Capítulo 6
Raúl
Molesto no, lo siguiente. La sangre hervía por mis venas. Verla semidesnuda con ese niño me molestó demasiado. Mis puños estaban apretados a mis costados tratando de contener las ganas de golpear a ese desconocido que se metió en la cama de Lorena. Lo mejor que pude hacer fue irme y llamar a la que estaba disponible en ese momento: Melissa.
Contestó al primer tono y me respondió con esa voz pegajosa que tenía. No era totalmente de mi agrado pero era lo que había.
_-Raúl, que bien que llamaste. ¿Cómo estás?- dijo muy entusiasmada, demasiado para mi gusto.
-Ven a mi casa en 20 minutos.- dije con una voz muy seria. No necesitaba explicarle nada, solo quería que viniera y las repuestas eran simples, sí o no, no había que darle más vueltas.
_-Claro. Allí estaré.-colgué
Me daba igual el hecho de que la estuviera utilizando. Yo no la iba a obligar a nada y perfectamente sabía que ella estaba un poco interesada. Me lo demostró en todas las conversaciones que tuvimos.
Melissa era de mi edad. Una mujer hecha, con problemas domésticos, problemas con su ex pareja y vivía con sus padres. Era de estas mujeres que no le gustaban mucho trabajar. Sin embargo era una buena ama de casa, según ella.
Me subí al coche y lo encendí, con el chirrido de los neumáticos salí disparado rumbo a mi casa. Melissa no tenía coche y eso me daba tiempo a llegar antes que ella.
Mi móvil comenzó a sonar y miré la pantalla. Una foto de Lorena sonriente apareció. Apreté lo suficientemente fuerte el volante como para que mis nudillos quedasen blancos. Con mi mano derecha y sin apartar los ojos de la carretera, apagué el móvil y lo lancé al asiento del copiloto. No quería hablar con Lorena. Estaba muy celoso y no quería que ella supiera eso. Me importaba demasiado su amistad como para arriesgarme a perderla por un estúpido ataque celos.
Llegué relativamente rápido a mi apartamento. Entré al ascensor cabreado al punto de estallar si alguien me hablase. Al estar frente a mi puerta lancé un puñetazo a la pared, tan fuerte que sentí algo quebrarse y rápidamente sangre comenzó a salir de mi puño lastimado. Pero la adrenalina se había apoderado de mí y no sentía dolor. Al contrario sentía más rabia y más ganas de golpear algo pero me contuve, era médico y mis manos eran mis instrumentos de trabajo.
Entré y me quité la camisa y la tiré a cualquier lugar. Me serví rápidamente un whiskey y lo bebí de un sorbo. Poco me importaba lo temprano que era, beber siempre me relajaba. Me serví una segunda vez y volví a beber de un solo trago. El líquido caliente bajaba por mi garganta y poco a poco mis músculos comenzaron a relajarse, liberando la tensión. Me serví una tercera vez pero solo bebí un pequeño sorbo, a partir de aquí había que disfrutar la bebida.
Estaba sentado mirando a la puerta y con el vaso en una mano. Mi ansiedad me incomodaba, no podía esperar mucho más para ver a Melissa. Sentía mucha rabia y yo sabía que la única manera de aliviar eso era teniendo sexo con alguien y bueno, ella era la mejor opción, por no decir que la única.
Cansado de esperar tomé mi móvil y marqué su número pero antes de darle a llamar, la puerta sonó. Lancé el móvil al sofá y dejé el vaso en una mesita. Abrí y ahí estaba ella, con su pelo rojo recogido en un moño y un vestido bonito y ajustado a su figura pero nada especial. Era atractiva de una manera sutil, el hecho de que no vistiera del todo bien, hacía que su presencia no llamara tanto la atención pero para mí era más que suficiente.
-Hola.- rompió el silencio
-Hola- La miré fijamente. Estaba nerviosa y lo noté debido a que sus ojos se encontraban en cualquier lugar excepto mirándome a mí.
Sin contenerme mucho más la tomé de la muñeca y la atraje hacia mí cerrando la puerta detrás de ella. No la dejé hablar de nuevo o jodería el momento.
La sostuve del cuello y la besé sin compasión introduciendo mi lengua en busca de la suya. Sin dejar de besarla, con mis manos bajé hasta sus caderas y las tomé con fuerza, acercándola mucho más. Ella no besaba mal pero a penas seguía mi ritmo. La sostuve del pelo y tiré un poco hacia atrás para darme acceso a su cuello que mordí con suavidad. La miré nuevamente y sus ojos tenían un ligero brillo de deseo, sabía que no se resistiría. Volví a besarla y mordí sus labios, ella hizo lo mismo por lo que dejé escapar un gemido. Estaba duro pero no iba a penetrarla ahora, sería demasiado fácil y no cumpliría mi objetivo.
Iba a jugar un poco para hacer más interesante esto y me senté en el sofá. Ella quedó de pie frente a mí y una sonrisa torcida apareció en su rostro, no había necesidad de decirle nada, ella sabía lo que yo quería. Se mordió el labio inferior y se puso de rodillas frente a mí, su mano recorrió mi abdomen y en un rápido movimiento liberó mi erección, la cual no dudó en llevársela a la boca.
***
Lo noche llegó tan rápido que ni cuenta nos dimos. Estábamos relajados, acostados y hablando de su vida y la mía, sin mencionar a Lorena. Seguíamos desnudos y por primera vez sentí que esto era lo que quería, una casa a donde regresar del trabajo y una mujer que me estuviese esperando. La soledad me había acompañado durante muchos años y no tenía deseos de esperar mucho más por Lorena. Ella y yo nunca estaríamos juntos y ya era hora de asumirlo, aunque mis sentimientos por ella seguían como el primer día.
Melissa se levantó y sonreí al verla aun desnuda, se sentía cómoda conmigo y yo con ella. Su cuerpo no era escultural, los años se le notaban pero estaba bastante bien. Yo permanecí en la cama, sin ganas de levantarme y ligeramente feliz después de compartir un momento tan agradable con ella.
Se puso su vestido sin nada debajo y me miró sonriendo. Por mi parte sonreí y le pregunté.
-¿Qué pasa?... ¿te gusta lo que ves?- dije con tono divertido
-Me encanta lo que veo pero ahora mismo lo que quiero saber es si tienes hambre, porque yo sí.- me respondió con el mismo tono divertido que yo usé.
-Claro que tengo hambre, después de tanto ejercicio necesito reponer energía- dije mientras me sentaba en la cama.
-Me parece justo- dijo aun sonriendo.
Le hice un gesto para que se acercara y se sentara en mi regazo. Era la primera vez en mucho tiempo que sentía la necesidad de ser más cariñoso y afrontar las cosas de manera más madura. Por alguna razón Melissa me inspiraba a eso. Ella se sentó y yo le acaricié el pelo, dejando que me invadiese esa sensación de paz al tener a alguien a tiempo completo para mí.
-¿Qué quieres que te prepare?- se puso de pie y me dio un beso rápido en la frente.
-Sorpréndeme- dije con una amplia sonrisa.
Ella hizo un ligero movimiento de cabeza y salió rumbo a la cocina. Mientras tanto volví a caer de espaldas en la cama. Todo esto era tan nuevo para mí y siendo sincero conmigo mismo, me gustaba. Hacía bastante tiempo que nadie cocinaba para mí, ni Lorena.
Joder volví a pensar en ella. La presencia de Melissa me hizo olvidar por completo lo de esta mañana y ahora volvió a mi cabeza. No quería seguir pensando en ella pero me estaba costando.
Me levanté de la cama y me puse mi bóxer para salir a la sala a buscar mi móvil. Lo había dejado en silencio y por tanto no escuché las doce llamadas perdidas ni vi los 5 mensajes, todos de Lorena. Comencé a revisar y en resumen lo que ella quería era hablar conmigo y yo realmente no tenía deseos de enfrentarla, mi reacción fue muy patética y bastante fuera de lugar por lo que ahora mismo no tenía ni idea de a qué me enfrentaría y no quería darle explicaciones al respecto. Volví a apagar el móvil.
Fui a la cocina y sin que Melissa notara mi presencia, me quedé mirándola por unos minutos. Realmente era buena cocinando y se desenvolvía muy bien. Me gustaba ver a alguien por aquí, con quien poder conversar y no sentirme tan solo.
Cuando llevó los platos a la mesa se sobresaltó al verme.
-Me asustaste- dijo llevándose una mano a su pecho después de poner el plato sobre la mesa.
-No era mi intención- mis voz era grave, pero para nada seria.
-Ven, siéntate- hizo un gesto para que me acercara y me senté, me trajo una copa de vino y los cubiertos, acto seguido se sentó frente a mí.
Corté un pedazo de la tortilla que me había hecho y antes de llevármela a la boca me lo pidió.
-Dame un pedacito- me sorprendió, realmente no me lo esperaba. Yo tampoco dejé pasar por alto eso y le respondí de la misma forma
-Dame de la tuya-
Nos reímos e intercambiamos los cubiertos para poder probar la tortilla del otro. Parecía una cosa demasiado cursi pero sorprendentemente me gustó su gesto. Quería más de esto y sin pensarlo dos veces me lancé.
-¿Quieres quedarte a dormir conmigo?- dejó de comer ante mi pregunta, sabía que era algo precipitado pero sonrió de inmediato.
-Sí, claro que sí-
Sabía que su respuesta cambiaría mi vida en todo sentido.
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