CONFESIONES DE UNA SCORTS (2/4)

ELEKTRA

Después de la prueba y la sesión de fotos, pasaron un par de semanas y no tenía noticias, conversé con Daniela un par de veces en la facultad y me decía que no me preocupara, que seguro pronto iba a tener mi primer servicio, tenía sentimientos encontrados, ansiosa por tener mi primera clienta, pero tampoco estaba del todo segura de querer hacerlo.

Era un jueves, como las cuatro de la tarde, cuando recibí el mensaje de Fernando, <Hola Johana, tienes servicio mañana a las ocho de la noche, te espero en la casa a las siete para darte unas indicaciones, me confirmas si tienes disponibilidad>

Sentí un nudo en el estómago, empecé a sudar, pero me dije a mi misma: <Ya te metiste en esto, ahora hazlo> así que respondí: <Hola Fer, muy bien, estoy a las siete por la casa>

Le escribí también a Daniela para contarle, me respondió emocionada: <Que alegría, Johana, lo vas a hacer muy bien> Acordamos que ella, aunque no tenía servicio, me iba a pasar dejando a la casa, me dio unos consejos, de cómo ir vestida y cosas así.

Me costó dormir, arreglé una pequeña maleta, con un vestido negro pegado, un par de zapatos abiertos de tacón y una tanga adicional. Al otro día no puse atención en clases, no dejaba de pensar en cómo iba a ser la clienta, si iba a poder hacerlo y que me pediría hacer, llegó la hora, Daniela me llevó a la casa, cuando llegue estaba Fer.

— Hola Johana— dijo — ¿Cómo estás?, ¿Nerviosa?

— La verdad, sí, bastante nerviosa.

— No te preocupes, lo harás muy bien, te cuento un poco, la cita es con una clienta regular de la casa, se llama Aymara, y ella regularmente pide a las chicas nuevas, pero no te preocupes, no pide nada extraño.

—Ok— respondí seca, la verdad no tenía mucho que decir.

—¿Traes otra ropa? Me imagino.

—Sí, Claro. Acá la traigo.

—Muy bien, cámbiate, arréglate y el chófer te llevará, el servicio inicia a las ocho, te contrató por tres horas.

Fui a un baño de la casa, me cambié, me puse el vestido negro pegado, que me llegaba diez dedos arriba de la rodilla, sin mangas, un suéter, me arreglé el maquillaje, me peiné, me puse los zapatos y salí, guardé mi ropa en la maleta. Fernanda me estaba esperando en la sala de la casa.

— Estás muy guapa— me dijo.

— Gracias

—Toma— me entregó una botella pequeña de gas pimienta. Yo me quedé sorprendida. —De seguro no lo utilizarás, pero siempre tienes que llevarlo y usarlo solo si te ves en peligro, sales rápido y llamas al chófer... ¿Ok? Sé que te irá muy bien. Si en dado caso, la clienta quiere continuar el servicio, le pides que escriba o llame a la casa— dijo antes de despedirnos.

Me dio una bolsa de pana, en ella iba un consolador negro, con forma de pene, con las venas y todo y un bote de lubricante, lo metí a mi bolsa, subí al carro, iba en total silencio, muy nerviosa.

—Tranquila, lo harás muy bien— dijo el chófer en el auto.

—Gracias, eso espero— respondí.

— Llegamos, vendré por ti cuando termines— dijo y se despidió.

Fue un viaje como de quince minutos, bajé del auto, el servicio era en un edificio de apartamentos, en una buena zona de la ciudad, entré y me acerqué a recepción.

—Buenas noches. Vengo al apartamento A-1203.

—Buenas noches ¿Su nombre, por favor?

— Elektra— unos de los cambios que se me hicieron fue el nombre con el cual me iba a presentar a las clientas por medidas de seguridad. Así de ahora en adelante sería Elektra.

—Permítame— me dijo el recepcionista, mientras sentía como me comía con la mirada.

Tomó el teléfono: <Buenas noches, la busca una señorita de nombre Elektra... Muy bien, gracias> colgó. —Pase adelante, el ascensor de la derecha.

Tomé el ascensor, marqué el piso, sentí el trayecto eterno. Agradecí que no había nadie más, la puerta se abrió, llegué frente al apartamento, sentía un nudo en el estómago, estaba sudando, estuve a punto de regresarme, tenía ganas de llorar, nunca en mi vida había siquiera imaginado que iba a terminar de puta o scort, como le decían, pero aquí estaba, caminé de regreso al ascensor, pero me detuve: <Vamos Johana tú puedes. ¿Qué más puede pasar?, es solo sexo, además con mujeres, recuerda lo nerviosa que estabas en la prueba y hasta la disfrutaste. Además, recuerda el dinero que ganarás> me dije a mi misma.

Saqué mi espejo para revisar mi maquillaje, me acomodé el pelo y mi vestido, respiré profundo y después de unos minutos, finalmente tomé valor, me dirigí a la puerta y toqué.

Escuché unos pasos acercarse, de pronto se abrió la puerta, estaba a media luz y vi una silueta femenina, era una mujer un poco más baja que yo, vestida con una bata semi transparente, curvilínea, con unos pechos grandes, cadera y trasero grandes, algo llenita, pelo negro con las puntas un poco rojizas, ojos oscuros, labios gruesos, pintados de rojo, tenía unas facciones bonitas, eso me calmó bastante.

—Hola. Te esperaba impaciente, pasa— me dijo, con un tono de voz algo grave.

— Gracias— le respondí, mientras nos saludamos con un beso en la boca

—Elektra, ¿verdad?

—Sí, soy Elektra, mucho gusto.

— Soy Aymará— dijo mientras me tomaba de la mano, me quitó el suéter y me llevó a la sala. —¿Quieres algo de tomar? Hay vino, ron, whiskey.

—Gracias. Vino está bien— respondí, uno de los consejos que me habían dado todas, era tratar de no tomar mucho, un poco nada más, si me ofrecían.

—Esta es tu primera vez, según me dijeron.

—Sí, es la primera, soy virgen, si se puede decir— Las dos reímos.

— Toma— me dijo, mientras se acercaba con dos copas de vino, me dio una, dejó la otra en la mesa del centro y puso música.

—Gracias. La verdad es que para mí es un placer que tú seas mi primera cita— respondí, mientras se sentaba a mi lado.

Estuvimos hablando un poco para romper el hielo, mientras me sobaba las piernas, empezó a besarme el cuello, yo también la acariciaba, nos paramos para bailar un poco, pegadas, ella no dejaba de acariciarme, pasaba sus manos por mi espalda, hasta llegar a agarrarme el trasero, poco a poco fue subiendo mi vestido, hasta dejar mis nalgas al aire. Yo también la acariciaba, le quité la bata y cayó al suelo, me tomó la cara con sus suaves manos y nos empezamos a besar, sentí como su lengua se abría espacio entre mi boca, mientras sus manos no dejaban de acariciarme el cuerpo con fuerza, empecé a calentarme, besaba muy bien, y esa rudeza con la que me acariciaba, me gustaba, así que empecé a dejarme llevar, puse mis manos en su trasero, las metí debajo del calzón cachetero que llevaba, luego se separó.

—Vamos al cuarto— dijo, me tomó de la mano, y me llevó.

Al llegar me quité el vestido, el cual, a esas alturas, lo tenía en la cintura, me quité el sostén y me acosté, ella también se quitó el sostén y dejó libres ese enorme par de senos que tenía, grandes, un poco caídas, con un enorme pezón y aureola café, se acostó al lado mío y nos seguimos besando y acariciando, instintivamente empecé a bajar por su cuerpo hasta llegar a sus senos, me prendí de una, empecé a besarla y chupar su enorme pezón, mientras con una mano acariciaba la otra. Estuve así un rato.

—Ahh. Sí, así, chúpame las tetas, síííí— empezó a decir, mientras me presionaba la cabeza contra ella.

Luego se acostó boca arriba y empecé a bajar por su cuerpo, besándola y acariciándola, hasta llegar a su vagina, empecé a quitarle el cachetero, me costó un poco por lo apretado que estaba, luego quedó frente a mí, esa vagina, un poco peludita, con labios gruesos y bastante húmeda.

—¡Chúpame, que esperas, chúpame ya!— me gritó.

Empecé a chuparle la vagina, daba mordiditas a su clítoris, ella empezó a gemir, mientras con sus manos me empujaba la cabeza y con sus piernas me abrazaba

—Ahh no pares, que ricooooo, no pares.

Seguí chupando, luego empecé a meter un dedo, luego dos, empecé a cogérmela con los dedos, así estuvimos un rato, cuando sentí como me presionaba la cara contra su intimidad hasta que explotó, sus flujos empezaron a caerme en la cara y boca, tragué bastante, hasta que me soltó y cayó rendida. Empecé a subir hasta llegar a su boca, y nos fundimos en un beso súper delicioso, nuestras lenguas se entrelazaban y sus flujos que había retenido un poco en la boca, nos chorreaban por los labios.

Seguimos besándonos y acariciándonos.

—Qué linda estás y que rico besas— dijo.

— Tú también estás muy bien, me encantan tus pechos

—Qué cuerpo más rico tienes.

—Todo para ti, mi amor, haz con él lo que quieras, estoy aquí para complacerte.

—¡Te voy a hacer toda mía!

Me acostó boca arriba, yo intuí lo que iba a hacer, así que levanté un poco mi trasero y me quité mi tanguita, ella rápidamente encontró mi vagina y hundió la cara en ella, empezó a lamerme de arriba abajo y de abajo a arriba, me metía un poco la lengua, yo estaba totalmente mojada, agarraba las sábanas con mis manos. Si, lo estaba disfrutando, mujer tenía experiencia.

— Mmm, que ricoooo— gritaba y gemía.

—Si, así te gusta ¿Verdad?, que te laman bien.

—Sí, sí, no pares, sigue.

—Así me gusta ver gozar a las putitas, ¡Goza puta, goza! — decía cuando hacía unas pequeñas pausas al lamerme.

—Sí. Soy una puta, ¡Tu puta!

No resistí más y tuve mi primer gran orgasmo como puta, tuve unas contracciones muy fuertes, ella se paró, limpió un poco su cara, la que le había dejado empapada.

— Quiero sentirte, Elektra— dijo mientras yo aún respiraba agitadamente.

—Sí, hazme lo que quieras.

—¿Has tijereteado alguna vez?

— No, nunca, por favor, enséñame.

Nos acostamos de lado, entrelazamos las piernas hasta que nuestras vaginas se tocaron, nos agarramos las piernas la una de la otra y empezamos a movernos para que nuestras conchas se frotaran una contra la otra, la sensación era deliciosa.

—Sí, así, muévete así, quiero sentirte— decía con su voz agitada.

—¡Uff! Qué ricooo, ¡No pares!

—Te gusta, ¿verdad puta? Te gusta.

—Síííí, me encanta, ¡Sigue, sigue!

Los movimientos eran cada vez más frenéticos, nuestras vaginas perecían que iban a sacar fuego de tanto frotarse... No podía más.

—Voy a acabar. ¡Voy a acabar! — Gritaba Aymará.

—Yo también, me estas matándo.

Empecé a sentir espasmos y comencé a temblar, explotando en otro orgasmo, caí rendida, solo la oía a ella gemir.

—Que rico, por Dios, que rico— decía Aymará.

Me quedé medio desmayada y exhausta, ella quedó a mi lado, estuvimos así un rato sin decir nada, no sentí el paso del tiempo. Cuando reaccioné, vi un reloj, habían pasado un poco más de dos horas, aún quedaba tiempo.

—¿Quieres tomar algo? — preguntó.

—Si, por favor, me dejaste exhausta.

—Vamos.

Fuimos a la sala, ella fue a la refrigeradora y sacó un par de cervezas, las destapó y me dio una, se sentó a mi lado y las tomamos muy rápido en silencio, ambas exhaustas, la música aun sonaba, dejé la botella en el piso, me paré y empecé a bailar frente a ella.

Aymará se paró y empezamos a bailar pegaditas, luego se volteó y se movía sobando su trasero contra mí, yo le besaba el cuello, acariciaba sus senos y luego bajé mi mano hasta su vagina y empecé a sobarla y a meterle un dedo. Luego empecé a bajar poco a poco, besando su espalda hasta llegar a su espectacular trasero. Separé los enormes cachetes de sus nalgas y metí mi lengua hasta llegar a su ano.

—Ahh! — gemía ella, entre gritó, suspiró y cayó con las manos sobre el sofá.

—¿Te gusta? — pregunté.

Empecé a lamer su ano con mi lengua, hacía círculos, de arriba abajo, eso lo había aprendido en unos videos porno que estuve viendo, mientras con mi mano acariciaba su vagina y su clítoris.

—Tengo algo para ti— dije, fui a mi bolsa y saqué el consolador.

—Qué rico, mi amor— dijo —métemelo todo.

Le puse un poco de lubricante, mientras ella se ponía en cuatro, apoyando sus codos en el sofá, me acerqué por detrás y puse el consolador en la entrada de su vagina, y lo empecé a meter poco a poco, hasta que desapareció, luego lo saqué y así empecé con un mete saca, cada vez más rápido, mientras con mi pulgar hacia círculos en su ano.

—Ahhh, sí, así... dame más, no pares— gritaba.

—Te gusta, ¿Eh?, ¿Te gusta que te cojan así?

— Sí, no pares, no pares.

—¿Te gusta cómo te coge esta puta?

— Si, cógeme puta, ¡Cógeme!

Empecé un movimiento más rápido y con fuerza, metí mi pulgar en su ano, cuando solo dio un gemido fuerte, empezó a contraerse y tuvo otro gran orgasmo, saqué el consolador, y lo empecé a lamer frente a ella, y le di a lamer mi pulgar que había metido en su culo. Me paré y fui al baño a orinar.

Al salir, Aymará estaba sentada en el suelo.

— Me mataste, mi amor— dijo.

—Fue todo un placer— respondí picándole el ojo derecho, mientras la ayudaba a ponerse de pie.

—Solo porque tengo algo mañana a lo que no puedo faltar, si no, te pedía que te quedaras toda la noche.

— Para mí sería un placer pasar toda la noche contigo, le dije y le di un pequeño piquito, para cuando tú quieras, ya sabes que estoy para ti, puedo ser tu puta cuando quieras.

— Me encanta que me diga que eres mi puta.

—Lo soy mi amor, soy tu puta.

Fui a la habitación, me puse la tanga y el vestido, me arreglé un poco, en la sala tomé mi bolsa y busqué mi teléfono, ya habían pasado unos minutos de la hora límite, tenía un mensaje del chófer.

—¿Todo bien?, Ya estoy afuera del edificio.

— Sí, todo bien, me estoy despidiendo.

— Muy bien, acá te espero.

Me puse los zapatos y mi suéter, guardé el consolador y el lubricante y me despedí.

— Adiós, mi amor, ya me voy— dije —Ya me están esperando.

— Ok, gracias por hacerme acabar tan rico.

— Tú también me hiciste acabar rico, le dije.

— Espera un minuto, ahora vuelvo.

Regresó y me dio un par de billetes.

—Tu propina por hacerme gozar tan rico.

—Gracias. Fue un verdadero placer.

Nos dimos un beso super apasionado, si ella me hubiera dicho que podía quedarme, me hubiera quedado gratis, porque me la pasé muy bien con ella.

Bajé por el ascensor y pasé por la recepción.

—Buenas noches— me despedí del chico de la recepción

—Buenas noches, señorita. Que le vaya bien— dijo mientras sentí que nuevamente me comía con la mirada.

El chófer estaba afuera esperándome, subí al auto.

— Hola, ¿Cómo te fue? — preguntó con entusiasmo.

—Muy bien— respondí —La verdad muy bien, hasta propina me dieron.

Llegamos a mi casa, a mi mamá le había dicho que después de la universidad me habían invitado a un cumpleaños, cuando llegué estaba dormida, me fui a mi cuarto, me cambié de ropa, incluyendo la tanguita, me desmaquillé, mientras pensaba, lo bien que lo había pasado y lo mucho que me había calentado que me dijeran puta.

Me acosté y me dormí rápidamente, estaba exhausta, y así fue como atendí a mi primera clienta como Elektra y oficialmente me había convertido en una scort.

(...)

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