LETRAS DEL DESEO

Presentaba mi segundo libro de relatos eróticos en un local muy concurrido de mi ciudad natal Caracas, Venezuela. Aquellas personas me escuchaban de la forma que yo Martha Echeverría narraba algunas líneas de un relato al azar mientras yo me sentía una farsante, una impostora. Personas que seguían mis historias y las hacían suyas porque veían verdad en ellas. Pero, para ser honesta conmigo misma, a mis cuarenta y tres años solo disfrutaba del sexo metiéndome en la piel de mis personajes.

Después de varias relaciones de una noche, todavía no había experimentado ese tipo de sexo que describo en mis relatos, letra que estaban emprenadas de tanta pasión, lujuria y deseo que hace vibrar a mis lectores. Esas escenas que plasmo e imagino en mis relatos sólo se llenan de vida en mi mente. Hacen que mi cabeza vuele y mi cuerpo se estremezca, pero después, nunca consigo hacerlas realidad.

Siento como una especie de bloqueo que no me deja desatarme me deja contenida. Quizá, todavía no he encontrado al hombre adecuado. Ese hombre que liberé toda esta pasión que encienda mis deseos, la chispa que me haga arder por dentro. Necesito sentir esa explosión de placer, esa química tan brutal que surge entre dos cuerpos y que solo con rozarse te destruye, te rompe por dentro.

Esa fusión que te desnuda por completo y que te despoja de todas tus armaduras para recordarte que estás más viva que nunca. Esa fuerza que consigue que todo tu cuerpo se erice al instante, que tus pechos y tus pezones se pongan firmes y duros, esperando a que los chupen y jueguen con ellos sin parar, que tú intimidad palpite como si estuvieran gritando y en ese preciso instante, miras a esa persona para decirle con los ojos que ya no puedes más porque sabes que estás a punto de explotar...te rindes para entregarte al mayor orgasmo de tu vida y te fundes con el placer...Esa es la escritora, Martha la que mi cuerpo reclama, y que solo en libros se puede dejar ver.

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El lanzamiento del libro de relatos eróticos de Martha Echeverría estaba siendo lanzado y yo como su fiel admiradora estaba sentada en primera fila, mientras escuchaba un pequeño párrafo del libro. Estaba atenta a cualquier detalle sobre la presentación del libro.

El punto es que tenía años siendo su fiel seguidora de este tipo de lectura y fan de Martha en la que descubrí a través de un blog que me pasó una amiga, además de resultar una mujer muy atractiva e interesante.

Mi nombre es Lorena, tengo treinta y cuatro años y soy abiertamente bisexual. Había tenido relaciones con personas de ambos sexos, aunque después de experimentar con una mujer, mi preferencia sexual se ha inclinado a las de mi mismo sexo. Con ellas, disfruto de una experiencia mucho más placentera. Cuando Martha empezó a hablar, me quedé embelesada. La observaba fijamente y empecé a recorrer todo su cuerpo con la mirada. Sin duda, era una mujer que me atraía mucho físicamente.

Todo lo que conocía de Martha a nivel sexual era a través de sus relatos, o historias, nunca había leído o escuchado nada de su vida personal. En sus historias, más de una vez, se dejaba caer con alguna escena lésbica muy subida de tono, algo que me ponía extremadamente caliente y que, sin duda, me gustaría poner en práctica con la escritora. Pero para que esto sucediera tendría que sondearla y conocer sus gustos y saber si había alguna posibilidad de seducirla.

Fue entonces cuando decidí acercarme hasta la mesa para que me firmará su último libro. Mientras ella me lo firmaba en mi cara se dibujaba una linda sonrisa y sin pensarlo mucho le comenté: -Eres una excelente escritora y soy fan de tus relatos. Me encantaría invitarte a un café en algún momento.

Esta invitación dejó un poco descolocada a Martha, y lo sé por la expresión de su cara, pero la sorpresa me la dio ella a mí cuando dijo que aceptaba encantada la invitación en cuanto terminara la presentación.

Martha cumplió su promesa. Una vez terminados los saludos y las firmas me buscó entre la multitud, no tardó mucho en encontrarme ya que me había quedado cerca de ella. Estaba impactaba porque no pensé que esto podría pasar. Martha se veía una mujer sumamente reservada y el trato con sus lectores no era demasiado cercano, sus redes sociales solo se limitaban a posteos de sus relatos y ficciones, no más. ¿Será que vio algo en mí que le causó cierta intriga y emoción?

Aunque no sabía bien cómo tomar esta aceptación estaba claro que le generaba mucha curiosidad

-Martha, siento que te abordé de una forma poco sutil y quizá te he puesto en un compromiso. Llevo tiempo siguiendo tus escritos y me salió esta vena impulsiva que tanto me traiciona, espero no haberte incomodado.

-Mira, para ser sincera contigo, tengo que decirte que me halaga el hecho de que una chica tan bonita y joven como tú, siga con tanta pasión mi lectura- después de soltar eso Martha pensó, ¿por qué acabo de piropear a esta chica para tranquilizarla y que se relaje?

-Bueno, te lo agradezco mucho Martha. La verdad es que suelo ser muy directa en todos los sentidos y eso no siempre cae bien. Por eso intento controlar mis impulsos, pero está claro que no siempre lo consigo- solté una leve sonrisa.

-Te digo algo Lorena, conmigo puedes estar en total libertad, puedes ser lo directa que quieras en todos los sentidos. Al leerme, sabrás que yo también soy directa en muchas ocasiones. Aunque también es cierto que me pasa más escribiendo que en mi vida personal. Así que ya sabes, conmigo vía luz verde- cada vez mi asombro era mayor al darle este tipo de respuesta a una seguidora que si acaso le había contestado un par de mensajes, pero obvió que sabía quién era. ¿Qué me pasa con esta chica?

-Siendo así Martha, tengo que confesarte que además de encantarme como escritora, me pareces una mujer muy atractiva- deje con un tono de voz muy sensual.

"¡Dios mío! ¿Qué me acaba de pasar?"- pensó Martha asombrada ante su reacción física, al escuchar el tono de voz y la mirada de Lorena.

De repente, note un fuego interno al escuchar las palabras de su admiradora. Mi interior empezó a arder y mi clítoris estaba palpitando. Seguía sin decir nada, hasta que pude reaccionar.

-Gracias Lorena...perdona que no sé muy bien qué responder a tú piropo - dije sonriente y visiblemente avergonzada.

-Tranquila, no tienes por qué hacerlo. Solo dime que vas a apuntar mi teléfono, y quizá algún día, puede que quieras llamarme para cenar o tomar una copa. No sólo eres excelente escritora sino una persona que me cayó muy bien y me gustaría conocerte un poco más, ¿qué te parece? - dije con total desparpajo y seguridad en sí misma.

- Sí claro. No tengo ningún problema, es más, me apunto y reviso mi agenda para ver si tengo un hueco y podemos quedar. Tú también me has resultado muy agradable Lorena- dije, todavía estaba bastante desconcertada ante la reacción de mi cuerpo.

Martha estuvo seguramente dándole vueltas a mi propuesta de salir, estuvo varios días sin dar señales. Sí, de acuerdo, era solo una cena. Pero el problema no estaba en eso sino en lo que le provoque a Martha. La escritora pudo comprobar a través de su cuerpo que aquella chica tenía algo especial, algo que, sin duda, le rompió todos los esquemas. Mi desparpajo la llenó de vida, pero, además, hubo algo diferente que nunca había sentido con ningún hombre. Una atracción y un magnetismo especial que hizo que su cuerpo empezara a arder en sólo unos segundos. De repente su imaginación echó a volar. Se visualizó claramente junto a Lorena en una de esas escenas lésbicas y tórridas que relataba en sus libros. A sus cuarenta y tres años de edad, Martha nunca había pensado en hacer realidad con una mujer, las fantasías que escribía en sus historias. Pero, por otra parte, tampoco había conseguido tener un sexo demasiado placentero con ningún hombre. Así que tenía un gran dilema.

No sabía qué hacer con aquello que le estaba pasando. Tras pensar mucho en ello, decidió no llamar a Lorena y dejar el tema cerrado. Se encontraba en un momento de su vida muy tranquilo y aquella situación tenía toda la pinta de provocar el efecto contrario y descolocarlo todo.

Lorena, dio por sentado que la escritora se había echado atrás. Había pasado una semana desde el encuentro con Martha y al no haber recibido su llamada, pensó que ésta ya no se produciría. Pero tenía una contradicción interna. Había una parte de ella que notó algo en Martha.., Algo que le hacía pensar que la escritora también se sintió atraída por ella, una sensación que le hacía mantener cierta esperanza.

Aunque nunca se había fijado en una mujer mayor que ella, y menos con nueve años de diferencia, se sentía muy atraída por Martha. La edad era algo irrelevante para Lorena, a ella le gustaban las personas, lo que desprendían, su esencia. Y la escritora estaba llena de misterio, quería descubrirla. Quería comprobar quién era la persona que había detrás de aquellas historias tan apasionantes. También quería descubrir su cuerpo, cada rincón.

No quería alimentar falsas esperanzas. Por ahora, todo apuntaba a que no tendrían otro encuentro, así que decidió apartarla de su mente para no sufrir.

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Martha estaba en casa y recibió la llamada de su amiga Ivanna, para invitarla a una fiesta que estaba preparando para celebrar su cumpleaños. En un primer momento, Martha se excusó y le dijo a su amiga que no podía ir. La idea de asistir a una fiesta de cumpleaños no le seducía mucho, pero tras la insistencia de su amiga se sintió mal y no pudo rechazar la invitación.

Después de una lucha interna, Martha empezó a arreglarse para la fiesta. Se puso un vestido blanco estampado. Lucía un generoso escote que marcaba perfectamente el contorno de sus preciosos senos. A las nueve llegó a casa de su amiga. La casa tenía una preciosa terraza con vistas a la ciudad y la decoración estaba cuidada al detalle. La fiesta tenía muy buena pinta e hizo que Martha se alegrara de haber aceptado la invitación e ir.

Ivanna era su amiga desde hace mucho tiempo, pero Martha no conocía a muchos de los invitados. Así que la anfitriona fue presentándole a la gente que no conocía para integrarla en la fiesta. De repente, Ivanna vio a una amiga y se dirigió hacia ella.

-Pero mira tu. Ya decía yo, ¿dónde está esta muchacha?, ¿Qué tal estás corazón? Cuánto tiempo sin vernos, ven que te presento a una amiga de hace muchos años. Lorena, ella es Martha, además de ser muy buena amiga es una escritora excelente- dijo Ivanna súper entusiasmada.

Las miradas de Martha y Lorena se encontraron y por segundos el tiempo se detuvo, fue un verdadero asombro ante aquella sorpresa tan inesperada.

-Ya nos conocemos Ivanna. Nunca te lo he comentado, pero soy súper fan de la escritura de Martha. El otro día en la presentación de su nuevo libro, mientras me lo dedicaba, me animé y la invité a tomar un café-dijo Lorena con una sonrisa enorme en la boca.

-¡Ah! Buenísimo entonces. Lamentablemente no pude asistir porque estaba trabajando, aunque también me encantan sus escritos. Pero no sabía que tú eras tan fan de ella. Pues nada, como ya se conocen las dejo conversando un rato. Voy a atender a los demás invitados que ya me están buscando.

Martha se quedó mirando a la nada mientras pensaba cómo abordar la situación.

"Pues, el mundo es realmente pequeño. Me decido a venir a una fiesta después de no sé cuánto tiempo y me tengo que encontrar aquí con Lorena. ¡Coño Martha que puntería tienes! Querías dejar pasar el tema, pues toma, aquí lo tienes, todo para ti"- pensaba Martha mientras encontraba las palabras adecuadas.

-¡Qué casualidad que nos encontremos en el cumpleaños de Ivanna! Era el último sitio donde hubiera esperado encontrarte Lorena. Pero por supuesto, ha sido una grata sorpresa.

- Pues sí- soltó Lorena junto a una sonrisa tímida -Pero la verdad Martha, no creo en las casualidades, creo en el destino. Después de conocerte el otro día, tenía la intuición de que nos encontraríamos muy pronto, y mira, no me equivocaba - dijo Lorena muy contenta.

Una vez pasado el shock inicial y con el vino haciendo su efecto, Martha empezó a relajarse y a disfrutar de la conversación que mantenía con Lorena. Mientras Martha escuchaba, no podía evitar que se le escapara alguna que otra mirada hacia Lorena. Se había puesto espectacular para la fiesta de su amiga Ivanna. Llevaba cabello recogido, una blusa blanca de manga corta que hacía resaltar su piel canela. Un pantalón de seda ancho color beige y unas sandalias de tacón. El conjunto le daba a Lorena ese toque elegante pero desenfadado que ella desprendía.

Las miradas que se lanzaban cada vez subían más la temperatura. El coqueteo entre ellas era más que evidente, pero Martha tenía claro que no sería ella quién daría el primer paso. Aunque tenía claro que Lorena le ponía muy cachonda, no estaba segura de poder tener sexo con otra mujer. Además, estaba en la fiesta de su mejor amiga. Así que a pesar de sentirse muy a gusto con Lorena, la situación le incomodaba bastante.

Por parte de Lorena, sabía que sería muy difícil tener otra oportunidad como esta. Tenía claro que, si ella no daba el primer paso, no podría comprobar qué pasaba entre las dos. Se estaba dando cuenta de que Martha le gustaba mucho y no podía dejar pasar aquella ocasión. Sentía que ella también lo deseaba, aunque no se atreviera a hacer nada.

Aprovechando un momento en el que todo el mundo saltaba y bailaba a lo loco con una de las canciones que sonaban, Lorena se acercó mucho a la boca de Martha, le mordió un poco el labio inferior. La mordida fue muy suave y sensual, dejando el labio ligeramente humedecido. Después, sin dejar margen de reacción, se acercó al oído y le dijo con la voz entrecortada por la excitación.

-Martha me excitas mucho. No quiero irme de esta fiesta sin probarte. Sé que a ti también te pasa lo mismo, así que te espero en el baño en dos minutos. Si no vienes, no insistiré más, pero sé que lo deseas igual o más que yo. Te dejaré una marca en la puerta para que sepas que soy yo la que está dentro.

Martha se quedó paralizada en medio de la gente. Su mente apenas pudo reaccionar. Pero su cuerpo sí lo hizo, la respuesta fue clara y directa. En cuanto escuchó las palabras tan cerca de su oído de Lorena, sus labios empezaron a mojarse, cada vez más y más. Notaba sus pezones duros y su cuerpo totalmente erizado. Todo su cuerpo ardía, no pudo evitarlo y empezó a caminar hacia el baño. En ese momento no podía pensar en nada más. Al llegar al baño, la puerta estaba cerrada, tenía una "L" marcada con pintalabios. Gesto que sacó una sonrisa a Martha, a pesar de lo nerviosa y caliente que estaba. Dio un par de toques en la puerta y Lorena quitó el seguro. Abrió la puerta y metió de golpe a Martha para evitar que las viera alguien. Sus cuerpos frente a frente respiraban acelerados y sus miradas eran muy intensas. De repente y sin esperarlo, Martha se lanzó a la boca de su admiradora y empezó a besar sus labios. Metía su lengua con una pasión que hasta ahora nunca había experimentado y que sin duda le estaba encantando. Mientras las dos bocas se buscaban y sus lenguas se entrelazaban, sus pechos se rozaban a través de la ropa. Las manos agarraban con fuerza y deseo el culo de la otra. Lorena no paraba de mirar el escote de su escritora, así que, sin pensarlo dos veces, metió la mano en él y saco sus pezones por fuera del brasier.

Mientras agarraba esas dos enormes y preciosos senos por la punta, chupaba y mordía sus areolas. Con cada lamida, Martha se retorcía más de placer. Pero ella no tardó en responder. Metió la mano por el pantalón y las pantaletas de Lorena. Se deslizó con suavidad y destreza hasta llegar a sus labios vaginales, Lorena estaba completamente húmeda y no tardó en mojar sus dedos. Empezó a frotarlos por fuera y a presionar su clítoris en círculos perfectamente trazados hasta que introdujo dos dedos en su interior. Lorena no pudo más e hizo lo mismo por su parte. Levantó la falda de Martha y apartó la parte delantera de su tanga.

Noto que Martha estaba igual de húmeda que ella. Sus dedos se encharcaron al instante, la cantidad de flujo era alucinante. Algo que calentó mucho más a Lorena. Empezó a meter sus dedos bien hondos, hasta el final de su vagina. Mientras las dos se besaban y se tocaban a la vez, sus miradas eran puro fuego e indicaban que no tardarían mucho en correrse. Los gemidos aumentaban y Lorena fue la primera en decir: -¡Ay! Martha me voy a correr.

Al oír esas palabras, la mirada de Martha se encendió mucho más. Notó que algo muy intenso estaba a punto de explotar en su interior y sólo pudo decir: -¡Dios! Lorena yo también me voy a correr.

Aquellos orgasmos fueron tan brutales que las dos quedaron casi sin respiración. En especial a Martha. Ella nunca había sentido un deseo tan fuerte ni tan animal. Estaba claro que aquel encuentro cambiaría para siempre su vida sexual, y que, sin duda, Lorena había llegado para revolucionar su mundo. La cuestión es si aquella experiencia le supondría un conflicto moral que le hiciera alejarse de nuevo o se dejaría llevar para explorar aquello que su cuerpo llevaba tiempo reclamando.

FIN DEL RELATO.

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