lo he acompañado, incluso le preparó la cena y me aseguró que coma. Hice todo lo que se me ocurrió, pero nada es suficiente.
Yoongi se encoge y tropieza con su propia lengua.
-Perdón, tampoco sé cómo ayudar. No conozco a Jimin, no sé qué necesita y de qué forma quiera recibirlo. Solo sé que él te aprecia mucho, y que tú necesitas estar bien para enfocarte en que él lo esté. Namjoon, primero tienes que ayudarte a ti mismo.
Ambos pares de ojos se desvían hacia la orden de eomuk.
-¿Todavía quieres comer? -preguntó Yoongi, y Namjoon negó
-No tengo hambre, jamás la tuve, pero quería comer. Es algo extraño de explicar.
Su mirada se da por vencida y se pierde en cualquier otro rincón de la habitación. Sobre la mesa, mira la sombra de Yoongi encogerse de hombros.
-Haz el intento, y yo haré mi esfuerzo por comprenderlo -expresa Yoongi, con la más pura sinceridad y tocándose el pecho, junto arriba del corazón.
-Gracias -la vergüenza tiñe de rojo las mejillas de Namjoon. La vulnerabilidad es vergonzosa, ¿se supone que sea así?-. Tengo una sensación extraña a nivel del abdomen, a veces sube a mi pecho y otras veces aprieta mi garganta. Ya no la quiero más dentro de mí, me está afectando en todo lo que soy y hago, quisiera expulsarla, pero en el fondo sé que no es algo que simplemente pueda vomitar.
Su cabeza se llena de pensamiento, dudas, traiciones y desconfianza. Todo se arremolinan en su interior, todo quiere salir y ser escuchado. Namjoon tiene la imperiosa necesidad de aclarar sus dudas.
-Yoongi, quiero que seas honesto conmigo, ¿estoy obseso? ¿te parezco alguien grotesco?
Yoongi ladeó la cabeza y frunció el ceño, desconcertado.
-Este... -se enderezó y rasco detrás de su nuca, exagerado el "cuello de tortuga"-. Sí has subido de peso, pero estás lejos de verte como en los últimos años de la universidad-. Ambas manos se fueron a su nuca y echó su cabeza hacia atrás, estirándose-. No eres grotesco, nunca he conocido a alguien que me parezca grotesco. Ninguna persona debería de ser llamada de esa forma, es repugnante.
La sinceridad en su voz es un acercamiento a la discriminación que Yoongi vivió en países extranjeros. Ser la víctima lo hizo reflexionar que nadie debería ser considerado un fenómeno, menos por uno mismo.
-Ya no te quebres la cabeza, has pasado por mucho hoy. Y mañana también será duro. Perdón, sé que en estos momentos sus cabezas y cuerpos no dan más que para sobrevivir, pero no puedo vivir en una pocilga, ¡y tampoco puedo limpiar todo solo! Al amanecer nos repartimos las labores entre los tres y juntos mejoraremos este lugar.
Namjoon asintió, convencido de que era lo menos que podía hacer por Yoongi. Además de que él también quería darle un orden al departamento.
-Lamento todo lo que te hemos hecho pasar, y no te puedo prometer que deje de pasar. No es necesario que te quedes si no quieres -sus palabras se ven interrumpidas por su propia risa-. ¡Estuviste ganando dinero en malditos euros, podrías comprar el edificio si quisieras!
Yoongi fingió pensarlo, llevando su dedo índice hacia la sien.
-No sería mala inversión -el tono jocoso se desvanece y da lugar a una expresión seria-. Puedo irme si quieres.
Namjoon negó sin pensarlo. -Quédate, por favor
Yoongi asintió, recobrando el brillo. Cuando ya no hay más palabras, los bostezos aparecen y deciden que es momento de volver a dormir. Pero antes, Yoongi botó la orden de Eomuk a la basura y Namjoon dio un sorbo a la cerveza para después verterla en el lavado.
-Estaremos bien, todos nosotros. No es una promesa, es un presentimiento. -Y con estás palabras, Yoongi se despidió de Namjoon y volvió a recostarse en el sofá.
(...)
Un par de horas después, Namjoon despertó por una fuerte luz en su rostro. Ya era de mañana y la luz del sol llenaba su habitación; había una capa de sudor sobre su piel que se adhiere a la sábana, dándole una sensación desagradable. Son los primeros días de otoño, pero desde hace un par de años el clima ha cambiado y las altas temperaturas y las lluvias se han prolongado.
Apenas unos segundos después de despertar, su mente comenzó a recapitular los deberes del día de hoy: ir al museo, la capacitación, la exposición, el buzón de retroalimentación y el informe. ¡El tan dichoso informe! Hacer un buen trabajo en esto puede brindarle una segunda oportunidad como expositor; tiene que hacer un buen trabajo para remendar sus errores en la exposición de los jarrones y su mala actitud de los últimos días.
Todavía tiene algunas semanas, pero pronto empezará a ocuparse en supervisar el desmonte de la exposición. La cabeza comienza a dolerle ante la escena de estrés y caos que ha imaginado. El futuro ha adquirido matices lúgubres, mientras que el pasado se carga de culpas y hubieras... "si tan solo hubiera comenzado a trabajar en el informe antes". ¿En que había estado perdido el tiempo?
¿Y si adelanta el informe desde casa? La idea es desagradable, detesta tener que usar sus horas libres para hacer cosas del trabajo. ¿Ese no es el motivo porqué los trabajadores coreanos enferman de estrés cada día? ¡Qué asco! Sin embargo, es su culpa por no haberse esforzado desde antes. Debe comenzar ya.
Dió vuelta sobre su espalda, llegando a la orilla de la cama para después sentarse. Si bien, su mente corre rápido, su cuerpo no reacciona de la misma manera. Sus movimientos son rígidos y lentos, pareciera que cada pierna le pesa una tonelada cuando las mueve.
Sentarse sobre la cama ha consumido tanto de su energía que después de esto se ha quedado estático en su sitio. No hay pensamiento en su cabeza, sus ojos están perdidos sobre el piso. Lleva un par de minutos despierto y ya se siente agotado, el día que ha vivido a través de sus pensamientos ha drenado toda su energía.
Los segundos pasan, su ceño se va frunciendo a medida que va observando el calzado y la ropa tirada en el suelo. ¿Cómo sucedió esto? De un salto se levantó, se calzó con las sandalias para el hogar y fue recogiendo las cosas en el piso. El resto de zapatos los aventó a las cajoneras y la ropa del suelo la puso sobre las cajoneras, detrás de las faldas de sus abrigos.
Eso estaría bien por el momento. Luego dedicará un tiempo a hacer una limpieza profunda... luego.
Se dejó caer sobre la cama, frotando sus manos contra el rostro; su tacto es maldecido con la sensación rasposa de un vello facial que ha crecido descuidadamente en los últimos días. Ni hablar de su cabello, que se encuentra opaco, sucio y de un largo que cubre sus ojos y no le favorece. ¿Cómo había llegado a ese punto?
Jamás ha sido alguien organizado -no cómo su mente rígida y perfeccionista le gustaría que fuera-. En su lugar, se consideraba alguien descuidado, poco pulcro y olvidadizo. No quiere decir "grotesco", después de su charla con Yoongi, siente que decepciona a su amigo sí usa esa palabra para dirigirse a alguien o a sí mismo.
¿Yoongi? ¿Charla de ayer?
-Oh, carajo -murmuró entre dientes.
Olvidó la promesa que le había hecho a Yoongi de hacer la limpieza del departamento hoy. ¡Era el colmo!, como si no tuviera suficientes cosas que hacer ya.
Entre las pulsaciones de su cabeza, oye sonidos provenientes del comedor: tintineos, chirridos, chasquidos y un leve tarareo. El aroma a harina confirma sus sospechas acerca de que Yoongi está cocinando. Tiene que ser Yoongi, ya que Jimin detesta freír con aceite.
Su estómago se estremece; el hambre y el apetito acompañan sus pasos hacia la cocina. Antes de irse, busco entre el montículo de ropa la camisa con la que se había ido a dormir ayer y durante la madrugada arrojó al suelo por el calor. El resto de prendas se vinieron abajo, y Namjoon decidió que lo dejaría así por el momento.
En la cocina, se encontró con Yoongi vertiendo una masa amarillenta sobre la sartén caliente. El aceite chirría y un agradable aroma se eleva.
-¡Jeon para el desayuno! Se puede tener algo mejor -exclamó Namjoon, colocándose detrás de la isla de la cocina. Sus manos se dirigieron directamente a la bolsa de compras sobre el mostrador, rebosante de comida enlatada y algunas verduras frescas -¿Cuándo saliste a hacer la compra? ¡No me digas que te levantaste temprano!
Yoongi le lanzó una mirada fugaz sobre el hombro, sin apartar su atención de la estufa, donde cuidaba minuciosamente del omelette.
-Hace un rato -respondió entre dientes, como si se rehusara a compartirlo-. Solo pude encontrar calabaza, así que hice Hobakjeon.
Namjoon sonrió para sí mismo al notar la manera en que Yoongi minimizaba su esfuerzo. Era característico de él restar importancia a sus acciones, especialmente cuando requerían un gran esfuerzo y dedicación. Detrás de su fachada de indiferencia, Namjoon sabía que Yoongi se preocupaba profundamente por los demás.
-Gracias -mencionó Namjoon, sincero y breve. No iba a molestar a su amigo con aquel discurso cursi de agradecimiento del que tanto huía.
Dejando pasar el tema, se dedicó a desempacar las compras. Al sacar el contenido de la bolsa, Namjoon notó una bolsa de papel envuelta en cinta adhesiva. Al intentar abrirla, la cinta se desgarró y el papel se rompió, provocando un regaño de Yoongi.
-No seas bruto, es algo delicado.
Se oye el papel desgarrarse como un susurro rasposo, seguido de un golpeteo sobre la mesa. A Namjoon se le desencajó la mandíbula; lo que en un primer vistazo podría parecer manzanas, en realidad tres tres grandes y redondas peras como nunca antes había visto.
-¡Esto debió de costar una fortuna! -exclamó Namjoon, asombrado.
Yoongi se encogió de hombros y se puso tenso, evitando el contacto visual con Namjoon. Después de voltear el Jeon, acercó un plato y lo vertió sobre este.
-Tengo buen capital, tú lo dijiste -recordó arrogante, a la vez que ponía a freír un nuevo Jeon-. Puedes tomar una, me da igual.
Namjoon se rió y agradeció, mientras apilaba las peras en un costado, pensando en disfrutarlas más tarde cuando estuvieran los tres juntos. Luego, recogió las bolsas de papel y plástico, desechando una y guardando la otra para la basura. Al pasar al lado del basurero, se colocó junto a Yoongi, radiante de emoción por el delicioso Hobakjeon que estaba preparando.
-¿Extrañabas la comida coreana? -preguntó Namjoon con una sonrisa burlona, disfrutando del momento.
Yoongi se humedeció los labios, nervioso, antes de responder. -No, no la extrañé -murmuró, mientras sacaba el segundo Jeon y comenzaba a preparar un tercero con los últimos restos de masa.
-¿De verdad? -preguntó Namjoon, incrédulo.
Recibe un movimiento de cabeza en respuesta.
-Yo lo cocinaba, era fácil encontrar los ingredientes: ternera, panceta, tofu, soja... todo eso lo venden en cualquier lado -añadió Yoongi, intentando sonar indiferente, pero sin poder disimular su nerviosismo.
Namjoon notó que Yoongi se ponía nervioso mientras hablaba; bajaba la cabeza y evitaba su mirada, como si estuviera escondiendo algo.
-Pero lo que sí extrañé fue todo lo que conlleva una cena coreana: comer con otras personas, servirles en su plato, hasta extrañe ayudar a separar las hojas de perilla.
En su propia piel, Namjoon sintió la nostalgia y la melancolía que el cuerpo y la voz de Yoongi demostraba. Yoongi seguía esforzándose en reprimir sus emociones, pero sus manos temblaban al servir el último Jeon.
-Yo lo llevo, deja que me encargue de la mesa -propuso Namjoon, y acto seguido tomó el plato con los Jeon y sonrió amablemente a Yoongi, dándole un respiro después de su confesión.
Después de colocar el Jeon en el centro de la mesa y cubrirlo para mantener el calor, Namjoon comenzó a poner los utensilios y los platos con la fluidez y porte de un experto. Conocía el piso de punta a punta, la ubicación de cualquier mínima cosa. Al contrario de Yoongi, que sus años afuera lo hacen preguntar dónde se encuentra el abrelatas, a pesar de que fue él quien lo compró cuando empezaron a amueblar.
Yoongi lo observó por un momento, sintiendo una mezcla de gratitud y nerviosismo. Cuando Namjoon se dio la vuelta, su expresión había cambiado a una de curiosidad y un toque de burla, lo que hizo que Yoongi se preparara para una pregunta incómoda.
-¿Por qué no buscaste a alguien con quién comer? -preguntó Namjoon, directo y un tanto confrontativo.
Sabía la respuesta, o la supone. Su verdadero objetivo era hacer reflexionar a Yoongi, ponerlo a pensar para sacar una enseñanza de ahí. Su acto más grande de soberbia era sentirse el guía de otros.
Yoongi se echó a reír nerviosamente, clavando el abrelatas y provocando un sonido estridente, intentando ocultar su malestar.
-Sabes que no soy así -giró el abrelatas y el aroma del kimchi se intensificó-. En ocasiones compartía comida con otros, pero ellos despreciaban la comida -su voz se fue apagando, perdiéndose en el ruido de los platos y el abrelatas que volvía a ser atacado ferozmente-. Entiendo que no están acostumbrados a esos sabores. Ellos esperaban que fuera similar a la comida china, pero incluso esa está adaptada para gustarle a los occidentales.
Namjoon se acercó, tomó los aperitivos que Yoongi había estado preparando y los llevó a la mesa. A la vez, respondía con las siguientes palabras: -Podrías haber adaptado los platillos a su gusto.
-Supongo que sí -Yoongi frunció el ceño al recordar aquello-. Lo intenté una sola vez, y tampoco salió bien -dejó escapar un suspiro profundo-. Supongo que el verdadero problema era yo. Me sentía fuera de lugar.
Ya no había más latas que abrir, Yoongi estaba por tomar el cebollino para picar, cuando Namjoon se le adelantó y se hizo cargo de eso, impidiendo que Yoongi tomará el cuchillo.
Una vez que se hubo acomodado con la tabla y las verduras, Namjoon hizo oír su opinión. -No es completamente tu culpa, no es una sensación que simplemente haya aparecido en tu cabeza. Hubo algo en ellos, en sus palabras y acciones, o en la situación, que te hizo crear ese pensamiento.
Mientras Yoongi se sumergía en la reflexión, Namjoon terminó de picar las verduras con precisión y colocó el recipiente en la mesa con un gesto suave. Se sintió satisfecho al ver la variedad de platos que tenían preparados: Hobakjeon, sopa miso, arroz al vapor, verdura encurtida, peras, kimchi, y una variedad de salsas como aceite de sésamo, soja y gochujang. La mesa estaba lista, y el aroma que emanaba de los platos era increíble.
-¡Ya quiere que Jimin lo vea! -exclamó, con entusiasmo en la voz y duda en la cabeza.
Se dio cuenta de que Yoongi lo observaba con una mezcla de sorpresa y admiración, y sonrió ligeramente. Le gustaba sorprender a su amigo de vez en cuando.
-¿En qué momento mejoraste tanto en la cocina? -preguntó Yoongi, rompiendo el silencio.
Aquella pregunta desata recuerdos de frustración, desesperación y desilusión. Pero también de momentos íntimos y de orgullo.
-Fue necesidad -respondió de manera simple.
A Yoongi le le parecieron tan certeras sus palabras
-La mayoría aprendemos a cocinar por necesidad. Y cuando menos lo esperas, ¡le tomas maña!
Namjoon y Yoongi compartieron risas, y empezaron a servir los platos. Al termina, Namjoon se dirigió hacia la habitación de Jimin, pero Yoongi lo detuvo.
-Jimin no está, lo vi salir cuando llegaba del mercado, parecía que se escondía de mí -en la expresión y tono de Yoongi hay sospecha, pero para Namjoon era algo triste y preocupante.
-Jimin suele salir a correr a estas horas. Luego regresa, "desayuna" -Namjoon enfatizó la palabra "desayunar", ya que solo tomaba un licuado de proteína- y después va al gimnasio y sigue con su rutina diaria. -Hizo memoria y recordó en voz alta: -Hoy no tiene prácticas ni ensayo en el teatro.
Yoongi asintió.
-Es alguien bastante ocupado -dijo lentamente, acercándose al comedor y tomando asiento. -Luego Yoongi preguntó a Namjoon: -¿Estás seguro de que puedo quedarme? Jimin no parece muy cómodo conmigo.
Namjoon se lo pensó por un momento.
-Creo que es muy pronto para decir aquello, apenas tienes un día aquí, es normal sufrir una sacudida antes de adaptarse. Además, debe estar avergonzado por lo de ayer -hizo referencia al atracón, y Yoongi se estremeció como si reviviera la pesadilla-. Jimin no es tan descarado como parece.
-Parece serlo.
-Ha estado irritado -justificó Namjoon, sosteniendo de la silla. Su cuerpo se inclinó ligeramente hacia adelante, como si estuviera intentando acercarse a la verdad.
Namjoon recordó los momentos en que Jimin había estado irritado, y se dio cuenta de que era un patrón que se repetía.
-¿Cómo era antes? -tuvo curiosidad Yoongi.
Sus manos, que habían estado quietas hasta ese momento, comenzaron a moverse nerviosamente. Una de ellas se levantó para tocar su barbilla, como si estuviera intentando pensar más claro. La otra mano se deslizó por el respaldo de la silla, como si estuviera buscando algo a lo que agarrarse.
-Muy dulce y gentil, siempre atento y cuidadoso de lo que decía o hacía... demasiado controlado.
Namjoon se quedó con la mirada perdida en el espacio, su mente racionalizando las palabras que acababa de decir. Su ceño se frunció ligeramente, como si estuviera intentando resolver un enigma. Su boca se abrió ligeramente, como si fuera a decir algo, pero las palabras no salieron.
¿Qué está pasando? ¿Quién es el verdadero Jimin? ¿El dulce y gentil que conocí al principio o el iracundo y soez que ha sido últimamente? ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Hay algo que lo está haciendo actuar de esta manera? ¿O realmente esa es su naturaleza?
Yoongi frunció el ceño, confesando estar preocupado por Namjoon. -Te veo muy ilusionado con Jimin, y temo que puedas salir herido -dijo, y rápidamente aclaró sus ideas cuando fue receptor de la mirada incrédula de Namjoon-. No es que piense que sea una mala persona, pero el momento no es el indicado. Quizás deberían tomarse un tiempo, con la esperanza de un futuro mejor.
La mueca en el rostro de Namjoon se fue relajando y cargado de tristeza. Él sabía que no era el momento indicado para ello, por eso continuaba postergando la confesión de sus sentimientos y planes a futuro. Sin embargo, pensar en la separación era doloroso, como clavarse un puñal en el estómago y retorcerlo.
No podría estar sin saber de Jimin, saber que estaba bien. Pero en este tiempo, el bailarín no ha hecho más que empeorar. ¿Y si él era un impedimento para su recuperación?
El tiempo pasó entre charlas triviales y pequeños mordiscos a la comida. Namjoon se había vuelto callado y distante, mirando hacia la puerta en espera de Jimin. Todo el impulso reprimido explotó en un contundente diálogo.
-Voy a llamarlo.
Y tan pronto lo anunció, sacó su celular y marcó el número. Empezaba a desesperarse, llevando un aritmico golpeto con el pie. Los últimos tonos estaban sonado, cuando la línea finalmente fue descolgada.
-Hey, Minnie -saludo Namjoon, con un suspiro que dejaba escapar la tensión antes acumulada en su pecho-. Buenos días, desperté tarde y no alcance a saludarte antes de que te fueras, ¿fuiste a correr? -espera una respuesta, mientras que al otro lado de la línea solo se oye como Jimin aguanta la respiración y murmura un asentamiento.
Namjoon comenzó a tener un mal presentimiento, un escalofrío en su cuerpo que estremecía cada uno de sus sentidos. Su mano subió hacia su rostro, empezando a morderse los dedos ligeramente.
-Yoongi nos preparó el desayuno. Hay Hobakjeon, sopa miso... ¡y no lo creerás! ¡Tenemos peras caras! De esas que llaman gourmet -soltó una risa nerviosa. Fue hasta ese momento que se dio cuenta de que estaba mordiendo y lastimando sus dedos.
En seguida, la culpa lo asecho; dio una mirada rápida a Yoongi, en su gesto torcido y sus ojos amplios, confirmó lo extrañeza de su comportamiento. ¿Por qué se había puesto tan nervioso? Pensar en Jimin revolvía su estómago, no de la manera en que las novelas románticas lo retratan. Relacionarse con Jimin se había vuelto un estado constante de preocupación, siempre estar al cuidado de no herirlo y soportar cuando él lo hacía... era una situación estresante, que lo tenía con los nervios de punta.
-La comida comienza a enfriarse, ¿ya vienes para el departamento? -demando saber, sumamente preocupado y un tanto furioso.
Jimin lleva varias horas corriendo, está maltratado su cuerpo. ¿Acaso no se da cuenta? ¡No ve el daño que se está haciendo a sí mismo!
-Estoy afuera, podrías abrir la puerta -murmuró Jimin, como si cada palabra le costará un esfuerzo sobrehumano. Estaba jadeando, al borde del colapso.
Namjoon se sintió como si el suelo se hubiera desvanecido bajo sus pies, dejándolo suspendido en un vacío de incredulidad. Con movimientos automatizados, se puso de pie, empujando la silla hacia atrás, y avanzó hacia la puerta con una sensación de inevitabilidad. Yoongi lo observaba con una mirada intensa, presintiendo lo que estaba por suceder.
Mientras Namjoon se acercaba a la puerta, su corazón latía con una fuerza creciente, como un tambor que anunciaba una tormenta inminente. Y entonces, al abrir la puerta, se encontró cara a cara con la imagen de Jimin, una visión que lo golpeó con fuerza y lo hizo retorcerse.
Jimin debía sostenerse del marco de la puerta para mantenerse de pie. Su cuerpo estaba doblado y se podía ver su espalda subiendo y bajando en cada respiración irregular. Le dolía el pecho; se aferraba a su sudadera y retorcía la tela.
-Jimin, ¿qué pasó? -preguntó Namjoon, con la voz temblorosa-. Debemos llamar a emergencias.
Jimin negó con la cabeza, haciendo un torpe esfuerzo por enderezarse. -No... no -negaba, mientras una sonrisa socarrona crecía sobre sus labios. Su encía estaba completamente roja e hinchada, y tenía los dientes amarillos debido a la gingivitis-. Estoy bien, solo me he mareado un poco.
Tras una larga respiración, logró aliviar su respiración. Sin embargo, falla al intentar dar un paso hacia enfrente, tropezado con sus propios pies. Namjoon lo sujetó con firmeza, pero con el cuidado que el resto siempre le habían exigido. Ni siquiera parecía el mismo que solía tirar y romper las cosas a menudo.
De la boca de Namjoon no salía ni una palabra, era incapaz de hilar un pensamiento. Y a decir verdad, deseaba que Jimin se callara.
-Ya no tengo la misma edad de antes... ya no soy tan fuerte como antes -Jimin busco la mirada de Namjoon, sonriendo pícaramente y disfrutando de ver su semblante temblar-. Pronto cumpliré años y...
-Por favor, ya no sigas -la voz grave de Namjoon retumbó por el lugar. Fue contundente, y la expresión de Jimin adquirió una sombra gris.
-Lo siento -susurro en un débil tono de voz y, aún cuando Namjoon lo ayudó a sentarse, evitó mirarlo a los ojos.
Namjoon abrió la boca, pero pronto la volvió a cerrar. En su lugar, se acercó a Jimin, sosteniendo sus hombros y manteniendo el contacto entre sus mejillas. Jimin empezó a temblar y contener la respiración, pues si se atrevía a respirar, si perdía el control de sí mismo, se iba a derrumbar en ese preciso instante. Y todavía no era el momento para eso. Puede aguantar más, siempre ha llevado las cosas hasta el último estadio: como el reto de la malla lingual.
Namjoon se alejó, dió un apretón en el hombro de Yoongi y después continuó hasta su asiento. Ese gesto había sido una disculpa para el sujeto que permanecía en trance, como en una pesadilla. En medio del tenso silencio, Yoongi dió una gran exhalación y se inclinó sobre la mesa para alcanzar la olla de sopa miso.
-Jimin, te gustaría comer algo -ofreció, con la voz temblorosa al dudar de si su acción fue apropiada, o no.
Sorprendentemente, Jimin asintió. O mejor dicho, se vio presionado a hacerlo por la pesada mirada de Namjoon que caía sobre él. Jimin se negó al Hobakjeon y los demás complementos, pero aceptó la sopa miso y la pera.
Namjoon observaba su alrededor como si de la pantalla de una película se tratara, una de esas en que lo cotidiano se vuelve morboso. Tenía los labios tensos y los brazos cruzados sobre el pecho. Sus ojos estaban clavados en un punto exacto, en que miraba las manos temblorosas de Yoongi sirviendo la sopa y a Jimin perdiéndose entre sus pensamientos.
Jimin tenía todo un ritual antes de comenzar a comer, primero se aseguraba que el mantel, los platos, el vasos y los cubiertos estuvieran alineados. Podía durar un largo tiempo en esto, y nunca estaba conforme. La frustración crecía en él y se dejaba ver a través de los labios tensos y el ceño fruncido; solamente seguía adelante cuando la cabeza comenzaba a palpitarle.
Después agarraba su cubierto y lo usaba para hundirlo sobre cada elemento en el plato. Si había algo que no tuviera buena imagen, entonces lo desechaba.
Con la cuchara tomó la capa superficial del caldo, lo observó detenidamente, y después lo tiro en el portaplato. Hizo esto una cinco veces más, hasta deshacerse de cualquier rastro de aceite y grasa. Revisado el caldo, pasó a aplatar y comprobar la textura del tofu.
-Solo es tofu -comentó Yoongi, exasperado. Él había cocinado la comida y, ante esta exhaustiva revisión, se sentía como si lo estuvieran amenazando de haber envenenado la comida
Ante aquel comentario, Jimin levanto la mirada, dando una mirada voraz a Yoongi. Su labio superior se elevó hacia un costado, mostrado el cuello de los dientes incisivos y colmillos; como si fuera una bestia gruñendo. No obstante, los ojos caídos se desviaron hacia Namjoon, y toda agresión fue sometida.
Volvió a mirar el plato, el gran enemigo a vencer.
-Por favor, acompañarme a comer -comento entre dientes, con una voz suave y que se tambaleaba hacia la agresión.
Yoongi estaba por negarse, ya que ellos ya habían terminado de desayunar. Sin embargo, pronto se dio cuenta que no era una sugerencia, era una imposición. Namjoon tomó el Hobakjeon que sobraba, se dispuso a comer aunque ya estaba lleno. Yoongi no entendía lo que pasaba, pero había algo que le decía que tenía que "solidarizarse", así que tomo lo sobrante de la misa miso.
Esto era otra de las condiciones en el ritual de Jimin: él no comía si alguien más no lo hacía, él no daba un bocado si la otra persona no daba dos antes. Por supuesto, esta norma se esfumaba cuando comía solo. En ese instante se trataba de devorar todo, de olvidar cualquier régimen o norma. Era comer, comer, comer y solo comer.
El caldo humedece su boca, raspa las cicatrices en su lengua, se mezcla con la sangre antes de cae por su garganta.
-Gracias -murmuro tras un difícil bocado, dirigiéndose a Yoongi.
Después, Jimin soltó el cubierto, colocándolo sobre el plato.
-¿De qué hablaban antes de que viniera?
Yoongi comenzó a toser. La garganta se le había cerrado justo cuando había tragado. Se escondió tras el vaso, fingió beber agua, pero en realidad escupió lo que había comido.
En cambio Namjoon, se limpiaba la boca con una servilleta y escupía el resto de Jeon en esta.
-No lo recuerdo -respondió Namjoon, y después hizo un gesto con sus palillos que llevo la vista de Jimin de vuelta a su plato.
Jimin volvió a tomar la cuchara. Subió los codos a la mesa y se encorvo sobre el plato con un gesto aburrido, y con aquella ira que comenzaba a volverse parte de él.
-Seguramente estaban hablando de mí, de como soy un fastidio -solto una breve y aguda risa, para después forzar una sonrisa.
-No, creo que no era eso -respondió Namjoon, con cinismo. Su gesto estaba tenso, la mandíbula sobre salía y el pobre plato resentía su furia.
Yoongi intervino, cambiando el tema con una voz aguda y temblorosa. -Jimin, había hablado con Namjoon sobre que me gustaría involucrarme en las labores del departamento mientras estoy aquí. ¿Podríamos hablar sobre eso?
La propuesta fue inesperada, tan desconcertante que Jimin olvidó su orgullo herido por las burlas de Namjoon. Jimin asintió lentamente, tomando un sorbo de la sopa mientras su puño se cerraba fuertemente sobre la cuchara.
La discusión sobre las tareas domésticas parecía surrealista después de la escena anterior, pero Yoongi y Namjoon se aferraron a ella como un escape. El consenso fue el siguiente: cada uno se hace cargo de su espacio y un lugar común. Jimin se encargaría de su recámara y del baño, Yoongi de la sala y el comedor y Namjoon de su recámara y el balcón.
-Me gustaría tener un huerto -comentó Namjoon con una sonrisa fugaz, pero rápidamente la reprimió-. Olvindenlo, sería mucho trabajo.
Jimin miró a Namjoon de reojo, su mirada baja y prolongada, llena de un rencor silencioso.
-Aunque sea un huerto pequeño, sería genial -dijo con voz baja, rasposa y sombría.
Namjoon sostuvo la mirada de Jimin, mientras se inclinaba hacia adelante y cuadraba sus hombros. -Sí, podría ser algo hermoso. Algo que nos recuerde que aún hay vida aquí -comentó con una mezcla de cautela y amenaza.
La atmósfera seguía siendo pesada y Yoongi se sentía como un intruso en un momento íntimo y peligroso.
Yoongi carraspeó, llamando la atención hacia él.
-Bueno, el vivero puede esperar. Hoy tenemos demasiadas cosas que hacer -se levantó del asiento, sacudiéndose la sensación de "no pertenecer" que lo había invadido-. Namjoon, hoy irás al museo, ¿no? -el aludido asintió-. Voy a ir contigo, necesito hablar con él gerente.
Un silencio pesado se acumuló mientras los tres intercambiaban miradas, buscando una salida.
-Hay que comenzar de una vez, o se nos hará tarde -propuso Yoongi, recogiendo la vajilla sucia para llevarlo al fregadero.
-¿La limpieza la haremos ahora? -preguntó Jimin, sorprendido.
Namjoon asintió, poniéndose de pie y ayudado a Yoongi a quitar la mesa. -Sí, es mejor hacerlo ahora.
Jimin dejó la cuchara sobre el plato, creyendo que Namjoon se lo llevaría. Su plato estaba a la mitad y todavía tenía la pera intacta. Namjoon le lanzó una mirada de reproche por esto, tomó las cosas de alrededor y dejó a Jimin enfrentar su lucha solo. Sin recordar que Jimin no come solo.
-Prometo que cumpliré con mi parte -empezó a decir Jimin, levantándose de su asiento y llevando su plato hacia el fregadero-, pero no puedo hacerlo ahora. Tengo que ir al gimnasio.
Yoongi se detuvo frente a él, pasando su mirada del plato hacia él repetidas veces. Logró adivinar lo que iba a hacer, y le quitó el plato para, al menos, evitar que la coladera se tapara.
-¿El gimnasio? -repitió, incrédulo-. ¿No puedes faltar hoy?
Namjoon se puso al lado de Yoongi, acorralando a Jimin.
-Este lugar es un desastre, no podemos seguir posponiéndo la limpieza -tomó a Jimin del brazo, ejerciendo una leve fuerza-. Vamos, Jimin, todos los días vas al gimnasio. No pasará nada si faltas hoy.
Jimin se zafó del agarre de Namjoon, su mirada desafiante.
-Está bien -dijo, abruptamente-. Me quedo.
La rendición en su voz contrastaba con la rebeldía en sus ojos. Se dio la vuelta, yendo a su habitación.
Yoongi y Namjoon intercambiaron una mirada preocupada.
-Vamos a empezar -dijo Yoongi, suavemente.
La limpieza se desplegó como una coreografía silenciosa. Namjoon sumergía los platos en agua caliente, mientras Yoongi barría con movimientos amplios, como si estuviera pintando el suelo. Jimin se concentró en su habitación, sacando varias bolsas de basura con envolturas, desechables y restos de comida. Cada movimiento era una tentativa de borrar la tensión.
El aire se llenó de sonidos domesticados: el chorro de agua, el crujido de la escoba y el zumbido de la aspiradora. La luz del sol se reflejaba en las superficies limpias, creando un contraste con las sombras que aún persistían en los rincones.
A medida que la limpieza avanzaba, la atmósfera se transformaba. La tensión inicial cedía paso a una sensación de orden y control. Aunque Jimin seguía tenso y con una mirada desafiante cada que se encontraba con Namjoon.
A pesar de no poder terminar con todas las actividades, hicieron un gran avance durante la mañana. Ya en la tarde, el cuerpo volvió a exigir alimento para seguir enfrentando los desafíos del día.
Yoongi se propuso a pedir comida, y ese momento se decidió que cada uno se encargaría de su desayuno, Yoongi de la comida y Namjoon de la cena. Todas las indicaciones que hicieron hoy, quedaron escritas en una nota sobre el refrigerador.
Mientras Yoongi bajaba a recibir al repartidor, Namjoon y Jimin se acercaron a la sala. Namjoon se sentó en el sillón individual, soltando un largo suspiro y cerrado los ojos.
Jimin soltó una ligera risa, una pequeña muestra de felicidad que pintó una sonrisa en los labios de Namjoon.
-Tengo que admitir que esto fue más cansado que ir al gimnasio -mencionó Jimin, sonriendo.
Al volver a abrir los ojos, Namjoon quedó maravillado por la imagen de Jimin. No es que hubiera algo nuevo en él, simplemente que no se había dado la oportunidad de apreciarlo. Desde el primer día y sin importar el tiempo que pase, siempre lo ha dejado maravillado.
Quizás, podrían dejar el rencor y la frustración de lado por un momento. Con una sonrisa y un guiñó, Namjoon invito a Jimin a sentarse con él.
La boca de Jimin se tensó y sus hombros subieron. Tuvo un momento de duda, en que su cuerpo se tambaleaba de adelante hacia atrás. Luego de un rato, de un cosquilleo que atravesó su columna, terminó cediendo con una sonrisa socarrona y deshaciendo el cruce de sus brazos.
Jimin se sentó en horcajadas sobre Namjoon, su rodillas a cada lado de sus piernas. Namjoon dirigió una de sus manos a su cadera y la otra hacia su rostro, acariciando su piel.
-Te extrañé -murmuró Namjoon, su voz baja y suave.
Jimin sonrió, su rostro relajándose
-Yo también -susurro, casi como un ronroneo.
La mano de Namjoon en su cadera se deslizó hacia su espalda, atrayéndolo hacia él. Jimin se inclinó, su frente casi tocando la de Namjoon.
-Lo siento -dijo Jimin, su aliento cálido deslizándose entre los labios de Namjoon.
Namjoon negó con la cabeza.
-No hay nada que disculpar -dijo, su mirada profunda-. Tú estás aquí. Yo estoy aquí.
Sus labios se encontraron en un beso suave, como una promesa de renovación. La tensión se derritió en ese momento, todo se olvidó. Jimin se dejó llevar, su cuerpo relajándose en los brazos de Namjoon.
Sus labios se encontraron en un beso suave, como una promesa de renovación. La tensión se derritió en ese momento, todo se olvidó. Jimin se dejó llevar, su cuerpo relajándose en los brazos de Namjoon.
Los labios de Namjoon se presionaron contra los de Jimin, cálidos y suaves. Sus alientos se mezclaban en un contacto íntimo. Cuando sus lenguas se encontraron, Namjoon sintió la cicatriz familiar en la lengua de Jimin.
Aquella cicatriz era un recordatorio de la enfermedad que había consumido su cuerpo y dejado su semblante pálido y huesudo. Namjoon la besó con suavidad, como si quisiera curarla.
Jimin sintió un escalofrío en su columna. La conexión era profunda, casi dolorosa. Su corazón latía con emoción, su piel vibrando con la cercanía.
Namjoon profundizó el beso, su boca buscando una unión más profunda. Jimin respondió, su cuerpo fundiéndose con el de Namjoon, olvidando por un momento el frío que siempre parecía acompañarlo.
-Si jamás he plantado una flor en el jardín es porque temo verla marchitarse. ¿Cómo podria seguir adelante después de conocer la belleza y verla perecer frente a sus ojos? -Namjoon se apartó ligeramente, mirando a Jimin con ojos llenos de suplica-. No puedo soportar la idea de perderte. Promete que no te abandonarás, que seguirás aferrándote a la vida.
Jimin no respondió.
Al día siguiente, Namjoon empezó a ir al gimnasio, siendo asesorado por Jungkook como este se lo propuso. Yoongi lo acompañaba, otro novato en la actividad física. Iniciar junto con Yoongi disminuyó considerablemente la timidez inicial y creó un ambiente relajado. Además, Jungkook resultó ser un buen sujeto: sin celos ni envidia de por medio, descubrieron que tenían más cosas en común de lo que esperaban.
Durante la primera semana, Jimin se unió al grupo, ausentándose de su propio entrenamiento. Aunque había acordado con Jungkook no hacer ejercicio, este le ofreció una rutina suave. Sin embargo, Jimin declinó, prefiriendo sentarse en una esquina y observar.
En momentos dispersos, Namjoon capturó a Jimin mirándose en el espejo, su expresión era de perplejidad. Era como si luchara por reconocerse a sí mismo, su mirada perdida en el reflejo de un cuerpo que ya no conocía.
Namjoon sintió una punzada de tristeza al ver a Jimin así. Su corazón se apretó al notar la confusión y la desorientación en el rostro de su amado. Quería ayudarlo a encontrar su camino, a recuperar la confianza en sí mismo y en su cuerpo.
No obstante, al verse en el espejo, Namjoon experimentó la misma reacción de perplejidad. Con el paso de los días, una sensación de extrañeza lo acompañaba constantemente. Desde la intervención, el tiempo parecía un espejismo, donde las horas se deslizaban sin sentido.
De la soledad había pasado a sentirse abrumado por la presencia de otros. Su madre y Jin caminaban sobre espinas alrededor de él, tratando de reconectar sin presionarlo. Sin embargo, su cuidado excesivo era evidente y sólo producía más incomodidad.
Namjoon ahora asistía a sesiones con una nutrióloga, que cada 15 días evaluaba sus progresos hacia una meta específica. Por otro lado, Jungkook, su entrenador, lo retaba diariamente. Pero era Yoongi quien lo desestabilizaba.
Vivir bajo el mismo techo con Yoongi significaba sentirse constantemente observado. Cada paso, cada decisión, parecía estar bajo escrutinio. Namjoon se esforzaba por no decepcionar a aquellos que confiaban en él, pero la presión era agobiante. Se preguntaba si Jimin sentía lo mismo con él.
Jimin pronto regresó al gimnasio al que había estado asistiendo después de que Jungkook lo vetará, un lugar donde nadie se inmutaba por su debilidad.
El deterioro de Jimin se había integrado en su rutina, como un latido constante. Curiosamente, las discusiones y presiones por la comida se convirtieron en el ancla de Namjoon durante este tiempo de cambios.
Nadie cuestionaba su relación. Namjoon solo recibía comentarios de amigos sobre no agotarse cuidando a Jimin. Sus amigos no eran cercanos a Jimin, ni siquiera Jungkook lo era ahora. Priorizaban a Namjoon, viendo a Jimin como un obstáculo.
Namjoon sabía que no era justo, que él también era dañino. Pero reconocerlo significaba fallar en tener una "buena actitud". Él tenía que concentrarse en lo bueno y ser agradecido con lo que tenía
En los últimos días de la exposición de jarrones, Yoongi y Jin vinieron al museo y le pidieron que fuera su guía. Otras personas se unieron al recorrido y, al finalizar, recibió felicitaciones y aplausos. Namjoon aceptó las alabanzas con timidez, esforzándose por sentir orgullo y gratitud.
Eso no fue todo. Poco después, el gerente del museo le ofreció dirigir otra exposición. Yoongi, como embajador del proyecto de historia europea, recomendó a Namjoon como supervisor. El gerente aceptó, ya que estaba complacido con el trabajo de este.
A pesar de todo, Namjoon sentía que su felicidad no era genuina, y que algo malo iba a ocurrir. La paz solo era efímera, y él ni siquiera la aprovechaba.
Un día, mientras Yoongi y Jimin estaba afuera, Namjoon se encontró solo. Y en ese momento, algo dentro de él se rompió. El atraco fue un acto impulsivo, una rebeldía contra las presiones y el régimen al que había estado siendo sometido.
Salirse con la suya resultó más gratificante que cualquier logro anterior. El rush de adrenalina y la sensación de libertad fueron intoxicantes. Por primera vez en mucho tiempo, Namjoon se sintió dueño de sí mismo.
Pero, mientras la euforia del momento se desvanecía, Namjoon se sumió en una oleada de incomodidad y terror. La sensación de libertad y control que había experimentado comenzó a parecer una ilusión peligrosa.
-¿Qué he hecho? -se preguntó, temblando. La adrenalina que había corrido por sus venas ahora se había convertido en un veneno que corroía su conciencia.
"¿Es esto el fondo? ¿O hay algo peor esperando por mí? ¿Cuándo podré dejar de sentirme atrapado? ¿Cuándo las cosas van a mejorar realmente? ¿Es esto lo que quiero ser? ¿Un hombre que se siente vivo solo cuando se rebela contra su propia vida? ¿Por qué siento que estoy viviendo la vida de alguien más? ¿Por qué no puedo encontrar mi propio camino? ¿Qué me está impidiendo ser feliz de verdad?"
Namjoon se sentó en el borde de la silla, rodeado de silencio. La oscuridad parecía cerrarse sobre él, como si el mundo fuera a juzgarlo por su acción. Estaba saturado de culpa y arrepentimiento, indigestado.
El paso del tiempo le dio a Namjoon la razón, sus peores presagios se hicieron realidad: algo malo iba a suceder.
Estaba en el museo, haciéndose cargo del desmontaje, cuando recibió una llamada de un número desconocido. La persona al lado de la línea no perdió el tiempo en presentarse, llamó a su nombre con gran preocupación.
-Oh, Namjoon.... carajo -era Hoseok-. Jimin volvió a sentirse bien durante las prácticas. Perdió el conocimiento por unos segundos, pero ya despertó. Se niega a ir al hospital. Podrías ir por él, por favor
N/A:
Según esto iba a ser un capítulo corto, y termino por las 9mil palabras jsjsjs.
Disculpen el retraso, un capítulo por mes definitivamente no es mi plan. Sin embargo, se me atravesaron algunas cosas emocionales. Después de un viernes y un sábado horrible, ya me siento mejor. Un mejor verdadero, tranquilo y sin esa sensación de pesimismo.
¡Han sucedido cosas que fueron una curita para mi alma! Una de estas fue que CDSM ganó el primer lugar en la categoría de Drama/Angst y la favorita del jurado. Escribí más sobre esto en mi tablero. 🥺💜
También estuve haciendo un OS. Estoy muy emocionada con este, pues es la primera vez que logro hacer una historia corta sin que termine extendiéndose a una novela. También es mi primera vez incursionando en el terror, espero hacer más cosas así y seguir explorando más géneros y conceptos. Está historia es Hopev, sin parejas secundarias, por si quieren darle un vistazo.
Ya como último mensaje: Espere la siguiente actualización. 💜💜
Aaaah. NO PUEDO CREER QUE SE LOGRO LLEGAR A ESTE PUNTO DE LA HISTORIA.
(Échenme porras, que mi sistema de motivación no es lo suficientemente fuerte todavía para sobrevivir por si solo).
-🌙
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