Capítulo 18: El Tiempo para el Enfrentamiento Final parte I

Ahí atrapados estaban Rudolph y Galatea, mientras que Krauff se regocijaba, Alphonse estaba listo para seguir con sus planes.

—Pronto, esto acabará señores, y tú Rudolph, nos ayudarás —espetó la tirana de Kolasi.

—¡¿Qué quieres de mí, asesina?! —cuestionó con suma rabia el prófugo, su rostro mostraba impotencia.

 —Es simple, necesito que toques la "Sonata dentro de la Botella" —respondió con calma Angélica mientras mostraba una sonrisa.

—¿Así qué, ahora planeas mandar exterminar demonios? —dijo el músico recluido con cierta risa nerviosa.

—Así es, creo que eso me permitirá contener a Vaktagran el suficiente tiempo para sellarlo en la Realidad Cero, y no te preocupes por la partitura, cuento con un Almanaque de los Cronistas —contestó la mujer convencida.

—Ladrona y asesina tenías que ser, robar tesoros sagrados también es lo tuyo ¿No? —habló Rudolph pero fue ignorado por la fémina.

Mientras tanto en Tierra I

Lumina logró invocar un portal usando el rastro de energía de su hermana.

—Señorita, necesitará que le acompañemos, usted sola no podrá pelear contra quienes se encuentran allá —expresó con voz profunda el vengador urbano Cuervo.

—Señor, con todo respeto pero usted es tan sólo un humano con disfraz, estas amenazas van más allá de simples ladrones o matones —replicó su majestad con frialdad.

—Usted no conoce como trabajamos en Tierra I, déjeme contarle que un simple humano fue capaz de darle muerte a Krauff, así que no desestime la ayuda de alguien sólo por su especie o su poder —se sumó Arion mientras lanzaba una mirada profunda.

Un portal se abrió directo a una fortaleza de Tierra III.

—Bien, si deciden ir a morir, está bien —contestó con seriedad la ahora regente mientras una especie de crisálida cubría el cuerpo de sus padres.

En aquel mundo, los héroes tenían el coraje para enfrentar a las tropas de Kolasi, pero no estaban completamente listos. Los soldados abrieron fuego en cuanto detectaron intrusos, Lumina cubrió a su grupo con una Barrera Lumen, pensando en un plan para poder entrar a la edificación.

Angélica fue avisada de la situación, ordenando la aparición de los Castigadores en la pelea.

—Maldición ¿Que son aquellas máquinas que se acercan? —cuestionó desconcertada Alicia mientras fijaba su vista hacia la puerta custodiada de aquel recinto.

—Esto sólo lo vi en los archivos de la UIE y no es nada bueno —contestó Arión mientras sentía cierto temor.

Uno de los acorazados disparó contra la chica rompiendo su escudo, mientras que Krauff flotaba en el cielo dirigiéndose contra ellos. Sin perder tiempo, Lumina cargó un potente Disparo Mental contra la dictadora.

Angélica contraatacó con una terrible onda de sonido que hacia de muro, le estaba costando bastante poder puesto que no esperaba que Lumina se comparara con los Campeones de la Alianza.

De pronto una voz se escuchó en el cielo, una tenebrosa risa se entonó.

—Ja, que tonta eres Krauff, tu liberación de poder me ha hecho más fácil la tarea de rastrear tu alma —decía una sombra que se acercaba poco a poco.

—¿¡Qué se supone que eres!? —cuestionó con cierto temor y enojo Krauff.

—Soy aquel que castiga las almas crueles en vida y más allá de ella ¡Soy Ente! —Exaltó el nuevo aliado mientras revelaba su forma más poderosa. —Ahora todos tus cómplices sufrirán una sentencia por sus crímenes, siendo esta la ejecución de sus existencias por completo  —agregó el Ente con un tono amenazante mientras el fondo blanco de una gran capa cubría toda la fortaleza y unas manos de humo negro iban contra Angélica.

Todos los soldados estaban estupefactos, escuchar aquellas palabras los hizo temblar y tratar de pedir clemencia.

—Mira a tus soldados Krauff, tienen miedo, aquellos que no disparen una bala contra mi podrán tener el derecho de pasar a un plano espiritual cuando mueran, pero tú serás condenada a desaparecer —dijo el Ente dejando salir aún más carcajadas y miles de manos negras corrían por el campo de batalla acabando con Castigadores y tropas.

Lumina y José aprovecharon la distracción para rescatar a Galatea, mientras los demás combatían contra las tropas para abrirles paso.

Atravesaron aquellos pasillos de hormigón reforzado mientras escuchaban como los militares intentaban dar pelea a Ente, pero el espectro no les daba tregua. Finalmente, llegaron al cuarto donde más se podía sentir la energía de Galatea, siendo recibidos por el espadachín dorteremita, Alphonse y Afisteo.

—Vaya, creo que es momento de que nos enfrentemos a su majestad —dijo el mercenario francés con cierto tono fanfarrón, sin embargo había cometido un error: dejar de vigilar a Galatea.

La joven se movió por el cuarto y tomó su espada, tras lo cual liberó a Rudolph. Afisteo se dio cuenta pero Lumina le atacó con un Disparo Mental, a su vez José disparó una de sus balas contra Alphonse, hiriéndolo en uno de sus brazos.

Mediante un pequeño comunicador el mercenario intentó hablar con Piscis y Acuario para que hicieran de refuerzos.

 —Ni locos iremos allá, esto ya se salió de control y en cualquier momento perderemos, ciao —dijeron los cobardes asesinos mientras escapaban del lugar.

El espadachín entró en combate con Galatea, una tras otra de las estocadas hacían retroceder a la chica hasta arrinconarla. Un aura brillante emergía de ella, proyectaba su energía contra él pero su rival era lo suficientemente ágil y rápido para desviar los ataques con la hoja de su espada.

En un rápido movimiento el dorteremita fue capaz de clavar su arma en el pecho de la hermana menor, dándole la muerte.

—Uno más que cae —murmuró con frialdad el rival.

José y Lumina se dieron cuenta rápidamente, siendo Lumina que apareció justo en frente del asesino con una hoja hecha de energía pura. El espadachín empuñó de nuevo su sable pero la ira de Lumina fue suficiente para realizar movimientos bruscos y veloces.

La fémina cortó la mano que sostenía la espada del espadachín, luego fue a su brazo contrario que también desgarró, hizo un corto superficial en el pecho y el cuello del contrincante para finalmente atravesar el estomago del asesino.

Aún con ira desatada, Lumina finalmente acabó terminando con la vida de Alphonse, el siguiente era Afisteo, el traidor de los cielos estaba preparado hasta que varias figuras aparecieron ante él.

Alcebedo, Vaktagran, Alix, Felixio, ambas Iridias y el Círculo del Zodiaco habían llegado. El usurpador se acercó al cuerpo inerte de la hermana de la regente de Müller, con un gran rayo lo calcinó por completo.

—Ya no lo necesitarás Lumina, lo mismo haré con tu cuerpo cuando mueras ante mi poder —aseveró con determinación el rey.

Lumina fue directo contra el tirano pero Vaktagran le detuvo, intercambiaron algunos golpes, sin embargo la pelea era desigual. Al cabo de unos minutos, la nueva reina estaba cansada y herida, no podía seguir.

Mientras, Ente atormentaba a Krauff, esta trataba de defenderse usando sus alas como cuchillas contra las manos negras que intentaban acercarse a ella.

—Ya no lo intentes más, tu pelea a terminado aquí —decía el castigador de almas mientras una gran mano rodeaba a la dictadora.

 —Maldito, estas condenando a toda la humanidad, mientras dependan de tipos como tú otras especies lograrán sobreponerse a la humana y la exterminarán ¡Es el futuro que quiero evitar! —gritó Krauff con enojo al juez de los espíritus.

—Y para eso ocupas cobrar también tu venganza contra los demonios ¿Verdad? —dijo otro individuo que se suspendía en el aire.

—Vaktagran, yo... —habló Krauff mientras posaba volteaba hacia la dirección del demonio.

—Paga tu traición —sentenció Vaktagran mientras un potente proyectil de energía atravesaba aquel denso humo en forma de mano al mismo tiempo que borraba de la existencia a la traidora.

—Así que aquí estamos Vaktagran, supongo nos enfrentaremos —expresó con una voz profunda Ente.

—Aún no, tengo que acabar con el resto de la Alianza, luego me encargaré de ti —terminó de hablar el demonio mientras desaparecía.

Afisteo se acercó de manera amigable al rey, pero Alcebedo le recibió con un ataque mortal con un cuchillo sagrado.

—Esto es por traicionarnos, desaparece de mi vista —dijo Alcebedo con sadismo, mientras Felixio e Iridia del futuro lanzaron un gran orbe de energía que consumió al ángel.

Terminada la tarea de acabar con los traidores, los rivales de la Alianza desaparecieron.



  



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