Capítulo 8. Carpintero tímido
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
—¡Gané!
—¡Tramposa!
Paulie estaba en la casa de Yumel porque la chica lo invitó para que estuvieran haciendo algo juntos. Estaba jugando a un juego de peleas en la Playstation 4. Paulie no tenía tanta experiencia en estas cosas.
—A veces se gana y a veces se pierde —dijo, sacando la lengua.
Paulie chasqueó la lengua no queriendo discutir con Yumel. Él dejó el mando a un lado del sofá y la chica se dio cuenta de ello. Frunció el ceño dándose cuenta que era una persona aburrida. Una sonrisa juguetona surcó los labios de Yumel y se acercó con cierta peligrosidad a Paulie.
—¿Pensabas que íbamos a follar?
El pelirrubio se puso rojo cual tomate cuando escuchó eso. Luego miró con mucha rabia a la chica para echarle la bronca.
—¡No soy como tu amiga o como Lucci! —le gritó.
—Oh, ¿de verdad? Es que te noto aburrido —confesó con un puchero en los labios—. ¿O acaso no te atreves a follar conmigo?
—¡Deja de decir esas cosas que me dará un paro cardíaco!
—¡Oh, pero que vergonzoso! —rio con dulzura Yumel. Esto de molestarlo, le gustaba demasiado—. Entonces significa que nunca has tenido relaciones sexuales. Vas a morirte siendo virgen.
—¡Yo no soy…!
—¡Virgen! ¡Virgen! ¡Virgen!
—¡Cállate! ¡Tú no tienes pinta de haberte leído el kamasutra!
Yumel se calló al escuchar eso. Paulie se dio cuenta de lo que dijo. Deseaba que la tierra lo tragase en ese instante. Las mejillas de la chica se tornaron rosas imaginándose las posibilidades de tener relaciones sexuales con él en diferentes posturas. Mira que no era una pervertida porque tenía otras cosas que hacer, sin embargo, como cualquier mujer, necesitaba a un hombre que le satisficiera.
Aunque se estaban conociendo, a Paulie le empezaba a gustar porque era un hombre bastante interesante y llamativo para Yumel. Ella volvió a acercarse de manera insinuosa y Paulie se dio cuenta de ello que se echó hacia atrás del sofá quedándose atrapado porque Yumel se colocó encima de él. El corazón del pelirrubio se le iba a salir.
—¿No quieres… intentarlo conmigo? —preguntó con cierta timidez.
—Este… yo… —se quebraba su voz.
—¿Qué posición te gusta más?
—Y-Yumel…
La chica portaba una camisa, así que empezó a desabotonar uno a uno ante la atenta mirada de Paulie, sin embargo, como bien todos sabemos, él la detuvo a tiempo antes de que enseñara su escote.
—¡¿Qué crees que estás haciendo?!
—¡Quitarme la ropa!
—¡No enseñes de más, mujer! —exclamó.
—¡¿Y cómo quieres que lo hagamos?! ¡Con la ropa no podemos! —le reprimió.
—¡Nadie te ha dicho que acepté a follar contigo!
Esto iba a ser difícil. Este hombre era demasiado complicado y vergonzoso en todos los sentidos del mundo. Cómo le gustaría darle una cachetada para que espabilase un rato. Paulie mantenía los ojos apartados porque no quería ver más.
—¿De verdad que no quieres? —preguntó un poco coqueta.
Paulie no respondió. Él prefirió estar callado porque si abría la boca era posible que esta chica lo molestase. La cabeza de Yumel estaba trabajando para conseguir su intención. La consciencia angelical en forma de Len le estaba diciendo que dejase tranquilo al muchacho, sin embargo, la parte malvada en forma de Golzy le susurraba que amarrase las muñecas del hombre y jugase con él.
Yumel se desabrochó el cinturón con mucha rapidez antes de que Paulie reaccionara y no pudiera hacer nada. Él tomó sus muñecas y las amarró. El pelirrubio estaba confuso y rojo no entendiendo muy bien lo que estaba haciendo.
—¡Mujer, suéltame!
—¡No! —alzó la voz—. ¡Ya es hora de que dejes el miedo a un lado!
Paulie usó la fuerza de su cuerpo para levantarse, pero las piernas de Yumel se lo estaban impidiendo. Joder, mira que la chica no tenía aspecto de ser fuerte. El chico iba a reclamar y no fue así porque los labios de Yumel se estamparon con los suyos. Él estaba más rojo aún no creyendo lo que estaba pasando.
Ella se separó un poco para ver la reacción de Paulie. Los dos estaban sonrojados. Yumel no evitó esbozar una pequeña sonrisa porque él no la rechazó. Volvió a besarlo una y otra vez. Eran besos suaves y dulces para no asustar al hombre. En la mente de Paulie sucedían muchas cosas. Todas las perversiones que podría hacer con Yumel.
Un gemido se le escapó a la chica al notar algo duro entre sus piernas. Esto tiene que ser la hombría de Paulie que había despertado un poco. Yumel rio por lo bajito estando tranquila que él no es una estatua viviente. Poco a poco ella iba bajando para estar en las piernas de Paulie.
—E-Espera…
—La diablilla de Golzy me está susurrando a que hagas cosas malas contigo —confesó.
—¡N-No hagas caso a la ninfómana! —gritó. Vio como Yumel iba quitando su cinturón y bajando su cremallera—. Y-Yumel…
La chica de cabellos platinos se asombró al verlo. Aún no estaba erecto del todo. Ella lo tomó con su mano y lo iba estimulando lentamente notando como Paulie empezaba a dar pequeños temblores. Él apretó los labios no queriendo estimular ningún tipo de sonido. No obstante, se le escapó uno cuando Yumel se atrevió con la otra mano a estimular sus testículos.
Poco a poco esa zona genital fue tomando más forma. La perversión de Yumel estaba volando mucho. Con atrevimiento y maldad lamió el inicio del tronco hasta llegar a su glande retirando una gota pre-seminal. Ese acto causó que Paulie soltara otro gemido y mirase a otro lado con mucha vergüenza. Yumel se atrevió a meter aquella cosa en su boca para realizar una felación. Movimientos lentos y concisos de arriba a abajo.
El pelirrubio volvió a centrar la mirada en ella. ¿Cómo era posible que esa chica friki estuviera chupando su hombría? Los negros de Yumel se quedaron clavados en los suyos. Una imagen hermosa y linda. La chica notó cómo el pene de él crecía en su boca. Era increíble. Hasta se preguntaba cómo era posible eso.
—Vaya, no pensé que fueras un verdadero pervertido, Paulie —comentó con una sonrisa socarrona para luego besar repetidas veces la punta.
—C-Cómo sigas así… yo…
—¿Te vas a correr? —preguntó, viendo las venas marcadas de su pene bombear mucha sangre—. Tienes permiso para correrte —dijo continuando con el labor de lamer alrededor de su glande—. ¿No quieres darme tu leche?
—Y-Yumel… te sugiero que no… hagas esos comentarios. —Se estaba quedando sin voz.
—En las películas porno hentai lo dicen y hace efecto.
—¡¿Y qué haces tú viendo esas mierdas?!
—Yo soy mujer y también tengo ciertas necesidades —confesó Yumel—. ¿O acaso nunca te entra curiosidad?
Paulie se estaba muriendo de vergüenza. No podía creer que tuviera enfrente a una chica loca y perversa en el fondo. Yumel se dio cuenta que el pene de Paulie se iba flaqueando. ¡No! ¡Estaba yendo bien! Por instinto, se quitó los pantalones y sus bragas apresuradamente, y fue rebuscando en los bolsillos de Paulie hasta encontrar un preservativo.
—Ah, esto es una prueba que querías follar conmigo de verdad —rio para molestarlo.
Paulie no prefirió comentar. Sí, lo admitía, lo tenía todo listo en caso de tener relaciones sexuales por el consejo que siempre les daba Lucci porque uno nunca sabe que sucederá. Él tenía pocas esperanzas de que sucediera. ¡Y está sucediendo!
Yumel rompió el preservativo con mucho cuidado para no romper el condón e iba colocándolo. Luego de eso se iba posicionando para estar en la postura de la vaquera. Esa posición sexual la conocía perfectamente. Ella iba bajando poco a poco notando la envergadura de su pene profanar su entrada. Oh, parece que volvió a tomar forma.
Yumel inició el pequeño vaivén, mientras ella se desabotonaba los botones de su camisa porque ya estaba notando el calor invadir su ser. Paulie estaba con la boca abierta, anonadado por lo que estaba ocurriendo. Él tragó saliva queriendo ver más allá, es decir, ver sus pechos al descubierto que estaban bailando. Aunque sus muñecas estuvieran amarradas, no era un impedimento para él en tomar uno y amasar con ambas manos. Con sus dedos pellizcaba o estimulaba su pezón por encima de su sostén.
La chica respondió con gemidos lascivos y con movimientos un poco más rápidos que antes. Aquel pene estaba tocando todos sus puntos sensibles, incluso tocaba su cérvix. Era perfecto. Yumel se estaba volviendo loca queriendo más de él. También le gustaba el hecho de que Paulie decidió participar también. Se le escapó un gemido porque él se sentó y le subió el sujetador teniendo la oportunidad de llevarse un pecho a la boca.
—¡C-Chúpalo fuerte! ¡S-Sin miedo! —le suplicó Yumel agarrando su cabeza para que no lo apartara.
Él obedeció, pero controlando su fuerza porque tampoco quería dejar ningún tipo de marca. Esta chica lo estaba volviendo loco en todos los sentidos del mundo. Yumel se desabrochó el sostén para que tuviera mejor acceso a sus pechos. Estaba completamente desnuda. Una bella imagen que no olvidará el hombre.
—Si me desatas, te mostraré cual es mi posición favorita —dijo Paulie.
Palabras mágicas. Yumel no tardó mucho en quitar el cinturón. Paulie se sintió libre, pero no estaba ahí para gritar al cielo por ello. Agarró a la chica con los brazos sin que la penetración se interrumpiera y fue directo hacia la cocina para dejarla en la encimera. Ahora era él quien tomaba el control del vaivén.
Yumel echaba el cuerpo hacia atrás con mucho gusto queriendo recibir más y más de él. Estaba en el paraíso completamente. La chica le quitó la camisa porque ya él estaba empezando a sudar y luego besarlo con mucho furor y pasión. Las embestidas se estaban volviendo más profundas que antes. Paulie agarró las piernas de la muchacha para separarlos aún más estando al límite de su flexibilidad. Se excitó tanto porque vio a Yumel a masturbar su clítoris. Una bella imagen para sus ojos.
—¡P-Paulie, me voy a correr! —anunció.
—¡Y-Yo también!
—¡C-Corrámonos juntos! ¡Dame tu leche, por favor!
—¡Joder, Yumel!
Los dos no resistieron más y se entregaron al clímax al mismo tiempo. Los jadeos se hicieron presentes en la cocina. Paulie apoyó su frente en el hombro de Yumel para recuperar el aliento. Entonces escuchó reír a Yumel.
—Ahora sé la manera de incitarte a tener sexo.
—¡Cállate!
🧠💪🧠💪
Crocodile estaba dando un paseo agradable por la ciudad de Grand Line. Su guardaespaldas, Daz Bones, lo estaba acompañando. Cuando quedaba con sus amigos pues le pedía que se quedara en la limusina. Ese hombre los conocía perfectamente, así que no tenía ningún tipo de problema. ¿Y qué hacía andando por la gran ciudad? Un motivo en concreto: comprar joyas.
El moreno de la cicatriz siempre pensó que la única manera de cortejar a una mujer es comprar alguna bisutería. Eso lo hará con Nerddy Bibianne. Esa chica le gustaba demasiado por ser inteligente y hermosa. Esos ojos rosas siempre estaban vivos llenos de energía, queriendo investigar y crear más.
La cuestión era qué comprar. ¿Un collar? Sería demasiado. ¿Un anillo? Cualquiera pensará que estaban comprometidos y todavía es pronto. ¿Unos pendientes? Es una posible opción. Esto lo hace para dar el paso de pedir a Bibianne que sea su pareja. Un ramo de flores funcionaría, sin embargo, él quería cambiar ese hábito.
Él entró en la joyería. Él era un cliente habitual de este sitio. El joyero conocía muy bien los gustos de Crocodile. El moreno echó un vistazo a las vitrinas. Son muy llamativas. Tal vez unas de perlas puede ser suficiente.
—Está bastante caro. ¿No tiene otra opción?
El cuerpo de Crocodile se tensó al escuchar la voz de Bibianne. Su cabeza giró un poco para encontrar a la chica con el otro joyero. Ella estaba en la parte de los anillos para hombres. Eso dejó a cuadros a Crocodile. No estaba entendiendo. Que él supiera, ella no suele entrar a estos sitios. No. Solamente significaba una cosa. ¡Tiene un novio!
Esa idea no le gustaba para nada a Crocodile. Saber que Bibianne tenía pareja lo estaba matando demasiado. O tal vez estuviera comprando un regalo para su padre o su abuelo. Crocodile sacudió la cabeza con mucha fuerza quitándose esa imagen en la cabeza. Entonces tomó la decisión de unos pendientes de perlas que eran super bonitas.
—¿Crocodile-san?
Bibianne lo llamó, dándose cuenta de quién era. Él se giró para no ser descortés.
—Hola, Bibianne. Raro verte por aquí.
—Bueno, hoy hice la excepción.
Ambos se fijaron en los objetos. Unos pendientes y un anillo. Ya los dos empezaron a indagar. Bibianne pensaba que ya Crocodile encontró a una chica de interés. Es normal porque él era atractivo y no le interesaría estar con ella.
—¿Va a alguna parte luego? —preguntó, mientras estaba pagando.
—Volveré a mi casa para ver alguna película —respondió. Ella también está pagando.
—¿Quieres que te alcance?
—No se preocupe, no me importa coger un bus.
Ambos decidieron salir al mismo tiempo. Bones se sorprendió al ver a Bibianne, así que inclinó la cabeza porque le tenía mucho respeto.
—Espero que tenga un buen día, Crocodile-san. —Bibianne hizo una pequeña reverencia y se fue retirando.
—Un momento —la detuvo. Él estiró el brazo mostrando la caja de los pendientes—. No voy a demorar mucho, así que esto es para ti.
Eso sorprendió mucho a Bibianne.
—¿Para mí? —Crocodile asintió—. ¿Esto no es para otra persona?
—Lo compré para ti porque te quería pedir si quisieras salir conmigo.
—... ¡Usted es mi jefe! —chilló sin quererlo porque su corazón estaba latiendo a mil.
—No me importa —dijo—. Tú me gustas y eso no lo puedo negar, pero puedo entender que tú no quieras.
Bibianne estaba dudando en aceptar el regalo, sin embargo, se sentía halaga que ese hombre que tanto le gustara, sintiera lo mismo. Entonces ella extendió su brazo para mostrar la caja que contenía el anillo. Crocodile abrió los ojos con sorpresa. ¿Eso significaba que…?
—U-Usted también me gusta y acepto salir con usted —lo dijo de forma educada—. Este anillo es un regalo para usted.
Un alivio en su ser sintió Crocodile. Él esbozó una pequeña sonrisa.
—Entonces iniciaremos la relación hoy.
🧠💪🧠💪
—S-Smoker, por favor, ¿puedes esperarme fuera?
—¿Por qué?
—M-Me está poniendo nerviosa tu mirada.
Smoker estaba en el restaurante sentado en la barra, mientras observaba a Rose casi terminando en su trabajo. Hoy era su día libre y no tenía nada que hacer, salvo visitar a la chica que tanto le gustaba demasiado. De momento, no se atrevió a revelar sus sentimientos porque veía que todavía no era necesario. Dejará que el tiempo decida.
—Ya te dije que no puedo salir contigo porque quedé después con Amélie. Le hice la promesa de acompañarla al Jardín Botánico de Grand Line.
—¿No quieres que vaya contigo?
—¡Smoker! —le riñó.
—Solo es una sugerencia —dijo él con los ojos rodando.
—Amélie quiere que vayamos las dos. Ni siquiera le pidió a ese muchacho… ¿cómo se llama?
—¿Cracker? Y luego dicen de mí —susurró bajito.
—¿Qué dijiste?
—¡Nada!
—A mí me gustaría quedar contigo, pero hice una promesa. —Rose se aproximó para tomar sus manos que estaban apoyadas en la barra—. Seguramente me estará esperando afuera y no quiero tardar.
Los ojos miel de Smoker se quedaron fijos en las manos de Rose. Ella se dio cuenta de ello y tuvo que apartar con rapidez con mucha vergüenza. Ese acto era tierno y eso demostraba muchas cosas. Cariño, afecto, necesidad… Smoker asintió, dejando que la muchacha se marchara para que Amélie no le echara la bronca.
Sí, la chica con síndrome de Asperger estaba afuera con la mirada fija en un árbol porque vio a un pajarito creando un nido de ramas. «Va a poner huevos», pensó la muchacha. Luego llegó su pareja y empezaron a restregar su cabeza de forma mimosa. Una imagen se creó. Cracker y ella en un banco, mientras el muchacho le daba mimos y ronroneaba cerca de su oído.
—Amélie, ¿estás bien?
La voz de Rose causó que la chica dejase de pensar en eso.
—Estás roja cual tomate.
—... ¿Cracker y yo seremos como los pajaritos? —preguntó sin apartar la mirada en la copa del árbol.
—Si la relación sigue fluyendo de esa manera, es posible.
—¿Rose quiere a Smoker?
Ahora la chica chubby se sonrojó de golpe ante aquella pregunta. No negaba que le gustaba demasiado ese comisario y aún se creaban dudas de saber si él sentía lo mismo.
—Vamos al jardín —propuso.
Amélie asintió con mucha alegría para caminar apresuradamente hacia el lugar. Rose esbozó una pequeña sonrisa porque ya conocía esos impulsos. El sitio no estaba lejos de su posición, solamente debían caminar unos cuantos minutos. El jardín se encontraba en el centro de la gran ciudad. Rose no apartaba la vista en Amélie porque no quería perderla. A saber qué sucedería en ese caso. Seguramente la morena se asustará y permanecerá quieta en su sitio. Eso sería lo más inteligente.
La entrada del jardín es gratis para todo el público, salvo que quieras consumir dentro porque hay pequeñas cafeterías. Amélie se tomaba su tiempo en observar detenidamente todo tipo de plantas que existían y Rose se dedicaba a leer los carteles. La verdad que no tenía tanto conocimiento como su amiga. Sus ojos se fijaron en las rosas porque representaban su nombre. Sus mejillas se tornaron rojas imaginándose a Smoker regalando un ramo de flores de ese tipo. La peli-cobrizo dudaba que él sea tan detallista.
—Son hermosas, ¿verdad?
Un comentario la sobresaltó. Rose miró hacia su derecha encontrándose a un chico pelirrubio con forma de piña, mirada cansada y una gafas. Uno pensaría que es alguien atractivo.
—Sí que lo son.
—Tienen un significado importante en cuanto al amor. Quién le regaló un ramo de rosas, es una declaración.
—Parece que tiene cierto conocimiento, señor…
—Marco —dijo—, ese es mi nombre. ¿Y el suyo?
—Rose.
—Oh, un nombre muy apropiado —rio con suavidad—. Pues estas flores la representan perfectamente.
—¿Por qué piensa eso? —preguntó.
—Porque es bonita.
La cara de Rose se puso roja. No pensó que ese hombre dijera tal cosa. Su corazón estaba latiendo con un poco de fuerza. No. Ella debe mantenerse firme porque la única persona que le gustaba era Smoker.
—Me distraigo un momento y ya te veo ligar con alguien.
Otra voz apareció. Marco se hizo a un lado para ver al responsable. Rose se sorprendió al ver un chico de cabello moreno y largo, ojos marrones con una cicatriz pequeña en el ojo derecho y su rostro estaba maquillado. Otro chico atractivo.
—¿No tengo derecho, Izou? —cuestionó.
—No es que tengas derecho, pero siempre haces lo mismo —contestó—. Mi nombre es Izou, señorita.
—Yo Rose, encantada —se presentó. No obstante, la ojiverde miró a su amiga a ver si se encontraba en el mismo sitio. Si no se ha movido—. Menos mal —suspiró.
—¿Vigilando a tu amiga?
—No me gustaría perderla de vista —se sinceró—. Amélie, llevas un buen rato mirando esas flores —habló la chica.
Amélie miró un momento hacia atrás, pero solo fue cuestión de segundos para centrarse. No obstante, fue suficiente para Izou porque se quedó impactado ante la belleza sin igual de esa muchacha. Ojos marrones chocolate que incitaban a seguir mirando. Él se aproximó, dejando a Marco con Rose. Este rio por lo bajo.
—Peonía, ¿eh? —susurró. Ese comentario captó la atención de Amélie—. Unas flores raras, curiosas, bellas y con un olor extravagante.
—Depende el tipo de peonía, pero este tiene uno de los olores más dulces que existe en la tierra —iba explicando Amélie.
—Como tú, ¿no?
Eso causó que Amélie desviara la mirada hacia el muchacho, pero no sin mirar su rostro.
—¿Yo soy bonita? ¿Por qué? Solo soy una chica rara con síndrome de Asperger.
—Eso no es limitación alguna para admirar la belleza de una dama —iba añadiendo. Sus dedos frágiles tomaron con cautela la flor para olerlo con sutileza—. Si tuviera ocasión, le regalaría todas las flores posibles.
—¡¿De verdad?!
Izou sonrió ampliamente viendo que la chica era demasiado dulce con sus reacciones. A Rose no le gustaba nada. Amélie no entendía las indirectas. Eso creará más confusión todavía. La peli-cobrizo debe estar atenta ante cualquier circunstancia porque estos chicos a lo mejor buscan alguna presa. Ella solamente tiene ojos para cierta persona y no lo cambiaría por nada en el mundo.
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