DÉJAME CUMPLIR TUS FANTASÍAS
—¿Qué te pasa cariño?
— No lo sé Andrés, creo que esto ya no está funcionando.
—Ya lo hemos hablado varias veces tenemos que poner de nuestra parte para solucionarlo.
— Si, pero no sé qué más hacer.
— ¡Escucha! Dame unos días, mirare algo que podamos hacer y mira tú también cosas en internet. A ver qué se nos ocurre.
Soy Andrés y tengo cuarenta y cinco años y como ven estoy casado con una mujer que para mí es bellísima, pero con problemas en nuestro matrimonio. Mi mujer Carla tiene cuarenta años y tenemos una hija de veinte años que actualmente está en la universidad y no vive con nosotros ya que esta en otra ciudad y nosotros somos de un pequeño pueblo, pero nos visita de vez en cuando.
Nuestro matrimonio se había convertido en una rutina monótona básicamente era trabajar, llegar a casa y dormir y poco más, ya casi nunca teníamos sexo y nosotros mismos nos dimos cuenta que el matrimonio estaba llegando a su fin y si queríamos salvarlo, teníamos que buscar una solución.
Un día yo llegué de trabajar y ella estaba en la cocina preparando la cena le di un beso en la frente como saludo y la miré a la cara notando cierta tristeza.
La noche ya transcurrió muy rara, teníamos cara seria, solo es escuchaba el ruido de la televisión durante la cena, y a la hora de dormir solo nos dimos unas buenas noches y como si nada, parecíamos unos amigos más que un matrimonio que lleva varios años juntos.
Yo en el trabajo me limité a buscar cosas en internet sobre cómo solucionar problemas de parejas y solo me salían terapias, viajes, hacer cosas diferentes...algo había que hacer. Cuando llegué a casa como siempre, mi mujer estaba en el salón, nuevamente le di un beso en la frente y hoy me llevé una grata sorpresa porque la encontré feliz y animada.
— Andrés, cariño, he estado mirando en internet y hablando con algunas amigas y ya sé que hacer para cambiar un poco todo esto.
— Esta bien cuéntame.
— Hay que hacer cosas nuevas, no se viajar salir a cenar, en la cama hacer otras cosas...
—Si lo sé— respondí con cierto desgano - Yo también he leído cosas sobre eso.
— Sabes que este sábado he reservado en un restaurante para que vayamos a cenar y después una habitación de hotel, ha sido un poco caro, pero nos lo podemos permitir y para salvar nuestro matrimonio aún más, nos pondremos bellos e iremos a cenar como dos enamorados— dijo Carla.
—Ok. Me parece bien, estoy deseando que llegue el sábado- mentía, quería más que eso, sentía necesidad de ponerle picante a la situación, pero tampoco es que lo buscará. La Idea me pareció un poco locura lo de alquilar una habitación de hotel teniendo nuestra casa y todo, pero no quería quitarle la ilusión de mi mujer ya que estaba feliz y me encanta verla así.
Llegó el sábado, me levanté a las 8:30 AM y salí a correr como de costumbre, a la hora y media llegué a casa y mi mujer se estaba duchando entonces decidí meterme en la ducha también con ella y poder tener sexo, pero tenía la puerta cerrada con el pasador, cosa que me sorprendió porque nunca cerraba entonces me puse a desayunar y ella salió de la ducha con el albornoz y aun mojada se acercó a mí me dio un beso en la boca y me dijo:
— Sé que has intentado entrar al baño, pero reserva fuerzas para esta noche campeón— Le sonreí y nos pusimos los dos a desayunar yo me fui a duchar y mi mujer se puso a limpiar un poco la casa, a las 12:00 PM mi mujer cogió una bolsa de la habitación y me dijo: — Mi amor voy al hotel a preparar cosas para esta noche quiero que sea muy especial para los dos, me dio un beso y se fue.
La verdad que me pareció muy raro y que llevaría en esa bolsa. Era una bolsa grande como de equipaje, en fin, no sé qué tendrá esta mujer preparado.
Preparé la comida y a las 15:15 y al llegar mi mujer, nos pusimos a comer, yo no le quise preguntar nada de la noche porque igualmente sabía que no me lo iba a contar, después nos echamos a la siesta y a las 18:00 me desperté y mi mujer estaba ya en la sala con el móvil revisando cosas y me dijo:
—Cariño hoy me vestiré en la habitación de Sofía ( nuestra hija), quiero que sea sorpresa lo que nos ponemos cada uno y yo ya he dejado mi ropa preparada para esta noche, recuerda que tienes que estar muy guapo y elegante.
— Si amor, lo sé y lo intentare.
La tarde paso como todas ella con el móvil y yo pues viendo algo en la televisión, a las 20:30 mi mujer se fue a vestir y yo decidí que también era hora de vestirme, me fui a la habitación y lo tuve fácil, cogí un traje azul marino con una camisa rosa y una corbata también azul marina, Salí de la habitación y mi mujer aún no había salido, le di un toque en la puerta y le dije que yo ya estaba listo y me dijo que le faltaba muy poco.
Me fui a la sala me senté y a los cinco minutos salió ella con un vestido largo rosa como mi camisa de tirantes con un escote enorme en V y con la espalda al aire y unos zapatos dorados.
—¡Por Dios! Amor estás preciosa-— le dije mientras me acercaba a ella y la agarraba de la cintura.
—¿Te gusta? Tú también estás bello guapo, además vamos combinados — se rio.
Nos subimos al auto y me dirigí al restaurante dónde mi mujer había reservado, nos recibió el mesero con una sonrisa y nos dirigió a la mesa, me di cuenta conforme nos dirigimos a la mesa que todo el mundo nos miraban, aunque ellos también iban arreglados no sé por qué pero llamábamos la atención y me gustaba. Se notaba que era un sitio costoso ya que no había estado nunca y la gente que había iban muy elegantes y parecía gente de alta.
La cena transcurrió con normalidad, hablábamos, reíamos... parecíamos un matrimonio que solo llevaba unos meses casados
—Andrés, me lo estoy pasando genial mi amor.
—Yo también cariño, ha sido buena idea esto de venir a un sitio así y vestirnos así.
—Si— respondió con picardía— y aún queda lo mejor... y la sorpresa, espero que te guste y te sientas bien y refuerce nuestro amor
— Viniendo de ti seguro mi amor.
Ya terminábamos de cenar y me disponía a pagar, salimos del restaurante y lo mismo conforme andábamos las demás mesas nos miraban.
Nos subimos al auto y mi mujer puso la ubicación del hotel en el GPS para dirigirnos allí. Llegamos y era un hotel gigante de 5 estrellas, me quedo mirando a mi mujer y le digo: —Pero cariño esto te habrá costado un dineral— y ella dándome un beso en los labios me miró y dijo —Por una noche y por salvar nuestro amor no importa y todo vale porque te amo con locura— Le dejé las llaves del auto al valet parking y pasamos al hotel por la puerta giratoria, nos recibió en recepción una chica joven bastante guapa y atractiva que nos mira de arriba abajo sonriente aunque se le notaba como un poco de envidia cuando miró a mi mujer. Nos dio la llave de la habitación 415 en la sexta planta, entramos y era una habitación bastante grande con un sofá, su baño amplio, una cama de matrimonio enorme y un armario también muy grande.
Mi mujer me empezó a besar y nos tumbamos en la cama.
—Para, para— dijo para detenerme.
—¿Qué pasa?—pregunté.
—Ya sabes que quiero que sea especial voy al baño a cambiarme, tú mientras ve llamando a recepción para encargar el desayuno de mañana.
Tomó una mochila del armario y se fue al baño yo llamé y encargué el desayuno para la mañana siguiente a las 10:30 AM. A los 15 minutos salió mi mujer del baño, con unas botas de cuero altas hasta las rodillas con un tacón de unos 12cm, un tanga negra y un brasier negro, con las manos en la espalda — <¿Las llevaba atadas?>
Se me acercó me dio un beso en la boca con lengua muy prolongado se puso delante de mí y me dijo:
—Como sabes estamos pasando por un bache en nuestro matrimonio y hemos intentado de todo y bueno después de buscar hay que hacer cosas nuevas experimentar, demás por eso estamos hoy aquí, porque te amo, porque no quiero que esto nunca acabe y porque eres el amor de mi vida, entonces hace tiempo que tengo una fantasía sexual y como leí que hay experimentar cosas por eso he organizado todo esto y mi fantasía es esta.
Se sacó las manos de la espalda y apareció un consolador de látex muy parecido a mi pene con un arnés y un bote de lubricante.
—¿Cómo?— respondí sumamente asombrado.
—Quiero ser el hombre, hace tiempo que quiero cogerte y como he dicho experimentar. He preparado todo esto para que sea especial. — dijo con mucha seguridad de lo que quería hacer.
— Carla, pero si tu casi nunca me dejas cogerte analmente, lo hemos hecho muy pocas veces.
—Sí y qué mejor manera de que sepas por qué y que sientas tú lo mismo.
— ¡Uff! No sé, no sé...
— Anda por favor... es por nuestro bien... solo probar si no te gusta lo dejamos así y listo, no pasa nada.
Me decía todo esto mirándome con cara de niña buena y de no haber roto un plato en su vida, no sé cómo, pero acepté, pudo más el morbo y las ganas de experimentar que otra cosa. Mi mujer se abalanzó sobre mí a darme besos por todos lados y muy contenta, empezó a besarme apasionadamente y empezó a quitarme la ropa, yo tenía mi pene duro desde hacía un rato ya solo en verla salir del baño semidesnuda y en plan dominante me puso mucho.
Empezó bajando poco a poco hasta llegar a mi pene, al qué agarró con las manos y empezó a darle besos en el capullo como si de una cara se tratase, después con la lengua empezó a recorrer el tronco de arriba abajo y termino en los testículos metiéndoselos en la boca. Luego se la metió toda en la boca empezando una mamada como nunca me la había hecho, a la vez que metía y sacaba mi pene de su boca, iba al ritmo con la mano haciéndome una paja y con la otra mano ella por encima de la tanga se acariciaba su intimidad.
Yo me tumbe en la cama como los ojos cerrados disfrutando de la mamada que me estaba haciendo mi mujer, de pronto paró, se puso de pie y quitándose el tanga lo dejó en el suelo se subió a la cama y se sentó en mi cara para que le comiera la vagina. Ella se dio la vuelta y bajo su cuerpo otra vez a chupar mi polla quedando los dos en un 69 perfecto
Los dos gemíamos de placer mutuo que nos estábamos dando con nuestras bocas
Después de estar un rato haciéndonos sexo oral mi mujer se levantó se puso a la altura de mi miembro que estaba dura como el hierro y se la metió por su vagina, empezó a cabalgar, se desabrocho el sujetador. La tomé del trasero y con mi lengua empecé a jugar con sus pezones a lo que ella respondió con gemidos de placer, estuvimos un rato así luego lo tiró al suelo y dejando sus tetas al aire mientras cabalgaba en mi pene se pellizcaba los pezones, yo aprovechaba para tocarle el su bello y apetecible trasero.
Dio unos cuantos botes más y agarrándose a mi cuello gritó de placer y se corrió escandalosamente, había llegado al orgasmo, se echó sobre mi cuerpo y me besó.
Nos quedamos tumbados y abrazados y poniendo su mano en mi pene y me dijo:
— Ahora viene lo bueno, Andrés.
Se levantó y me indicó que me pusiera en cuatro y yo como tal sumiso le hice caso, poniendo un cojín en el suelo se puso de rodillas y suavemente empezó a lamerme el trasero, hacia unos círculos y con sus manos puestas en mis nalgas, la verdad que se sentía rico
Luego poco a poco empezó a lamer ya con más ímpetu todo lo que era mi ano, me daba lamidas como si fuera un helado e intentaba meter la lengua dentro. La verdad que me estaba gustando hasta había momentos en los que gemía de gusto.
Se separó cogió el bote de lubricante y echando un poco en mi ano y un poco esos dedos empezó a restregarlo bien y me dijo: -Ahora relájate y disfruta- y poco a poco metió un dedo dentro de mi ano, era un poco incómodo, pero se podía soportar no eran tan malo como pensaba. Luego lo sacó y esta vez con dos dedos, volvió a introducir, era como antes podía soportarlo incluso me gustaba, así lo hizo varias veces hasta que llegó al cuarto dedo, este la verdad que ya me molestaba un poco y lo dejo ahí un buen rato para que me mi trasero dilatara y se acostumbrara, después de eso con los dedos empezó una penetración lenta, yo intentaba aguantar y relajarme, pero la verdad que me molestaba.
—Tranquilo cariño, eso es sigue así... ¡Dios! Pero qué trasero más apetecible tienes... No sabes las ganas que tenía de cogerte, Andrés.
Estuvo así unos minutos penetrándome con los cuatro dedos, yo sentía mi ano ya un poco dilatado, el dolor ahí seguía, pero era menor. -Levántate- me ordenó, me puse de pie a la altura de ella y dándome la espalada cogió y se puso el arnés, se dio la vuelta y ahí estaba mi mujer desnuda con un gran pene de látex colgando, se me acercó agarrándome de los cachetes de la cara me dijo:
— Andrés, ahora voy a mandar yo, ponte de rodillas e igual que yo te he comido tu pene antes, me la vas a comer tú ahora.
Y así lo hice me puse de rodillas y con una mano agarré ese látex que parecía un pene de verdad, empecé a darle besos en la punta igual que hizo mi mujer antes, para luego bajar con la lengua por todo el tronco y terminar metiéndome los huevos en la boca.
—Muy bien, si pareces experto y todo... sigue.
Me la metí toda en la boca llegando a darme una arcada, es lógico nunca lo había hecho y no sabía cómo hacerlo, pero le puse ímpetu y seguí haciendo una mamada histórica a la vez que con mis manos pajeaba ese paquete. Así estuve un buen rato y mi mujer me agarró la cabeza y empezó a literalmente a cogerme la boca haciendo que casi me ahogara, pero aguante como un campeón.
Me levantó y me tumbó boca abajo en la cama poniéndome un cojín debajo para levantar mi culo, se venía la penetración, la verdad que estaba excitado, sentía mi ano dilatado y preparado. Agarró el bote de lubricante y echó bastante cantidad en mi culo y lo restregó bien al igual que hizo con su pene de látex.
—Si te duele Andrés dímelo y páramos y si te gusta grita de placer.
Dicho esto, empezó a meterme el arnés en el trasero empezó la punta y la verdad que no me molestaba, y poco a poco fue metiéndola más y ya ahí sí empecé a notar dolor, era más grande y gorda que los cuatro dedos, sentía que me moría, mi culo ardía y me notaba como si algo me partiese en dos.
— ¡Ahhh! Dios— grité de dolor, pero también una mezcla de placer.
— Anda, aguanta un poco papi- me decía mi esposa— ya está toda dentro, solo falta que te acostumbres a ella.
Y mi mujer se quedó quieta dejando todo el látex metido dentro de mi trasero y mientras para tranquilizarme me acariciaba la cabeza como si de un perro se tratase.
—¡Sácala!, ¡Sácala! Por Dios, que me duele.
— Dale mi amor, aguanta un poco y verás que te va a gustar. — Su voz era muy sensual y me prendía más.
La sacó y mi cuerpo se relajó mucho, me dio un beso en los labios mientras untaba más lubricante y la volvió a meter poco a poco, el dolor fue menor, se ve que mi ano se estaba acostumbrando. La dejó allí un rato y me agarró mi pene con la mano y empezó el movimiento de una paja mientras el látex seguía dentro de mí, el dolor iba desapareciendo no sé si porque ya me había acostumbrado o porque me estaba gustando mucho la paja que me estaba haciendo.
Daba pequeños gemidos.
—¿Cómo vas amor? Te sigue doliendo— preguntó Carla.
— No ya no duele.
— Pídemelo Andrés...Pídeme que te coga.
—Cógeme Carla, haz lo que quieras de mí.
Me soltó el pene y agarrándome de las caderas empezó una penetración suave sin sacar del todo su polla, notaba como algo por dentro me tenía lleno y se movía a su placer. Aumento las embestidas y a mí ya no me dolía nada si no que me estaba encantando, me sentía muy excitado y muy puto, empecé a gemir del gusto que me estaba dando.
—¡Ahh! Si Dios... Cógeme cariño— decía entre jadeos lujuriosos.
—¡Waow! Mira quién se ha animado.
—Teníamos que haber hecho esto antes. ¡Ufff! Siii— tenía un desenfreno total.
—Que culo más grande tiene mi putito.
Aumentó la dureza y empezó a follarme más fuerte, yo gritaba de placer, nunca me había sentido así, de vez en cuando me azotaba en el culo para que gozará aún más.
La saco y se tumbó boca arriba en la cama y me dijo: —Anda cómo te he hecho yo hace un rato contigo— Me levanté y poniéndome a horcajadas encima de ella agarré el arnés y poniendo la punta en mi culo me fui dejado caer poco a poco y una vez que la tenía dentro empecé a saltar como lo hizo ella antes conmigo.
Saltaba y el arnés entraba y salía de mi culo y me gustaba, me apoyaba sobre las tetas de mi mujer. Me sentía todo excitado y a mi esposa la veía feliz y contenta y sobre todo muy cachonda.
Me puse de pie sacando el arnés de mi culo y me tumbé boca arriba al borde de la cama y con las piernas abiertas, mi mujer delante de mí fue metiendo el pene de látex, poco a poco haciendo la posición del misionero y empezó a cogerme.
Puso mis piernas sobre sus hombros mientras me penetraba y yo gemía.
—¡Ah! Siiii. Dale, ¡ay! Dios que rico...no pares.
Me agarró mi pene, al mismo tiempo que me penetraba empezó a hacerme una paja, eso ya era lo máximo.
—Dios que buena eres— le dije.
— Y tú también.
—Carla, vas a hacer que me corra rápido.
—Cuando te vayas a correr, avísame que tengo algo preparado.
Pues, siguió cogiéndome y haciéndome la paja yo estaba a punto de correrme, mi pene empezaba a palpitar y a salir el líquido pre seminal.
— Creo que me voy a correr... no aguanto. Ahí viene, Diooooos, siii que puto placer.
Me levantó con las manos un poco más el culo y de mi pene esta vez sin que nadie la tocase empezó a salir chorros de semen que cayeron en mi pecho y uno me alcanzó la cara en la barbilla y la comisura de los labios, mi mujer seguía dándome y yo ya exhausto por el orgasmo, y ella dijo:
—Ahora me corro yo... Dios que culo tienes.
Llevó una mano a los testículos del arnés y de repente algo me llenó el culo de un líquido, ¿el arnés estaba soltando semen? ¡Uff! Me puso a mil eso.
Sacó el arnés poco a poco de mi culo y con ella restos de un líquido blanco parecido al semen. Me hizo ponerme de rodillas otra vez y chupar el látex para limpiarlo como buen puto, cuando lo dejé limpio me tumbo otra vez boca arriba en la cama y me fue lamiendo las piernas hasta llegar a mi culo recogiendo todo el semen de mentira que salía de mi culo para luego continuar lamiéndome el látex para limpiármela y todo mi cuerpo en el parte que había semen mío y luego me dio un beso en la boca que hizo que yo también probara mi propio semen.
Se quitó el arnés y las botas y se tumbó en la cama a mi lado abrazada a mí y yo a ella, los dos completamente desnudos y sudados.
—Ha sido una de las mejores noches de mi vida en todos los sentidos- me dijo extasiada.
—Yo también, me lo he pasado muy bien y sinceramente no me esperaba para nada esto y mucho menos que me gustara.
—Tenía miedo que no te gustara y la noche y la preparación de todo se fuera por el caño, pero me alegró mucho que te guste, es una fantasía que tenía desde hace tiempo y gracias a ti la he podido cumplir con creces.
—¿En serio? De nada mi amor, no sabía que fueras tan buena cogiendo- solté una risa.
— Ni que tu gritaras tanto de placer — Risas.
Nos quedamos riéndonos y hablando un poco más de la noche y del sexo que habíamos tenido.
— Anda, date una ducha anda y límpiate bien tu culito y vamos a dormir que es tarde.
Me fui a la ducha eran las 5 de la mañana, me di bien con agua y me atreví a meterme yo mismo un dedo para sacar los restos de semen de mentira que había dentro, salí de la ducha me tumbé en la cama junto a mi mujer y los dos desnudos nos quedamos dormidos. Nos despertó el teléfono a las 10:15 AM que nuestro desayuno que habíamos pedido estaba listo, pedimos que nos lo subieran a la habitación, lo subió un chico bastante joven y guapo al que le abrió mi mujer con el albornoz entreabierto, el joven no pudo evitar mirarle el canalillo y mi mujer guiñándole un ojo le dio una pequeña propina y se fue.
Desayunamos tranquilamente y como aun nos quedaba una hora de reserva decidimos volver a tener sexo, pero esta vez yo a ella como siempre, cuando terminamos nos pusimos ropa que mi mujer llevo para diario en una mochila y ya en recepción entregamos las llaves de la habitación y regresamos a casa.
A día de hoy estamos en un momento genial de nuestro matrimonio, tenemos mucho sexo, a mi cada vez me gusta más el sexo anal y como me coge mi mujer y estamos pensando en experimentar muchas cosas y con más gente.
FIN DEL RELATO
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