Capítulo 12. Déjame devorarte
Advertencia: este capítulo contiene contenido sexual. Si no te gusta este tipo de contenido, no sigas leyendo, aunque eso implique que perderás información de la historia.
Rose no pudo dormir en toda la noche porque a su lado estaba Smoker quién dormía plácidamente como si nada. Su corazón estaba latiendo con tanta fuerza que llegó a pensar que se le iba a salir. «Tonta», se insultaba así misma. Anoche pudo haber llegado a algo más y no sucedió tal cosa. Eso la aliviaba, pero al mismo tiempo no tanto porque se estaba preguntando qué hubiera pasado si lo hubiera dejado continuar. Una gran duda que surgía en su cabeza.
Rose estaba quieta en su sitio, todo lo contrario a su pareja que no paraba de moverse, buscando una posición bastante cómoda para seguir durmiendo. Ella tragó suavemente saliva temiendo a que despertara. Un solo movimiento y estaría acabada. Se quedó tensa cuando Smoker la abrazó sin pudor alguno. Rose quería gritar internamente.
Un sonido ronco la alertó demasiado. Smoker estaba despertando de su sueño confortador y alzó la cabeza para ver a su invitada. El corazón de la chica se le iba a salir por la boca porque aquellas hebras de su cabello, caídas enfrente de su rostro, lo hacía ver muy atractivo. Smoker aún seguía somnoliento. Con lentitud iba moviendo su cuerpo para estar más cómodo hasta que encontró la posición perfecta.
Ahora Rose estaba petrificada completamente porque notó algo duro en su muslo. Su cara ardía cual fuego. Golzy comentó algo relacionado con los despertares matutinos de los hombres. La gran mayoría se despiertan empalmados. Encima el maldito estaba restregando su figura.
—S-Smoker… —lo llamó suavemente y él respondió con un sonido ronco. Los pelos de punta.
—¿Sucede algo? —cuestionó el hombre.
—¿Podrías… estarte quieto?
—Esa pregunta es muy difícil, Rose —contestó—. Y más aún con una urgencia grande y teniéndote cerca.
No estaba ayudando mucho esos comentarios. Es por ende que prefiere estar quieta y no hacer ningún movimiento, pero Smoker estaba dispuesto a molestarla de alguna manera. No es propio de él.
—P-Por favor…
—¿Te da vergüenza? —¡Y esa mirada depredadora tampoco!
Rose asintió con cierta timidez. Smoker bufó por lo bajo porque enfrente suya había una chica muy inocente. Molestar no hace daño a nadie, ¿verdad? Sus manos grandes y desnudas empezaron a acariciar con sutileza la figura grande de la muchacha. Ella no se movía. Prefería estar quieta antes de hacer algo indebido.
—Rose —la llamó—, no eres una muñeca. Estás viva.
—P-Pero me es incómodo esto y no… no sé qué hacer.
—Es fácil: solo tienes que dejarte llevar —le susurró cerca de su oído para luego morder su lóbulo—. Estoy bastante juguetón, Rose. Quisiera que… colaboraras un poco.
Eso es una misión bastante complicada para la joven. Ella vio como Smoker se incorpora de la cama con las rodillas colocadas en el colchón y mostrando su torax descubierto. Rose se puso nerviosa y ladeó la cabeza porque le daba vergüenza mirar el cuerpo trabajado del hombre. Smoker tomó con suavidad las manos de la chica para colocarlas en su pecho. Quemaba. Rose estaba sorprendida.
Además, el tacto es duro y un poco amoldable. Ahora sus ojos verdes esmeraldas estaban centrados en el torax. Sus dedos rozaban con suavidad el contorno de sus pectorales y de su abdomen. Estaba maravillada. No podía creer lo que estaba sucediendo. Tenía enfrente a un dios griego en toda su plenitud. Sin embargo, al bajar la mirada junto con sus manos, se detuvo en seco y se tapó la cara. Smoker rio con suavidad.
Él colocó un dedo en su esternón e iba descendiendo lentamente causando que Rose temblara y soltara un suspiro. Es una sensación exquisita que no podría describir la chica. Hacía el mismo recorrido una y otra vez para que ella estuviese tranquila y lo estaba consiguiendo. Smoker se inclinó hacia delante para besar el dorso de sus manos para que la chica no temiese lo que pudiera pasar.
Se estaba doblegando. Ya apartó las manos. No desaprovechó esa oportunidad para besarla. Esos labios esponjosos lo enloquecen. Él estaría toda la vida besándola sin parar. Siempre ha pensado tener una vida plena con Rose porque es una mujer que se debe amar y respetar en todos los sentidos del mundo. Los besos son suaves. Él no tenía ninguna prisa. No quería asustarla. No es su intención.
Lentamente Rose iba colocando las manos en su espalda. Le gustaba palpar esa zona ancha porque demostraba su poderío. Y tocar su cabellera rebelde. Suave y fina. Un leve apretón hizo cuando Smoker succionaba su labio inferior y ella soltó un gemido. Eso le gustó al hombre. Entonces él tomó sus caderas para girar con ella. La cara de Rose estaba roja porque estaba encima de él y notaba la hombría de este en su entrepierna.
Y ocurrió algo inesperado que cualquier mujer se moriría de vergüenza. Las caderas de Smoker se movieron, iniciando un pequeño vaivén. Rose no paraba de soltar pequeños gemidos y su mirada estaba al frente porque no se atrevía a mirar a Smoker. Joder, eso encendía más al hombre. Aquellas manos aterciopeladas estaban apoyadas en los hombros de este.
A Smoker se le iluminaron los ojos. Al soltar sus manos sus sospechas fueron ciertas. Ahora es Rose quien manejaba la situación porque le empezó a gustar esa fricción entre ambos sexos. El vaivén es un poco torpe, pero suficiente como para despertar ese apetito sexual. Entonces él aprovechó la ocasión para agarrar sus grandes pechos. Le gustaba demasiado esa sensación. Puede moldearlas a su antojo.
Pero quería ver más allá de esas ropas, por lo que tomó la decisión de levantar aquella camisa y quitársela. Como le fastidiaba el hecho de que tenía puesto un sostén, sin embargo, eso durará poco porque desenganchó aquella prenda. Por inercia, y como se lo esperó, Rose reaccionó cubriendo esa zona con los brazos. No le gustaba la idea de que la estuvieran mirando de forma depredadora. Pero ya es demasiado tarde para eso.
Smoker se sentó para abrazarla como es debido. El dulce aroma de sus cabellos causaba cierta embriaguez para el hombre. Olía a rosas. Sí, la representaba perfectamente. En cambio, Smoker olía todo lo contrario. El tipo de perfume es para los deportistas y la mezcla del habano era hipnótico. Tanto que Rose se quedaría varias horas oliéndolo.
Ante ese momento tan hipnotizante, Smoker apartó con suavidad sus brazos para tomar con sutileza aquellos montes. Un gemido cerca de su oído hizo que se estremeciera por completo. Oh, adoró ese sonido y quería seguir escuchando. Rose estaba sensible. Sus pezones lo demostraron porque Smoker no paraba de torturar, ya sea pellizcar o retorcer. Ver las muecas de Rose lo encienden cual llama viva.
Él combina ese momento para morder con suavidad el cuello de la joven. Ella temblaba a cada momento. Esos pequeños chupetones van a dejar alguna que otra marca. Rose agarró con fuerza los cabellos de Smoker. La sensación de sus hebras sueltas es exquisita. Los besos iban descendiendo pasando por su clavícula hasta llegar a sus pechos. Ahora sí que los iba a torturar porque aquella lengua no paraba de lamer alrededor de su aureola y su pezón izquierdo.
—S-Smoker… —gimoteó.
No, en serio. Ese sonido es música para sus oídos. Aquellas manos grandes descansaban en su trasero para apretarlos como es debido. A él le encantaban las cosas grandes. Smoker estaba devorando con ímpetu aquella masa redonda y un poco caída hasta Rose tuvo que inclinar un poco hacia atrás su cuerpo porque la estimulación es tan grande que necesitaba más de él.
Smoker la acostó completamente sin dejar de perder la noción en “amamantar”el pecho de su acompañante. Al cansarse de uno, se centró en el otro. Mientras estaba con esa tarea, se dispuso a quitar el resto de su ropa. Ahí es cuando Rose tuvo que cubrir su vergüenza. No deseaba que él lo viese. Lloraría si él hiciera un comentario desagradable.
Un pequeño chillido soltó cuando Smoker dio un último chupetón a su pezón para luego morder aquellos michelines de su barriga. Rose estaba impresionada de que él no dijera nada. Hizo oídos sordos por los gruñidos que realizaba Smoker. Y se sonrojó de golpe cuando él abrió sus piernas y ella las cerró de golpe. Por poco más y le da la cara.
—N-No… Me da vergüenza… —confesó.
—¿Por qué debería darte vergüenza? —preguntó con voz ronca—. Debes estar muy necesitada ahí abajo.
—M-Mentira…
—Uhm, ¿y tus gemidos no cuentan? —Rose quería morirse en ese mismo instante—. Rose, se nota que no tienes tanta experiencia Y tengo que prepararte bien. No quisiera que te llevaras un mal recuerdo.
Smoker es un hombre que se preocupa demasiado. Es normal porque tenía enfrente a una persona que le gustaba demasiado. Rose asintió tímidamente. Él poco a poco iba abriendo sus piernas para ver su feminidad. Una virgen sin experiencia. Irá despacio para no asustarla, así que comenzó a rozar con los dedos los labios mayores de la muchacha. Rose soltaba pequeños gemidos y con la mirada hacia a un lado.
Se mordió el labio para no producir más esos sonidos porque Smoker estaba tocando su clítoris un poco hinchado por la excitación. Lentamente él iba metiendo un dedo. Rose hizo una mueca de incomodidad. Es la primera vez que le hacían eso, pero se iba acostumbrando porque Smoker empezó a mover aquel dedo. Ver los gestos de Rose lo encienden aún más. Él mordía sus muslos para que estuviese completamente relajada.
Rose cada vez se sentía extrañada. No, más necesitada. Smoker cumplió metiendo un segundo dedo y agilizando los movimientos. Ella se estaba derritiendo de placer. No podía creer que esta sensación fuese tan exquisita. De repente, notó la lengua húmeda y caliente de aquel hombre jugando con su clítoris.
—¡S-Smoker! ¡No…!
Él hizo oído sordo. Estaba disfrutando como un niño pequeño con su nuevo juguete. Rose se estaba retorciendo de placer. Su cuerpo se movía y sus gemidos cada vez eran más altos y precisos. Parecía que en cualquier momento iba a estallar. Y ese hecho ocurrió. Algo corriente atravesó por su columna vertebral hasta su zona baja y pegó un gemido bien fuerte, como si le estuvieran sacando el alma.
Rose no paraba de jadear. En su vida nunca ha hecho ejercicio y esto le parecía bastante. Smoker retiró aquellos falanges y Rose se quejó por lo bajo. No deseaba que terminara pronto, pero sus oídos se agudizaron como si se estuviera quitando alguna prenda. Y es así. Smoker se quitó aquello que le quedaba mostrando su virilidad. Rose cerró los ojos de golpe. Todavía no estaba preparada para verlo. Ni siquiera tocarlo.
Vio por el rabillo del ojo a Smoker estirar su brazo hacia la cómoda para abrir el cajón y coger la caja de condones. Ya Rose sabía lo que venía. Se puso más nerviosa de lo normal porque muchas dudas surgían en su cabeza. ¿Le dolerá? ¿No tendrá una bonita experiencia? Él se lo iba colocando para luego acomodarse entre las piernas de la joven. La punta rozaba en aquella entrada.
—Necesito que te relajes, Rose —le recomendó.
—N-No cabrá…
—Mujer, ¿no confías en mí? —La voz ronca de Smoker no ayudaba mucho.
—Yo confío en ti, pero… ¿me dolerá?
—Al principio, pero luego pasará. No me moveré hasta que te acostumbres a mí. Si quieres clavar las uñas en mis hombros porque te duele, lo puedes hacer sin problema.
¿Por qué es tan lindo a veces? Rose asintió nuevamente y abrazó al hombre esperando ese momento. Smoker iba entrando despacio. Notaba una gran barrera que se rompía a cada paso que daba hasta llegar hasta el fondo. Rose hizo lo que le pidió Smoker: clavar las uñas en su piel. Dolía un poco, no demasiado. Además, él prometió no moverse y lo estaba cumpliendo.
Besos empezó a recibir por su rostro hasta notar sus labios con los suyos. Smoker es demasiado bueno con ella; eso demostraba lo mucho que le interesaba. Es su vida. Nunca se interesó por nadie hasta que entró por aquella puerta y que lo recibiera con esa timidez que la representaba.
Dejó que los segundos pasaran. Ya luego comenzó el vaivén. Uno suave que pudiera aguantar la joven. Ella está en un mar de nubes. Una sensación nueva que estaba experimentando su cuerpo. Sus paredes aprisionan la hombría de Smoker y él gruñía por lo bajo porque se sentía exquisito. Los gemidos de la joven resuenan por toda la habitación volviéndolo loco.
Por cada minuto que pasaba, él aumentaba las embestidas. Rose rodeó su cintura con las piernas para que profundice más las embestidas. Smoker prosiguió con esa calentura mordiendo su cuello y tocando su pecho izquierdo para volver a torturar su pezón. La iba a volver loca con tanta estimulación.
Uno piensa que cambiará de posición. No lo hará. Realmente disfrutaba en esa posición porque lo sentía todo y así la chica se podía acostumbrar, ya que es su primera vez. Y dudaba que aguantará mucho porque estaba en su límite. Y así fue. Eyaculó y Rose no se quedó atrás porque llegó a su segundo orgasmo.
—Mierda… —exasperó el hombre.
—S-Se sintió… bien… —confesó con cada jadeo.
—¿Ves? No fue para tanto —dijo con una sonrisa de oreja a oreja—. Esto si que es un buen despertar.
Y a ella le daban ganas de golpearlo.
🧠💪🧠💪
—¡Tais, vuelve aquí!
Spandam gritaba en plena ciudad porque Tais estaba huyendo de él. Por una simple razón, hace media hora que ambos quedaron para tomar un desayuno y la primera en llegar a la cafetería fue la oji-miel. Le parecía extraño que Spandam se demorara tanto, incluso llegó a pensar que él no estaba interesado en la quedada. Sí, porque al chico hablar con una chica pelirrubia y de ojos azules. Parecía que se llevaban bien. Eso le dolió demasiado a Tais y, por ende, se marchó del lugar dejando a Spandam confuso.
—¡Tais! ¡Ya deja de correr!
—¡No! ¡Ya sospechaba de que tenías a alguien en tu vida!
Eso alarmó al peli-morado. No supo cómo él sacó todas las fuerzas para agarrar la muñeca de esta. No iba a dejar que las cosas fueran así.
—La chica que viste es una compañera del trabajo —habló aún enfadado.
—Pues se veía que os llevais bien.
—Ya te digo que esa chica es más falsa que cualquier persona que existe en este mundo —vociferó—. Yo no le caigo bien. A nadie le caigo bien.
—... Tú me caes bien, a pesar de tu personalidad —confesó—. Pero yo no valgo mucho…
—Joder, Tais. No estaría saliendo contigo. No estaríamos aquí. Tú… me gustas, ¿vale? Como odio decir esas cosas, pero quiero que todo esto salga bien. Quisiera que tú y yo… seamos algo más que amigos.
Las mejillas de la joven se tornaron rosas ante tal confesión, incluso Spandam tuvo que desviar la mirada con cierta vergüenza. Ella no sabía qué decir. Se quedó muda. La mirada estaba clavada en el suelo y jugaba con sus dedos.
—¿De verdad…?
—No me hagas volver a repetirlo porque no lo haré.
—Solo… quería asegurarme de que sea cierto —dijo—. Ya muchos me han dicho mentiras.
Spandam la entendía perfectamente. Ojalá pudiera abrazarla, pero el orgullo se lo impedía. No es alguien que esté bastante acostumbrado a ese tipo de cosas. Sin embargo, hará la excepción por lo que se acercó un poco más con los brazos abiertos y abrazó a la joven. Ese acto sorprendió mucho a Tais. Se sonrojó aún más. No lo rechazó. Todo lo contrario.
Una reconciliación en todos los sentidos del mundo. Tais mantuvo los ojos cerrados centrándose en el olor del perfume del hombre y Spandam hizo lo mismo. Al final, se solucionaron las cosas.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top