#253

Angst, Slice of life

Depression!au

Advertencias: tema de suicidio

962 palabras


 - ¿Qué tal, Chanyeol? ¿Vienes a pasar unos días en el pueblo?

Chanyeol alzó la cabeza de la nota que estaba escribiendo, encontrándose con una cara sonriente, una cara que era más joven en sus recuerdos pero que conseguía ubicar.

- Hola, Baekhyun -un intento de sonrisa que no llegó a sus ojos y apenas a sus labios trató de enmascarar lo ronco de su voz-. Me alegra verte.

Byun Baekhyun era vecino de sus abuelos en su pueblo natal. Aunque Chanyeol se había ido luego a la ciudad, algunos veranos había vuelto a pasar unas semanas allí y Baekhyun siempre había sido su compañero de juegos. Incluso habían compartido un breve amor de verano el último año que estuvo allí, pero Chanyeol se iba a estudiar al extranjero y prefirieron terminar y dejar un bonito recuerdo a sufrir por la distancia. Así lo recordaba Chanyeol, a Baekhyun con diecisiete años, sonriéndole como sólo él sabía hacerlo y diciéndole que todo iría bien.

Pero no fue bien, nada fue bien, aunque no fuera capaz de decírselo a la cara ahora preocupada que lo miraba desde la valla del jardín. Trató de sonreír un poco más y negó con la cabeza.

- La vida en la ciudad es muy estresante, hace más de diez años que no venía y pensé que un fin de semana me vendría bien -le explicó brevemente.

- Y que lo digas, tienes mala cara -asintió el otro, devolviéndole la sonrisa-. Esta noche podríamos tomarnos algo en el bar, ya sabes, por los viejos tiempos.

Quizá si no se sintiera tan mal, Chanyeol habría visto el ligero sonrojo de sus mejillas. Pero no lo hizo. Asintió para contentarlo, a pesar de la punzada que sentía en el pecho mientras se despedían agitando la mano. Porque no creía llegar a esa noche.

La vida no había tratado bien a Chanyeol. La vida lo destrozó, dándole esperanzas y arrancándoselas de entre los dedos. Es una mala racha, solían decirle. Pero ya era demasiado, demasiadas veces. Su trabajo, su vida amorosa, sus padres. Lo había perdido todo, y estaba tan sumido en la pena que pensó que lo mejor era terminar con su vida donde la había empezado. La nota que estaba dejando eran sus últimas instrucciones antes de esperar a que se hiciera de noche y dirigirse al lago de aquel pueblo para terminar con todo. No se despidió de nadie, porque no tenía a nadie de quien despedirse.

'Me pregunto si Baekhyun notará que no estoy,' pensó brevemente, un segundo antes de dejar que sus pasos lo guiaran hacia el fondo del lago con los bolsillos llenos de piedras.

En el fondo del lago, el silencio y la calma lo rodearon. Con los ojos abiertos, podía ver la luz de la luna filtrándose a través del agua, iluminando las burbujas de aire que expulsaba poco a poco. Comenzaba a notar cómo le quedaba menos oxígeno, y vio una figura buceando hacia él.

'Cuenta la leyenda,' la voz de Baekhyun resonó en sus oídos como aquella vez a la orilla del lago, cuando tenían diez años, 'que hay náyades en este lago. Son los seres más hermosos de la tierra y ayudan a las personas cuando tienen problemas.'

Quizá una náyade había venido a ayudarlo, pensó, su visión volviéndose negra. Porque aquel ser que abría la boca para gritar sin sonido, a pesar de la tristeza y preocupación, era el ser más hermoso que había visto nunca.

Una presión en el pecho lo hizo abrir los ojos, escupiendo agua y tosiendo mientras se incorporaba. Apenas acababa de hacerlo cuando un dolor agudo atravesó su mejilla, había recibido una bofetada.

- ¡Eres imbécil, Park Chanyeol! -la voz inconfundible de Baekhyun lo hizo alzar la vista, viendo al chico completamente empapado, su pelo pegándose a su frente y lágrimas cayendo por sus mejillas mezcladas con el agua dulce del lago-. ¿De verdad estabas intentando suicidarte? ¡No seas estúpido, Chanyeol! ¡Tienes veintisiete años, y mucha vida por delante!

- ¡No me queda nada, Baekhyun! -explotó, sobresaltando al otro, ahora siendo su turno de llorar-. ¡No tengo trabajo, no tengo familia, ni amigos! ¡No le importo a nadie!

Baekhyun lo miró en silencio mientras lloraba, sus ojos fijos en los ajenos, y se lamió los labios con suavidad antes de hablar, casi en un susurro.

- A mí me importas -Chanyeol parpadeó, no comprendiendo, y su llanto cortándose-. Siempre me has importado, Chanyeol, pero no pensé que quisieras dejar tu vida... por mí.

Se hizo un silencio. Baekhyun suspiró, derrotado, pero el alto se movió de repente, atrapándolo en un abrazo y notando allí ese calor especial que sólo él podía darle. Tímidamente, el más bajo lo rodeó con sus brazos, acariciando su espalda.

- ¿Cómo supiste dónde encontrarme? -susurró.

- Fui a tu casa a recogerte y vi que salías. Me pareció raro y te seguí, pero perdí tiempo al quitarme la ropa para no pesar de más.

En ese momento, Chanyeol fue consciente de que estaba abrazando la espalda desnuda de Baekhyun y se separó, azorado, haciendo reír al mayor de los dos. Éste se puso en pie y lo ayudó a incorporarse, recogiendo su ropa una vez comprobó que el alto podía mantenerse solo de pie.

- Vamos de vuelta -le ofreció la mano, aquella misma mano que tantas veces había tomado antes y el alto la aceptó, notando cómo era tan suave y cálida como recordaba-. Vamos a casa, Chanyeol.

Y juntos se fueron a casa, dejando aquel incidente en el recuerdo de ambos. El día en el que Baekhyun salvó a Chanyeol, o así lo recordaba mientras lo besaba con suavidad, sentados a la misma mesa en la que él escribió su nota de suicidio. En más de un sentido.

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