Capítulo 7: El Plan de la Hora Cero

Phantam se ajustó los goggles, desenfundó un revolver y disparo contra la asesina. De repente aquel portal directo al infierno se cerró, pero las criaturas que había arrojado seguían en el templo.

Jean y Anasei lanzaron un ataque sorpresa contra Iridia, está se dio cuenta a tiempo y los repelió. Una pequeña espada fue empuñada por el terror de Sunside, La agresión iba directa al ladrón francés pero Frederick se acercó y la detuvo.

Con una mano sostuvo firmemente el filo, no había rastro de sangre o siquiera señal de una herida.

—¿Cómo planeas siquiera cortar de esta forma el hierro? —dijo con confianza el peleador y dobló el metal con suma facilidad, dejando asombrada a su contrincante.

Demonios rasguñaron al artista marcial, pero no sucedió nada, el no se inmutó, no había dolor sólo fortaleza, tal como aprendió del Templo de Hierro. Unas palabras resonaron en la mente de la asesina.

—Vuelve al Punto Iridia, tenemos que reorganizarnos.

Ella desapareció junto a los demonios, de cierta forma los peleadores estaban aliviados pero Jean tenía inquietud por lo que activó su comunicador sólo para terminar recibiendo la transmisión de emergencia: 

—"A todos los agentes se les comunica que Base Cóndor ha caído, repetimos, Base Cóndor caída, tome precauciones tanto si está en servicio o fuera de él, sólo haga caso a transmisiones bajo terminación ALN, repetición programada, ALN."

Jean se mostró sorprendido, su mente se nubló de preguntas intentando dar una respuesta a si mismo, Annasei y los demás estaban confundidos, pues no se enteraban de lo que pasaba.

Mientras tanto, los cabecillas de los ejércitos enemigos se reunieron con Vaktagran en el palacio de Alcebedo, tratando de encontrar la forma de reorganizar su plan dado que habían perdido los portales.

 —Bueno señores, tenemos la Base Cóndor, según nuestra investigación del lugar, en sus plantas bajas hay artefactos de tipo viaje espacio-temporal, tal vez podamos poner a funcionar de nuevo nuestros pasajes —aconsejó Alix.

—Si, pero cuenta con algún tipo de protección, nuestros cuerpos fantasmales no entran a partir de la segunda subplanta —alegó Angélica mostrando molestia al demonio, junto a una sensacón de falsa sumisión.

—De alguna forma tenemos que obtener un ejército, supongo tendré que usar el Plan de la Hora Cero —dijo Vaktagran con seriedad dirigiendo su mirada a todos los presentes.

—Amigo, lo mejor será que dejes que ambos planes se pongan en marcha, no sabemos cual de ellos fallará y si ambos salen bien será para mejor, mientras tanto puedo seguir haciendo guerra en Daedelion y supongo Afisteo puede mantener ocupados a los de la UIE —expresó el rey de Granadeth con demasiada confianza.

—Supongo tienes razón, aún no sabemos dónde están los de la Alianza, por lo que creo tenemos que tomar ambas opciones  —sentenció el demonio.

Así distintos portales se abrieron en las cinco Tierras, extrañas esferas rojas flotaban alrededor de los cielos que aún permanecían rojos, parecían seguir a criaturas humanoides aladas de grandes garras y de piel rojiza.

Surcaron los cielos, algunos con complicaciones pues en algún lugar de México de Tierra II, algo o alguien los había hecho trozos con cortes muy finos, en Francia de Tierra II algunos cayeron envenenados, y en un pequeño reino de Daedelion un desconocido protector había realizados certeros disparos contra la amenaza.

—Espero lo logren de nuevo, Alianza —dijo una figura cubierta por una saco, un pantalón de mezclilla y un largo cabello negro.

Aquellos que si lograron llevar a cabo el plan, lanzaron los orbes carmesís impactando contra humanos, estos no causaron herida a los afectados, sino que entraron dentro de su cuerpo como si fueran capaces de atravesarlos sin dolor.

Aquellas personas que recibieron las esferas se revolcaron en el suelo, un aura negra emergió de ellos y sus ojos se tornaron completamente blancos, todo pensamiento los abandonó.

—Ya fue suficiente tiempo, tendré que devolver a tus esbirros al infierno Vaktagran —espetó con signos de cansancio Miskatonic.

A la vez que sucedía esto, Ionela y Oana podían sentir la perturbación de poder en los cinco mundos, sabían que algo se gestaba pero había otros motivos de preocupación, la firma de poder de los campeones era débil...


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