Capítulo 14: La Unión de Tiempos

Tarde o temprano entrarían a la sala de la máquina, Kashack lo sabía así que tomó una decisión.

—"A quien reciba el mensaje, espero seas alguno de nuestros aliados del futuro, siento involucrarte en esto pero esta línea del tiempo corre peligro, si alguien intenta venir de ella probablemente sea un enemigo, corta todo canal de transporte si es posible" —grabó el maestro en la memoria de CRONOS y marcó la línea temporal del fallecido Mark futuro.

Un fuerte sonido retumbó, la seguridad se abrió y ante Kashack estaban Mei y Miranda. Él ya conocía la situación, no eran las mismas personas que alguna vez combatieron junto a él contra Kolasi.

El maestro estaba preparado para morir, tomó posición de pelea y trataría de resistir. Los golpes contra los puntos de presión no funcionaron contra Mei, sabía como bloquearlos y Miranda solo observaba satisfecha, entonces apareció de nuevo la máquina en un gran haz de luz.

Pyra, Aoki y Jinete llegaron listos para luchar, pero algo les detuvo, ante ellos se manifestaron dos presencias al mismo tiempo, como si el lugar fuera un punto de aparición para muchos.

Ahí se sumaban Alan Miskatonic y Sir Charleston, en un duelo entre mentalistas.

—Rápido Venus, dime dónde está Lilith, tenemos que sacarlas de aquí rápido, a todos —dijo Miskatonic apurado apuntando a los pisos superiores.

Charleston no lo permitió, usó su carta secreta. Había logrado reunir a una mayoría de los que se encontraban dispersos y abrió portales para traerlos de vuelta a la base para luchar. Algunos faltaban pero la lucha empezó. 

La Alianza Universal contra varios Soldados Ga'rack y las peleadoras controladas por Venus. Los puños y patadas volaron, así como grandes rayos de energía se elevaron a los cielos. Durante la batalla, Charleston fue capaz de sacar de su trance a Mei, quien estaba desorientada.

—¿Quién es usted? —espetó la chica cuando volteó y miró a Miranda a la distancia, acercándose.

La fémina tomó una posición defensiva y se lanzó contra la semidivinidad, su velocidad era tal que la sirviente de Venus no pudo bloquear los ataques, entonces su cuerpo quedó paralizado.

—Puede que esté desorientada, pero sé quien eres —dijo con seguridad Mei.

Entonces Miranda apareció detrás tomando de la nuca a la mujer.

—Mírate, una de las peleadoras más fuertes está en problemas, supongo es hora de darte un final digno —habló Venus desde el cuerpo de la mexicana.

Charleston se acercó y liberó a Mei, una voz sonó en la cabeza de Miranda.

—Detente —decía la verdadera mente de ese cuerpo.

—¿Cómo es que me quitas el control ahora? —cuestionó la diosa con impaciencia.

—Desde ahora, escucharás mi voz no perderé esta oportunidad, si alguien allá fuera escucha, ayúdeme. 

—Nadie te escuchará, todos están en la batalla.

—Yo si lo hago —respondió Sir Charleston.

—Igual yo —agregó Mei que aun trataba de entender todo.

El mago inglés y la artista marcial mantuvo su conexión mental y escuchó atentamente la petición de Miranda.

—Sin el ritual ella es nada, si me matas a mi, la matarás a ella.

—No puedo hacerlo, debe existir una forma de sacarla de ti....

—¡No hay tiempo, es ahora o nunca!

Lilith salio de su shock, se percató de la conversación y fue a detenerlos, Sir Charleston le detuvo a tiempo y la encerró en un gran sello, sin más opción, la esclava abandonó a su amo, se desvaneció del campo de batalla.

Mei no perdió el tiempo, su entrenamiento le había enseñado a tomar decisiones difíciles primero y luego llorar, y así lo haría con Miranda. Lo que se suponía eran golpes mortales contra el corazón y pulmones de la mexicana no hicieron efecto.

—En serio creíste que me detendrías, la mente de tu amiga va mermando, su control desparecerá y podré manifestar todo mi poder —sentenció Venus con convencimiento. 

—Entonces veamos que tanto resistirás mi técnica final, considera esto como si te siguiera a la siguiente vida, compañera —dijo Mei mientras un aura negra emanaba de ella, los marcadores de poder de los soldados cercanos leían alrededor de treinta mil puntos de pelea.

Una rápida ráfaga de puñetazos azotó el torso, pecho y rostro de Miranda mientras una expresión de cansancio salió de su compañera. El cuerpo de la mexicana desaparecía convirtiéndose en una extraña silueta de luz.

—Gracias, pero no quería que pagaras este precio —dijo la verdadera Miranda despidiéndose con una voz entrecortada.

—Nos veremos en un momento camarada —expresó la maestra mientras desfallecía con una pequeña sonrisa...


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