Actividades

Espectáculos:

Aunque es posible entrenar a los cetáceos sin necesidad de mantenerlos privados de alimento y mediante en condicionamiento operante con refuerzos positivos, todavía se utiliza la privación de comida en delfinarios de todo el mundo ya que es más fácil, rápido y no requiere conocer en profundidad a los animales.

La teoría del refuerzo positivo se basa también en la comida como el refuerzo principal, utilizando a la vez elogios, caricias, juegos y otros refuerzos que asimismo les han estado condicionadas previamente y que premian al animal. Para esta modificación de conducta, se requieren que el animal haga un determinado comportamiento aprendido cuando el entrenador le dé la señal para hacerlo. El animal lo hace por que la consecución de dicho comportamiento conlleva algo positivo para él. Suele acondicionarse el estímulo a través de un puente ("bridge") que es un silbato (o ultrasonidos, clickers o un gesto del entrenador) y que hace de puente entre el comportamiento correcto y el "refuerzo condicionado".

Otro método utilizado implica un refuerzo aleatorio. Este método crea mucha angustia al animal y según algunos expertos podría asimilarse a la adicción a máquinas tragaperras.

El uso de la violencia física contra los animales, aunque no generalizado, también se da en algunos centros. Existe evidencia de entrenadores que saltan agresivamente sobre los animales, les lanzan objetos e incluso les propinan golpes. En otras ocasiones se ha observado a los entrenadores golpear a los animales en los melones –el delicado órgano que utilizan para la ecolocalización.

El hecho de ser obligados reiteradamente a saltar fuera del agua sobre superficies duras también puede afectarles físicamente ya que sus cuerpos no están adaptados a los efectos de la gravedad. Se conoce al menos un caso de una orca que dio a luz a una cría deforme por ser forzada a salir del agua durante el espectáculo -la cría murió poco después.

El horario "laboral" de delfines y orcas en cautividad es a menudo extenuante. En ciertos centros, algunos animales pueden llegar a actuar en hasta 7 espectáculos diarios (de una media de 25-30 minutos de duración). Incluso algunos centros ofrecen espectáculos nocturnos que pueden durar hasta las 11 de la noche.

Interacciones:

Además de los espectáculos, otras de las actividades más frecuente con los delfines son las sesiones de fotografías con visitantes, nadar con personas, visitas privadas de escuelas, sesiones de 'sé entrenador por un día' etc. A lo que hay que añadir los ejercicios médicos que se realizan con ellos para tratarles los dientes dañados, extracciones de semen, análisis de sangre, endoscopias, y las sesiones de entrenamiento.

Menos conocidas son las inmersiones con delfines, practicar bodyboard empujado por delfines, observar a un delfín pintando un cuadro o poder verles mientras te tiras por un tobogán que atraviesa su piscina.

Más de la mitad de los delfinarios de la UE permiten el contacto directo entre los miembros del público y los animales y al menos 30 centros del Caribe ofrecen actividades de nadar con delfines.

Muchas empresas de cruceros están estrechamente asociadas o incluso son propietarias de los delfinarios a los que invitan a asistir a los turistas.

Para los animales, estos programas presentan un factor estresante adicional a los que ya sufren por la cautividad, pero también existen graves riesgos para las personas. Muchas personas han sufrido mordeduras, moratones, cortes, marcas de rastrillado de los dientes de los delfines o han entrado en estado de shock al ser agredidos por ellos. Otros daños físicos pueden ser más graves y necesitar incluso la hospitalización como desgarros musculares, órganos dañados, heridas internas, heridas abiertas y huesos rotos.

Los delfines son mamíferos marinos salvajes con sus propias pautas de comportamientos y normas sociales, juegan y cortejan de forma distinta a los humanos y en muchos casos estas actividades, aunque normales para los delfines, son acciones potencialmente peligrosas para los humanos. Son animales fuertes (con su gran tamaño y peso su fuerza es hasta 7 veces superior a la de un atleta humano), temperamentales y –al ser salvajes- impredecibles. Normalmente se utilizan para estas actividades a hembras jóvenes ya que su comportamiento es más manejable y los machos son más propensos a mostrar a comportamientos agresivos y sexuales bajo ciertas condiciones y en ciertas épocas del año.

De igual forma, si se llega a sufrir de alguna agresión por parte del animal hacia la persona, es muy común que se le haga creer al atacado que era su culpa, tratando de evitar cualquier denuncia: En el caso de haberse llegado a una instancia legal, termina resolviendose con un acuerdo fuera del contexto de juicio, ofreciéndole la empresa, una suma de dinero considerable al demandante para evitar mayores conflictos.

Existe también un riesgo potencial de transmisión de enfermedades (agentes zoonóticos) entre los humanos y los delfines. Se cree que se pueden contagiar infecciones bacterianas o virales, como las respiratorias, de hombres a delfines y viceversa. Muchas enfermedades pueden penetrar por los cortes, irritaciones, y, sobretodo, mordeduras.

Los participantes de estos programas no son informados de los riegos que éstos pueden sufrir al interactuar con los animales. De hecho, en muchos casos, deben firmar un documento que exime de responsabilidades al centro y a las administraciones de cualquier denuncia sobre lo que pueda ocurrir durante el encuentro.

Terapia asistida con Delfines:

 Los centros encargados de estas interacciones exageran los beneficios de interactuar con delfines. Personas en busca de ayuda son injustamente inducidas a la delfinoterapia como una especie de "cura milagrosa" que a menudo lleva a una profunda decepción y a un gasto considerable de dinero. También se ofrecen interacciones supuestamente terapéuticas para embarazadas.

Reconocidos científicos, biólogos, entrenadores de delfines, médicos, fisioterapeutas y psicoterapeutas han manifestado su preocupación por los riesgos que conlleva este método tan poco convencional.

Según los responsables de estos centros, estas terapias consiguen un estado de concentración más largo, una relajación total para hacer fisioterapia, eleva las endorfinas y mejora el sueño. Sin embargo, no existen estudios científicos válidos que demuestren que la terapia con delfines tenga un mayor efecto terapéutico en los humanos que los animales domésticos (como perros, gatos y caballos) o de granja –animales acostumbrados a la presencia humana. Los animales domésticos también han sido utilizados como parte de programas de terapia supervisados con iguales, o mejores, resultados para ofrecer refuerzos positivos y aumentar la autoestima de niños con discapacidades.

Los movimientos y reacciones de una persona discapacitada son impredecibles. Si un animal recibe un golpe voluntaria o involuntariamente, su respuesta puede ser una agresión inmediata o una evasión brusca y peligrosa. Así pues también existe un riesgo para las personas que participan de estas actividades.

Betsy Smith, una de las pioneras de la delfinoterapia, con los años llegó a la conclusión de que el bienestar tanto físico como psicológico de los delfines resultaba gravemente afectado en cautividad y que los centros que ofrecen esta actividad estaban orientados totalmente hacia el negocio a costa de su explotación. Concluyó que un niño "pasándolo bien" no era equivalente a una terapia.

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