Día 1 - Infancia/Reunión (Childhood/Reunion)
Sans estaba cansado, agotado. Su esqueleto, en vez de huesos, parecía que se había tornado de hormigón, pesado. Sin embargo, él ignoraba del porqué de lo eterno de aquel momento.
Podría ser porque cada vez que hablaba su hermano, lo sentía escucharlo a través de lo profundo de un pozo, y, aunque intentase prestar atención, a cada palabra de más, una dolorosa sensación punzante lo golpeaba atrás, en su cabeza. O la conversación de los demás, era uno de esos días en donde todos habían coincidido: Papyrus, Frisk, Undyne... el mismo.
Podría ser porque se había levantado con la vista empañada, donde, no importa lo que mirase, veía los colores más apagados, de tonos monótonos de grises. Las cataratas fugaces, vinieron acompañadas por un mareo desagradable, de estos sin vomitos, pero con la sensación de que sus órganos internos se retorcían dolorosamente -y eso que ni visceras tenia-.
O podrías ser por el punzante golpe en su pecho, en sus costillas sin carne, solo su alma blanca. Un alma que sentía encogerse cada día, estrujándose como un papel descuidad, un malvavisco suave que se estiraba y contraía, hasta que terminase destrozado.
Ojalá su alma fuera embadurnada con chocolate. Si así fuera, podría atraer como las plantas van hacia la luz, a una tonta alma perdida, una asesina desaparecida, que, desde la Ruta Genocida, parecía que se había esfumado como la luna por el día.
Olvida lo último.
Los días malos tendían por alterar su química, y pensar en cosas que no debería....
Recordó haberse quedado dormido en el frío suelo de Snowdin. Había conseguido escapar del sufrimiento que había supuesto la monstruosa quedada. La nieve, a su espalda, por encima, a su alrededor, estaba húmeda al tacto creando así, una cama blanda, a tiempos dura, que hubiera sido muy incomodo si él no estuviera acostumbrado a aquella sensación. El frío arañaba ls superficie de sus huesos, dando a lugar a fríos surcos que no solo le dañaba, si no que, helaba la sensación de enfermedad con la que había amanecido.
Fue extraño. No el quedarse dormido allí, perdido entre los abetos blancos de Snowdin; lo extraño fue como se despertó, rodeado de paredes de ladrillos rotos y morados.
¿Por que se había quedado dormido en Snowdin, no?
Miró al techo de las ruinas, las características enredaderas verdes había aumentado en cantidad; no había ningún lugar del techo -muros incluido- que no estuvieran tapizados con ellas.
Sans estaba sobre hojas rojas, típicas de The Ruins, que parecían más sangre que nada, pero esa era una sensación que nunca había perdido, e, incluso había aumentado, desde la Ruta Genocida, por lo ocurrido.
Pensó en quedarse quieto, allí en el suelo. Sería un fastidio levantarse, marcharse, buscar de nuevo a alguien, pues todavía sentía como las migrañas se aferraban detrás de sus seso. Pero... no era lo mismo.
Sentía... ¿que sentía?
Algo estaba mal, muy mal. Notaba como si unos ojos estuviera completamente pegados a su espalda, mirando sus movimientos, adentrándose en su cabeza, sin embargo, no parecía que fuera Chara. No era la misma sensación que en la ruta de la asesina, de su mirada pesada y cruel, ojos interesados en ver una representación de títeres; ni nada parecido.
Los dolores de cabeza también eran diferente, no eran bombeos y latidos erráticos, mejor dicho, eran como susurros en su cabeza. Estaba alterado, su magia estaba alterada, como serpientes vibrando por sus espinas...
Se levantó con una tranquilidad que no sentía tenerla. Tenia que ver lo que estaba pasando, tenía que ver donde se encontraba su hermano.
Ando a paso ligero a la salida, no llegaba a correr, pero ganas no le faltaba. Sans hubiera utilizado su magia para ir más rápido, teletransportarse a donde debería -tenia- que estar el otro esqueleto, mas, la sensación de cosquilleo entre sus dedos, parecían ser más una clara advertencia de que no lo utilizara, y así pues, no lo intentaría.
Siguió por las ruinas, pisando más hojas de sangre, más pasillos interminables. Estaba extrañado. Aunque había pasado por encima, ignorando todas las trampas, las había visto activas; y hacía años ya que Toriel decidió que no las volvería a arreglar.
Llego al árbol a las entrada de la casa. Estaba... estaba floreciendo. ¿Por que? Toriel había intentado muchas veces que volviera a nacer, pero, cascarrabias, el árbol seguía seco, desnudo. Ella lo hubiera avisado, y a todo el mundo, que había conseguido salvarlo; nunca se le hubiera pasado por alto.
Giró y buscó si el cuchillo de juguete había desaparecido de la habitación contigua.
No.
Seguía ahí.
¡Se había desecho de ello!
Después de tantas muertes, rutas y finales, un día había echado el afilado juguete a las rocas hirviendo del The Core. Había eliminado cada una de las armas humanas.
¡Lo había hecho!
¿Por que seguía ahí?
¿Frisk habría reseteado de nuevo?
¿Habría conseguido reparar el botón de Reset?
Esperaba que no.
Él le prometió que no.
Dentro de su sudadera, Sans curvo sus dedos en puños, conteniendo la tonta ira que surgía de él al sentir que otro humano más destrozaba su confianza.
Tuvo cuidado de no echarse a la carrera, volvió y llegó al árbol sospechosamente saludable; entró en casa de Toriel.
Estaba vacía. Vale, eso era normal. Toriel tendría que estar con Papyrus y los demás, por algún lado del cual él se había escapado -y que ahora se arrepentía por ello-.
Se fijó por los alrededores.
Vacía.
La casa estaba demasiado vacía.
De las pocas puertas que allí había, la mayoría estaba cerradas, con llave. Las plantas en las macetas florecían, en mayor medida de lo que él pensaba que deberían florecer unas "salchichas de agua".
El gran sofá helado por completo, la chimenea limpia de ceniza y rastros, los manteles y cubiertos quitados, las alacenas sin alimentos....
Parecía que nadie había vivido allí durante mucho tiempo.
Sans abajo con cuidad las escaleras hacia el sótano, intentando, que, el sonido que hacían sus zapatillas al golpear los escalones, fuese lo más sigiloso posible.
Se fijó en las machas de polvo que recubría el suelo, levantada por sus pasos y por pasos anteriores.
La casa estaba completamente inutilizada, pero, ¿alguien reciéntenme había pasado por aquellos pasadizos?
¿Que había sido?
¿Donde estaba él?
¿Donde estaba su hermano?
¿Que demonios estaba pasando?
Cuando se acercó a la puerta que separaba The Ruins de Snowdin, sintió como su magia rugía por dentro de su esqueleto.
Se quedó quieto, esperando que las chispas, que él, se tranquilizaran, algo que parecía imposible en aquel momento.
Al final de la habitación, Sans escuchó una pequeña exhalación. Un murmuro incoherente de palabras suaves y lejanas. Hasta que, de la nada, un grito de una tristeza fingida, retumbó sobre las paredes de aquella habitación.
-¡Greetings! ¡Hmph!...
¿¡Que!? Esa voz...
¿Donde está Toriel?
- ...¿Tanto quieres marcharte? Eres igual que los otros...
En cuanto se dio la vuelta aquella humana, los ojos de Sans se abrieron, sorprendido por quien estaba delante de la puerta.
Era Chara.
Bueno, se parecía a Chara.
Su cabello suelto, revoltoso y del color del chocolate amargo, estaba recogido, por uno de sus lados, con horquillas de diferentes tamaños, en forma de flores doradas.
Nunca se lo había visto a ella...
Sus ojos iguales de rojo que la sangre derramada en la Genocida, eran... eran ¿suaves? Brillaba con una luz diferente al tinte opaco que siempre solo llevar.
Se le veía bien el ella...
Las mejillas, sonrojadas, incluso no eran las mismas que Sans recordaba. No eran del color de un cadaver, blanco hueso, plano, aburrido... había cambiado a todos rosáceos, vivos...
Y, ¿donde estaba su característico jersey verde a rallas? ¿Su collar en forma de corazón sangrante? Si la situación no fuese lo suficientemente extraña, se hubiera metido con ella, por la antigua ropa, por la nueva que llevaba. Era similar al vestido de Toriel, blanco hasta las rodillas, con mangas largas y gruesas, un cuello bien alto. Por encima del vestido, tenia otro, como un delantal ligero morado, que se ataba a su espalda en un lazo bastante llamativo y decorado por el símbolo de los Dreemurrs: los tres triángulos y las dos alas plumadas.
Los dos compartieron una mirada retadora, como si en los ojos del otro, pudieran ayudarlos a discernir de un universo a otro.
Ella no podía ser Chara. Sans lo daba por seguro. Ella no era así, no estaba viva, casi tangible si se acercara, no tenia luces en los ojos ni su sonrisa nunca era tan agradable -incluso si estaba fingiendo un pesar burloso-. No podía ser ella. Chara estaba muerta, en vida y en alma.
La decepción de ella que brillaba como cristales falsos cayó en un gesto brusco. Ya no había sonrisas fingidas ni suaves miradas, sus pupilas se tornaron hielo, algo más parecido a lo que el recordaba de como era ella. Ojos brillantes de molestia.
Y como no podría ser otra. Sans le respondió con el mismo gesto.
Estaba enojado.
Enfadado por la situación en donde se encontraba, enfadado porque su hermano andaría desaparecido quien sabe en qué lugar, enfadado con su magia, que, a cada instante, gritaba más, por dentro de sus venas. Apretó en puños sus manos, dentro de su sudadera y arrugó su ceño.
Siempre que se encontraba con ella, solo terminaban de una manera: en lucha.
Y esta vez, se encontraba en desventaja.
Chara, o quien quiera que fuera ella, lo miró fijamente, con una pequeña sonrisa fría. El esqueleto le devolvió la mirada, con el mismo fuego helado, el hidrato de gas.
-Tú no eres mi Sans.
-Tú no eres mi Chara.
Si no hubiera estado acostumbrado a las palabras mordaces de Su Chara, hubiera sufrido un escalofrío por la palabras de la chica. Y si por alguna casualidad hubiera alguien allí, no dudaba que hubiera huido en el momento en que ambos hablaron a la vez.
Pero, tampoco duró mucho la tensión.
Con un gran suspiro de decepción, y un fuerte golpe en la frente con las manos abiertas, los dos llegaron a la misma conclusión:
"¡El Universo está arruinado otra vez!"
-No me lo puedo creer. ¡Yo ya tenía suficiente con un huesos pálidos y ahora tengo dos! ¡Espérate a que se entere! ¡No voy a soportar sus chistes de nuevo!
Chara, esa Chara, comenzó a dar vueltas por la habitación. A pasos exageradamente ruidosos, y murmuros aún más molestos. Con un vistazo a su vestido, sacó su teléfono móvil de la nada.
Sans la miró hasta que su visión se tornó borrosa, y sus piernas, más débiles que la gelatina, lo tiraron al frío suelo de las ruinas.
-¿Oh? ¿Comediante estás...?
La migraña retumbó más fuerte en su cabeza, su magia, de manera dolorosa, entumecía sus manos, sus dedos, todo su esqueleto.
-Hey... oye....
Escuchó como esa Chara se acercaba cuidadosamente hacia él -y él no pudo evitar que sus tripas se retorcieran por ese gesto-. Si Sans hubiera abierto los ojos habría visto como el ceño de ella se curvaban en preocupación, como su sonrisa caía y sus manos sujetaban con fuerza su teléfono.
Los dos se giraron sorprendidos cuando la puerta que separaba los ladrillos morados de The Ruins y la temperatura invernal de Snowdin se abrió en un dramático brillo blanco.
En esos momentos, Sans realmente se replanteaba porque todo debería ser una clase de drama de televisión, por que tanto espectáculo; se estaba enfadando por el dolor que sentía en sus oculares al ver esa escena de películas.
-¿Chara...? ¿Estás aquí?
Allí, nada más y nada menos, apareció el que él suponía era el "Sans" de ese universo.
-Estaba a punto de llamarte, huesos. De nuevo tenemos problemas de dimensiones.
Ese Sans no respondió, simplemente, camino con pasos rápidos hasta donde se encontraba la humana. Cerca de ella, sacó sus brazos de su sudadera, hasta que la envolvió completamente de la cintura. Con un gesto que le sorprendió, vio como el otro dejaba un pequeño beso en la mejilla de ella.
-Hey, ¿que ocurre...?
A Chara se le veía intranquila, sin separar sus ojos del esqueleto. Con suavidad posó sus manos sobre sus hombros, acariciandolo.
Sans, el otro Sans, tardó unos segundos antes de parar con sus delicados besos, y su arrastre de mejilla contra mejilla.
-¿Querido? ¿Que ocurre con esa mirada de tristeza?
El que estaba en el suelo contuvo el aliento. Querido, Querido, Querido... esa palabra, esos gestos de cariño, se le quedaron fijado a fuego vivo en sus retinas.
-Luego te lo digo, ¿vale? ¿Querida?
Chara suspiró en silencio, no del todo convencida pero esperaría. Eso sabía hacerlo. Sans se separó un poco de ella, poquísimo, todavía tenía sus manos aferradas a su cintura, y las manos de ella, descansado tranquilamente sobre sus hombros.
-Entonces, aquí está el otro viajero ¿no? ¿De otro universo?
-¿Como lo has sabido, huesos? Pero si, aquí delante, tirado en el suelo.
- Ya me conoces, Chara.
El esqueleto levantó los hombros derrotado, con una medio sonrisa que no llegaba a ser de alegría. Aún con la mirada sombría, puso son ojos en el otro. Su gesto cambió, de lo que se podría decir tristeza -el Sans original conocía muy bien esa expresión y verla reflejada, aunque el otro lo intentase esconder, no serviría de nada- a una similar a la decepción, de esas de ojos blancos y labios torcidos, como ver a alguien haciendo una tontería que ni gracia tenía.
Sans estaba siendo ignorado por completo y sin ninguna pena, pero no tuvo fuerza para comentar nada; le dolía el alma, como si esta fuera un chicle estaba siendo machacada por una tonta conversación que le dio por añorar, sus migrañas aumentaron al ver esa desagradable escena y no porque estaba recordando donde estaba Su Chara escondida... (a tres leguas bajo tierra...), y como su magia seguía gritando, con más o igual intensidad que sus ganas por largarse de allá, de destruir algo que nunca tendría.
-Basura sonriente quita esos ojos suaves. Y ahora ayúdame a librarme de este.
Chara restregó con suavidad su mejilla contra la de él, además, con otro pequeño beso, terminó por completo de separarse.
Ella dio unas palmadas alegres, cambiando su gesto a algo que debería ser de burla, pero no termino por llegar. Estaba con una pose relajada, con ojos serenos, y una sonrisa que debería ser cruel pero con toques afectuosos que rompían su fachada.
-¿Umm....?
El otro Sans estaba letárgico. Casi, casi cayéndose cuando Chara se apartó de su lado.
El Sans del suelo, se habría reído por lo dócil que parecía, pero, los dolores de cabeza y los golpes en su pecho le quitaron las ganas.
Odiaba ver lo feliz que era el otro con la Genocida.
Él nunca sería así.
Ni aunque Su Chara hubiera estado viva.
-¿Ayudarte a que? ¿A enterrar cadaveres? Cariño, solo lo tienes que ver.
El otro Sans volvió con su intento de volver a atraer a su Chara en un abrazo. No lo consiguió, pero si terminó por robarle un beso en los labios.
-¡No me beses en público! ¡Sans! ¡Tengo una reputación que mantener!
El esqueleto se rio de ella, y no dudó en besarla otra vez.
-Querida, no hay nadie aquí. Solo tú y yo, ¿no ves que está a punto de largarse?
-¿Mejor que adelantemos ello no? Cuanto antes, mejor. Odio que siga así de desestabilizado el Underground.
Sans, el original, tosió para llamar su atención, para que dejasen de hablar ya. Estaba cansado de escucharlos.
-¿Por qué? ¿Por que está fallando?
El otro Sans suspiró, cansado y casi enfurruñado; todavía sin conseguir que la humana volviera a acercarse a él.
-Es sencillo. Tú has venido por un fallo, por eso tienes...
-¡Esa cara de estreñido!
-... esos dolores, ya deberías saberlo por... ¿Cariño? ¿Podrías explicarlo tu? Esto es lo suficiente raro para que tenga que explicárselo a mi mismo.
Chara le sacó la lengua, sonriendo alegremente. Ella se separó más de ellos, haciendo con sus manos cruces de negación.
Sans se atragantó. No conseguía entender como ella podía estar tan feliz, tan viva, de lo diferente que era el fantasma de Su Chara.
-¡No, no! Eso no es lo que quedamos, Querido. Yo me encargo de los humanos traviesos, y tú de los otros universos. Además, la mayoría de veces siempre terminan llegando tú-es, es justo que tú te encargues; eres tú.
-Chara, pero eso no es mi culpa.
-Claro que lo es. Por ser tan tonto en todos los universos. Todavía estoy sorprendida de lo vago que eres y en los problemas que te metes, huesos.
-Solo por ti, querida.
Chara no pudo evitar estallar en carcajadas por su coqueteo descarado. Pero no respondió más, simplemente se recostó sobre una de las columnas resquebrajadas de The Ruins.
-Pues nada, que pereza. No se como no lo entiendes. No eres de aquí, y ni siquiera viniste a través de los portales y eso, lo que ambos sabemos que existe y no es ciencia ficción. Yo no preocuparía demasiado, lo más seguro es que, lo que estás sintiendo ahora sea una manera que tiene la magia por restaurar el orden; el Underground se estabilizará de nuevo y tú volverás a donde perteneces.
-¡O pereces!
-No creo que mueras, pero, bueno siempre es una posibilidad ¿no?
Sans elevó sus hombros sin preocupación alguna. El original hizo lo mismo, si esa era la situación no había otra cosa que hacer más que esperar. Aunque lo odiaba. No soportaba seguir viendo a aquellos dos.
-¿Contenta? ¿Me vas a dar ya mi beso...?
De repente, un pequeño temblor sacudió la habitación. El Sans del suelo ni cuenta se dio, estaba luchando por mantenerse cuerdo. Su magia se sentía como una corriente eléctrica pasando por cada uno de sus huesos, y no terminaba con ello, le dejaba con secuelas de su recorrido, cada vez más dolorosas, con escalofríos ininterrumpidos.
Su visión comenzó a ser borrosa, y si no estuviera conteniéndose, amargas lágrimas caerían por sus cuencas.
Empezó a sentir como si estuviera muriendo.
-¡Ahí está! ¡Por fin! ¿Estás sufriendo, Comediante?
Esa Chara no lo miró, dejo que sus ojos se pegaran a su Sans con una media sonrisa. Él simplemente suspiró divertido.
-¿Por que me lo preguntas a mi? No creo que me importe mucho lo que le pasen a otros "yo".
-¡Que poco sentido de la auto conservación! Realmente me gustaría que él quien estuviera llorando fueras tú, querido.
-¿Oh? ¿Eso es porque quieres limpiarme las lágrimas con tus besos, querida?
Antes de que siguiera ese desagradable intercambio -la palabra coqueteo hacía cosas en su alma que preferiría estar muerto antes que compartir-, el original, chistó con molestia. Si no estuviera su migraña en el cenit del momento, podría decir con seguridad que su tonta conversación, agudizaría su dolor.
-¿No... podéis... callaros...?
-No te puedo tomar en serio si estás brillando, Sans.
La humana lo señaló con desdén. Él se miró las manos, detrás de una capa espumosa de tormento y tormenta, vio como realmente reflejaba una pequeña luz blanca, y no solo eso, el mismo se estaba volviendo translúcido.
No hubo palabras de adiós . No era necesario. Pero, eso no evitó que los otros dos siguieran en su mundo, incluso cuando él estaba "muriéndose".
-¿No me haces caso si brillo? ¿No soy yo, la luz de tus ojos, amor?
-Bueno, cariño, tú no brillas, sino que haces más claro mi vida... Ahora, ¿porque tan suaves hoy, Sans?
-¿No me libro? ¿eh?
No llegó a escuchar más. Sans, en algún momento de su transformación en fantasma, término por desmayarse, y el echaría por completo la culpa a aquellos dos y su coqueteo, además del dolor de cabeza y su magia, pero principalmente, segurísimo que la culpa sería de ellos.
Sufrió un fuerte escalofrío cuando volvió a sentir la nieve fría de Snowdin en su espalda. Si no estuviera entumecido por todo lo que había pasado, se hubiera levantado enseguida; ahora, solo quería acostarse en la nieve y enfriar su cabeza, calmar su alma y ralentizar el sentimiento de desconsuelo que parecía haber nacido de la nada.
Realmente, se había vuelto loco.
—————————
¡Hola a todos!
Aquí estamos, primer día, primer cómic y primer oneshot.
Para quien tenga curiosidad, el universo en donde termina Sans sería el de Caretaker!Chara o algo así.
Si digo la verdad, el fic no ha cambiado mucho de la idea que tenía para dibujar, pero, creo que me he pasado con el coqueteo xD
Espero que no haya sido demasiado horrible.
Y si si ha sido, pues bueno, lo siento, no sé escribir romance ¿okay? Vivo mi vida forever alone ;-;
Dicho y hecho, espero que os haya gustado.
¡Nos vemos mañana!
Pd: si alguno supiera algún nombre cariñoso más que pegara para Chara y a Sans, si me lo dice se lo agradecería un montón, me he quedado sin inspiración para ello :/
SPAM: https://www.tumblr.com/acnologiaheart/716430449970413568/%F0%9D%94%BB%F0%9D%95%92%F0%9D%95%AA%F0%9D%9F%99%E2%84%82%F0%9D%95%99%F0%9D%95%92%F0%9D%95%9F%F0%9D%95%A4%F0%9D%95%8E%F0%9D%95%96%F0%9D%95%96%F0%9D%95%9C%F0%9D%9F%9A%F0%9D%9F%98%F0%9D%9F%9A%F0%9D%9F%9B?source=share
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