#291

Fluff

Hybrid!au

Advertencias: estoy dispersa hoy, no me lo tengáis muy en cuenta

871 palabras

 Chanyeol podía ver las dos patitas apoyadas en el cristal esmerilado y ya notaba la sonrisa aparecer en su rostro. Se quitó los zapatos con rapidez en la entrada, cerrando la puerta principal antes de abrir la puerta que daba al salón.

Un 'puf' y un poco de humo lo recibieron justo antes de que unos brazos lo rodearan con fuerza por la cintura, estrechándolo en un abrazo que casi le cortó el aire.

- ¡Bienvenido a casa! -lo recibió una voz entusiasta.

- Ya estoy en casa -rió Chanyeol-. Baekhyun, me cortas la respiración.

Al momento, el chico se separó, sonrojado, dejando que Chanyeol al fin lo viera bien. Las mejillas sonrosadas eran el adorno perfecto para la preciosa cara de Baekhyun, en ese momento casi oculta por un flequillo castaño con sus orejitas de cachorro que estaban gachas al igual que la cola, temiendo haber hecho algo mal. El alto se acercó, alzando su rostro con suavidad por la barbilla, acariciando su mejilla cuando sus ojos se encontraron.

- No pasa nada, Baekhyun -le sonrió-, sólo necesito que tus abrazos sean menos estrechos -rió un poco. Eso pareció animar al otro, para tranquilidad de Chanyeol.

- Es que te he echado mucho de menos -se defendió el chico-, has estado muchos días fuera.

Era cierto, Chanyeol trabajaba para una de las empresas de software más importantes del país y, aunque no era habitual, un cliente extranjero había pedido hablar con él en persona, así que había tenido que viajar a la reunión, estando casi una semana fuera.

Chanyeol no sabía cómo calificar a Baekhyun. No era su compañero de piso porque no tenía una vida ajena a él y no pagaba el alquiler. Pero no era una mascota, Baekhyun era independiente y podía sobrevivir por sí mismo como había hecho esa semana. La legislación sobre los híbridos tampoco estaba clara, había un vacío legal en lo que respectaba a ellos porque no eran personas pero tampoco mascotas. Tenían derechos, sí, pero las leyes aún estaban en construcción.

Por eso Chanyeol había esperado ese día.

Hacía años que vivía con Baekhyun. Había encontrado al chico abandonado en la calle un día de lluvia con su forma de perro, y lo llevó a casa pensando que lo era. Fue toda una sorpresa cuando, en mitad del baño caliente, el perrito se transformó en un adolescente con orejitas que se le echó encima para agradecerle que lo hubiera recogido.

Inscribió a Baekhyun en el registro en su casa, descubriendo que no constaba siquiera su nacimiento, por lo que seguramente sería alguien que tenía híbridos en su casa pero que no quería hacerse cargo de otro. Había multas y tasas que pagar por la manutención de híbridos y quien fuera que tuviera a Baekhyun antes en su casa, no se había tomado la molestia de inscribirlo para no pagar y poder deshacerse rápidamente de él llegado el momento.

Desde entonces, Chanyeol había tratado al híbrido como a un igual, sentándolo a comer a su mesa, dejándolo que durmiera con sus camisetas anchas pegado a él y compartiendo un sofá. Riéndose por las mañanas mientras se salpicaban de agua el uno al otro, dejando que Baekhyun entrelazara sus dedos cuando andaban por la calle, compartiendo miradas que le erizaban el vello de los brazos. Las sonrisas, los parpadeos, las caricias que decían todo lo que no podían decir en voz alta.

Pero nunca antes había dicho nada, nada de los sentimientos que guardaba en su pecho, por no poner en un compromiso a Baekhyun ni a sí mismo. Hasta ese día. El día en el que, legalmente, los híbridos tenían el mismo estatus social que los humanos.

Se había enterado de la noticia estando en el extranjero y había querido hacer algo por Baekhyun. Por Baekhyun, y por los dos.

- Baekhyun -le dijo al chico esa noche tras la cena, ambos tumbados en la amplia cama del dormitorio mientras veían la televisión. El híbrido, que había estado apoyado en su hombro, giró la cabeza, mirándolo con curiosidad-. Tengo algo que decirte.

- Dime -se incorporó, girándose para mirar al alto.

Chanyeol se alargó hacia la mesita de noche, abriendo el primer cajón y sacando un pequeño paquete alargado, tendiéndoselo. Baekhyun lo miró con un brillo especial en los ojos, una sonrisa en su cara y su cola moviéndose rápidamente, rompiendo el papel con emoción y descubrió las dos pulseras de plata con sus nombres grabados. Miró de nuevo a Chanyeol, emocionado, y el hombre le sonreía de oreja a oreja.

- Hoy ya eres mi igual, Baekhyun -explicó, tomando su mano y colocándole la pulsera alrededor de la mano-. Hoy puedo decirte que te quiero, sin miedo a que nadie nos separe.

Baekhyun se le tiró encima, besándolo y rodeándole el cuello con los brazos, sin darle tiempo a que le abrochara la pulsera, riendo contra sus labios mientras susurraba el nombre de Chanyeol una y otra vez contra sus labios.

Las pulseras finalmente quedaron olvidadas encima de la cama mientras se besaban, diciéndose con esos besos todo lo que habían tenido que esconder en los años anteriores. Pero pronto adornarían sus muñecas, brillando con la promesa de la eternidad.

La eternidad juntos.

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