EN LA INTIMIDAD DE ANTONELLA
Antonella estaba sola, acababa de salir de la ducha y se encontraba de frente al espejo de cuerpo entero que tenía en su baño. Secando la humedecida de su piel, el suave tacto de la toalla le recordó lo excitada que la dejo esa mañana su marido Rodrigo que se empeñó comenzar con un delicioso mañanero, Antonella estuvo a punto de correrse un par de veces, pero no lo logró lo único que al final recibió una corrida muy caliente en sus nalgas de su marido. Luego las prisas de levantarse tarde, evitó siquiera que pudiera masturbarse.
—¿Y ahora? — La verdad es que se le había pasado algo la calentura, pero no podía evitar observarse ella misma en el espejo. Lentamente bajo la toalla dejando asomar uno de sus pechos, le gustaba lo que veía. Antonella era una mujer con sus curvas bien marcadas, su contextura era gruesa pero no gorda, Rodrigo se volvía loco al tocar su piel porque decía que era como tocar una seda y como no, si la mujer se cuidaba su piel con cremas hidratantes. Ella se miraba a través del reflejo del espejo, se paró un momento cuando la aureola del pezón estaba a punto de asomarse. —¿Qué aspecto tendrían? — Se preguntó, comenzándose a excitar hasta que finalmente se asomó, el color rosado intenso y la rugosidad del pezón, así como la ligera vibración que provocó la bajada de la toalla por el pecho, no le dejó la menor duda; tenía unos senos excitantes y provocativos. Teniéndolos al alcance de su mano, el apretar ese rosado pezón, le estremeció. Se acarició levemente y sonrió.
Bajo su cabeza y de su boca salió la humedad de su lengua. Intentaba lamer el pezón ya que nadie la veía pero como no llegaba se conformó con lamer el resto de la piel que vestía su blanco pecho. Notaba un cosquilleo entre su entrepierna, pero ya le tocaría su momento de atenderla. Dejó de lamerse para ir ahora a su pecho derecho, se acercó al espejo y pellizcándose el pezón lo frotó por la superficie del espejo. Cuanto más presionaba, más se contraía contra la imagen el pezón.
Dejó de estimularse y se puso de perfil, y miró su cuerpo a través del espejo. Le encantaba su silueta, —Es perfecta— dijo para ella y su marido lo sabía ya que siempre se lo decía, "Tus senos redondos, el vientre liso y excitante..." Su vagina perfectamente depilada era la combinación ideal con su piel blanca. Se colocó de frente del espejo e intentó verse el inicio de su vagina, la mujer estaba en un plan de exploración de su propia intimidad.
La de veces que lo ha abierto para masturbarse cuando estaba soltera y sin novio, siempre se lo abría para masturbarse. Ya casada para enseñárselo a Rodrigo. Después salió del baño y fue a la habitación que compartía con su marido estaba completamente desnuda, a ella no le incomodaba la desnudez, al contrario, se sentía libre. Se sentó sobre el borde de la cama, y abrió las piernas, desde un espejo que tenía de cuerpo enteró en la habitación, podía ver como los labios vaginales se despegaban de entre sí. Le pareció ver varios hilos del flujo que comenzaba a lubricar su sexo. Con las dos manos se separó de nuevo los labios vaginales, con la izquierda pasó sus dedos por el trasero, luego llevó sus dedos hasta la nariz, el olor a húmedad y limpio le hizo que el corazón le diera un pequeño vuelco.
La mujer estaba extasiada, un calor corporal se adueñó de ella, Antonella estaba disfrutando su encuentro erótico con ella misma. Unos segundos después, pasó la punta de la lengua por las yemas de los dedos lubricados, el sabor amargo y dulzón a la vez, le hizo sacar la lengua y humedecer los dedos nuevamente. Está práctica a su marido no le agradaba mucho y por eso no lo llevaba a la acción, pero a nuestra protagonista reconocía que a ella si le agradaba eso, le excitaba mojarse los dedos y saborear una y otra vez sus flujos.
Por tercera vez se humedeció los dedos, pero con la intención de acariciar su clítoris, que aparte del color rojo intenso que estaba apareciendo, notaba la sensación de que se estaba hinchando de manera agradable. Antonella, se tumbó a lo largo de la cama, abrió sus piernas y con sus dedos se tanteó la entrepierna, desde el clítoris, pasando por los labios, la raja de la vagina, y finalmente por el agujerito de su culo. Su culo le produjo una nueva sensación de agrado. Le gustaba estimularse ella misma mientras que Rodrigo se entretenía con otras partes.
Metiendo la punta de su dedo su corazón se detuvo, esperando que su agujerito se adaptara al grosor del dedo. Avanza un poco más en introducir el dedo y se retorcida como una serpiente, eran las oleadas de placer que estaba experimentando. La mujer soltó un pequeño suspiro, empezaba a extrañar a Rodrigo y por eso tendría que empezar a recurrir a la imaginación. Le pareció adecuado imaginarse a su sexy marido desnudo a su lado...pero hoy quería que fuera diferente; se imaginaría lo que ella quisiese. Lo que su mente quisiera y se haría lo que su cuerpo pidiera. A ella le gustaban algunas de las historias que Rodrigo le contaba. Pero no sabía cuál de ellas imaginarse. "Seguramente Paola no tendría problemas para imaginarse algo en ese momento", pensó.
Y por qué no pensar en ella, la ex novia de Rodrigo. En frío no podía soportar que Arturo se hubiera acostado con ella, además de que parece ser que la muchacha era liberal, no se cohibía con nada... Pero eso era en frío y Antonella estaba en estos momentos ardiendo entre las brasas de su propio placer. A veces y solo... a veces, la chica le preguntaba a su marido como era, como lo hacía en la cama, y como gozaba del sexo, a Rodrigo le parecía raro esas indagaciones por parte de su espero, pero el le decía que era simple curiosidad, pero le gustaba preguntárselo cuando, por ejemplo, Rodrigo le tenía completamente enloquecida embistiemdola duro. Raro, ¿No?
Sin duda, Paola debía ser una zorra, pensó ella, pero sólo imaginarse a su marido como la poseía a cuatro patas... ¡Uff! Volaba.
Antonella empezó a frotarse con cuatro dedos la vagina y el clítoris, así como en una oportunidad le dijo Rodrigo a Antonella que Paola solía hacerlo. —Si, recuerdo qué Paola se abría con los dedos de la mano derecha los labios de su vagina mientras que con el índice de la izquierda se estimulaba el clítoris. Para humedecerse se metía el dedo dentro de su vagina, y con el flujo se lubricaba labios y clítoris...— dijo Rodrigo en un momento dado.
En ese momento Antonella se dio cuenta que tenía un dedo metido dentro de su dilatada vagina y se lubricaba también los labios y el clítoris. "Muy fuerte", pensó, "pero me excita".
La mujer siguió con sus fantasías y siempre estaba su marido en ellas, ¿Qué más otras cosas le decía Rodrigo? —Si, ella llegaba a estimularse los pezones, mientras yo le comía todo su sexo— Esto se lo imaginó y rápidamente le vino la primera oleada de placer. Se paró, oía su respiración, sabía que en ese momento podía correrse, pero quería esperar. Quería imaginarse, mientras ella se masturbaba, como Rodrigo le penetraba con su erecto pene la lubricada vagina de la puta de Paola.
Tenía curiosidad por saber cómo Rodrigo y Paola practicaban esas posturas, y sabía que era cierto, porque su marido ya se lo contó con todo lujo de detalles.
Era tal la imaginación de Antonella en ese momento, que le parecía estar delante cuando su marido le ponía el glande de su miembro en la entrada de la vagina. Como se paraba para meterle la punta del dedo en su culo...Y como sin previo aviso le introducía con violencia el fibroso pedazo de carne en lo más profundo de su vagina. Los vaivenes de la mano de Antonella en su coño ya eran frenéticos, fuertes y descontrolados. Sus tetas se balanceaban de un lado a otro, de lo rápido que se masturbaba. El flujo empezaba a notarlo, esa humedad en su culo le recordaba a la que le dejaba Rodrigo cuando le lamía su abertura anal. La mujer agarraba las sábanas fuertemente, mordiendo su labio para aguantar el placer. Se imaginaba como ella le pediría a su marido qué se corriera en su su culo.
Antonella ya notaba que le venía el orgasmo y esta vez lo iba a soltar, y en un segundo y finalmente el orgasmo más caliente invadía todo su ser.
En la primera punzada de placer llegó a imaginarse esa corrida en el culo de Paola, después le llegaron otras imágenes; el semen de Rodrigo en las paredes de mi vagina, el culo de Paola penetrado por el dedo de Rodrigo, sus propios dedos deslizándose en ese momento por los calientes labios vaginales... ¡Explotó! Nuevamente Antonella, no pudo más. Le invadió el placer que le salía de lo más profundo de su coño. Notaba como el agujerito de su culo se cerraba obligado por el intenso orgasmo. Como sus pezones se ponían todavía más erectos. Y de su boca salían gemidos que intentaba parar mordiéndose los labios. Sus manos seguían entre sus piernas, inmóviles pero invadidas por el flujo que su coño expulsaba en ese momento. El olor de su orgasmo fluía por la habitación.
Cinco minutos después, ya más relajada, Antonella se levantaba y se volvía a bañar.
—Qué puta era Paola con Rodrigo— dijo la mujer con una leve picardía.
***FIN DEL RELATO***
"En todo encuentro erótico hay un personaje invisible y siempre activo: la imaginación."
-Octavio Paz-
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top