Capítulo 13
El sonido de la puerta hizo que me desconcentrara de la lectura y por tanto tuve que cerrar el libro que tenía en mis manos. Coloqué el libro en una mesita y fui a abrir. Para mi sorpresa era Raúl y venía con el pelo húmedo. Se veía aún más sexy de lo normal. Me mordí el labio inferior por instinto y él sonrió en respuesta.
-Hola.
-Hola.
Nos quedamos mirando fijamente a los ojos. Él y yo teníamos una conexión especial. No necesitábamos palabras para entendernos, solo bastaba mirarnos y en seguida éramos capaces de conocer lo que el otro sentía, quería o pensaba.
-¿Te quedarás ahí parado? –Rompí el silencio.
-Sabes perfectamente que no.
Entró y me besó. Fue un beso poco delicado, más bien estaba reclamando mis labios, sentía su anhelo y joder con un beso así era muy fácil sentir como se humedecía mi sexo. Enredé mis dedos en su pelo y tiré un poco de él profundizando el beso. Nos detuvimos por un momento y ya nuestras respiraciones estaban hechas un desastre.
-Ahora dime qué te sucede, sé que pasa algo, puedo verlo en tu cara.
Me senté en el sofá y él hizo lo mismo, quedando uno al lado del otro.
-Tengo un problema con Melissa.
Sentí una leve punzada de celos, no habíamos planteado los términos de nuestra relación especial, pero estaba segura que este sería uno de ellos, no hablar de terceras personas mientras estuviésemos solos. Aunque después se lo plantearía, por ahora mi deber era escucharlo porque antes que nada él seguía siendo mi amigo.
-¿Qué pasó?
-Está extraña, tuvo que ir al médico a hacer no sé qué con su DIU, todo muy raro. Se lo quitó y por tanto tuvo que hacer reposo.
Todas mis alarmas se encendieron. Hacía unos días que la había visto con aquel joven y no sé por qué presentía que todo tenía que ver. En el momento que ella llegó a nuestras vidas, sabía que causaría grandes estragos pero no pensé que a tal magnitud.
-Supongo que fue a ver a Camilo, ¿no?
Camilo era el ginecólogo de nuestro hospital, que aparte de ser un amigo en común era quien me atendía.
-Claro, pero después de que ella tuviera su consulta fui a hablar con él y no me dio muchos detalles. Me vino con el cuento de que tenía el DIU mal posicionado y tenía una leve infección, que lo mejor era que hiciera reposo pero no me lo creo. Estoy grandecito como para saber si me mienten o no. A Camilo lo conoces desde la facultad así que creo que a ti sí te dirá lo que está pasando.
Sus ojos estaban algo tristes y eso me oprimió el corazón. Este tema era importante para él pero no se daba cuenta que me hacía daño a mí también. Yo no quería saber qué pasaba entre él y Melissa, esa no era mi prioridad. Lo único que yo quería era que pasáramos tiempo juntos, disfrutándonos y en el trayecto veríamos qué rumbo tomaría nuestra relación. Por ahora estaba bien así. Suspiré.
-No te prometo nada pero hablaré con él. Sabes perfectamente que no puede decirme ese tipo de cosas, va en contra de la ética médica. Pero nada me cuesta intentarlo.
Sonrió y besó mi frente.
-Gracias.
-¿Qué harías sin mí? –El tono de tristeza en mi voz fue evidente.
-Sin ti no sería nada –Sonrió mientras acariciaba mi rostro.
Quería cerrar este tema incómodo pero Raúl había sembrado la semilla de la curiosidad y claramente iba a averiguar lo que sea que había pasado. Ya era una cuestión personal.
Estábamos tan cerca y su tacto se sentía tan bien en piel, sus ojos me consumían y la chispa que había entre ambos comenzó a encenderse. Él y yo estábamos hechos para esto, para quemarnos juntos y arrasar con todo a nuestro paso. Justo en este momento sentí que esto era lo que quería, que lo quería a él. Me acerqué y lo besé, presionando suavemente mis labios contra los suyos. Este beso se sentía diferente, no era de deseo, era de algo más. Sabíamos que éramos el complemento del otro y este era el preciso momento donde podíamos escapar de la realidad. Dejándonos llevar por nuestros más profundos deseos de estar juntos y de sentirnos vivos.
Me separé un poco, dejando mi frente junto a la suya. Mi corazón estaba latiendo demasiado rápido pero no quería que supiera cómo me sentía así que me separé y sonreí algo nerviosa. Raúl me miró extrañado pero no dijo nada, él me conocía demasiado como para hacer preguntas innecesarias.
Rompí el silencio.
-Solo te voy a pedir una cosa –me levanté del sofá- por favor cuando estemos juntos, no menciones nada con respecto a Melissa. Solo seamos tú y yo en un mismo espacio. No le demos oportunidad a terceras personas, ¿vale?
-Claro, ese será nuestro límite. –Me aseguró.
-Me alegra que estemos de acuerdo en eso porque realmente sería muy incómodo.-
Fui hacia la cocina y me serví un poco de vino, no sabía qué había pasado exactamente entre él y yo, pero me sentía extraña. Respiré profundo y bebí de un trago el contenido de mi copa. No podía dejar que eso volviera a pasar.
Nuestra relación era estrictamente carnal aunque tuviésemos una química inigualable, ninguno se había atrevido a hablar de sentimientos, él estaba con Melissa y yo no le diría que la dejara por mí. Eso estaba más que claro. Esas cosas debían nacer de él, no de mí.
Estaba empezando a pensar en cualquier tontería. Tenía que concentrarme en el hombre que estaba en mi sala. Lo deseaba y ahí estaba, no tenía que enredarme tanto. Serví dos copas y las llevé a donde él estaba. Le di una y brindamos.
-¿Por qué brindamos? –Dijo un poco serio.
-Brindamos por nosotros y porque estamos aquí y ahora. Porque nos gustamos y follamos de puta madre. Además de que estás muy bueno y tengo oportunidad de tenerte para mí.
A medida que iba enumerando cosas, su sonrisa se iba ampliando y sus ojos ya no estaban tan serios, estaban mirándome con lujuria.
-Me gusta este brindis pero quiero algo más. –Dejó su copa en la mesita.
-¿Qué deseas? –Hice lo mismo.
-Que te acerques más, estás muy lejos-
Estaba sentada en frente de él y me acerqué al sofá, luego me indicó que me sentara a horcajadas sobre él. Podía sentir su miembro comenzar a endurecerse.
-¿Dime qué quieres exactamente? –Susurré con voz sensual sobre sus labios.
-Fóllame-
Sonreí con malicia y lo tomé por el cuello para besarlo de forma violenta. Él me tomó de las caderas apretándolas. Sabía que me encantaba que me tratara así de brusco. Enredé mis dedos en su pelo y tiré un poco.
Estaba marcando mi ritmo y él solo debía seguirlo. Comencé a besar su cuello y lo recorrí hasta su oreja, mordiendo levemente el lóbulo y tirando un poco. Él acariciaba mi espalda aprovechando mi camiseta holgada y que no tenía sujetador, me quitó la ropa por encima de la cabeza, dejándome solo en bragas. Podía sentir su dureza en mi entrepierna. Era muy fácil mojarme cuando estaba con él. Seguí besándolo y mordí su labio inferior. Él gimió para mí y ahora estaba más que segura que escuchar gemir a un hombre, es el sonido más erótico del mundo.
Tomó mis pechos y comenzó a acariciarlos mientras nos besábamos. Pero quería sentir su boca y no sus manos. Llevé mi cabeza un poco hacia atrás y él en seguida captó la idea, tomándolos cada uno con una mano y besaba uno y luego pasaba al otro. Esto era placentero a más no poder.
Comencé a gemir y sentía como iba creciendo la humedad en mí.
En un movimiento rápido me levanté para poder quitarme las bragas y quitarle el pantalón, liberando su erección. Me detuve un instante para mirarlo a los ojos, era demasiado sexy con su pelo desordenado, sus labios ligeramente hinchados y sus ojos con ese brillo que solo tenía cuando estaba conmigo.
Volví a subirme quedando de rodillas sobre él y con mi mano tomé su miembro y lo fui guiando hasta mi entrada. En ningún momento aparté mis ojos de los suyos, estábamos disfrutando este momento y él no me detuvo, yo tenía el control. Lentamente comencé a sentarme, dejando que cada centímetro se adentrara, abrí un poco la boca dejando escapar un jadeo y él hizo lo mismo. Dejé caer todo mi peso sobre él y me sentía extremadamente llena. Me aferré a sus hombros y comencé a moverme lentamente, arriba y abajo, dejando que entrara y saliera pero no completamente. Me sujetó las caderas y sonreí, sabía que quería más y por supuesto yo se lo iba a dar.
-Muévete-
Su voz ronca me excitaba aún más y el tono de súplica me remató, no podía contra eso.
Comencé a moverme más rápido y sentía cómo el placer se iba acumulando en mi vientre, sabía que este iba a ser un orgasmo demoledor. Sus dedos estaban quemando mis caderas, su agarre era demasiado fuerte pero no me importaba. Continué con mis movimientos cada vez más erráticos y ambos gemíamos sin control. Arqueé mi espalda sabiendo que ya venía el orgasmo y al verme él gimió mi nombre inundando mi interior con sus fluidos.
***
Luego de una ducha decidimos pedir pizza, estábamos sentados en el sofá viendo una película, ya era de noche y me extrañaba que siguiera aquí aunque no me incomodaba. De pronto su móvil sonó y al ver que en la pantalla estaba el nombre de Melissa se sobresaltó.
-¿Qué pasa? –Mi tono de molestia era evidente.
-Tengo que irme. –Comenzó a recoger sus cosas y me dio un beso en la frente.
-Ya veo-
-No te molestes por favor-
-No me molesto y para que veas que te digo la verdad, mañana vamos a salir todos, invítala también. –Conforme dije aquellas palabras ya me estaba arrepintiendo.
-¿Estás segura? –Su sorpresa era evidente y yo no estaba segura de nada pero no iba a echarme hacia atrás. Así que seguí.
-Claro. Mañana nos vemos en la noche.
–Sonrió, me dio un corto besos en los labios y se fue.
La había cagado pero bien. Mañana iba a ser un largo día pero estaba segura que iba a ser muy interesante.
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