Capítulo 2. Corazón

Paul

—¡Paul, levántate, no dejan de llamar!

Bufé cansado al escuchar por décima vez la voz de mi madre proveniente de la planta baja.
Es cierto que debía estar despierto desde hace más de veinte minutos, pero me era imposible abandonar la cama.

Los días se habían vuelto demasiado repetitivos para mi gusto.

¿Quién podría pensar que un chico con carrera ascendente, acabaría trabajando como compositor para una empresa mediocre y que ni siquiera haya podido dejar la casa de sus padres? Pues nadie, aunque ahora lo saben.

Y es que después de que mi carrera se disparara en el momento en el que me aceptaron en operación triunfo, no había sido capaz de triunfar más, lo cual es un muy mal chiste por mi parte.

Decidí que lo mejor sería reincorporarme si no quería continuar escuchando como mi madre se desesperaba por mi tardanza.

Me coloqué mis zapatillas y bajé lentamente las escaleras, ya podía ir preparándome para la regañina que iba a presenciar en breve.

—Al fin bajas, un día de estos vas a provocarme un infarto-exageró mi madre en cuanto me vió—llevan preguntando por ti hace más de una hora, decían algo de una última canción o algo así, igual les dije que los llamarías en cuanto llegaras—agradecía a mi madre por inventar historias solo por encubrirme de esa manera.

—Terminé tarde ayer mamá, tenía sueño, no puedes culparme.

—No te culpo a ti, solo estoy molesta de que no seas capaz de abandonar esa empresa, no hacen más que exigirte demasiado para la mierda que te pagan.

—Sabes que lo haría si pudiera, solo necesito el dinero, no puedo permitir que me mantengan por más tiempo—sabía que aquella conversación no llegaría a ningún lado y que comenzaríamos con la misma discusión de todos los días, así que decidí retomar mi rumbo hasta la cocina.

Una vez allí, agarré algo de pan y preparé mi desayuno con rapidez.

Debía ponerme con mi trabajo.

Desayuné a una velocidad inhumana, y en cuanto pude darme cuenta, estaba saliendo de mi casa en busca de algún lugar tranquilo donde hacer mis tareas rutinarias.

Aunque ni siquiera sé porque dije que estaba "en busca", bien sabía a dónde me dirigía, y es que desde que nos mudamos a Sevilla, siempre pasaba por el mismo lugar.

Crucé la puerta y como si de mi otra casa se tratase, escogí asiento en el que se había vuelto mi lugar personal. No sabía el motivo, pero siempre que me sentaba en aquel lugar, las palabras abandonaban mi mente y lograban plasmarse en aquellos papeles.

Saqué una libreta y comencé con lo mío. La discográfica estaba que echaba humo, y es que hacía varios días que debía tener acabada una canción, pero me era imposible y estaban desesperados porque la terminara.

Estaba tan sumido en mis pensamientos que no me di cuenta de que una de las hojas que estaba utilizando, había resbalado, al menos hasta que cayó al suelo.

En ese instante casi se me cae el alma.

Frente a mí, una mirada me observaba interrogante y no era ni más ni menos que la mirada de alguien que conocía muy bien.

No sabía porque me llevé tanto tiempo mirando en su dirección, quizás algo dentro de mí anhelaba que dijera algo, lo que fuera, así corroborar que realmente no se trataba de una broma de mal gusto.

De todas formas, eso nunca sucedió por la interrupción de la única amiga que había hecho en todo este tiempo, la chica apareció para entregarle su café y como si no me conociera de nada, se giró de nuevo.

Me sentí demasiado incómodo, y fue el momento en el que giró, en que aproveché para salir corriendo de allí.

Mi corazón palpitaba como si quisiera abandonar mi pecho y fue en ese momento en el que lo comprendí todo.

Y no quería que mis sospechas se comprobaran.

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Sé que quizás ahora mismo no os cuadren las cosas, pero irán entendiendo a medida que avance el fic jsks
Espero les haya gustado, espero con ansias sus votos y comentarios.
Sin más que decir
Se despide Julia Black

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