Ceniza XVII. Solución

—¡Hemos vuelto, hermanita! —exclamó Sena, alegre.

La bruja dejó caer la espada al hallar en el interior de la cueva a Nilo sollozando sobre los brazos de Drec.

—¿Qué es lo que ocurre? —inquirió Claythos.

—Han secuestrado a Arquio —comentó la joven con voz quebrada.

—¡¿Arquio?! ¿Estuvo aquí? —preguntó el guardián, asombrado.

—Es largo de explicar —sentenció el Degemonio—. Como sea, que yo mismo vi con mis propios ojos como un guardián de nombre Caeran le ofrecía agua de su cantimplora. Entonces, el quisquilloso pelirrojo se desplomó y el otro se lo llevó.

«El de la cabeza del Degemonio».

La Bruja Nigromántica todavía no había acabado de atar cabos, pero las lágrimas de su hermana le dieron una pista.

—Quizás sea por lo que pasó en la celebración —señaló el sirviente.

Sena le puso una mano en el hombro a su hermana.

—No te preocupes. Lo rescataremos si así lo quieres.

A Nilo se le iluminó el rostro.

—¿En serio? ¿No me vas a soltar el sermón de los peligros del mundo humano?

—En otras circunstancias lo haría, pero que me lo digan a mí. — Dirigió una mirada cómplice a Claythos.

—¿Qué tenéis pensado hacer? —cuestionó el demonio.

—Entrar en el cuartel será una misión suicida, sin embargo, para el plan contaremos con nuestro mejor equipo. Claythos, Drec y Flopek serán los que se infiltren —ideó la bruja.

—Flopek, ¿el Simemonio? —quiso asegurarse el guardián.

—El mismo. Nunca se sabe cuándo se puede necesitar a una criatura tan minúscula.

—Pero, esa clase de demonios se especializan en robar a la gente, no en salvar a prisioneros —argumentó Claythos.

—Puede sernos de utilidad para obtener las llaves de alguna celda o para meterse en algún agujero —razonó la mujer.

—Me parece lógico —dijo Drec—. ¿Y tú que harás?

—Consolar a mi hermana, ¿te parece poco?

Sena temía dejarse ver otra vez a la luz del día. No quería separarse del bosque.

—Solo veo un problema, para Shirfain soy un desertor —agregó el guardián.

—No si le engañas diciendo que era una artimaña para que me ganara tu confianza y cazarme, ¿no eras su favorito?

Claythos se ruborizó.

—Bien. En marcha. Yo me encargo de convencer a Flopek.

Nilo se frotó los ojos, en un intento de secar sus lágrimas.

—Gracias, hermana —sonrió.

La Bruja Nigromántica la abrazó con fuerza.

—Siempre pondré tu felicidad por delante de cualquier cosa, Nilo. Incluso de mí.

Sena le dio un beso en la frente a la joven.

«Mírame bien, Kalam. Seguiré tu ejemplo».

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