KIANA: PASIÓN INEFABLE. (1/3) 🏳️🌈
Mi nombre es Alondra y soy la hija de unos de los hombres más poderosos de la ciudad, mi padre dirige la ciudad con puño de hierro. Tiene todo lo que podría desear, menos una cosa... un heredero varón. Para mi padre las mujeres solo valemos para satisfacer a los hombres, para ser amada de casa y estar en la crianza de los hijos, a mí me trata algo mejor por ser su hija, pero no dejo de ser una mercancía que venderá en el futuro para cerrar un negocio provechoso para él. Ese era su punto débil y pensaba exprimirlo al máximo.
Mi padre no prestaba atención a nada de lo que yo hacía o decía, si algo tenía claro era que para alejarme de esa ciudad corrupta necesitaba estudiar. Tengo un coeficiente intelectual alto que jamás se haya registrado, él no lo sabía y yo quiero que así siga siendo. Otra cosa que hice desde pequeña fue ejercitar mi mente y mi cuerpo. Fui adiestrada desde niña por los mejores maestros de artes marciales del mundo, también aprendí a usar armas de fuego, pero no me gustaba demasiado, y hasta la fecha no me siguen gustando... Mi padre, ni enterado.
Cursé dos carreras a la vez, ingeniería y medicina, consiguiendo el doctorado en ambas a la edad de veintiséis años, durante esos años me sentí vacía, no tenía contacto con nadie, mi padre se encargó de eso. Intentó convertirme en una mujer complaciente, hice una actuación digna de un Óscar, todo cambió una noche que me escapé y terminé en un ring de boxeo donde se hacían peleas clandestinas. Había llegado a mis oídos que entre esos luchadores había una mujer que tenía un rostro angelical y un cuerpo creado para el pecado, según las malas lenguas parecía más una modelo que una luchadora.
Otra de las cosas que llamó mi curiosidad fue que se rumoreaba, es que nadie había conseguido tocarla en una pelea, estando invicta. Entre en ese ring con la esperanza de que nadie me reconociera y pudiera divertirme. Por suerte en los bajos fondos nadie me reconocía y podía ser yo misma. Dentro, todo fue bien hasta que un borracho con más músculos que cerebro decidió que yo sería su puta esa noche. Me coloqué en posición para ponerlo en su sitio cuando a mi espalda sonó la voz más bonita que hubiera escuchado en mi vida.
-¡Ey! Borracho. Sigue con la cerveza, que es la única rubia que vas a catar hoy.
Si les digo que me mojé todas las bragas no exageraba ni un poco, al darme la vuelta allí estaba ella, era perfecta. Ella sí que me reconoció y me lo hizo saber.
-Qué hace aquí la hija del dictador de la ciudad, estás un poco lejos de casa, ¿no crees?
-He venido a verte.
-¡Vaya! Qué honor, ten cuidado de no romperte una uña- me sonrió, con la sonrisa más bonita que jamás hubiera visto.
-No deberías juzgar un libro por la portada, porque tal vez te sorprenda- le respondí.
Aquella mujer se dio la vuelta, me sonrió otra vez, pero no era una sonrisa burlona, creo que yo también le gusté como ella a mí, siguiendo adelante me dijo que apostará por ella. Me saqué una cerveza y me dispuse a disfrutar de aquella lucha, la verdad es que no disfruté nada, aquella mujer fue muy superior al musculito qué salió pavoneándose y terminó mordiendo la lona en un santiamén. En el rostro de aquella mujer también se veía la decepción. Salió del cuadrilátero, metiéndose en un cuarto que parecía ser un vestuario, no tardó mucho en salir y la seguí. Salió por una puerta que daba a un callejón donde tenía una
Tiger 900 Rally Aragón Edition, hermosa como ella. Se paró en seco al notar mi presencia y me dijo:
-¿Qué es lo que buscas? Si es pelea estás a punto de encontrarla.
- ¿Por qué no?, pero con una condición.
- ¿Cuál?- preguntó aquella mujer cuyos ojos azules eran el mismo cielo.
- Si yo gano, tú te convertirás en mi guardaespaldas.
- ¿Y si gano yo?- preguntó.
- Podrás escribir en este cheque en blanco la cantidad que a ti te dé la gana.
Ella sonreía viéndose ganadora, yo venía de alta cuna, seguro que otros me habían protegido desde pequeña. Qué decepción se iba a llevar, era rápida y sus golpes eran fuertes y muy bien dirigidos, pero peleaba por instinto sin tener un plan establecido. Para cuando se dio cuenta se encontraba en el suelo sin saber qué demonios había pasado. Creyendo que fue suerte, me pidió que lo volviéramos a intentar, yo no tenía ninguna objeción. Al atacar bajaba la guardia por unos segundos, suficientes para golpearla, haciéndole mucho daño.
Estaba sorprendida y muy molesta, su piel tostada por el sol se tornó rojo de la rabia, su mirada me intimidaba porque era intensa, pero logré posicionarme y no dejar ver mi miedo, atacar en caliente no era buena idea, solo tuve que esquivarla, tomando impulso solté una patada que incrusto mi talón en su rostro, menos mal que me quite los zapatos, si no le hubiera hecho mucho daño, sentada en el suelo y cogiéndose su dolorido y ensangrentado rostro me dijo.
- ¿Tú de qué infierno has salido?
- Todavía sigo en él, pero espero salir pronto, y espero que tú me ayudes, me llamó Alondra, por ciento.
- Yo me llamo Kiana.
Tendiéndole la mano ayudé a Kiana a levantarse y después cogimos un taxi hasta un hospital para que le vieran los golpes que había recibido. Kiana era fuerte, pero luchaba por instinto como un animal, le enseñaré, entonces no tendrá rival. Pasamos toda la noche en urgencias, Kiana riéndose me comento, por qué no usaba mi influencia.
- La Kirin de esa casa no soy yo, es un papel que interpreto para mantener engañado a mi padre.
-¿Para qué necesitas guardaespaldas?, no habrá mucha gente que pueda tocarte.
- Mi padre tampoco conoce mis habilidades.
- Ok. Ya veo, no creo que acepte que una simple peladora como yo proteja a su hija.
- ¡Uff! Lo hará, cuando tú venzas a sus hombres.
- ¿Son buenos? - preguntó muy atenta.
-Si, por lo menos, mejores que con los hombres con que te sueles enfrentar en ese cuchitril.
-Entonces voy lista - dijo Kiana con gesto de preocupación.
- No, no. No te preocupes, yo te ayudaré.
Me resultaba imposible dejar de mirar a Kiana con el rostro hinchado y ensangrentado seguía siendo la mujer más hermosa del mundo. Me moría por besarla, sentía una conexión que no podía controlar, noté que Kiana se frotaba los muslos, ella también lo deseaba tanto como yo. Después de esperar unas horas pasaron por ella para hacerle unas placas. No tenía nada roto, solo las contusiones, las cinco horas que pasé junto a Kiana en ese hospital fueron las más felices de mi vida. Desde hacía mucho tiempo que había renunciado al amor, o digamos que tenía otros intereses, por mí habían pasado unos cuantos (pocos) pero habían pasado, se acercaban a mí por interés. Jamás sentí nada por ninguno de ellos, confieso que algunos los utilizaba como ellos lo hacían conmigo.
Se llevaron decepciones al darse cuenta de la verdad, que habían sido una distracción momentánea. Sabía las intenciones que tenía mi padre hacia mí, no pensaba consentirlo, ese sería mi final. Si seguía con vida era porque todavía le era útil a ese monstruo, en el momento que me revelara y él viera que no podía sométeteme, mandaría que me eliminaran, ya me había hecho a la idea, pero al conocer a Kiana lo cambió todo, dentro de mí crecía el anhelo de vivir en libertad, al lado de una mujer que me amara tanto como yo a ella.
Tomamos otro taxi que nos devolvió al callejón donde estaba estacionada la Tiger 900 Rally Aragón de ella, y mientras cogía su casco para ponérselo, no pude resistirme, la besé, era la primera vez que besaba a alguien sintiendo algo por esa persona. Kiana dudo al principio, pero después colaboró con el beso, al separarse de mí, se le veía confundida.
- No juegues conmigo Kirin, no quiero hacerme ilusiones para después descubrir que fui un pasatiempo.
-Llevo los últimos años entre pasatiempos, hombres que me querían cerca por interés, tú eres diferente.
-¿Por qué?
-Porque lo noto aquí - puse mi mano sobre su corazón.
Sabía que Kiana había sufrido mucho, no sería fácil ganarme su confianza, pero estaba dispuesta a demostrárselo, día a día.
(...)
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