15. Ramyeon pt.2
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Parte 15._ Ramyeon pt.2.
Fideos instantáneos coreanos.
JJK.
A veces es mejor tomar el camino largo, sobre todo cuando no tienes interés de llegar a tu destino. Jungkook iba rumbo a la tienda de suplementos en la que trabajaba, cumpliendo con la misma rutina de lunes a sábados. Lo que en un primer lugar parecía un viaje improvisado por la audacia de sus pasos, poco a poco se volvió un respiro para su mente agobiada.
Su piel se refrescaba con la humedad proveniente del río Han, mientras que el sonido del tráfico ligero le producía una sensación de calma. El ambiente era diferente al que acostumbraba, con cierta vibra familiar. En parte, gracias a los edificios de departamentos y los locales comerciales que se acentuaban al otro lado de la carretera.
Jungkook respiró hondo, sintiendo un abismo de alivio después de un tiempo complicado. Sin embargo, este sentimiento solo duró unos segundos, ya que al voltear la mirada, se encontró con un rostro conocido, pero de un sujeto que no conocía tan bien. Namjoon caminaba en sentido contrario al de él, con la mirada clavada al frente y los hombros elevados, sumamente tenso.
Atónito, Jungkook dio un vistazo a su alrededor, y fue entonces cuando distinguió a lo lejos el edificio al que Jimin lo había llevado en aquella noche de mal clima. No había podido reconocerlo antes porque esta vez faltaban los detalles que lo habían hecho inolvidable: la imagen de la luna, el velo de la lluvia y la compañía de quien ahora se sentía lejano.
Una punzada se retorció en su pecho. El dolor y la duda hicieron estragos en él. Pero fue un fugaz pensamiento quien dictó sus acciones: tenía que hablar con Namjoon.
Decidido, Jungkook cruzó la calle sin mirar, siguiendo a Namjoon a la tienda de conveniencia. Después de disculparse con el conductor que casi lo arrolla, se dirigió a la entrada del negocio, donde el sonido de una campanilla anunció su llegada. Sus ojos grandes y redondos se toparon con la mirada cansada y confundida del dependiente, y de manera cortés, Jungkook le brindó un saludo antes de seguir adelante, con la vergüenza a flor de piel.
Su agitación y búsqueda insaciable llamaron la atención de los presentes, incluyendo a una mujer y su hijo en la zona de lácteos, un trío de niños husmeando en las revistas y una adolescente comiendo fideos mientras leía una historieta. Pero la persona que Jungkook buscaba se escabulle sigilosamente a través de los pasillos, como si tratara de evitarlo.
Jungkook finalmente alcanzó a Namjoon en la sección de alimentos instantáneos, donde Namjoon estaba examinando los paquetes de ramen en la estantería.
—Namjoon —llamó, Jungkook, con urgencia y nerviosismo.
Namjoon se volteó y levantó una ceja, claramente sorprendido de ver a Jungkook allí. Pero fue Jungkook quien se tambaleó sobre sus pies, su mirada fija en los colores morados, azules y amarillos sobre la mandíbula de Namjoon.
Su experiencia en boxeo le indicaba que la lesión era reciente, de hace un par de días. Esto lo llevó a preguntarse si Namjoon era alguien propenso a meterse en peleas. A pesar de no saber mucho sobre él, su única interacción previa había sido conflictiva y algo violenta, lo que avivaba sus sospechas.
Y fue en ese momento, mientras Namjoon lo miraba con una expresión severa, que Jungkook se encogió un poco, sintiendo que había sido señalado como algo despreciable. Pero, a pesar de la incomodidad, Jungkook no se movió. Solo un par de segundos pasaron, pero parecieron una eternidad, en los cuales Jungkook fue incapaz de decir algo. Namjoon, por su parte, tomó varios paquetes de ramen “bajos en sodio” y se dirigió hacia la caja, como si Jungkook no existiera.
Fue entonces cuando Jungkook sopesó la idea de irse, pero su objetivo era más importante que su recelo. Así que, tomando una bocanada de aire, dio una vuelta sobre sus talones y exclamó:
—Jimin… ¿Cómo está Jimin?
Sus palabras tensaron a Namjoon, quién optó por el silencio y siguió adelante. Jungkook fue detrás de él, no se rendiría tan fácil.
—¿Todavía vive contigo? ¿O regreso a Busan? —preguntó Jungkook, con voz baja debido al miedo que le producía la posible respuesta.
Al llegar al mostrador, se detuvieron por detrás de los niños que cuentan moneda a moneda para ajustar su compra.
—Si fuera de tu interés, ya lo sabrías —respondió Namjoon, cortante.
A Jungkook comenzaron a asaltarle las emociones, su rostro enrojeciéndose mientras su voz se elevaba.
—Me importa, ¡te juro que me importa! —exclamó, llamando la atención de los presentes. Pero eso no le importó a Jungkook ni tampoco inmuta a Namjoon. Jungkook gruñó con desesperación: —Es obvio que no sabes lo que sucedió. Seguramente él no quiere volver a verme.
El rostro de Namjoon era una máscara de indiferencia que ocultaba las emociones turbulentas que se agitaban en su interior, pero la tensión que emanaba de él se propagó rápidamente por el lugar, afectando a todos los presentes. La adolescente que comía fideos aceleró su ritmo, sus ojos desviándose nerviosamente entre Namjoon y Jungkook, mientras que las risas de los niños se desvanecieron abruptamente, reemplazadas por un silencio incómodo. El dependiente, claramente preocupado por la escalada de la situación, los miraba de reojo, su expresión reflejando una mezcla de inquietud y alarma.
—Te lo pido, Namjoon, solo quiero saber si está bien —dijo Jungkook, quebrándose.
Finalmente, Namjoon respondió:
—¿Quieres saber cómo está Jimin? —Lentamente, giro su mirada hacia él—. ¿Qué te hace pensar que mereces saberlo? No fuiste a su presentación sabiendo que era importante para él y que te tenía un lugar reservado. No estás en tu vida por una razón.
Jungkook tragó saliva, sintiendo un ardor en la garganta. Su cuerpo temblaba ligeramente, una mezcla de adrenalina y angustia lo recorría. Quería gritar, golpear, llorar… hacer algo para aliviar el dolor que sentía; pero estaba paralizado. Cada vez que trataba de articular palabras, se sentía más pequeño, más insignificante. La determinación que lo había impulsado a seguir a Namjoon se desmoronaba como una pieza de porcelana que cae al suelo.
Todo a su alrededor parecía desvanecerse, el dependiente carraspeando para llamar la atención, los murmullos de los clientes, incluso el leve sonido del aire acondicionado. Entre sombras vio a Namjoon alejarse y poner el canasto sobre el mostrador. Sabía que el dependiente dijo algo porque movió los labios, pero solo podía oír el "beep” del lector de código.
Su cabeza pulsaba con cada empaque de ramyeon, por cada cerveza y por cada golosina que era registrado.
—Es demasiada comida para una persona… —Jungkook murmuró casi para sí mismo. Estaba empeñado en averiguar aunque sea lo más mínimo sobre Jimin.
Fue entonces que una caja roja de Chocopie captó su atención y avivó todas sus esperanzas.
—¿Jimin está comiendo eso?
Su palabra afectó profundamente a Namjoon. Lo siguiente sucedió demasiado rápido.
Namjoon dio un paso adelante, invadiendo el espacio personal de Jungkook, obligándolo a retroceder.
—¿Quién eres tú para juzgar lo que alguien come o no come? —Su rostro se enrojeció de rabia, los ojos ardiendo con una furia apenas contenida—. ¿Sabes lo que es ver a alguien a quien amas destruirse? ¿Ver cómo cada bocado se convierte en una lucha, cómo cada comida es una batalla perdida? Tú, con tu obsesión por el físico perfecto, no tienes ni idea del infierno por el que pasa Jimin.
La desesperación y el dolor de Namjoon calando hondo en la culpa de Jungkook. Su respiración se aceleró, el pecho subiendo y bajando mientras intentaba encontrar algo, cualquier cosa, que decir para defenderse.
—Namjoon, yo… —empezó, pero su voz se quebró, incapaz de sostener el peso de la verdad que Namjoon le lanzaba a la cara.
Namjoon no le dio oportunidad de continuar, su ira era arrolladora.
—Tú juras poner tu cuerpo por encima de todo, pero te inyectas esas porquerías para alcanzar un ideal imposible. ¿Cómo te atreves a señalar a alguien más? —espetó, su voz temblando ligeramente con la emoción—. No tienes idea del daño que haces con tus juicios. Así que, por favor, aléjate y deja a Jimin en paz.
Preso de la importancia y el dolor, Jungkook gritó con desesperación: —Lo sé, todo eso que me dices: ¡Lo sé! ¡Por eso me aleje de Jimin! ¡Mi influencia lo perjudicaba!
Los clientes de la tienda miraban la escena con una mezcla de curiosidad y tensión. El dependiente, visiblemente nervioso, carraspeó para intentar calmar la situación.
—Por favor, señores, si no se tranquilizan, tendré que llamar a la policía —dijo el joven, con voz temblorosa.
Namjoon y Jungkook lo ignoraron, sus miradas fijas el uno en el otro, como si el resto del mundo hubiera desaparecido.
Jungkook sintió el impulso de dar la vuelta y correr, desaparecer en la nada y escapar de la vergüenza que lo consumía. Las lágrimas que se acumulaban en sus ojos amenazaban con derramarse, y él se sentía completamente expuesto y vulnerable. Pero, a pesar de la angustia que lo embargaba, había una pizca de alivio en medio del caos, una sensación de que finalmente estaba enfrentando la verdad, aunque fuera dolorosa.
—Desde que discutí con Jimin me he estado cuestionando muchas cosas: la comida, el ejercicio, los anabólicos… He estado luchando con todo eso —continuó Jungkook, en un tono más bajo, pero llenó de convicción.
Jungkook respiró profundamente, alzado su mirada al cielo, mientras sus uñas se clavaban en las palmas de sus manos.
Desde hace un tiempo sabía que tenía un problema.
Desde hace un par de semana ha estado socavando la idea.
Y hoy, era la primera vez que lo decía en voz alta.
Pero si para era doloroso, no quería ni imaginarse cómo sería para la persona que lo hizo darse cuenta de esto.
—Jimin no está bien. La cantidad de esfuerzo físico que se demanda a sí mismo es demoledora. Le prohibí la entrada al gimnasio, pero creo que ya se inscribió a otro —bajo la mirada hacia Namjoon, rogando su atención—. Namjoon, sé que te importa Jimin, por eso te pido que cuides de él.
Jungkook apenas si puede sostenerse. Está temblando y es incapaz de mirar hacia adelante. Resulta grotesco mirar a un hombre de su físico de esa manera. No es lo que uno espera de él.
Jungkook apenas podía mantenerse en pie, su cuerpo sacudido por temblores incontrolables. Era chocante —e incluso grotesco— ver a un hombre de su complexión física, normalmente tan seguro y fuerte, reducido a algo tan miserable.
—Haré lo que pueda —respondió Namjoon, desviando la mirada.
Sin decir nada más, Jungkook dio media vuelta y salió de la tienda, dejando atrás el eco de sus palabras y la tensión que había llenado el aire.
— — —-
(1)
Namjoon estaba agobiado y cansado.
Su alrededor daba vueltas y su mirada tenía un ligero filtro amarillento.
No tiene apetito.
Pero sí hambre.
Llenó con agua una cacerola y la puso sobre el fuego.
Esperando a que el agua hirviera.
Se desvío al refrigerador.
Abrió una botella de Soju.
Bebió un shot.
Tras otro shot.
Y tras otro shot.
Mientras que el agua en la olla empezó a rebosar, derramándose por los bordes y silbando al entrar en contacto con la estufa caliente.
Su garganta arde por el alcohol.
Su piel también lo hace cuando el líquido caliente cae sobre él.
Su culpa, por distraído.
KSJ, MYG y KTH.
—¡Hey, Seokjin! ¿Todo bien? ¿Qué tal la comida? —Chinhwan, uno de los coordinadores ejecutivos, se acercó a Jin, quien se encontraba apartado de los demás.
Estaban en un descanso de lectura de guión, la mayoría de las personas almorzaba en el comedor. Sin embargo, el bullicio del convivio era un murmullo lejano desde donde se encontraban.
Jin levantó la mirada, forzando una sonrisa. En una mano sostenía su almuerzo, al cual prestaba poca atención mientras deslizaba sus dedos por la pantalla de su móvil. Un simple gesto fue suficiente para que Chinhwan se disculpara por la interrupción y siguiera adelante.
Al quedarse nuevamente solo, la sonrisa de Jin se desvaneció. Un dolor en el pecho lo mantenía lejos de sentirse alegre. Al volver la vista a la pantalla, su respiración se volvió un jadeo entrecortada al ver el cronómetro de la llamada en curso. En estos días había llamado tantas veces que le parecía irreal que Namjoon finalmente hubiera contestado.
—Namjoon —pronunció Jin, con una gran cantidad de aire entre palabras y un temblor en las comisuras de sus labios—, ¿y ese milagro de que finalmente me contestas?
Hubo un murmullo al otro lado de la línea. La tensión del momento hizo que la opresión en su pecho estallara en rápidas palpitaciones.
—Lo lamento. En realidad quería colgar, pero me equivoqué.
La franqueza en la voz de Namjoon era dolorosa. Jin sintió un nudo en la garganta, pero mantuvo su tono amigable.
—Debes de estar ocupado, debí suponerlo cuando no viste mis mensajes.
El cuerpo de Jin temblaba y se doblaba sobre sí mismo. Dejó el contenedor de comida en el suelo y con ambas manos se aferró al celular.
Namjoon negó con suavidad. —En realidad, no. No tengo nada que hacer hasta más tarde.
En un mundo tan confuso, Jin solía atesorar la honestidad, pero esta franqueza dolía más de lo que podía soportar.
—Oh, ¿irás al museo? —preguntó Jin, su voz sube a tonos agudos.
Incapaz de aguantar su propio peso, Jin deslizó su cuerpo por la pared hasta quedar sentado en el piso.
—Sí —respondió Namjoon—, es la inauguración de la exposición en la que estuve trabajando.
Jin mantuvo la respiración por la sorpresa y sus ojos brillaron con orgullo.
—¿En serio? ¿Y por qué no me dijiste? Habría pedido el día para ir y apoyarte —su voz se cortó, y Jin se sintió tan avergonzado de esto que forzó una sonrisa.
Sonreía, ya que algo alegre ocurría en la vida de su amigo. Finalmente, a los dos les estaba yendo bien. Pero, ¿por qué se sentía tan miserable? Esto no era correcto. Debería alegrarse, sonreír, mantener el optimismo. Sin embargo, la sensación de vacío en su pecho no desaparecía.
—Ahora que he muerto… que mi personaje lo ha hecho, mis horarios son más flexibles —continuó, intentando sonar más entusiasta de lo que sentía realmente—. No te lo había contado, pero los directivos aceptaron mi propuesta de que mi personaje falleciera en un accidente y me dieron créditos como guionista. Si las cosas marchan bien, podría quedarme dentro del departamento creativo para la siguiente temporada.
Namjoon lo interrumpió con brusquedad:
—Haz lo que quieras.
Seokjin parpadeó, confundido por el tono cortante. —¿Perdón?
Namjoon suspiró, su voz cargada de resentimiento. —Que si quieres venir o no, haz lo que quieras. Al final, es lo que siempre haces y nunca consideramos lo que digo.
Las palabras atravesaron a Jin. Sintió cómo el nudo en su estómago se apretaba. —¿Y qué quieres que haga? ¿Voy o no voy?
Hubo un zumbido al otro lado de la línea. Namjoon suspiró gravemente. —No lo sé.
El silencio que siguió fue denso y cargado de tensión. Jin tragó saliva, tratando de mantener la calma.
—Nam, ¿qué pasa? ¿Me preocupas?—. No hay respuesta, Seokjin continuó: —Puedo entender el porque estás enojado conmigo, y lamento que las cosas se hayan dado de esta manera. No me gustaría hablar por teléfono sobre esto, ¿podemos vernos en algún momento?
La respuesta de Namjoon llegó de inmediato.
—No, no quiero hablar sobre eso. No quiero verte.
Jin cerró los ojos por un momento. —De acuerdo, si es lo que quieres. Eso haré.
Al volver a abrir los ojos, su vista se había vuelto borrosa. El murmullo distante de sus compañeros de trabajo era ahora una cacofonía indistinta que le hacía sentir aún más aislado.
—Nam —llamó Jin, en un hilo de voz.
Un murmullo confirmó que Namjoon seguía escuchando.
—Yoongi está preocupado por ti. Tampoco le respondes los mensajes, y eso lo tiene preocupado. ¿Recibiste el último paquete que te mandó? ¿Leíste la nota?
Namjoon chasqueó la lengua. —No, lo dejé en la recepción. Dile a Yoongi que ya no me mande su basura.
Jin sintió una punzada de dolor. —No haré eso.
—En ese caso, yo lo haré. Gracias.
Es entonces, que Namjoon colgó repentinamente.
Jin se quedó mirando el teléfono en su mano, con la mirada fija en la pantalla apagada. El silencio de la llamada terminada resonaba en sus oídos, amplificando la sensación de vacío en su pecho. Sintió el llanto subir por su garganta, una presión dolorosa que amenazaba con desbordarse.
El teléfono resbaló de su mano, cayendo suavemente al suelo, mientras Jin recogía sus piernas y escondía su cabeza sobre sus rodillas.
Taehyung, que había estado observando desde la distancia, se acercó con cautela. No dijo nada. Simplemente se arrodilló y lo abrazó con fuerza.
—Está bien —susurró Taehyung, su voz suave y reconfortante—. Estoy aquí contigo.
El contacto físico rompió la represa de emociones contenidas en Jin. Las lágrimas comenzaron a correr por sus mejillas mientras se aferraba a Taehyung, sollozando con fuerza. El dolor, la frustración y la impotencia salieron en una oleada que lo dejó exhausto.
— — — —
(2)
Si el agua está fría, los fideos serán insípidos.
Si el agua está demasiado caliente, los fideos se desmoronan.
Si Namjoon guardaba su distancia, si se mantenía callado cuando no tenía nada que decir y reservaba sus disgustos y emociones, entonces era alguien maduro y competente.
O eso era hasta que las personas se molestaban con él. En ese momento, se volvía alguien apático, impotente y que no sabe lo que quiere.
Si Namjoon mostraba su inconformidad, argumentaba y era precavido, era alguien confiable y un buen líder.
A menos de que se impusiera en los deseos de otra persona, en ese caso, era conflictivo y receloso.
Namjoon fue a la inauguración de su exposición.
¿Su exposición?
No, no es suya.
Nada es suyo.
Nada ha logrado.
Las cámaras, el micrófono, las luces.
¿Por qué hay tanta atención en algo sin importancia?
La exposición no importa.
Él no importa.
Todo está mal.
Las cámaras, el micrófono, las luces.
Mostrarán sus errores.
Intenta arreglarlo, manda a un par de empleados a mover y hacer cosas por allá y por acá.
El gerente le llama la atención.
No debe actuar así.
Está mal.
Es malo.
JHS.
La música era el aire, y los bailarines las hojas y las ramas que se balanceaban a su merced; a veces el ritmo era un pequeño susurro en el que se escondían pasos sigilosos y movimientos redondeados, o un agudo silbido que elevan y sacuden todo a su alrededor. Sea el ritmo que sea, el alma del baile es dejarse llevar.
Pero es difícil hacerlo cuando los pensamientos pesan y la rigidez del cuerpo se vuelve una cárcel.
Hoseok golpeaba sus dedos al compás de la melodía. Su mirada colocada en algún punto entre la jardinera y su mente abarrotada. Seguir la cuenta de la música es el hilo que lo mantiene cuerdo.
Inesperadamente, ese hilo se tensa y vibra cuando un estruendoso sonido rompe con la armonía. Rápido, Hoseok se asomó por la pequeña ventana en la puerta.
El cuerpo de Yukyung estaba completamente extendido en el suelo. Habrá sufrido una caída y ahora se mira desorientada. Sin embargo, ya ha ido a auxiliarla y pronto se encuentran riendo por lo sucedido.
La escena adquiere una sensación reconfortante y divertida, de la cual Hoseok se aleja con una sensación amarga. Le gustaría poder estar ahí, compartiendo una misma pasión, y no detrás de la puerta.
Con un largo suspiro, pasó sus manos por el rostro para limpiarse de la fatiga y del cansancio. No funcionó, pues se sentía igual de pesimista.
Al voltear su mirada, se encontró con los ojos inquisidores de Jimin, que enseguida huyeron de él. Ninguno de los dos participará en el siguiente show, el cual se tiene pensado que sea más grande y rentable que el último que dieron.
Esta fue la sanción que ambos recibieron por la discusión y la pelea que tuvieron detrás del telón. Por supuesto que le disgusta la idea, pero este descanso era mucho mejor que la expulsión, que era lo que los directivos pensaron en un primer lugar.
Su castigo fue claro: no participarán en la presentación, lo que significaba que no recibirán ninguna recaudación económica el siguiente mes. Sin embargo, seguirán teniendo que pagar las clases, lo que les obligaría a buscar otras maneras de cubrir sus gastos. Hoseok estaba preocupado por Jimin, ya que sabía que la agencia era su único soporte económico.
Esta preocupación era frustrante: ¿por qué seguía protegiendo a quien tantos rechazos y traspié le ha hecho? Debería concentrarse en él, que fue recortado de la escuela donde daba clases y su pequeño salón seguía sin prosperar. ¿De dónde conseguiría dinero para cubrir sus gastos?
Un nombre, un lugar, una imagen llegó a su cabeza, y de inmediato desvío su mirada como si eso pudiera alejarlo de aquel lugar. Hoseok solo sabía bailar, y habría un lugar en que podría pagarle por hacerlo. No quería regresar al Pub, pero no veía otra salida a su situación.
No quería pensar en eso por el momento. El asunto estaba incompleto y necesitaba una manera de distraerse.
—Déjame tirarlo por ti —dijo Hoseok, extendiendo la mano hacia Jimin.
Jimin adopto una actitud de desafío, a pesar de la visible fatiga de su semblante. En silencio, entregó el envase a Hoseok, pero no sin antes verter un poco del contenido restante sobre sus zapatos.
—Ups —pronunció Jimin, su voz apenas audible pero cargada de sarcasmo.
Un suspiro largo y lento brotó del pecho de Hoseok, donde la irritación y la tristeza se agitaban. Mas, simplemente se agachó para recoger el envase, notando la mancha pegajosa en sus zapatos.
Hoseok no pudo evitar pensar que Jimin había actuado con una intención clara, pero al levantar la vista y encontrar el rostro de su amigo, vio algo que lo hizo dudar. La expresión de Jimin no era de triunfo o satisfacción, sino de incomodidad. Sus ojos evitaron los de Hoseok, y su boca se torció en una línea tenue. De repente, la actitud hostil de Jimin pareció más una máscara que una amenaza.
Hoseok se enderezó, sosteniendo el envase con una mano, y se tomó un momento para observar a Jimin con más detalle. Jimin se apoyaba pesadamente en la pared, como si fuera lo único que lo mantenía en pie. Su piel todavía lucía amarillenta, mientras sus ojos reflejaban una lucha por mantenerse consciente.
Esto le recordaba la verdadera razón por la que estaba afuera del salón, y hacía que Hoseok pensara que genuinamente a Jimin se le había resbalado el envase de las manos.
—Jimin, ¿estás bien? —preguntó Hoseok, con voz suave, aunque sabía que la respuesta probablemente no sería sincera.
Jimin no respondió de inmediato. Sus ojos permanecieron fijos en algún punto indeterminado de la pared, y Hoseok pudo ver el ligero temblor en sus manos. Finalmente, Jimin habló, pero su tono seguía siendo desafiante, como si intentara mantener una fachada de dureza.
—Estoy bien —murmuró, aunque ambos sabían que no era cierto.
Hoseok se quedó en silencio por un momento, sopesando sus palabras. Sabía que presionar a Jimin no serviría de nada, pero tampoco podía simplemente ignorar lo que veía. Quería ayudar, pero no estaba seguro de cómo. Tenía que buscar otra opción.
En ese momento, Namjoon apareció por las jardineras del edificio. Hoseok se adelantó a hablar con él, dejando atrás a un Jimin muy desconcertado.
—Eh, Namjoon, ¿cómo estás? —comenzó Hoseok, intentando sonar calmado. Aunque en realidad le sudaban las manos y le picaba la garganta.
Namjoon lo escaneó de pies a cabeza, con una expresión de claro desagrado y desdén. La mirada de Namjoon hizo que Hoseok se tensara y sintiera una oleada de irritación.
Sin embargo, Hoseok tragó su molestia y desvió la mirada, incapaz de seguir viendo la seña que su puño había dejado sobre el rostro de Namjoon. La imagen de la pelea, de cómo había perdido el control y golpeado a Namjoon, se proyectaba en su cabeza como una pesadilla. De la pelea no había salido ileso, además del descanso que le dio la empresa, también había sufrido una contusión en la cabeza, le había entablillado la nariz y la lesión en su pierna se había profundizado. Y aún así, no había cosa peor que la culpa que día y noche lo consume.
—¿Cómo sigue Jimin? —cuestionó Namjoon, severo.
Hoseok humedece sus labios, dándole un estímulo sensorial a su cerebro para llevarlo al presente.
—Se ve bastante mal —su voz fue adquiriendo volumen conforme se concentraba en el problema que actualmente lo involucra—. Debería ir a un hospital para que le administren suero. Tratamos de llevarlo aquí, pero él se negó.
Durante la clase, Jimin se miraba soñoliento y torpe. Varias veces le habían preguntado qué tenía, si quería tomarse un descanso o ir a la enfermería, pero él se negaba a cualquier opción. La clase siguió con normalidad, hasta que al final de la misma el sonido de un tropiezo llamó la atención de todos de vuelta al rubio. Había estado a punto de desmayarse.
En seguida, Hoseok tomó a Jimin del brazo y lo arrastró a la enfermería. Jimin protestó y aseguró que no era necesario. ¿Cómo no sería necesario si estuviera a punto de desmayarse?
Namjoon frunció el ceño, evidentemente molesto por la situación.
—Veré qué puedo hacer —respondió, con voz fría y distante
Hoseok sentía que el malestar crecía dentro de él. Aunque se concentraba en la salud de Jimin, no podía evitar que sus pensamientos se desviaran a lo desagradable que le resultaba toda esta dinámica.
Hoseok era muy pasional: cuando reía, cuando lloraba, lo hacía a lo grande.
Y cuando se enfadaba... Casi no se enfada.
Prefiere tragarse el enfado. Ocultarlo en lo más profundo de él. Porque cuando se enfadaba, explotaba de forma cruel y violenta. Había quedado demostrado el día de la presentación, en que su ira desbordante creó un gran alboroto.
Cuando Namjoon se estaba alejando, Hoseok lo sostuvo del brazo para detenerlo. Este gesto encendió la ira en Namjoon, que se soltó bruscamente.
—Perdón —se disculpó Hoseok rápidamente—. Y también lamento lo que pasó antes.
Namjoon lo miró con desagrado, sus ojos llenos de reproche. Y algo más: Cansancio, ¿puede ser? Namjoon estaba lo suficientemente cansado, fatigado y estresado como para buscar una pelea.
En ese instante, Hoseok se dio cuenta de que compartía con Namjoon más de lo que pensaba. Ambos solían devorar sus emociones, y dejar que estas lo devoraran después.
—Gracias por avisarme sobre Jimin —dijo Namjoon finalmente, sin añadir nada más. No tenía nada que decir sobre sus disculpas o la pelea, no quería hablar del tema.
Antes de que Hoseok pudiera decir algo más, la voz de Jimin los interrumpió. Namjoon se giró hacia Jimin, que se acercaba lentamente, con pasos inseguros.
—Jimin, ¿qué pasó? —preguntó Namjoon, su voz se eleva con preocupación.
—Me sentí algo mareado en el entrenamiento, pero no era para tanto —respondió Jimin, tratando de restarle importancia. Luego se acercó a Namjoon para darle más intimidad a la charla, aunque solo era en apariencia, ya que su voz se mantuvo fuerte para que Hoseok escuchará—. Hoseok exagera. Está celoso de mi posición y me quiere sabotear. Ha estado haciendo eso desde siempre. También me sacó de la siguiente presentación.
Las palabras de Jimin cayeron sobre Hoseok como un golpe, provocando una oleada de indignación que subió por su garganta. Una sensación de calor le invadió el rostro, y su mandíbula se tensó en una mueca de frustración. Él había abogado para que no los expulsaran, él había hecho frente a Sakura para que no publicará el vídeo de la pelea. Habla hecho todas esas cosas para aligerar la culpa, pero Jimin lo seguía poniendo como el malo.
Lo que Jimin decía estaba malinterpretado, pero la certeza de que nadie le creería le generaba una impotencia que lo corroía por dentro. Su mirada se dirigió a las manos entrelazadas de Namjoon y Jimin, y supo que la relación entre ellos haría que cualquier intento de defensa fuera desacreditado.
La situación lo ahogaba, y la rabia que había estado conteniendo amenazaba con desbordarse. Pero solo está de pie, mirando a su alrededor como un desfile de luces y sombra.
Namjoon se inclinó ligeramente hacia Jimin, con una expresión de preocupación en su rostro.
—¿Quieres ir a casa? —le preguntó suavemente.
Jimin asintió, su expresión relajándose un poco.
—Sí, ya no tengo nada que hacer aquí. Vámonos.
Con esa respuesta, Jimin tomó sus cosas que había dejado en el suelo y se preparó para irse. Hoseok siguió sus acciones, girando sobre sus talones cuando pasaron al lado de él.
Estaba luchando fuertemente para salir de su cabeza, solo algo descabellado podría sacarlo. La urgencia de decir algo, se acercó a Namjoon.
—Namjoon, por favor, necesito hablar contigo un momento —exclamo Hoseok, con gran angustia.
Namjoon negó con la cabeza, su expresión endureciéndose. No se detuvieron.
—No ahora, Hoseok —respondió firmemente, pero Hoseok no se dejó intimidar. Lo siguió.
—Jimin necesita ayuda —dijo con franqueza, sin importar que el aludido estuviera presente—. He pasado años en esta industria y he visto a muchas personas enfermar por las exigencias. Hazme caso, sé reconocer las señales.
Jimin puso los ojos en blanco, exasperado.
—¿Y qué hay de mí? —replicó desafiante—. ¿No es de mi salud de la que tanto hablan? ¿No soy yo quien siente mi propio cuerpo? Yo sabré si puedo o no hacer las cosas.
Namjoon sintió la tensión entre los dos y apretó ligeramente la mano de Jimin, en un intento de calmarlo.
—Gracias por tu preocupación, Hoseok, pero nosotros nos encargaremos —dijo Namjoon suavemente.
Jimin, fortalecido por la presencia de Namjoon, levantó la barbilla con valentía.
—Sí, nosotros nos encargaremos —repitió Jimin, su voz firme.
Finalmente, Hoseok se detuvo a pocos metros de la salida. Dejo a Namjoon y Jimin irse, rogando al cielo por el bienestar de aquellos dos que tanto le había metido en problemas.
Jimin necesitaba ayuda.
Y Namjoon también. Podía ver en su imagen demacrada las señales de advertencia.
En cualquier momento podían quebrarse.
— — —
(3)
No hay nada que suceda.
No hay pensamiento alguno en la cabeza.
Solo hay que esperar a que los fideos se ablanden en el agua caliente.
Se puede agregar picante.
O dulce.
Para hacer los fideos menos insípidos.
¿Por qué no los dos?
¿Por qué no combinar el amor y el sufrimiento?
Y así, darle un poco de sabor a la desesperanza que se ha vuelto una constante en el día a día.
PJM.
Son cerca de las 3 de la tarde cuando Jimin y Namjoon llegan al departamento. Namjoon se dispone a hacer la comida, mientras que Jimin espera en el comedor.
Mientras el olor de los fideos se va acentuado, Jimin permanece con los hombros encogidos y los codos clavados sobre la mesa. Sus manos sostienen su celular frente a sus ojos; demasiado cerca, no quiere perderse ni un solo detalle.
Mira un vídeo del ensayo de hoy. El mismo video que ha estado repitiendo una y otra vez desde que llegaron al departamento. Su propia imagen lo hipnotiza, no puede dejar de ver los pliegues que se forman en su abdomen al doblarse ni lo huesudo de sus brazos.
Namjoon se acerca para colocar el centro de madera en el que más tarde pondría la olla hirviente de fideos.
Huele a soju, estaba bebiendo.
Y se quemó la mano, pero no dijo nada.
—Nam, mira —propuso Jimin, pidiendo que se acercara a él para mostrarle el vídeo de su ensayo.
Mientras Namjoon va viendo el vídeo, su expresión se va volviendo una mueca singular. Desagrado, ¿podrá ser?
Jimin suspira y aleja el celular. Tiene razón, no fue su mejor desempeño.
—Lo hice horrible —un nudo se formó en su garganta y tuvo que apretar los labios para no dejarlo salir—, quizás por eso me quisieron en la siguiente presentación.
Namjoon negó efusivamente.
—No, no digas eso. De todas las personas que ven el vídeo, tú eres el mejor, el que más alma le pone. Solo que… te noto más delgado que antes.
Su mirada recorre su cuerpo, y Jimin comienza a sentirse cada vez más y más pequeño. Odia sentirse así.
Regresa su mirada a la pantalla del celular y vuelve a reproducir el vídeo.
—Me veo así porque me falta fuerza en mis movimientos. Mira mis brazos, deberían verse más firmes. Que asco —su boca se tuerce en una evidente mueca de desagrado.
Jimin sigue enfocado en el vídeo, atraído por allá aquello que se ve mal. De repente, Namjoon acarició su cabello y besó su cabeza con cariño. De inmediato, Jimin se tensa y se sonroja, pero no dice nada. De reojo mira a Namjoon, esperando ver un indicio de asco en su expresión. Seguramente se habrá dado cuenta de que no ha lavado su cabello y piensa que es un desastre.
Pero justo cuando Jimin se sumerge en sus pensamientos negativos, Namjoon le habla con una voz suave:
—Me encontré a Jungkook hace un par de días, ¿por qué no me dijiste que habían discutido?
Jimin, sin dejar de ver el vídeo, responde:
—¿Para qué? No te agrada Jungkook, no vi el motivo de hacerlo —vuelve su vista al celular y reproduce el video—. Tú no me dijiste que seguías amando a Jin.
No hay respuesta. No lo niega. ¿Todavía lo sigue queriendo? ¿Y qué hay de él? ¿Qué significan esas muestras de cariño? ¿Por qué lo besa? ¿Por qué lo cuida? ¿Por qué se asegura que coma? ¿Hay algún beneficio que saque de su existencia?
Jimin regresa al vídeo. Hubo una parte que no pudo ver porque su visión comenzó a nublarse. No se siente bien. El suspiro de Namjoon es estrepitoso para sus sentidos alterados.
—Jungkook me dijo algo similar a lo de Hoseok, o algo así. La verdad es que Jungkook fue más claro, y a Hoseok no le entendí muy bien; parecía que hablaba de algo innombrable—. Namjoon soltó una ligera risa, pero enseguida se cayó. En silencio llevó la casera con fideos de la estufa hacia la mesa. Después miró a Jimin y retomó su discurso—. Jimin, ¿estás seguro de que puedes manejar tu recaída?
—¿Recaída? ¿De qué hablas? —Su rostro se tensó y su voz se llenó de frustración—. Ya te dije que lo de Hoseok es puro sabotaje, al igual que lo de Jungkook. No te lo conté, pero Jungkook ya no me apoyaba. Solamente me decía que no podía y que podría lastimarme. ¿Cómo está tan seguro de que no puedo hacerlo sí no me permite intentarlo?
De repente, Jimin se calla abruptamente. Se obliga a detener sus pensamientos, temeroso de a dónde puede llegar si profundiza más. Busco la mirada de Namjoon, recibiendo una mirada de escrutillo. No le cree. ¿Cree más en Hoseok y Jungkook? Esto es tan injusto.
—Creo que tú puedes con todo, pero quizás no con todo —pronunció Namjoon entre titubeos. Jimin ladeó la cabeza, sin comprender del todo lo que quiso decir. Entonces, Namjoon comenzó a enredarse con su propia lengua y ponerse colorado. Era adorable, aunque el tema del que habla no lo es tanto—. No te enfades. Perdón, me desvíe del tema. Lo que quería aclarar es que tú habías dicho que tenías una recaída, yo no me lo invente.
El cuerpo de Jimin dio un respingo hacia atrás, a la vez que su cabeza se meneaba de un lado a otro.
—Jamás dije eso —murmuró entre dientes. La voz de la directora se proyectó desde la bocina de su celular, un reclamo que había hecho quedó grabado en el vídeo. Jimin volvió su atención a la pantalla de su móvil, detuvo el vídeo e hizo zoom en su imagen. Definitivamente, necesita hacer más cardio y levantar más peso. —Se cuidarme solo, se lo necesito. Por favor, Namjoon, preocúpate por ti mismo.
No hubo respuesta. En el silencio el ambiente cobró una sensación tensa. Finalmente, Jimin bajo el celular y busco la mirada de Namjoon. La expresión decepcionada de su acompañante revolvió sus sentidos. Agachó la cabeza y se revolvió en su asiento.
Mientras tanto, Namjoon regresaba con dos platos hondos: puso uno frente a su asiento y el otro al alcance del bailarín. Jimin miró el plato con una mezcla de horror y repulsión. Los fideos condimentados y el huevo frito parecían danzar ante sus ojos, burlándose de él. Su estómago se revolvió, las náuseas subieron por su garganta como un torrente. La habitación comenzó a girar, y él se sintió como si estuviera cayendo en un abismo sin fondo.
El monstruo de la anorexia, que había estado dormido durante tanto tiempo, comenzó a despertar. Sus garras afiladas arañaban su mente, susurrándole mentiras y terrores. "No puedes comer eso, te hará engordar, te hará perder el control, te hará fracasar".
Namjoon parpadeó lentamente, tratando de adaptarse al drástico cambio de humor de Jimin.
—Lo siento, ya no lo olvidaré —dijo entre tartamudeos.
Namjoon no muestra confianza en lo que dice.
No es sincero.
Solo está borracho.
—¡Siempre lo olvidas! Nunca me escuchas —gritó Jimin, su voz temblorosa de ira.
Namjoon se acercó, intentó calmarlo. ¿Por qué no funciona? ¿Acaso no era su espacio seguro? ¿Qué más es una mentira?
—Jimin, por favor, no te enfades. Comeremos algo más.
La mano de Namjoon se extendió hacia él, queriendo tomarlo.
Retenerlo.
Aprisionarlo.
Jimin se levantó y se alejó. —No quiero comer nada, ¡solo quiero que me escuches por una vez! —su voz subía y bajaba, mostrando una lucha por mantener el control.
Lo podía ver en su semblante y en el titubeó de sus extremidades, Namjoon tenía miedo.
Tenía miedo de él.
—Jimin, come algo. Por favor. Necesitas comer.
“Necesitas comer”.
“Necesitas comer”.
“Necesitas comer”.
Quiere hacerlo, quiere darles gusto.
Pero no puede. Su cuerpo no le responde, no le pertenece. Él no quiere esa sensación en su estómago, él no quiere ese nudo en su garganta. ¿Si no lo quiere, por qué está ahí?
—Déjame en paz… ¡No me digas qué hacer!
Jimin gritó con una fuerza que parecía vaciar su cuerpo de todo su ser. La respiración se le entrecortaba en jadeos largos y dolorosos, mientras su corazón latía con un ritmo lento y pesado. Por un instante, sintió una sensación de alivio, como si hubiera liberado una carga que lo había estado oprimiendo. Pero era solo una ilusión. La conciencia comenzó a desvanecerse, envolviéndolo en una neblina que distorsionaba su visión.
Y entonces, vio la expresión de Namjoon cambiar. La preocupación y el dolor se reflejaban en su rostro, y Jimin sintió que la culpa lo golpeaba como un puñetazo en el estómago. Su corazón comenzó a latir con una velocidad alarmante, y su respiración se aceleró, inhalando aire en grandes bocanadas como si tratara de oxigenarse. Jimin no quería llegar a esto, no quería herir a Namjoon. Pero había perdido el control, y ahora se sentía atrapado en una espiral de emociones que no sabía cómo detener.
—¡Basta, Jimin! ¡Qué es todo este drama! ¿De verdad te pondrás así por… ¡Un huevo!? —exclamó Namjoon, su cuerpo tenso.
Una oleada de dolor recorrió su cuerpo. Jimin rogaba con las rodillas temblorosas el ya no sentir más.
—No es solo eso, sigues sin comprenderme —pronunció, con voz temblorosa.
—Lo intento, te juro que lo intento, pero es muy difícil —Namjoon está desesperado, completamente destrozado. Y aún así, luchaba por no levantar la voz—. No es solo sobre comer. Me estás ignorando, me estás rechazando. No puedo seguir así, viéndote sufrir y no poder hacer nada para ayudarte.
Jimin sintió que su corazón se rompía en pedazos. Sabía que Namjoon estaba tratando de ayudarlo, pero no podía explicarle lo que estaba pasando por dentro. La culpa y la desesperación lo abrumaban, y no sabía qué hacer.
Tenía que irse. Jimin se levantó bruscamente y se dirigió hacia la puerta.
—¿A dónde vas ahora? —cuestionó Namjoon.
No debía responder.
Si abría la boca, volvería a vomitar todo lo de su interior.
Y él había prometido que estaría mejor.
No fallar.
Y aún así, abrió la boca.
—Necesito despejarme. Voy a correr —murmuró entre dientes, con la mano en el picaporte.
“Por favor, detente”, se rogaba a sí mismo
Y de nuevo, falló en mantener sus pensamientos adentro.
—Así ya tendrás que verme más —dicho esto, Jimin se fue sin más.
— — —
(4)
Namjoon se sentó solo en la mesa, mirando la cacerola llena de comida que había preparado para dos. Con un suspiro, comenzó a comer, llenando su plato una y otra vez, hasta que la cacerola estuvo vacía. Luego, abrió la nevera y sacó una cerveza, bebiéndola en grandes tragos, como si tratara de ahogar sus pensamientos.
Mientras comía y bebía, no podía evitar pensar en su situación. Estaba solo, sin amistades, sin trabajo. La relación con Jimin se había vuelto tensa y dolorosa. Se sentía como si hubiera fracasado en todo.
Añorado contacto, tocó su rostro. Pero en vez de experimentar cariño, sintió sus dedos hundirse en la grasa de su piel. La sensación física lo hizo retroceder en sus recuerdos, volviendo a ser aquel chico regordete que había sido objeto de burlas y humillaciones. Había vuelto al infierno que tanto temía, el infierno de su propia inseguridad y fracaso.
Pero también era un infierno su presente. Se sentía atrapado en un ciclo de dolor y desesperación, sin saber cómo escapar.
Madre de NJ.
Namjoon marcó el número de su madre con una mezcla de nerviosismo y resignación. Sabía que no podía evitar hablar con ella para siempre.
—¿Hola, mamá?— dijo, tratando de oírse. Simplemente, de oírse.
—¿Hola, hijo? ¿Cómo estás? —respondió su madre, con una voz llena de preocupación.
—Todo está bien, mamá. No te preocupes por mí —mintió Namjoon, sabiendo que no podía contarle la verdad.
—¿De verdad? Porque vi una foto tuya en las redes sociales y... bueno, pareces un poco diferente —dijo su madre, con esa voz que lo desespera.
Namjoon se preparó para lo peor. Sabía que su madre siempre había sido crítica con su peso, y que probablemente le diría que se había puesto gordo.
—Pero, hijo, quiero decirte algo. Estoy orgullosa de ti. Haz avanzado mucho en tu carrera, tu padre y yo quisiéramos ir a Seúl para mirar tu exposición.
No hubo respuesta.
Por más que la mujer llamara el nombre de su hijo, este no respondía.
Luego de unos minutos, Namjoon colgó el teléfono. Y apago su celular ante las insistentes llamadas.
— — —
(5)
Namjoon se quebrantó. La presión y el dolor acumulado finalmente lo superaron. Luego de terminar con el ramyeon, se dirigió a la cocina y abrió la nevera, sacando todo lo que encontró: comida chatarra, dulces, bebidas azucaradas. Se sentó en el suelo y comenzó a comer, sin parar, sin pensar. Solo quería llenar el vacío que sentía dentro
Pero pronto, la sensación de náusea lo invadió. Quería vomitar, pero no podía. El dolor y la culpa lo sofocaban. Y entonces, las lágrimas comenzaron a fluir. Lloró desconsolado, sin poder parar, en medio del desastre que era su vida.
Miró a su alrededor y se vió a sí mismo en el reflejo de la nevera: un ser pesado, grotesco y descuidado. Un fracaso.
La sensación de impotencia lo abrumó. Se sintió como si hubiera fallado en todo. Y las lágrimas continuaron fluyendo, sin parar, mientras se sumergía en la oscuridad de su propia desesperación.
Título oculto: comerse a sí mismo.
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