7- primeras peleas

Alguien llama en ese momento a tu puerta. Oyes a Mayumi hablando con Jack y poco tardas en abrir la puerta.

—Buenas tardes, ¿ocurre algo? —preguntas con una sonrisa.

—Sabemos que has estado este mes estudiando como un loco en la biblioteca —dice Jack—. Así que Mayumi quería hacer algo por ti para distraerte y... —Mayumi le da un codazo en el costado de la barriga impidiendo que siga hablando.

—Y queríamos invitarte a dar una vuelta por la academia porque estoy segura de que no la has explorado —dice ésta.

—Sí, claro. ¿Por qué no? —contestas a su invitación fingiendo despreocupación, pero en realidad estás un poco avergonzado de que sea verdad que aún no conoces las instalaciones.

Así salís a dar una vuelta por los territorios de la academia y quedas sorprendido con la cantidad de cosas que desconocías. Al parecer hay un gran edificio dónde se encuentran las diferentes arenas en las que combatiréis la semana que viene, y al lado de este edificio, se encuentra una zona comercial donde se reúnen mercaderes de todo el país para vender sus bienes a los estudiantes. Mayumi explica que en el mercado puedes encontrar de todo, pero los alumnos tenéis prohibida la compra de pociones, bebidas alcoholicas, armas y armaduras. Por su parte Jack explica que hay ciertas "tiendas" escondidas de las demás dónde sí puedes comprar esas cosas porque nadie las vigila, pero por un precio mucho más elevado al normal. Cerca de las tiendas se ubica un enorme bosque, que desgraciadamente ya conoces, y en lo más profundo del bosque hay un enorme lago. Pasáis por al lado de una muralla increíblemente alta y le preguntas a Mayumi por qué está allí. Ella te contesta que toda la academia está rodeada de murallas, pero que éstas están tan lejos que casi no se ven. Están por protección contra las bestias que habitan en el exterior, aunque la entrada principal está segura por el tránsito de personas que hay.

—Tengo una última pregunta, y posiblemente la más importante —dices de camino al edificio principal.

—Adelante.

—¿Por qué hay magias de todos los tipos menos magia de agua? Hay magia de tierra, fuego, viento, apoyo... Incluso hay magia oscura y de luz —tras un breve silencio añades—. Me resulta muy extraño esto, ¿hay alguna razón en particular?

—Bueno... verás... es un tema un poco complicado —Jack evita mirarte a los ojos y parece incómodo ante esta situación—. No puedo decírtelo.

—¿Por qué no? —Jack no te contesta y se queda mirando hacia el horizonte, encontrándose con una pared de fondo.

Tras insistir un par de veces, Jack suspira y susurrando te dice:

—La magia de agua es considerada un tabú en este reino. Hace un tiempo, hubo un mago malvado que controlaba la magia de agua y la usó para el mal. El agua no es un elemento que puedas hacer aparecer de la nada, o usas las nubes o usas el hielo para transformarlo en agua. O directamente controlas el agua. El mago lo que hizo fue, gracias a su gran poder, recoger todo el agua del mundo y evaporarla provocando una fuerte sequía mundial en la que murió más de la mitad de la población. Intentaron atacarle varias veces pero usó el agua de las nubes para formar su propio reino acuático. Encima eso no es todo. Llegó un día en el que se unieron muchas personas y atacaron al mago consiguiendo matarlo, pero éste usó un potente veneno que inutilizó el agua. Por suerte los pocos magos de agua que quedaron consiguieron purificarla —pone una voz sombría y te mira con angustia—. Pero tuvieron que morir todos los magos de agua y gran parte de la población que quedó —se aleja de ti y con su típico tono de voz dice—. Eso es todo amigo mío. Déjalo así y nunca más menciones este tema.

Hoy es el día. Ha pasado una semana en la que no ha ocurrido nada nuevo y en diez minutos empezaran los primeros combates del Torneo de Espadas. Llegas al coliseo en cuestión de segundos y ves a un montón de alumnos dirigiéndose a las diferentes arenas dónde se harán los combates. Tú te diriges hacia la única que te llama la atención. Jack se enfrentará contra un tal Trodel. Te sientas en el primer asiento libre que encuentras y diriges tu mirada hacia la arena allí está Jack empuñando una lanza y al otro lado hay un chico empuñando una espada y un escudo. Pasan cinco minutos y una persona aparece caminando hasta la arena, se trata de una joven con el pelo corto y una enorme cicatriz recorriéndole el rostro.

—¡Sed bienvenidos al primer combate del Torneo de las Espadas! —un griterío se hace oír entre los alumnos—. ¡Me llamo Helen y seré la presentadora de los combates que se lleven en esta arena! ¡En este primer combate se enfrentaran Jack, de la clase A-112, contra Trodel de la clase A-54! ¡El combate durará hasta que uno de los dos no pueda continuar y se prohíben los ataques mortales! La magia está permitida siempre y cuando no suponga una amenaza letal. Aunque las armas no estén afiladas sigue siendo posible matar al contrincante, si eso ocurre el asesino será condenado a cárcel de por vida. ¡Dicho esto, que gane el mejor!

La joven se va del escenario y empieza una cuenta atrás de parte de los estudiantes. Al llegar a 0, Jack se abalanza sobre Trodel en un segundo. Trodel desvía con el escudo el golpe de Jack e intenta lanzarle un espadazo, pero Jack es más rápido y se agacha. Agachado, Jack balancea su lanza con fuerza apuntando a los pies de Trodel en un intento de desequilibrarlo, pero Trodel consigue bloquear el ataque de Jack y su lanza queda incrustada en el escudo. Trodel no espera ni un segundo y aprovecha la ventaja que tiene para atacar a Jack. La batalla parece decidida, pero sorprendentemente Jack se impulsa con la lanza y se levanta rápidamente del suelo dándole una patada a su contrincante en la boca. Trodel se aleja unos pasos intentando recomponerse, pero Jack no se lo permite y le asesta otra brutal patada, esta vez en el pecho, tirándolo en el suelo. Al girarse las tornas, Jack se tira encima de Tordel e inutiliza sus brazos con las rodillas mientras le golpea con los puños en la cara. Tordel no consigue evitar ningún golpe y al ver que Jack ya le ha inmovilizado, grita:

—¡Me rindo!

—¡Jack es el ganador! —grita Helen al acabar el combate. Jack le ofrece la mano a su contrincante y se alejan ambos hablando entre ellos, Trodel con parte de la cara ensangrentada.

Cuando te dispones a bajar de los asientos par ir a felicitar a Jack, éste aparece por la misma puerta por la que habías entrado tú con una sonrisa en la cara.

—Hacer ejercicio a primera hora de la mañana le sienta bien a cualquiera —dice nada más verte.

—Vaya paliza le has dado, ¿cómo lo has hecho? —preguntas intrigaddo—. Tenías todas las de perder.

—Agilidad y reflejos —es lo único que contesta—. Volvamos a los asientos que empieza otro combate.

—Agilidad y reflejos —es lo único que contesta—. Volvamos a los asientos que empieza otro combate.

Llegáis en el mismo momento en el que empieza el combate. Un chico con los pelos en punta se enfrenta a otro con una cicatriz en la mejilla. Empieza el combate y el chico de los pelos en punta incienda su arma mientras ataca a su contrincante. Éste, al no tener escudo, recibe todos los efectos de un arma en llamas y a los dos minutos está sudando e hiperventilando mientras el pelo puntas sigue atacando sin descanso. No pasa mucho hasta que el otro queda sin fuerzas y es golpeado duramente por la espada en llamas.

—¡El ganador es Jim de la clase C-23! —un griterío estalla entre la multitud—. ¡En el próximo combate se enfrentarán Benjamín de la clase A-102 contra Deagle de la clase A-112! Daremos cinco minutos para qué se preparen los concursantes.

—Dale una paliza a ese chaval —te anima Jack. Le sonríes y bajas a la arena dispuesto a armarte.

Llegas a una extraña habitación en la que apenas se ve nada y te encuentras a un hombre sentado en una silla de madera vieja leyendo lo que parece ser un pergamino.

—¿Tú eres Deagle? —pregunta al verte llegar. Asientes—. Bien, puedes coger cualquier arma de esta habitación y si es pequeña puedes armarte con un escudo también.

—¿No hay arcos? —preguntas mientras observas los difererentes estantes llenos de espadas, lanzas y escudos.

—Las armas a distancia están prohibidas —contesta el hombre sin dejar de leer el documento—. Date prisa porque no tienes todo el día.

Te adentras en el único pasillo que hay entre dos estantes. En ellos hay infinidad de espadas, lanzas, escudos... incluso hay una hacha rota entre los objetos. La mayoría están oxidadas o apenas se aguantan en pie, pero consigues rescatar un puñado de armas entre el montón.Tras observarlas por un rato coges una lanza

—¿Ya has elegido? —pregunta nuevamente el hombre, asientes y te señala una puerta pequeña a su lado—. Al atravesar esa puerta llegarás a una pequeña habitación con una puerta más grande. Dejas allí todo lo que tengas de valor y pueda romperse y atraviesas un gran arco que te llevará directamente al coliseo. ¿Lo has entendido? —asientes nuevamente y sigues las indicaciones del armero.

Llegas a una pequeña habitación con varios guardaropas y un armario con diversos cajones. Supones que allí es dónde se guardan los objetos de valor, y en una esquina, encuentras un cubo lleno de basura. Revisas tu pequeño inventario y encuentras los filetes de ciervo restante del día que fuiste de caza hace ya más de un mes. No te sorprende el tono verdizo de dicha carne y prefieres ignorar el potente hedor que ésta desprende. Asqueado, tiras la carne en el cubo. Tendrías que haber hecho eso cuándo notaste el olor por primera vez.

Una vez te deshaces de esa repugnante carne, entras al coliseo. A lo lejos ves a Helen hablando con el otro concursante. Tu rival es un chico un poco mayor que tú y más alto, tiene el pelo rizado y moreno y los ojos de color marrón casi negro. Es el primero en darse cuenta de ti y avisa a Helen que te saluda con una sonrisa.

—Bien, ahora que estáis los dos os explicaré lo mismo que al resto. Tenéis unos 20 minutos para combatir, el que gane pasa y el que pierda tendrá otra oportunidad de avanzar si gana en el gallinero. En caso de empate, que os derrumbéis en el mismo ataque, ambos pasaréis a la siguiente ronda. Y si se da el remoto caso de que finalice el tiempo, aquél que se encuentre en mejor estado, ganará. ¿Alguna duda? —pregunta al finalizar la explicación. Miras al

tu contrincante y niegas. Deberás ganarle para avanzar a la siguiente ronda y por su aspecto parece que será fácil. Pero algo en tu interior te avisa de que es peligroso y la victoria será difícil—. Si no hay ninguna duda, empezaremos las presentaciones —Helen se acerca al centro del coliseo y recita un hechizo en voz baja. Al finalizar, empieza a hablar, pero su voz se ha vuelto más fuerte y potente—. ¡Aquí nuestros siguientes concursantes. Por un lado tenemos a Deagle de la clase A-112, y por el otro a Benjamín de la clase G-32! ¡Que empiece el combate!

Dicho esto, Benjamín salta hacia ti blandiendo una espada antes de que seas capaz de alzar tu propia arma

Inmediatamente te echas al suelo evitando así el golpe de Benjamín, pero antes de que puedas levantarte de nuevo se lanza inmediatamente hacia ti.

Esquivas el golpe en el último segundo echándote al suelo y rodando hacia la izquierda. Antes de que puedas levantarte, notas otro ataque que va directo a tu cabeza, así que ruedas de nuevo y te alejas aún más. Consigues ponerte en pie para esquivar seguidamente un nuevo ataque y después otro. Tu alta agilidad hace que esquives todos los golpes que intenta asestar Benjamín, que por un pelo no te dan, durante lo que parece ser una eternidad. Mientras esquivas, intentas hacer el mínimo movimiento posible para contraatacar en el momento que Benjamín se canse. Al parecer, él presiente lo que vas a hacer y se pone en una postura defensiva. "Demasiado tarde" piensas y empiezas a atacar. No le das descanso al igual que él no te lo había dado y asestas golpe tras golpe sin darte ni un segundo para respirar. Pasáis así lo que parece ser otra eternidad hasta que los brazos de Benjamín bajan y golpeas, por fin, a tu contrincante con la parte de abajo de tu lanza tirándole, Benjamín cae al suelo mientras tu sonríes triunfante.

—¡El ganador es Deagle! —dice Helen eufórica. Tú por tu parte abandonas la arena y vuelves a tu sitio a sentarte. Intentas prestar atención al próximo combate, pero el cansancio es demasiado fuerte y acabas por dormirte.

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