EL POLICIA DE TINDER

"Con 55 mil millones de matches a la fecha de hoy, Tinder es la aplicación de citas más popular en el mundo'. Así se describe la app cuándo la buscas, y Julia era parte de esas estadísticas, el cuál solía entrar esporádicamente, así fue como hizo match con Juan, pero solo después de dos años fue que empezaron a hablar, justo después que Julia terminará con su novio Ezequiel, hablaban de todo, pero en las noches solo de sexo, y eso fue suficiente para saber que tenían ganas.

Julia, no era una chica precisamente vergonzosa. A ella le gustaba sentirse poderosa al lado de un hombre y estaba acostumbrada a intimidarlos, Juan era la horma de su zapato, porque él era un chico seguro de sí mismo, acostumbrado a pasar cada noche con una diferente, por lo que se movía como pez en el agua, ella lo sabía por sus charlas en el chat, cosa que intimidada a Julia la hacía sentirse pequeñita e insegura. Una noche Juan le propuso una salida, pero el hombre resultó ser una indecisión total, en principio la cita se concretó para el jueves a las nueve de la noche, después Juan cambió como tres veces de hora, cosa que hizo pensar a Julia que la iba a dejar más tirada que colilla de cigarro. Por último y, en definitiva, a las once porque él estaba muy ocupado en el trabajo.

Julia les habló a sus amigas sobre este contacto con este chico por Tinder y les contó sobre lo que Juan le había propuesto, pero con tanto cambio de hora no creía que fuera a la cita, —¡Ay! Bueno vamos a tomarnos algo igual y si llega, listo lo conocemos y depende de cómo lo veamos te dejamos con él— dijo una de sus amigas. A Julia no le pareció mal plan, todas quedaron de acuerdo y se fueron desde las ocho de la noche a unas de las calles más concurridas de su localidad era una calle donde abundan los restaurantes, cafés y discotecas, decidieron entrar a uno en especial ya que eran clientes de ese sitio desde hace un buen tiempo. Cómo a las diez de la noche recibió un WhatsApp de Juan preguntándole por dónde andaba, la chica miró el chat sorprendida, "¡No me creo que me está escribiendo! —pensó. Y cómo no hacerlo si cada vez le cambia la hora. Lo cierto, es que contestó su pregunta y lo invitó a unirse a ellas, le dijo: —Una cerveza, nos conocemos y si hay conexión, vamos a tu casa o la mía— mientras el chico llegaba las chicas establecieron unos códigos de seguridad, —Sí Juli levanta las cejas, era el visto bueno. Si por el contrario tumbaba algo al suelo, mala señal— con todos los puntos en la mesa, nada podía fallar. El chico volvió a escribir a Julia y le dijo que estaba llegando. Las chicas rápidamente se fueron del lugar para ir a una cuadra más arriba a encontrarse en una famosa discoteca.

Precisando al hombre, todos de frente se saludaron con besos en la mejilla y se preguntaron, —¿Qué tal? pero en el ambiente se respiraba tensión y unas de las chicas decidió romper un poco el hielo.

—Alexia: ¿A qué te dedicas? ¿Eres de Valencia?

—Juan: Soy Policía Militar. Y no, no soy de Valencia, soy de Caracas, pero estoy designado aquí.

Escuchar a Julia decir que Juan era Policía Militar fue música para sus oídos, su mente voló hacia la fantasía más cachonda, "Espósame y dime que he sido mala, quiero que me hundas tu arma profundamente", pero es que cómo no, el chico tenía todas las de ganar, Julia no paraba de mirarle la boca, le encantaban esos labios tan carnosos y estaba deseando de pegarles un chupetón. En definitiva, la chica quedó impactada, las fotos de Tinder no le hacían justicia. La noche fue amena en compañía del policía, las chicas pidieron un tobo de cerveza y el solo una bebida sin alcohol, ¡Obvio! Con ese cuerpazo de la Liga de la Justicia; no fuma, no bebe, pero le encantaba coger, el deporte favorito de Julia.

La reunión "terminó", Juan se levantó y fue hasta la barra a pagar la ronda, mientras Julia se quedó con sus amigas hizo el levantamiento de cejas que daba la aprobación. Cuándo regresó se acercó un poco a su oído y le dijo que se iban a su casa, la chica solo asintió ya que sobraban las palabras, la tensión sexual eran tal que hasta sus amigas la sentían. Ya en la casa del chico el ambiente se empezó a calentar, sentados en el sofá de la casa de Juan, estaban fundidos en un beso en el que solo había lenguas y labios. Finalizado ese primer beso, bastante largo e intenso, por cierto, ella fijo su mirada hacia él y lo mordió suavemente el labio inferior y lo único en lo que pensó fue que se le había hecho eterna la espera para besarlo porque desde que se conocieron no habían parado de pensar en otra cosa que no fuera en sus labios.

Había mucho deseo entre ellos, los pantalones de Julia desaparecieron como arte de magia y aunque había muchas ganas por parte de la chica, también había timidez, él lo notó y de inmediato le agarró la mano y se la puso sobre su pecho. —Tranquila, relájate, todo está bien— le dijo en un tono muy pausado y tranquilizador. Él sólo quería pasar un buen rato en compañía de Julia y que lo disfrutará. La lencería fina y bonita que había escogido la chica también salió volando, para quedar al descubierto el cuerpazo que tenía Julia, el policía se sorprendió al ver su cuerpo, era esbelto, se notaba que la chica lo cuidaba. —Eres hermosa Julia— le dijo en un susurro, a lo que ella solo le dio una sonrisa. Julia tenía muchas ganas de meter sus manos en el bóxer y palpar la mercancía y para su sorpresa muy grata cuando sintió aquella protuberancia soltó — ¡AY DIOS! — En la vida había palpado tales medidas, al escuchar la expresión de Julia él sonrió de lado. Y es que claro, él chico sabía que entre sus piernas tenía un buen paquete. Ella empezó a masturbarlo, agarró su pene con firmeza y hacía movimientos de arriba hacia abajo, acto que a Juan lo estaba descontrolado, pero ella quería más, quería sentir ese miembro duro en su boca, saborearlo. Así que, muy decidida, le quitó el bóxer y en dirección descendente, empezando por sus pectorales, fue mordisqueando y chupando cada centímetro de su cuerpo, hasta que cerca del ombligo se encontró con el enorme bulto. Lo cogió por la base y empezó a chuparlo lentamente en sentido ascendente, toda su boca estaba en él.

Ella se esmeró haciéndole el mejor oral de su vida, pensó él. Y es que no es para menos ya que el tremendo pene que tenía en su boca no cualquiera lo sabría manejar y Julia tal y como una puta ama lo estaba haciendo con maestría. Pero Juan tampoco se quedaba atrás ya que el mismo placer que ella le estaba dando a él con la mamada, pronto estaba siendo recompensado con uno de los mejores dedos que la han hecho en su vida, lo que se llama un "Squirting", haciendo que se corriera escandalosamente, y no solo en gritos placenteros, sino por su gran corrida.

Seguidamente y casi sin darle tregua a Julia, Juan le pidió que se voltear y se colocará en cuatro y ¡Vamos! Después de semejante corrida como decirle que no, pero antes ella se detuvo, —¿Juan, tienes preservativos? — le preguntó.

—Sí, en mi en el bolsillo del pantalón, dame chance— se puso de pie y fue hasta el pantalón, mientras Julia se quedó en éxtasis viendo aquel monstruo que tenía entre las piernas, duro, fibroso y sobre todo limpió... ¡Ah! Porque cosa que agradecía Julia era un pene bien depilado.

Muchos, pasarán desapercibido el momento del preservativo ya que es algo normal al momento del sexo, pero no para estos muchachos, Julia quedó muy sorprendida con este momento y como no, ya que Juan tenía una forma particular de colocárselo. Si algo que el policía tenía claro al momento del sexo era la inclusión del condón, pues ya en sus manos rajó el papel plateado con los dientes y no crean que se lo puso en la punta y lo deslizó, no. Con los dedos índice y corazón lo abrió y estiró para colocarlo sobre su capullo y a continuación, lo fue abriendo y deslizando hasta abajo con los pulgares y los dedos índices. Julia no lo podía creer ¡Qué pistolón tiene! Pensaba.

Después ambos se acomodaron, ella en cuatro al filo de sofá cama y él después al piso pero cómo a Julia no le bastaba con el miembro del policía ella encendió el vibrador y se lo colocó sobre el clítoris, necesitaba doble placer, fue cuando empezaron las embestidas, el policía se lo metía con gran firmeza y profundidad con dos intenciones que sintiera su gran y dura verga, y que le doliera, pero no fue solo que no le dolía lo que le dejó pasmado, sino que ella quería y rogaba que le diera con más fuerza y velocidad en sus embestidas. Juan estaba viviendo el sueño de todo hombre, se estaba cogiendo a la propia Afrodita.

—Es perfecta— pensó Juan mientras la embestida una y otra vez, su vagina se adaptaba a la perfección a las medidas de su miembro. — Colócate en posición fetal— le dijo Juan. La chica se incorporó y se metió en el centro del sofá. Se puso de lado con las rodillas abrazadas por los brazos y expuesta directamente para él. Juan de rodillas e inclinado un poco para delante se lo metió. —¡Uff! Ahora sí, ahhhh— Pues ahora él sentía cómo la vagina de Julia se devoraba toda su erección.

—Juli, quiero que también disfrutes de esto— en ese momento el policía empezó a tocarle el clítoris, o el famoso "botón mágico", como lo llamaba ella, volviendo a explorar en un orgasmo intenso. Sin duda alguna Juan estaba gozando este polvo con Julia, pero una parte de él quería correrse, pero por otra parte quería seguir disfrutando hasta quedarse sin aliento, de este último estaba solo a un paso. Ambos estaban sudados, excitados y desbordados.

—Quiero darte nalgadas, oye ponte encima de mí— le dijo casi sin aliento.

—Lo vas a disfrutar como nunca, este culo incluso vale más que el de la Kim Kardashian— Julia sabía muy bien de lo que hablaba. Siempre le habían dicho que tenía el culo perfecto. Así que ella muy decidida se puso en horcajadas frente a él, que se encontraba sentado y lo único que le pidió es que estimulara sus pezones. —Lo dejó a tu elección, boca, manos o ambas cosas... y le sonrió con cierta picardía.

La ansiada corrida de Juan estaba muy cerca, Julia lo intuyó y aceleró la cabalgada haciéndola más intensa, cuándo sintió que estaba cerca de acabar se acercó a su oído y gimió, le mordió la oreja y se unió a él. El policía se quedó pegado al pezón de Julia y sin intención alguna, le hizo un chupetón. Ambos cayeron en la espiral del orgasmo y no se sabía quién gritaba más de placer. Ella se desplomó en el pecho del chico y se quedaron un rato sin moverse, callados entre fluidos y sudor, hasta que sus corazones se adaptaron a un ritmo normal, ella se incorporó y mirándolo a los ojos le preguntó: —¿Y tú nota es...? —

—Ha sido tan increíble. tanto que me cuesta reconocértelo en tu cara— se sonrió con vergüenza escondido su cara.

Pues un segundo asalto no quedaba de más, este fue salvaje e increíble para los dos que se conocían ya muy bien. Después de terminar el encuentro, el policía acompañó a Julia al metro. La intención de él era darle un besito medio tímido, pero ella se le adelantó y le plantó un buen beso en la boca. —Si fueras un crimen, me declararía culpable de caer en una tentación realmente atractiva y peligrosa— le dijo la chica. Se despidieron, pero con la promesa de seguir viéndose.

Cuando Julia ya estaba fuera de la vista de Juan, miró su móvil y sonrió. Tenía casi ochenta mensajes de WhatsApp del grupo que tenía con sus amigas que se llamaba "Who run the world? GIRLS! Entre los mensajes que le mandaba una de sus amigas les dijo que una imagen valía más que mil palabras, a lo que Julia entendió e hizo un collage de varias fotos de antes de salir de su casa y la actual cuando iba en el metro, se las mando y el título: Cara de bien cogida. 


                                                                   ***FIN DEL RELATO***

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