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― ¿Sí o no? ―Miro fijamente los ojos negros de Peter Li.
― Es una locura, Delu.
― Me creíste cuando te conté lo del aquelarre y las brujerías. ¿Por qué no puedes creerme cuando digo que voy a convertirme en hombre?
― Tus brujerías son cool, pero, ¿Ir a Hollywood a buscar un cirujano que salió en la tele para pedirle que te ponga pito? ―Pone sus manos sobre mis hombros y junta su frente contra la mía―. El sexo no resultó como esperábamos, pero eso no te convierte en transgénero. Lo vamos a superar y lo intentaremos de nuevo.
― Estoy intentando superarlo desde que tenía diez años. ―Me aparto furioso―. Soy un hombre atrapado en este cuerpo. ¿Por qué es tan difícil de entender?
― Nunca hablaste de eso. Es raro que lo menciones justo ahora.
― Tenía miedo de que me rechazaras, además no me gusta hablar de esto. No es fácil contar que nací con los genitales deformes y los médicos sugirieron que podían "normalizarme" si cortaban todo lo que sobraba para que pareciera una niña, idea que encantó a mi ma. Tenía casi dos años cuando me intervinieron la primera vez. ―Me siento en un sillón sin dejar de mirarlo con seriedad. Peter se queda pensativo, hasta que finalmente se rinde y toma mi mano―. Cuando cumplí los cuatro, hubo otra cirugía porque tenía un problema urinario... A los diez tuvieron que intervenirme porque en lugar de útero tenía un tumor; a los trece me atiborraron con hormonas... A los dieciséis volvieron a operarme, dijeron que todo había quedado bien y podría tener sexo sin problema... ¡Mira cómo terminó todo!
― No quise lastimarte. Quizá debiste contarme antes de que lo hiciéramos.
― No fue tu culpa. No sabíamos que iba a pasar. El desgarre, la hemorragia, la inflamación... ―Nunca sabré cómo se siente un orgasmo―. El especialista dijo que era un caso raro. Adivina quién se ganó esta lotería...
Lo abrazo para mostrarle que no debe sentir culpa, pero él se aparta.
― Si pasaste por tanto trauma ¿No te parece que es estúpido repetir para ponerte pito?... Mejor quédate así, te cuidaré, Delu. Me gustas así, eres perfecta.
― Es algo que tengo que hacer, una especie de... propósito. Por eso me marcho a Hollywood, iré a esa clínica, lejos de mi madre y cambiaré de sexo, solo así me sentiré bien conmigo mismo, me sentiré completo y seremos felices.
― No. ¡Tú serás feliz, yo no! ―Responde agitando las manos―. No puedo ser feliz con otro... hombre. ¡No soy un marica!
― ¡Ma tiene razón! Solo me buscaste porque querías un lugar donde meter tu gusano. ―Siento ganas de romper su pequeña nariz con un puñetazo, pero las lágrimas comienzan a salir. Esto es humillante.
― No es mi culpa que me gusten las conchas. No me habría acercado a ti si no tuvieras una... pero tu mayor aspiración en la vida es ponerte un pito, y los pitos no me gustan. ¡No, esto no va a funcionar! ―Se sienta en su cama con una expresión de derrota en la cara―. Yo te quiero, Delu...
― Solo quieres mi cuerpo. ¡Gracias por aclararlo¡ ¡Ya tengo la respuesta que vine a buscar! ¡Lo nuestro se acabó! ¡Maldita sea mi fijación con los orientales! ―Ma tiene razón, los negros solo debemos salir con negros y Peter Li es una basura chinoamericana. No le digo eso, pero lo pienso mientras abandono su casa hecho una furia.
Dejo el barrio de los restaurantes chinos y me dirijo a la zona de los bares. Entro en el más pequeño, una imitación de pub inglés que parece haber sido decorado por borrachos fanáticos del verde chillón. Encuentro a Lily, mi mejor amiga, limpiando botellas.
― Tienes cara de culo, ―dice cuando me ve.
― Ma tenía razón... Peter solo quería cogerme. No cuento con él. ―Enciendo un cigarrillo y Lily me entrega un trago ―. ¿Qué has pensado? ¿Vas a dejar este pueblo de mierda?
― Eso no se pregunta. Llevamos planeándolo desde que estábamos en la secundaria. Solo dime cuándo...
Quiero saltar sobre Lily y darle un fuerte abrazo pero a ella no le gustan las demostraciones púbicas de afecto, especialmente las mías, dice que tiendo a la exageración.
Lily es mi alma gemela, en sentido no romántico. Nos conocimos en el segundo año de la secundaria y tenemos en común el haber nacido en cuerpos equivocados. Los matones de la escuela solían golpear a Lily, quien por esa época respondía al nombre de Lyssander; molestaban a todo aquel que fuera "diferente". Conmigo nunca se metieron, me temían; bueno: le temían a mi madre, la reina Jasiri. Todos en el barrio negro saben que los que viven con ma se dedican a la hechicería y no es bueno hacer enojar a un aquelarre; así que nadie quería involucrarse con alguien como yo. En cambio Lily era su blanco favorito.
― ¿Cuánto tienes? ―pregunta sirviendo un trago.
― Cerca de diez mil ―respondí.
― Parece que la brujería es buen negocio en este pueblo.
El comentario me recuerda que no habría tomado la hechicería en serio si no fuera por Lily. Primero usé un conjuro nada malvado para quitarnos de encima a los matones de la escuela. Y Lily comenzó a seguirme a todas partes, con el tiempo llegamos a formar un buen equipo. Ella buscaba "clientes potenciales" y yo hacía lo que sabía hacer: Magia. No nos iba mal, con las adolescentes inseguras pagando por pequeños trabajos de atracción y malos estudiantes comprando hechizos de buena suerte, logramos juntar dinero suficiente para comprar nuestras propias chucherías. Hasta que ma descubrió lo que estaba haciendo y me prohibió usar mis habilidades.
― ¿Crees que ese doctor lo solucione? ―pregunta regresándome a la realidad.
― No tendría su propio show, si no pudiera resolverlo; "no hay nada que el bisturí no pueda hacer por ti" es su lema. ―La primera vez que vi al doctor Wilson en la tele fue justo después de mi última cirugía. Es un reality show sobre gente que va a su clínica a cambiarse de sexo. Así tuve la idea de que él era el único que podía arreglar mi cuerpo y comencé a ahorrar cada centavo para ese fin.
― Supongo que nada se pierde con probar. También ahorré, unos dos mil. Creo que eso alcanzará para ponerme copa B y tener una cintura decente. ¿Crees que deba ponerme labios gruesos? Dicen que eso excita a los hombres, labios de mamadora, así los llaman.
Ruedo los ojos recordando lo que excita a Peter Li, pero no quiero hablar de eso con Lily, así que digo:
― Iré a casa a recoger mis cosas y te llamaré para marcharnos.
― ¿Y si Jasiri te descubre? Siempre lo hace...
Me quedo en silencio. También tengo miedo de la reacción de ma, pero supongo que no va a hacerme nada malvado, salvo lanzarme un hechizo de amarre. Su deseo es que herede su posición en el aquelarre y me haga cargo de todo cuando ya no esté, por eso insiste tanto en controlar mi vida. Sacudo la cabeza y le aseguro a Lily que todo saldrá bien.
Huiremos a Hollywood.
Cuando llego a casa hay un gran alboroto.
El aquelarre está reunido alrededor de una mujer rubia vestida de blanco y están cantando canciones en lengua Yoruba. Me muevo en silencio para no molestar; interrumpir ese tipo de trabajos trae mala suerte. Veo a ma esparciendo tierra negra y semillas de algún árbol frutal. Sacudo la cabeza; tropiezo con algo blando y me estrello contra una columna del patio de la casa.
― ¡Myrtle! ¿Quién demonios te dejó salir? ―digo cuando caigo en cuenta que tropecé con la pitón.
Me muevo con rapidez para atraparla, está más pesada que la última vez que la levanté; pujo alzando su cuerpo de dos metros sobre mis hombros para llevarla al terrario.
Siento respeto por Myrtle, ha estado en la casa desde que tengo memoria. Ma me contó que fue usada por mi abuela en un ritual oscuro y dentro de su cuerpo escamoso se encuentra encerrada un alma humana. ¿A quién encerró y por qué? Ma nunca me lo contó, al parecer fue un secreto que la abuela y mamá Ayana se llevaron a la tumba.
Myrtle se queda mirándome, me pone la carne de gallina. La arrojo dentro del terrario, cierro bien el cristal y voy a mi habitación.
Es difícil empacar solo lo esencial. Tiendo a guardar casi todos los objetos que considero importantes, supongo que soy de esas personas acumuladoras compulsivas. No tengo mucho tiempo, debo aprovechar que ma está ocupada, de esa manera tardará en notar que me he marchado.
Lo primero que meto en la maleta son los amuletos que mamá Ayana me legó, son tres colgantes de la época en que mis antepasadas fueron arrancadas de África para ser vendidas a los colonos ingleses, para mí son valiosos porque son el único recuerdo físico de la bisabuela, junto con su libro de las sombras. Lo que me recuerda que no puedo marcharme sin ese libro.
Los libros de sombras no forman parte de mi legado. Ma dice que son mierda blanca porque fueron las brujas europeas las primeras en escribir sus andanzas. Técnicamente cada bruja escribe el suyo de acuerdo con su progreso, es como un diario de hechicería. El libro de las sombras de mamá Ayana fue de una bruja europea que estuvo en nuestra familia, mucho antes de que ma naciera; su libro se legó de madre a hija. Pero ma se negó a continuar porque odia a los blancos y guardó el libro para yo no tuviera acceso a él.
Me siento como un ladrón escarbando en la habitación de ma.
Pero no soy un ladrón. Estoy tomando lo que es mío. Solo tomaré mi libro y me marcharé para nunca más regresar. Eso espero.
Cuando encuentro el libro, ya no hay cantos, hay tanto silencio que asusta, pero no me detengo. Aprovecho que todos están en trance, y camino lo más rápido que puedo manteniendo los ojos fijos en el colorido turbante de ma hasta que llego a la verja y huyo hacia la zona de los bares.
Cuando llego a la casa de Lily me encuentro cara a cara con Peter Li.
Zorra traidora. Lanzo una mirada acusadora a Lily, pero hace caso omiso. Quiero matarla, pero tendré que esperar. Peter se acerca mirándome con cara de perro regañado.
― Dije cosas que no debí, Delu. Lo siento ―Piensa que va a convencerme, pero se equivoca, levanto las cejas y cruzo los brazos esperando que termine de escupir lo que tenga que decir―. No podemos seguir siendo pareja después de lo que sucedió. Si te quedas así, siempre tendré miedo de lastimarte cuando hagamos el amor; y si te pones pito me sentiré incómodo porque no soy gay, ni bisexal, ni nada de esas mierdas poliamorosas de la nueva era. Pero, que lo nuestro no funcione no me convierte en un pendejo homofóbico, ni en tu enemigo. ¿Amigos?
¡Carajo! Es la cosa más sincera que Peter Li me ha dicho desde que nos conocemos, así que asiento y lo abrazo muy fuerte.
Entonces aparece mi prima Niara que viene corriendo hacia nosotros gritando alocadamente:
― ¡Delu! ¡La tía te está buscando!...
Siento que ma va a cortar mis alas si me atrapa. Lily tira de mi mano para meterme en el coche de Peter Li y gritamos como un trío de idiotas cuando él se mete en contravía intentando salir a la autopista.
Aprieto los párpados repitiendo un conjuro protector para que ningún camión nos embista y cuando vuelvo a abrirlos el pueblo ha quedado atrás, Lily se ha desmayado y Peter Li está eufórico pisando el acelerador a fondo mientras dice:
― ¡Mierda, es como una peli de acción!
― ¡Me alegra que te diviertas! ¡Pero quiero llegar vivo!
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