Capítulo 4

Ya en mi casa y con mi pijama puesto me senté un rato a leer. Mi perro Luke era mi única compañía, un husky siberiano con heterocromía que ya tenía seis años. Estaba algo confusa por cómo terminaron las cosas en casa de Raúl. Yo nunca me había sentido así con él. Mirarlo de manera lujuriosa y con ganas de quitarle la ropa en ese instante. Creo que fue un acto puramente carnal. No había tenido sexo hacía ya un tiempo y el hombre que estaba más cerca estaba bueno con B mayúscula, cosa que no me ayudaba. Por otra parte el giro inesperado de las cosas también me hizo sentir diferente con respecto a él. Me mostró un lado que se empaña en esconder, su lado sensible, de hombre que desea ser amado y amar alguien de manera incondicional.

Me llevé las manos al rostro. Ni siquiera le había prestado atención al libro. Miré el título y sonreí, era un libro de una de mis escritoras favoritas, Ariana Godoy y una de las cosas comunes en sus historias era que todas la chicas encontraban a su príncipe azul envuelto en un tipo arrogante y frío que se cree insensible pero luego de conocer a la chica cambiaba y se quedaba con ella. Tan irreal todo, una utopía para este mundo. Donde las personas actúan con interés y buscando algo que les llene el vacío de su existencia para que al final se den cuenta que eso que encontraron no les fue suficiente y ya es tarde para buscar algo más. En resumen, las personas se conformaban con lo primero que veían con tal de tener algo y no arriesgarse a quedarse sin nada.

Por eso me encantaba leer los libros de Ari, porque me permitían escapar de la realidad del mundo.

Tras un largo suspiro y una leve caricia a Luke, me acosté y me dormí.

*****

-Luke!, bájate-

Le dije a mi perro para que se bajara del sofá. Sonreí cuando vi su cola moverse. No podía molestarme con él porque era lo más bonito que tenía. Lo acaricié con cuidado para no ensuciarme el uniforme debido a que tenía que ir a trabajar pero esta vez solo era a pasar consultas, no tenía que quedarme de guardia. Ya habían pasado tres días y no había hablado con Raúl. No lo había llamado ni él a mí así que asumí que necesitaba tiempo para él.

Tomé mis llaves y bajé en el ascensor hasta el estacionamiento. Yo vivía en el último piso de un edificio que se encontraba bastante cerca del centro de la cuidad. Tenía buena localización y el hospital estaba a diez minutos en auto. Al llegar al hospital lo primero que hice fue ir a ver a la paciente de la otra noche, a Melissa.

Al entrar a su habitación la vi levantada y vestida como si se quisiera ir a algún lado. La miré extrañada.

-Buenos días. Usted no debería estar de pie. Di instrucciones precisas para que se mantuviera en cama haciendo el reposo necesario hasta que los huesos rotos en su rostro se fijaran. Además tenía bastantes lesiones, aunque superficiales, lesiones al fin.

Sonó duro lo que le dije pero me daba igual, yo era la doctora y ella la paciente. Era yo quien decía la última palabra aquí y no me gustaba que me llevara la contraria.

-Lo sé, pero debo irme. Solo estaba esperando por usted para firmar mi alta voluntaria. Raúl me dijo que necesitaba su firma para poder irme.
Fruncí el ceño, ya no lo llamaba con formalidad. Al parecer tenían cierta confianza. Me sorprendí un poco porque realmente no me esperaba eso. Me aclaré la garganta y continué.

-Querrás decir el Doctor Raúl.- le corregí pero sonrió.

-Perdón, es que hemos hablado un poco y me pidió que dejara esas formalidades, que a él no le gustaban- dijo con un tono divertido y un destello de posesividad en su ojos.

La seguí mirando sin intención de bajar mi mentón. Su tono no fue el más inocente, casi lo dijo marcando territorio y en seguida me dejó de importar su situación. Ella quería ser arrogante y yo también sabía cómo hacerlo.

-Bien, si quieres irte es tu decisión. Mi trabajo terminó contigo, Melissa. Voy a firmar lo papeles y los puedes recoger en recepción dentro de 20 minutos.-

Dije muy seria y con voz fría. Ella no había empezado bien conmigo y se lo dejaría claro. Salí de la habitación pero me detuve en la puerta y sin girarme a mirarla le hablé.

-Que tengas un buen día y por favor no busques que te golpeen de nuevo. Será difícil volver a llevar todo a su lugar.

Con ese tono burlón que sabía que podía manejar a la perfección, le hice mi último comentario y me fui. Sé que todo eso estaba en contra de lo que pensaba y todo el tema del machismo y la violencia doméstica. Realmente odiaba todo eso. Sin embargo esta chica en seguida supo cómo sacarme de mis cabales y por eso tuve que actuar así. Su tono y su actitud no me daba buena vibra, como si quisiera decir algo más y yo no iba a permitir que eso me intimidara.

Salí hacia recepción y firmé los dichosos papeles para luego ir hacia mi consulta. Estaba molesta por la pequeña conversación con Melissa, ella no me daba buena espina. De pronto tocaron a la puerta y entraron.

Apareció Raúl con un par de cafés y sonriendo.

-Te encontré-

-No me estaba escondiendo- le aseguré

-Con tu permiso voy a sentarme- su tono irónico hizo que sonriera.

-Todo un caballero- Le seguí su juego. Pero no podía quedarme callada y para qué darle vueltas al asunto si de igual manera iba a acabar por preguntarle así que solo le lancé la pregunta.

-¿Has hablado mucho con tu paciente favorita?- enarqué una ceja y bebí de mi café.

-Sí. Hablé con Melissa. Estos días que he estado en casa hemos hablado por teléfono y he venido a visitarla. Está sola como yo y supongo que no está mal que le haga compañía-

-Tú no estás solo, me tienes a mí- mi voz sonó más seria de lo que pretendía

-Lo sé, pero no es lo mismo- bebió de su café y se encogió de hombros.

Me dolió su comentario. En serio me estaba empezando a molestar esa tal Melissa. Por dios, los hombres son tan básicos que en seguida caen en el juego de seducción femenino. Lo sabía porque yo misma lo utilizaba mucho para conseguir lo que hiciera falta. Estaba mal…sí. Me arrepentía…no. Punto. Todo eso era irrelevante. 

Volviendo a centrarme en Raúl.

-Te gusta-

-¿Me lo dices o me lo preguntas?

-Te lo digo y me lo confirmarás luego. Te conozco…-

-…Como nadie- terminó la frase por mí.

Se levantó y me dio un beso en la frente y se quedó ahí por unos segundos. Sus labios rozaron mi piel y por un momento los imaginé contra los míos. Se sentían suaves en mi frente así que en mis labios se sentirían de maravillas. Como siempre no dije nada y descarté todas esas ideas. Estaba falta de un buen polvo, eso era todo.

-Me voy que tengo pacientes esperando- dijo él

Asentí y con eso se fue. Me recliné en el asiento y miré al techo. Estaba pensando en sexo porque lo necesitaba, no porque me sintiera ligeramente atraída por Raúl.

Lorena céntrate. Me repetía a mí misma una y otra vez. Tenía pacientes que atender así que tenía que concentrarme en lo principal, mi trabajo.

El día transcurrió rápido y me fui directo a casa. Eran alrededor de las ocho y quería salir. Así que comí algo y me arreglé. Un vestido ajustado negro, con escote en la espalda y uno tacones fueron mi elección. Me gustaba este tipo de prendas porque realzaban mis curvas.  Recogí mi pelo en una coleta alta para dejar a la vista la piel desnuda de mi espalda. Me maquillé realzando mis ojos oscuros y solo puse gloss a mis labios.

Llamé un taxi porque hoy quería beber y no era conveniente conducir. Me subí al ascensor cuando el taxi estaba abajo y en el espejo que quedaba frente a mí me tomé una foto y la subí a mi historia de whatsapp e instagram. Estaba realmente hermosa. No tenía dudas sobre eso. Al llegar abajo sentí mi teléfono vibrar, era un mensaje de Raúl. Había respondido a mi historia.

‘Estás hermosa y no por eso te perdonaré no invitarme. Pásatelo bien’

Vaya, sus palabras me habían hecho temblar las rodillas. Realmente no sabía lo que me estaba pasando. Sonreía como estúpida. Me sentía sexy con sus comentarios y eso me encantaba. Sabía que llamaba la atención de los hombres pero el hecho de que Raúl lo notara me elevaba el ego, ya de por sí alto.

Me subí al taxi y le di la dirección del club al chofer. Al llegar noté algunas miradas puestas en mí y por supuesto me sentí una diosa inalcanzable. Con una amplia sonrisa le pagué al guardia de la puerta para que me dejara entrar.

Salí buscando algo y estaba bastante segura que esta noche, en este club, lo iba a encontrar.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top