22
Miro la dirección con detalle y grabó en su mente cada una de las calles que cruzaba mientras estaba dentro de aquella patrulla, estacionaron cerca de una enorme residencia, parecía una mansión, se parecía a su antigua casa, la que había dejado hacia casi diez años y que jamás había vuelto a pisar. Agradeció al señor y a su hija por traerlo, fueron tan amables, otro policía dejo su auto estacionado y ellos se fueron. Se quedo frente a esa casa, suspiro antes de tocar el timbre varias camionetas de color negro estacionaron y un montón de gente uniformada bajo de las camionetas con muchos equipos al parecer de un hospital, ¿Qué diablos estaba pasando?
—Ehh... — Jalo la camiseta de un hombre. —¿Esta es la residencia Kujo?
—Lo es ahora le pido que se retiré, es operación secreta de la fundación Speedwagon. — Esa fundación de alto prestigio en esa casa, donde probablemente obtenga respuestas de su hija, ¿Y le están impidiendo saber?
—¡No!, ¡Es solo que...!, Mi hija, Amai... — Rebuscó en el bolsillo de su pantalón y saco una foto arrugada donde estaba su pequeña sonriendo mientras encendía un cigarrillo, se la tomo desprevenida, no aceptaba que fumará y esperaba que entendiera que pronto debería dejarlo. — Es ella y me dijeron que podría saber más de ella aquí y...
—Por Dios, ¿Usted es el padre de la señorita Amai? — Levanto su mirada, su corazón latió con fuerza emocionado. —Quiero decirle que tiene a la hija más valiente que cualquier padre desearía tener. — Bien, estaba confundido. — Oh por Dios, le llamaré al jefe. — Poco después lo hicieron pasar al domicilio, mejor dijo lo arrastraron dentro del domicilio mientras hablaban de un tal director y que su hija era una heroína.
—¡¿Qué es todo este ruido?! — Miro a la mujer, canosa y de ojos azules, estaba enojada, solo se encogió en su lugar atemorizado, si no fuera porque todos tenían uniforme de la compañía el no destacaría. Le dio una mirada filosa, ¿Por qué él?
—Señora Joestar, él es el padre de Amai, es una de los que acompañan a su marido para derrotar a DIO. — Suzie Q apenas se había enterado de DIO, de su regreso, por eso su hija estaba tan mal, incluso su nieto, su querido nieto peleaba por su madre, acompaño de demás personas, había obligado a la fundación a que le dijeran todo con su capacidad de hacerse amiga de quien se le cruzara enfrente. Ichiro se levantó e hizo una reverencia hacia la imponente mujer que tenía enfrente, parecía un niño de primaria, asustado y sin saber que hacer.
—¿Padre de la niña...? — Más tranquila se presentó, y comenzó a charlar con él. —Te estas preguntando si... ¿Ella está bien? — Poco después comenzó a relatar lo que estaba sucediendo, lo que le pasaba a su hija Holly y del porque ahora debían tener fe. —Entonces, mi nieto, mi esposo, sus amigos y su hija... Van a salvar a muchas personas de ese idiota. Es un viaje peligroso, pero son los únicos que pueden hacerlo. — Para ese entonces ya no procesaba información, frente a ellos estaba Holly, quien dormía, su respiración era agitada y parecía empeorar a cada segundo.
—Esa tonta... — Murmuró. — Después de tanto tiempo sigue metiéndose en problemas. Debo deducir que Noriaki también se encuentra con ellos... — Los de la fundación asintieron, ¿Qué no deberían estar haciendo su trabajo? — Llamaré a sus padres, cuando salgan de esta... Nosotros nos encargaremos de asesinarlos. — Suzie Q soltó una risotada. — Joestar—san, ¿Por qué solo ellos pueden derrotar a ese... DIO? — Suzie Q, desde hacía 50 años sabía que su esposo jamás iba a pasar situaciones medianamente normales, desde que acepto ese trabajo en su natal Italia con Lisa Lisa todo se volvió extraño, aunque estos últimos cincuenta años fue de lo más pacífico y ella nunca habia hecho nada útil por así decirlo en todo ese embrollo extraño que la familia Joestar estaba metido desde hacía más de ciento veinte años ahora mismo estaba más que involucrada a lo que información se requiere. Miro a Ichiro y negó. —No lo sé, son especiales. —Ichiro no pregunto nada más y comenzó a disfrutar del silencio, aunque fueran solo segundos.
—Supongo que... Al menos sé que no le está pasando algo peor... Aunque sinceramente tengo ganas de llorar ahora, llamarla por teléfono y decirle que más le vale volver porque si no quemare todas las revistas para adultos bajo su cama. —Suzie Q no dejó su sonrisa de lado en ningún momento, se preguntaba qué tipo de relación tenía con su hija, además de que él se miraba muy joven, demasiado joven, ni una sola arruga se asomaba por su cara, incluso más que su pequeña Holly.
—No podemos llamarlos ahora, apenas si yo pude llamarlos, además la fundación no me quiere decir donde están ahora concretamente, pero cuando regresen, tú mismo destruirás esas revistas en su cara. —La mujer mayor sonreía, las lágrimas finalmente se le escaparon a Ichiro.
...
—¡Oye Polnareff!, ¿Por qué te tardas tanto? —Grité, todos regresamos a ver del por qué ese maldito francés se tardaba tanto, giré en la esquina mirándolo recargado en la pared. —Tonto, ¿Qué diablos haces ahí? Maldita tortuga paranoica. —Me acerque a él molesta, tenía una estúpida sonrisa clavada en el rostro, acababa de volver a mi edad normal, es obvio que estoy molesta.
—¡No te acerques! ¡Estaba...! ¡Estaba orinando! —Hice una cara de asco, Polnareff comenzó a hacer cosas raras con su lengua.
—Oye, Pol, ¿Te encuentras bien...? —Pol, así le decía ahora, y me ahorraba micro segundos de tiempo el decir su nombre completo. —¿Por qué pones esa cara? —Como única mujer del grupo y al parecer la única que se preocupaba por el estado físico de todos como una madre me acerque a Pol sin importarme que hubiera orina o algo.
—¡No te acerques!, ¡Ya te dije que orine aquí! —Continúo haciendo esas ceñas extrañas con su lengua, torcía sus ojos.
—¿Qué?, ¿Hay alguien detrás de ti? —Dijo Avdol, entonces Polnareff estornudo y lo jale hacia mí. —¡Ese es...! —Hol Horse salió de su escondite para después caer en lo que parecían unos jarrones llenos de aceite, mi stand salió a relucir lista para el ataque, ahora si lo asesinaría por matarme del susto aquella vez con Avdol. Antes de poder patearle su trasero a ese rubiecito una camioneta se estrelló contra nosotros, por suerte el señor Joestar me agarro y me jaló, pero no evito que muchos escombros me golpearan y me cubrieran, dormité unos segundos por el shock, mi visión era de lo más borrosa y carmesí, solo podía ver destellos de luz entrar de entre los escombros, genial, apenas me recupero del ataque de un stand enemigo, viene otro, Amai, no te duermas o te vas a morir. No sentía dolor alguno pero sabía que los líquidos de mi cerebro se encargan de eso y me darían una muerte placentera... Bueno no moriría, la camioneta no me aplasto y seguía aturdida, las heridas y raspones comenzaron a arderme, la sangre se secaba pero seguía fluyendo, con la fuerza de mil gatitos pandilleros me saque unos cuantos escombros de encima, había uno grande que tenía mis piernas atascadas, mire a mi alrededor, aunque Bravery Voice podía romperla, su grito podía afectarme a mí de otras maneras, el sonido era peligroso a más de ciento veinte decibelios y el impacto de la onda podrían afectar mi sistema nervioso y no me quiero quedar paralitica, bien; no sentía las piernas.
Los chicos seguían también en un shock corto, seguían heridos, a mi lado había un tubo, parecía ser muy fuerte, estaba algo mojado, pero aun así lo tome, lo puse sobre una piedra más pequeña para hacer palanca entre el enorme escombro que obstruía mis piernas, las saque como pude y me arrastre en el suelo para caer rendida.
—Cuando... Cuando acabemos con DIO los asesinaré a todos. —Suspire mientras me levantaba del suelo, las piernas me temblaban, estaban sensibles por el golpe, el señor Joestar y Avdol se levantaron, me recargue en este último aferrándome a sus prendas. —De verdad necesitamos un respiro... —Los demás se levantaron, el agua sucia comenzó a salir de la cañería, Hol Horse no aparecía por ningún lado, el bastardo había escapado.
—Aléjate de la cañería, corres peligro ahí, Jotaro. —Limpio de su cara el agua sucia. —Bien, vámonos... —Avdol, ¿No estás viendo que llevo todo el rato colgada de ti? Intenté caminar como pude, pero las piernas no me respondían adecuadamente así que me atrasaba al seguirlos, al final Joseph observo mi lamentable estado de tullida y se apiado de mí, me cargo de caballito mientras a mis piernas se les pasaba el trauma y descansaran más.
—Perdón por ser una carga... Creo que estoy demasiado obesa, ¿No le molesta, señor Joestar? —Pudo haberme cargado Avdol, o incluso Jotaro pero conociendo a este último y sabiendo que Avdol apenas se había recuperado hace poco de su accidente prefería no molestarlos, en cambio Polnareff solo caminaba como si nada.
—Para nada Amai, ¿Tus piernas ya están mejor? —Bueno a decir verdad ya podía sentirlas, y no estaban duras como hacia minutos atrás, finalmente me dejo en los escalones, habíamos llegado a una plaza desconocida para mí.
—Eso creo. —Seguían dormitadas, ese horrible hormigueo parecido a unas cosquillas infernales me decía que la sangre estaba ya fluyendo con normalidad. —Bien, ¿Qué esperamos?, ¿Un camión de helado? Porque si es así quiero uno de vainilla.
—Esperamos a alguien que puede decirnos sobre la mansión de DIO. —Nuevamente escalofríos, odiaba ese nombre a como dé lugar, cada segundo que pasaba estaba más y más cerca de aquel monstruo. Miré a Avdol atentamente ya que era quien hablaba. —Dijo que conseguiría la información en menos de tres horas, y ya sabes, tu estabas aun como una niña y en mal estado así que cuando le pedimos ese favor fue ayer, ya debería tener la información ahora. Solo que, no lo veo por ningún lado.
—Tampoco veo a Iggy. —Tomos miramos a Polnareff, podrían llevarse mal, pero él lo quería mucho, al igual que yo, a veces robábamos dulces y eso.
Debe estar por ahí molestando a la gente, ya sabes que se pierde. —Simplemente todos nos quedamos en silencio, después de esperar dos horas por aquel conocido de Avdol jamás apareció, así que comenzamos a caminar para no perder el tiempo y solo tal vez nos encontraríamos de casualidad aquella mansión. El sol estaba en lo más alto del cielo, por lo que, hacia un fatal calor, finalmente atardeció y regresamos al hotel, esta vez Iggy me preocupaba.
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