Capítulo 4. El paso de Smoker

Rose estaba trabajando tranquilamente. No estaba teniendo mucha clientela porque era lunes. Los fines de semana suele haber más movimiento. Mejor. Así no tendrá que aguantar los insultos o las miradas de las personas hacia ella. Ella reconocía que no tenía un cuerpo bonito. Intentaba todo lo posible en comer menos. Esos pasteles de chocolate la estaban llamando. No. Debe mantener una dieta a base de ensalada.

Lo peor de todo es que le gustaba Smoker. Ese comisario no salía de su cabeza. Era tan bueno con ella. Un hombre muy atractivo para sus ojos. Esos ojos color miel eran su perdición. Quería llorar en una esquina sabiendo perfectamente que no iba a tener oportunidad con él. Smoker tendría ojos para cualquier mujer, menos con ella. Pero a veces se preguntaba el comportamiento amable de él con ella. Probablemente porque le daba pena.

En el restaurante entró una chica de cabellos y ojos color miel, con unas gafas prominentes y vestía de una forma como si fuera una secretaria. Ella caminó en dirección a la barra donde estaba Rose y se sentó en una de las butacas. La peli-cobrizo reconoció a la muchacha.

—Hola, Tais —saludó.

—Hola, Rose —devolvió el saludo con tristeza.

—¿Pasó algo?

—Lo de siempre. Todos se burlan de ti por ser fea teniendo estos aparatos -—dijo, enseñando sus brackets.

—Yo estoy igual que tú por mi físico.

—Tú al menos eres bonita de cara.

—No es cierto...

Las dos eran consideradas las feas del grupo de sus amigas, aunque una de ellas las animaba a que no tuvieran esos pensamientos negativos. Una misión difícil para ambas.

—¿Te pongo lo de siempre? —preguntó, olvidando el tema.

—Esta vez ponme té negro. Necesito algo fuerte para empezar el día.

Minutos después entraron el resto de chicas que hemos visto con anterioridad y también se acercaron a la barra para saludar a sus dos amigos.

—¡Ey! ¡Gorda! ¡Fea!

—¡Gótica de mierda! ¡Te estás pasando un pelo! —le gritó Len con el ceño fruncido.

—Oh, vamos. Sabes perfectamente que lo digo con cariño.

—Mucho tiempo sin estar reunidas —comentó Menku con una sonrisa de oreja a oreja.

—¡Cierto! Ahora que Len y Amélie están en la ciudad, ¡podemos hacer muchas cosas juntas! —exclamó Yumel.

—Y la probabilidad de que Golzy queme una iglesia, es del 99'9% —dijo Bibianne colocándose las gafas.

—¡Oh, por Satanás! Me has alegrado el día.

Las ocho miembros del grupo son amigas desde la infancia. Siempre estuvieron comunicadas desde que Len y Amélie tuvieron que marcharse de la ciudad debido a circunstancias que sucedieron. Eso pasó hace unos cuantos años. Ninguna de las chicas ha cambiado, menos Tais porque recientemente le pusieron los brackets. Ellas decidieron ir a una mesa para estar más cómodas, mientras que Rose preparaba la comida.

—Aún estoy enfadada contigo, tsundere —alzó la voz Golzy—. Me estaba enrollando con ese tío y, lo más probable, es que hubiera tenido un buen sexo esa noche.

—¿Te conseguiste un ligue?

—Lo más probable es que Golzy hubiera encontrado un ligue Yumel es...

—¡Deja con tus cálculos de mierda, nerd! A nadie le interesa.

—No tuviste ningún tipo de respeto —la recrimina Len.

—Se ve que te llevas bien con ese hombre alto y fornido —añadió Menku.

—Es un vecino nuestro.

—Deberías follártelo.

—¡Golzy!

La única que no hacía caso a la conversación era Amélie. Sus ojos chocolate estaban fijos en la cocina esperando sus preciadas galletas de avena. En cuestión de minutos llegó Rose con una gran bandeja y empezó a repartir.

—Oye, Rose, ¿al final tuviste el valor de decirle a ese comisario de salir contigo? —cuestionó Yumel mirando a su amiga.

—No tengo esperanzas con él.

—¿Comisario? Me he perdido.

—Hay un hombre que suele venir aquí, no solo a comer, sino también a ver a Rose —informó Tais a Len—. Llevan así tres meses.

—Es que es demasiado atractivo e impone mucho —confesó la joven. Sus mejillas se tornaron rosas—, pero sé que no soy su tipo.

—Aquí huele a falta de sexo —dijo Golzy dando un sorbo a su té.

—Oh, y hablando del Rey de Roma.

Cuando Yumel pronunció esas palabras, Smoker hizo acto de aparición. El corazón de Rose se aceleró tanto al verlo entrar con esos cabellos un poco desordenados porque seguro se levantó con un mal humor de perros y dos puros en la boca que no estaban encendidos. Sin embargo, ese rostro duro cambió a uno pacífico y se peinó con la mano, mientras caminaba en dirección hacia Rose. La oji-verde se quedó quieta en su sitio no sabiendo perfectamente qué hacer. Huir sería la mejor opción.

—Buenos días, Rose.

—B-Buenos días, Smoker-san.

—¿Puedo hablar contigo un momento? A solas —recalcó eso último fijándose en las chicas de la mesa.

—¿Ni un hola das, querido Smoker? —preguntó de forma coqueta Golzy—. Me esperaba más de ti.

Él prefirió ignorar a la gótica. Solo tenía ojos y atención en Rose. La chica se fue directamente a la barra para dejar la bandeja y luego fue a un lado del restaurante con Smoker. Estaba nerviosa. No estaba segura que le dirá el hombre. Tal vez sea con un caso que tuvo con un cliente, como aquella vez. En cambio, el oji-miel empezó a sentirse un poco nervioso. Esta vez nadie se interpondrá entre él y ella. Un suspiro salió de sus labios dispuesto a hablar.

—Rose hace tiempo que he deseado pedirte esto, pero no encontré el modo correcto de hacerlo —explicó—. Siempre había interrupciones. Así que, esta vez, que pueda.

Rose estaba temiendo lo peor. No quería ser objeto de burla ante las palabras de Smoker. Estaba pensando en cosas negativas. Le dirá cosas feas hacia su persona. Solo quería cerrar los ojos y llorar en una esquina.

—Rose, ¿quieres salir conmigo?

Y los abrió de golpe ante tal sorpresa. ¿Escuchó bien?

—¿U-Una cita? —cuestionó, poniéndose colorada.

—No me hagas repetirlo que me ha costado —confesó él con la cabeza ladeada con total vergüenza.

—... S-Si quiero, Smoker-san.

—Sabía que no... Espera, ¡¿aceptaste?! —Ella asintió con cierta timidez—. Vaya, no me esperaba esa respuesta. -Se rascó la nuca—. ¿Te parece este fin de semana?

—S-Sí, me parece bien.

—Si quieres puedo recogerte aquí mismo en el restaurante.

Rose asintió nuevamente. No podía creer que Smoker, ese hombre que tanto le gustaba, le haya pedido salir. El comisario se marchó no sin antes pedir a Rose entregar unas rosquillas para pasar la mañana vigilando el lugar con el coche. Ya todo listo, ella volvió a la mesa con las chicas para ver si querían algo, no obstante, recibió algunas miradas y sonrisas de intriga. Se puso nerviosa.

—¿Qué tal fue? —preguntó Bibianne.

—M-Me invitó a salir este fin de semana.

—¡Vas a follar! —exclamó con alegría Golzy.

—Eres una bruta. —Una gota resbalaba por la sien de Menku.

—Pues es guapo, sí —comentó Len—. Y tú, deja de decir tonterías —dijo, refiriéndose a Golzy.

—Si te va a llevar al cine, tienes que ver Star Wars.

—No es una friki como tú.

—Me alegro de que te haya pedido cita, Rose. —Tais esbozó una pequeña sonrisa—. Ya te dije que tu cara es bonita.

¿Solo por eso o por algo más?

🧠💪🧠💪

—Dime que has arreglado esos asuntos.

—Sí, ya está.

Drake y Paulie estaban hablando tranquilamente, mientras hacían pesas. Sí, estaban en el gimnasio. Ellos dos se tomaron un descanso en sus trabajos, no obstante, el oji-azul tenía encendido la radio en caso de que lo necesitaran para alguna urgencia. Él también era policía, pero de menor rango que Smoker y los otros dos. En cambio, Paulie era el vicepresidente de la compañía de construcciones de barcos de Galley-La. No tenía problemas en salir, pero siempre se metía en líos con diferentes tipos.

—Deberías dejar de meterme en esos líos, Paulie. Algún día te matarán.

—Ya me llevé broncas de Iceburg y Crocodile —farfulló—. No hace falta que tú también me mandes sermones.

—No quiero que te pase nada —confesó.

—Descuida, no volveré a apostar. Ya aprendí la lección.

Un ludópata no cambiará para nada, pero le dará un voto de confianza. Drake dio un leve suspiro dejando las pesas a un lado. Ahora su mente estaba centrada en aquella chica que conoció esa noche. Tiene un cabello súper bonito. No tuvo tanta oportunidad de conversar con Menku porque él se vuelve súper tímido. Es igualito a Paulie, pero este último exagera con el tema de las ropas.

—Oye, Paulie, ¿alguna vez te has preguntado por tener novia? —cuestionó.

—Muchas veces, pero no tengo ninguna prisa. ¿Por qué esa pregunta?

—Por nada. Solo quería saber tu opinión.

—Drake, eres de las pocas personas que preguntan eso —masculló Paulie—. ¿Algo pasó?

—La última noche que quedé con Katakuri, Cracker y Lucci conocí a una chica.

Paulie miró a su amigo con cierta intriga.

—¿Es guapa?

—Muy guapa.

—Dime, por favor, que no llevaba escote.

—¡Paulie! —lo gritó.

—Sabes como soy con las mujeres con sus ropas provocativas. —Este se sonrojó aún más—. ¿Sabes? Yo también conocí a una chica. Era sumamente... rara.

—¿Rara en el sentido de que estuviese loca? —cuestionó con la ceja alzada.

—Sí, me da miedo que sea como esa tsundere quién bautizó Cracker.

—¿Y sabes quién consiguió un nuevo ligue, aunque fue un fracaso por culpa de esa chica?

—¿Quién?

—Lucci.

—... No me extraña —dijo con una gota en la sien.

—Y Cracker está coladito con una.

—¡Eso me gusta! —exclamó Paulie tomando una toalla para retirar las gotas de sudor.

—Es bonita. Es como una niña pequeña —dijo con una sonrisa tierna—. Si tú lo hubieras visto, por poco casi se mata bajando de las escaleras del bar por mirar tanto a la chica. Encima, vive con la tsundere.

—Me estoy imaginando que está mareando al pobre Katakuri.

—Yo también.

🧠💪🧠💪

—¿Esto es llamativo?

—No.

—¿Y este?

—Cracker llevas media hora mostrándome tu mejor look para impresionar a Amélie.

Era cierto. El hermanito pequeño de Katakuri había sacado de su armario un montón de ropa para vestirse y que él estuviese presente. Ya Katakuri se estaba aburriendo. Se levantó de la cama y agarró los hombros de su hermano.

—¡Para! —le aconsejó—. Si sigues así, no llamarás su atención. Además, estás haciendo el ridículo.

—... Tienes razón —dijo—. Leí en los libros que esto no ayudaba mucho.

—Vale, ahora recoje todo. Te espero en el salón para ver la serie.

Cracker rodó los ojos porque no le interesaba para nada esa serie. Era aburrida para todos los sentidos. Tardó un buen rato en colocar la ropa. Una limpieza no estaría mal porque habían camisas que ya están un poco desgastadas. Estaba centrado en su labor, cuando de pronto escuchó algo caerse detrás suyo. Él miró hacia atrás. Una cesta llena de galletas de prueba estaban esparcidas en el suelo y algo se estaba moviendo entre las sábanas. Cracker alzó la ceja con extrañeza.

El hombre no tenía miedo ante nada, así que se aproximó lentamente hacia el sospechoso e iba retirando la manta. Su mayor sorpresa era encontrarse a Mr. Pickles intentando abrir una de las galletas de muestra.

—Oye, ¿cómo has entrado aquí? Deberías estar con tu dueña —se preguntó.

Entonces vio como un rastro que dejó el gato siamés. Definitivamente había salido del baño. Fue allí para comprobar si la ventanilla estaba abierta. Efectivamente, fue el único sitio donde pudo entrar el animal. Será mejor devolverlo a su dueña. Así que se aproximó hacia él teniendo cuidado en agarrarlo. No quisiera hacer daño al pequeño Mr. Pickles.

—Mira quién vino a hacer una visita —dijo Cracker saliendo del cuarto.

—¿Ese no es el gato de Amélie? ¿Cómo entró?

—Se habrá escapado y entró por la ventanilla de mi baño. Voy a entregárselo.

Cracker salió de la casa tomando las llaves para no molestar a su hermano. Enfrente de la puerta de la casa de las chicas, se dio cuenta que esto sería una gran oportunidad para conversar un poco más con Amélie. Su corazón latía con tanta felicidad. Él tragó saliva cuando tocó el timbre. Pudo escuchar perfectamente pasos aproximarse y detenerse. Se preguntaba quién era, si Len o Amélie. Para asegurarse mostró a Mr. Pickles por la manilla y, rápidamente, salió la chica con síndrome de Asperger tomando al gato.

—¡Mr. Pickles!

—Entró en el baño de mi casa —dijo con suavidad—. Es un aventurero.

Ella no dijo nada. Simplemente abrazaba a su gato escuchando los leves ronroneos. Cracker observó detenidamente como era su comportamiento. Estaba tranquila en un estado de calma absoluta. Como le hubiera gustado ser Mr. Pickles en ese momento. Se dio cuenta que no apartará la vista de su gato, así que decidió retirarse tranquilamente.

—Cracker es un buen niño.

El hijo de Big Mom detuvo sus pasos al escuchar esas palabras provenientes de Amélie. Se giró y la chica tenía la mirada fija al frente. No en sus ojos por miedo. Él esbozó una sonrisa donde su gran cicatriz se arrugaba.

—Eso dicen.

—¿Lo hizo por Amélie?

—No quería que te pusieras triste —confesó.

-Cracker es bueno conmigo. No como el niño de la camisa amarilla. Amélie odia el amarillo.

Eso era un dato que llamó mucho la atención a Cracker. No solamente lo de ese niño, sino también miró sus ropas por si tenía algún tono amarillento. Gracias a Dios no era así.

—¿Cómo se le ocurre a ese niño hacerte daño? —cuestionó en voz alta—. Si eres demasiada linda.

—¿Soy linda? —repitió.

—Mis ojos no me están engañando.

Y, por primera vez, Amélie se atrevió a mirar los ojos de Cracker. El chico se puso nervioso. Esa mirada chocolate lo estaba cautivando demasiado. En cambio, el color rosa le transmitía cierta paz y sinceridad. Amélie ladeó la cabeza preguntándose porque nunca los vio antes.

—El rosa es bonito. Me gusta mucho —dijo—. Oh, tengo que regar las plantas.

Y no se despidió porque cerró la puerta. La cara de Cracker estaba ardiendo ante esa sinceridad tan suya.

—¡Katakuri! —gritó el nombre de su hermano para contar lo ocurrido.

🧠💪🧠💪

El fin de semana llegó. Rose estaba esperando a Smoker como él le dijo. Ella estaba vestida decentemente, un pantalón vaquero largo y una camisa holgada con estampados. Estaba un poco nerviosa porque no estaba segura cómo iría en esta cita. No paraba de morderse el labio preguntándose si esto no sería una broma del hombre. No. Él no era así. Nunca jugaría con sus sentimientos.

Entonces vio un coche aparcado enfrente suyo. Se sonrojó un poco al ver que era Smoker. Poco a poco se iba acercando al vehículo para entrar en la zona del copiloto. Olía a habano. Como se notaba que Smoker fumó con anterioridad.

—¿Preparada? —preguntó.

Rose asintió con timidez. Smoker esbozó una pequeña sonrisa antes de arrancar el motor. Su pensamiento es llevarla a pasear por la avenida y, como hace bastante calor, invitarla a un helado. Aunque el olor del habano era fuerte, pudo distinguir el dulce perfume de Rose. Sí, la representaba perfectamente. Ella era una rosa bella en todos los sentidos. El único problema era su físico y Smoker se daba cuenta que ella intentaba esconderlo, o comer menos. No era idiota.

Rose estaba mirando los edificios grandes de la ciudad. Las luces eran super bonitas por la noche. No tardaron mucho en encontrar aparcamiento y Smoker fue rápidamente en bajar del coche para abrir la puerta de ella. Nunca esperó esa reacción. Rose iba saliendo lentamente. Hacía fresco en la avenida. Los dos empezaron a caminar por ella ante la atenta mirada de las personas. Ella se sintió cohibida y con mucho miedo porque están discriminando su figura. O eso pensaba Rose.

—¿Qué tal ha ido hoy? —preguntó Smoker.

—Bueno, bastante tranquilo.

—¿Alguien ha estado molestándote?

—Por suerte no —confesó Rose.

—Cualquier cosa, puedes contármelo. No me gustaría que te hicieran daño.

—Eres demasiado bueno conmigo, Smoker-san —dijo, ya están enfrente de un puesto de helados.

Él no pudo contestar a eso. Realmente le hubiera gustado decir que está loco por ella, pero era pronto para hacerlo. Necesita tiempo.

—¿Qué helado te apetece?

—N-No quiero helado.

—¿Eh? ¿Me vas a decir que no te gusta? —preguntó con la ceja alzada.

—S-Si me gusta, pero no quiero —retractó.

—Quiero que disfrutes algo que te gusta. Conmigo puedes ser tú perfectamente.

Esas palabras reconfortaron mucho a Rose. Entonces vio un momento todos los helados de diferentes sabores. Estaba indecisa en cual escoger. Entonces escogió el más simple: helado de cookies. Smoker se conformó con la decisión. Él pidió uno de maracuyá. El sabor era sumamente delicioso. Ambos se sentaron en un banco cerca para disfrutar del momento.

Rose intentaba todo lo posible en no mancharse porque el helado se estaba derritiendo. Menos mal que Smoker cogió unas servilletas y la ayudó a colocarlas alrededor del cono. No quería que la muchacha se manchara y recibiera muchas miradas. Hará todo lo posible en protegerla.

—Gracias —murmuró.

—Eres como una niña chica —lo dijo de forma suave y dulce posible.

—Soy un poco torpe con estas cosas.

—Ya lo he notado.

—Eres muy bueno conmigo —susurró—. No me merezco este trato tuyo.

—¡Bobadas! —alzó la voz—. Te mereces más que eso.

Smoker aún no se atrevía a decir que le gustaba la chica. Solo se conformaba en verla feliz comiendo un helado y disfrutando de una agradable cita. Y, tal vez, tenga la oportunidad de demostrar sus sentimientos.

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