capítulo siete.
"No puedes ayudar a alguien que no quiere ser ayudado"
Tan pronto como su nombre salió de sus labios, el azabache lo miró, sorprendido y sin estar muy seguro sobre qué hacer. No fue hasta que Chan comenzó a acercarse a él que reaccionó y comenzó a correr a la salida, siendo seguido por el agente.
- ¡Felix! - Le gritó, pero el chico no se detuvo.
Chan era muy rápido, y fue cuestión de segundos para que llegara a él y se pusiera en medio de su camino, importandole seguir corriendo.
- Tenemos que hablar, chico.
- ¡No es cierto! ¡Déjame en paz! - Nuevamente intentó salir corriendo, pero Chan lo tomó del brazo y lo arrinconó en una pared, importandole totalmente escapar.
- ¿Por qué mentiste?
- ¡Que te importa!
- ¡Felix, estoy intentando ayudarte! ¿¡Puedes cooperar!? ¿¡Acaso piensas estar toda tu vida en un prostíbulo!?
Felix permaneció en silencio, con sus ojos cristalinos pero sin derramar ni una sola lágrima. Únicamente miraba fijamente a Chan hasta que éste comenzó a debilitar el agarre que tenía sobre él.
- S-solo déjame ayudarte - Pidió - Si me dejas, podemos sacarte de ese lugar, Felix.
Los labios del menor temblaron al intentar hablar. Sentía la impotencia de no poder hacerlo correctamente, más una fuerte vergüenza ante lo que estaba apunto de decir.
- Yo no tengo a donde ir, ¿Bien? - Balbuceó - Yo sé que fuí secuestrado, y si no trabajará en ese jodido lugar, podría parecer que no es así, no es mi lugar favorito en el mundo pero yo no recuerdo a mis padres, no sé de dónde vengo, ni tengo idea de como podría buscarlos. ¿Crees que yo quiero vivir así toda la vida? Vendiendo mi cuerpo a un precio estúpidamente costoso solamente para hacer aún más rico al dueño. Me pagan bien, no me tratan como normalmente trataría a alguien como yo, otra razón por la cuál no me he ido de ahí. ¿Quieres una más? De hecho es la más válida. ¡Estoy secuestrado! No. Me. Puedo. Ir, Chan.
- Ven conmigo - Habló el agente - Soy un maldito policía, un agente del FBI y debí hacer esto desde que salimos de la jodida cafetería. Bien dices que no tienes a donde ir, ven conmigo entonces, yo te ayudaré a buscar a tu familia y te sacaremos de ese infierno.
El azabache tardó unos segundos en responder, segundos que usó para poder limpiar las lágrimas de sus mejillas, intentando desaparecer todo el rastro de ellas.
- No es tan fácil, Chan - Miró la hora en su desgastado reloj de cuero artificial en su muñeca - Debí llegar hace cinco minutos, no tardarán mucho en venir y buscarme.
- Entonces es mejor que nos demos prisa y salgamos de aquí antes de que te encuentre alguien.
El azabache frunció su ceño.
- ¿Que clase de secuestro es éste? - Chan no pudo evitar reír.
- No es un secuestro, es tu decisión. Puedes entrar al auto y prometo hacer lo imposible para hacerte libre, ó puedes volver por tu camino y jamás volverás a verme si así lo quieres.
Felix giró y miró detenidamente el camino, sólo tenía que caminar hacia allá para olvidar todo y seguir con su vida como si Chan jamás hubiera aparecido, y realmente sería así, ya que no volvería a ver al castaño.
Recordó a Wooyoung y a Mary. Ellos siempre fueron buenos con él, pero sabía de antemano que no pertenecía ahí.
Los extrañaría demasiado.
Chan esbozó una radiante sonrisa cuando lo vió caminar dudoso al auto, y podía ver a distancia su cuerpo temblar, posiblemente debido a una combinación de nervios con temor.
Ambos ingresaron al auto, con Felix sobresaltado al sentir la cálida mano de Chan sobre la suya.
- Todo va a estar bien. Te lo prometo.
Y Felix asintió, aún nervioso y sin estar muy seguro de las palabras del pelinegro.
¿Qué tan bueno era Chan para cumplir sus promesas?
La calidad del departamento de Chan les dió la bienvenida minutos después. Para Felix era algo extraño ya que jamás había sentido esa calidad, y si en algún momento lo sintió, ya no lo recordaba.
- Puedes tomar asiento en dónde gustes, está bien.
Los ojos de Lee observaban todo con alta curiosidad, no era algo muy elegante y lujoso, era exactamente como el estilo de Chan.
- ¿Quieres comer algo? Creo que hay pizza.
Felix asintió.
- Gracias... - Murmuró por lo bajo.
Aquello aura de confianza y coquetería a la que Chan estaba acostumbrado, desapareció por completo, dejando únicamente a un chico tímido y sonrojado. Le costaba trabajo creer que era el mismo.
Chan calentó la pizza en el microondas, observando a la lejos el delgado cuerpo de Lee sentado en el sofá. Podía ver cómo éste temblaba ligeramente y jugaba con sus manos nervioso.
- En un momento iremos a mi trabajo - Comenzó a hablar - Te harán un par de preguntas, necesitaremos que respondas honestamente a todo para poder ayudarte. Después tú decidirás si quieres permanecer aquí conmigo en lo que encuentras a tus familiares o si te quedas bajo el resguardo del gobierno.
Felix mordió su labio, nervioso pero asintiendo ante las palabras del rubio. Estaba nervioso y muy aterrado, con miedo de que todo pudiera salir mal y el señor Jung lo encontrará para darle el castigo de su vida.
¿Qué haría sí todo sale mal? ¿Qué pasará si Chan y el FBI no puedes protegerlo lo suficiente? ¿Cómo saldría de todo esto y actuar como si nada hubiese pasado?
Sus pensamientos fueron cortados cuando Bang apareció frente a él sosteniendo un plato con pizza. Lee la sostuvo nervioso, con sus ojos sin despegarse de la mirada relajada que Chan le regalaba.
- No estés nervioso. Todo saldrá bien, en serio.
Felix por primera vez fue capaz de sonreír, dándose cuenta que no tenía muchas opciones y únicamente le quedaba confiar ciegamente en Chan y su palabra.
Ambos comieron en silencio, ya que el mayor temía decir algo que incomodara al chico, pero agradeció infinitamente que él mismo fuera quien rompiera el silencio.
- Gracias por ayudarme - Dijo - No sabes lo agradecido que estaré de por vida. Gracias, Chan.
El rubio formó una linda sonrisa en sus labios.
- Lo hago con mucho gusto, si tú estás bien yo estoy bien. No tienes nada que agrade...
- ¿Puedo besarte, Chan? - Interrumpió.
Bang calló de inmediato, observando con ojos grandes y brillantes al azabache que lo observaba ligeramente sonrojado pero firme. Lentamente asintió, ganando una sonrisa para seguido sentir esos esponjosos labios sobre los suyos.
No era para nada como solían besarse en sus anteriores encuentros, no estaba esa brusquedad ni esa sensación de excitación y calor que normalmente los rodeaba. Sólo eran ellos, compartiendo un dulce beso que se permitieron disfrutar en todo su esplendor.
Chan no sabía que tanto necesitaba ese beso hasta ahora y, Felix no sabía que se sentiría tan bien volver a tener esos labios sobre los de él.
¿Qué se sentirá poder besarlos diario? Tremendo paraíso.
¡gracias por leer!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top