JUEGOS DE SEDUCCÓN I (1/3)
Hace más de un año que estoy sola y es que Lorena se fue por viaje de estudio a México para hacer una maestría en comercio exterior.
Su partida me dejó una profunda tristeza, en nuestra despedida juramos que si cuando ella regresará estamos disponibles volveríamos y sí bien me escribe, me habla, nos vemos en la web. ... estoy sin ella y esa es la realidad.
Alejandro, el imbécil es mejor no nombrarlo, después que tuve un pequeño acoston ni él me registra.
Las horas en el trabajo son interminables, algunas visitas sociales, papeleos, informes... y en mi casa es mucha tele, música, y algunas caminatas por la mañana temprana, como para hacer algo de ejercicio, para que los chocolates y los gustos gastronómicos callejeros no me transformen en una cosa rara. El lunes en la noche no he podido dormir nada, desperté temprano y vi mi reloj de mesa que marcaba las 6:30 AM y decidí levantarme después de remolonear por más de media hora. Hice mi rutina y terminé colocándome mi ropa para deporte, me hice una cola de caballo, me puse mi reloj y busqué mis audios y celular para salir rumbo al parque y corre un poco.
Caminé cuatro cuadras y estando ahí, sin más remedio comencé a trotar pesadamente mientras la música se entremezcla con mi respiración, la que minuto a minuto era cada vez más agitada.
Me cruzó con la gente de siempre, solo de vernos nos saludamos con un gesto. El hombre de contextura gruesa, como de unos sesenta años que camina con su señora, el malhumorado -risa- que siempre pasaba apurado, eso sí, con un estilo muy jovial, las chicas del club de Jhonny, una gordita que camina incansablemente y; la joven rubia de unos 27 o 28 años con un cuerpo escultural que capta toda mi atención y pensamientos desde hace ya algún tiempo. Su cabello largo y dorado ajustado con una coleta, se mece por el aire acompañando del outfit deportivo y el trajín de su caminar. Es alta; 1,67 o más, su dorada piel resplandece con los rayos del sol, sus ojos son marrones y de intensa mirada. Su boca era de unos labios carnosos que provocaba probarlos, pintados de un labial rosa intenso que desfilaban brillitos como chispas de un fuego recién encendido, sus seños (hechos con cirugía estética) no de gran volumen, se mesian al compás de sus pasos, subiendo y bajando en un erótico vaivén que me perdía e hipnotizaban, un trasero bellísimo, parado y firme, se notaba que sus horas en el gym no pasaban en vano. Era tan hermosa, tan delicada, tan producida que me recordaba a mi Lorena.
Nos cruzamos, no me habló, no me saludó, no me miró, y no me registró.
No me aguanté y me detengo; simule, ajustando las trenzas de mis deportivos y me doy vuelta para verla <Me excita. ¡Me excita mucho!> No puedo dejar de mirarla y para mi sorpresa, la veo trastabillar, perdió el equilibrio se tropezó, apoyando mal su otro pie y lentamente comienza a caer. Es tan alta que la vi caer en cámara lenta, como un edificio dinamitado. Toda su elegancia se fue mientras desparrama su humanidad contra el pavimento y como un maniquí de rígido material, rebota sobre el piso húmedo de rocío, mientras emite un sordo quejido.
<¡Dios Mío! Qué golpe se dio> pensé.
Salgo corriendo a socorrerla, me detuve junto a ella y la ayudé a incorporarse, sus rodillas estaban lastimadas, de donde brota un hilo de sangre. Su ropa estaba sucia con restos de barro.
A decir la verdad, me costó un poco no reírme, pero me comporte. La alce sujetándola por su brazo.
-¡Ay! Gracias, estoy bien- me dijo con rostro desencajado.
-¿Estás bien? - pregunté - es que la caída se vio fuerte.
-¡Me duele hasta el cabello! - Agrega, mientras en su rostro también se dibuja una nerviosa sonrisa. - ¡Mira cómo he quedado! Estoy un desastre, me sangra la pierna- dice mientras su cara refleja el dolor.
-¿Quien dijo que trotar por el parque no es un deporte de riesgo?- le dije mientras sonrío para distender la situación y ella sonrió también.
Ahora que la tengo tan cerca, tan junto a mi, siento su perfume, y puedo apreciar lo bella que es, se sujeta a mis brazos mientras hace equilibrio intentando sacudirse la tierra y los restos de pasto de sus ropas sus manos era tan delicadas; sus dedos largos con uñas esculpidas me hacen saber que ella es una diva. Era increíblemente hermosa.
Pero al mirarla fija y detenidamente; al tenerla cara a cara, noté un detalle que me dejó atónita, estupefacta. ¡No lo puedo creer!
Caminamos hasta una banqueta del parque que estaba a unos pasos y nos sentamos ahí un instante. Ella no dejaba de quejarse de sus dolores. Yo la seguí mirando extasiada, entonces ella me habló:
-¡Oye! Mil gracias por tu ayuda, ahora que me siento mejor me voy a mi casa para ponerme en condiciones y quitarme la suciedad que llevo encima.
-No se donde vives, pero si lo necesitas ¿te acompaño?- Le dije con entusiasmo.
-Estoy tan solo a unas cuadras de aquí y me gustaría que me ayudes a llegar...Me duele mucho la pierna- se quejó un poco.
-¡Claro! Con gusto- respondí mientras le ayudaba a incorporarse.
Caminamos juntas por el otro lado del parque, justo frente a dónde yo vivo. No me quiero perder detalle de los lugares. Algo me dice que nos volveremos a ver.
-¿Cuál es tu nombre? - le pregunté.
-Paola- contestó.
- ¿Y el tuyo mi bella socorrista?
Su cumplido me deja pasmada, y sin pensar respondí: - Danna.
-¡Oh! Tienes un nombre sexy- dijo sonriendo tímidamente.
-El tuyo lo es más...Tienes nombre de como de actriz - replique.
-¡Bueno! Basta de elogios que esto va a terminar mal- dijo mientras daba una carcajada.
<¡Qué más quisiera yo!> - Pense en un flash mental para mí misma.
Me contó que trabajaba en una agencia que se dedica a la organización de eventos (fiestas, cumpleaños, casamientos). Era del interior del país, y tenía un poco más de un año viviendo en está ciudad, vivía sola y estaba tratando de recomenzar su vida.
Ella también me preguntó algunas cosas de mi vida así que le conté detalles de mi trabajo, mi vida, mi soledad etc. Me pareció simpática, me sentí atraída, más atraída que antes, ¡Me gusta mucho!
-Bueno, aquí es donde vivo- dijo señalando una puerta.
-Ok. Espero que estés bien... Nos vemos mañana o algún otro día- respondí.
-¡Muchas gracias de nuevo! Te debo el favor- me dijo mientras se acercó para darme un beso en la mejilla.
-No tienes porqué- le respondí devolviéndole el beso.
Me doy vuelta para partir cuando escucho que me habla, entonces me vuelvo para entender lo que me dice, al tiempo que ella mete la llave en la cerradura de la puerta y me expresa:
-Mañana no podré ir al parque a trotar por obvias razones ¿Pero qué opinas si nos juntamos por la tarde a tomar un café?
-Depende la hora- respondí.
-Okkkk ¿A qué hora puedes que no sea muy tarde?- Preguntó.
-¿A las 15? Así puedo escaparme un ratito antes del trabajo y podemos vernos
-Perfecto. Me parece bien- respondió -En la esquina del parque en el lugarcito nuevo que abrieron hace dos días. ¿Lo ubicas? ¡Es muy lindo!
-Si, si. Se a cuál te refieres...Bueno nos vemos ahí- contestó
Me vuelvo contenta, emocionada, casi excitada. Pero tengo esa duda en mi cabeza, que no me deja de dar vuelta...! ¿Será que ví mal?
<Será largo el día hasta mañana> Pienso en voz alta.
Llegué a mi casa casi sin darme cuenta; me empiezo a desvestir para darme una ducha y luego partir rumbo al trabajo, ya es tarde. Hago todo a mil, me baño, me cambio, y salgo corriendo a tomar un taxi.
Mi día transcurre sin mayores problemas, tengo mi cabeza puesta en Paola. Estoy muy conmovida, me sorprendo a mí misma, me siento movilizada. Solo yo sé de mi angustia, de estar hace tanto tiempo sola, extraño demasiado a Lorena, la respeto y por eso no me involucré en ninguna otra relación. Pero me siento vacía, muy desolada, necesito contención emocional y sexual, Paola me agrada pero no sé si me aceptará, si yo le gustaré como mujer, si podremos tener una relación más allá de la amistad. Lo sé, me estoy apresurando demasiado. <¡Paso a paso cariño!> me digo a mi misma.
Ya en mi hogar después de mi día de trabajo, preparó el baño para tomar una ducha. Me voy quitando la ropa, enciendo la tele, busco mis prendas limpias para cambiarme y en el cajón encuentro a mi amante ocasional..."Maximo", así le puse de nombre a mi dildo.
Lo mire y dudé por un instante; pero lo necesito, necesito una descarga, un orgasmo que me tranquilice y me ponga en eje.
Voy hasta el baño, me desnudo, busco el gel íntimo, me recuesto en la tina, y sin muchos preámbulos me empiezo a humectar con el gel. Lo paso por mis senos, me pellizco delicadamente los pezones, deslizo mis manos llenas de gel hasta mi vagina y me acarició con lentitud y delicadeza. El gel se mezcla con mi tibia humedad y casi sin pensarlo estoy estimulando mi clítoris con mis dedos. La excitación me conmueve, mi pensamientos se disparan, me imagino las bellas manos de Paola acariciándome mientras sus largos dedos se introducen en mi vagina buscando mi punto G al tiempo que con su lengua inquieta mis pezones.
Máximo, mi amante, ya estaba vibrando entre mis piernas, las abrí un poco más para darle plena cabida y lo empiezo a introducir en mi lubricada intimidad. En su máxima velocidad, el juguete vibra dentro de mí; mientras mi mano lo saca y lo mete con lentitud y suavidad. La ida y vuelta me enloquece, ahora decido tomarlo fuerte entre mis manos, lo clavó bien dentro de mí vagina mientras mis caderas se sacuden en un frenético vaivén buscando absorber cada vibraciones. Suelto un jadeo que deriva en gemido anunciando mi orgasmo, me contorneo como una víbora mientras mi vibrador no para de torturar mi dilatada vagina, mis jugos se mezclan con el gel mojando mis manos, en tanto explota mi cuerpo en feliz orgasmo.
(...)
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