Capítulo 3: El Sello Roto
Phantam irrumpió en el templo, pero nadie lo recibió, miró de frente y vio a varios sujetos en atuendos holgados de seda, como si fueran monjes.
Estaban ahí reunidos sobre un círculo dibujado en el suelo con sus manos extendidas hacia tal figura, entonces de entre la multitud saltó una mujer yéndose contra el ladrón.
Justo a tiempo intervino Annasei lanzando un hechizo de protección que sirvió como un gran escudo que repelio al rival, Frederick y Jean dieron un paso al frente.
—Cuánto tiempo, Maestra —dijo con tranquilidad el peleador euro-asiático.
—Vaya, ¿A qué se debe la visita de Agentes de la Alianza? —espetó la mujer mientras acomodaba sus blancos ropajes.
—Perdone importunar pero ocupamos saber algo de usted... —habló Jean hasta que un fuerte estruendo se apoderó del ambiente.
Un pilar de luz roja se alzó y rompió el techo, miles de criaturas hórridas salieron del círculo que ahora era un agujero, el portal de las alimañas.
La regente de los elfos emuló el Cañón Mental de Ray, dirigiendo el ataque contra las criaturas.
—No creo que quieran seguir con esta pelea —contestó una voz familiar a los peleadores.
Era Iridia del futuro que volvía a la pelea, lista para acabar con Jean con una gran esfera de energía.
Mientras tanto, ya en los cuarteles de la Alianza, Firiant vigilaba al vengador urbano esperando a que despertara, mientras que Alejandro seguía combatiendo en Colombia ayudando a las recién llegadas tropas del ejército.
Liu e Ingrid vigilaban las entradas de seguridad y Noelle se encargaba de la principal, si bien en los noticieros se escuchaba la noticia de más portales abriéndose en todo el mundo, Nueva York parecía bastante tranquila.
De repente, al área de Ingrid accedieron con brutal fuerza dos personas tan solo cubiertas con un pañuelo negro. La chica corrió a enfrentarse a ellos, pero una sombra femenina le golpeó con las palmas de las manos repetidamente en el estómago.
La adolescente retrocedió, cargó un poco de Lumen e hizo un Disparo Mental, pero fue detenido por la segunda persona.
—Supongo tu eres Ingrid, la más joven de los campeones de las realidades.
El rival descubrió su cara, ese cara era familiar para Ingrid pues, se trataba de Miranda.
—¿Por qué esa cara de idiota? Simplemente tome a tu compañera como contenedor para mí espíritu, aunque sinceramente preferiría cambiar pronto de cuerpo, tal vez estaría bien el tuyo —espetó Venus desafiando a Hollidays.
A la distancia una soga se deslizaba sobre el piso, y de un movimiento rápido dio un golpe en la sien de la Miranda poseída.
—Usted queda bajo la custodia de la Alianza Universal —comunicó una voz femenina con cierto aire francés.
La mirada de Venus se encontró con la justiciera parisina de Daedelion; entonces ordenó a su acompañante atacar a Madame Noelle.
Ni siquiera se acercó un poco cuando, una bufanda le tomó el brazo y la hizo caer, revelando su cara, aquellos rasgos asiáticos eran los de Mei.
Al otro lado del mundo, un gigantesco monstruo de piedra aplastaba a demonios igual de grandes que él.
—Maldición, espero la piedrota sea obra de las brujas —dijo para sus adentros Barbosa.
Marianna desviaba los ataques de tan infames criaturas con grandes corrientes de viento, pero pronto se sumaban más y más, parecían ser infinitos.
—Nos habríamos tenido que ir Barbosa, son demasiados y no tenemos forma de sellar los portales —dijo con desesperación Boltzmann.
El brasileño habló.
—Eso es, cerrar los portales...
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