* 7 *
Intento ignorar la presencia de dos fantasmas en mi cuarto y siento que me tiemblan las piernas y el sudor frío se esparce por mi espalda, desvío la mirada cuando ellos me miran. Caminan hacia mí, pero yo me levanto, guardo con rapidez algunas cosas en la mochila, cierro mi cementerio de historias para llevármelo y salgo de la habitación. Ingreso a la puerta de al lado, donde Lucas está concentrado en sus videojuegos, y mando un mensaje a Lila. Voy a ir a dormir a su casa esta noche porque lo cierto es que tengo miedo.
Apenas ella acepta mi petición —aunque estoy segura que le parece extraña—, miro a Lucas y luego alrededor. No hay nadie más que él y yo y eso me hace suspirar con alivio. Quizá solo fue mi imaginación o quizá me estoy volviendo loca. La idea de quedarme a dormir en lo de Lila y tener que aguantar a Santiago se me atraviesa en medio dejándome un mal sabor en la boca, sin embargo entre soportar sus tonterías un poco más y dormir en mi cama mientras dos fantasmas me observan toda la noche, por increíble que parezca, la primera opción me resulta más tentadora.
—Voy a dormir en casa de Lila —informo a mi hermano que solo asiente—. Avísale a mamá, ¿sí? —Se encoge de hombros.
Lucas casi no habla, pienso que es la consecuencia de vivir en esta casa, no puedo decirle nada al respecto, cada quién se protege como puede.
Camino hasta lo de Lila lo más rápido que puedo y llego con la respiración agitada y el rostro colorado por el calor, ingreso con premura y la encuentro viendo televisión.
—¿Qué tal? Esta película es nueva, la acaban de agregar, mira —dice señalándome la pantalla. Yo cierro la puerta tras de mí, como si así pudiera impedir que la sensación de estar siendo perseguida se quede afuera, ella me mira extrañada—. ¿Sucede algo?
—No... Sí... bueno... No lo sé —respondo, no sé si es buena idea hablar de esto con ella.
—¿Estás bien? Te traeré un poco de agua —dice y solo asiento. Intentaré concentrarme en la película y calmar mi corazón que prácticamente se me está por salir por la boca, mitad por el temor, mitad por la agitación.
Lila me pasa el agua y yo me siento a su lado, dejo mis cosas en una de las sillas cercanas y fijo mi vista en la pantalla. Vemos la película, y aunque no puedo concentrarme del todo y cada rato volteo la vista por si aparece alguien, termino por calmarme cuando me doy cuenta que no sucede nada y por lo que parece, ese par de almas no me siguieron hasta aquí.
Después de la película, Lila ordena pizza y yo me voy a dar un baño. Planeamos cenar y luego ir a dormir, pero cuando salgo de la ducha, la veo recostada en la cama. Mis cosas están sobre la cama de Benja, así que camino hasta allí para vestirme.
—Hoy me pasó algo extraño —dice y yo la observo con sorpresa, ¿será que ella también los puede ver?
—¿Sí? —inquiero esperando que continúe.
—Después de salir de la heladería, fui a la plaza... necesitaba un poco de aire —murmura y sé que se refiere a su incomodidad de más temprano—, y pensar un poco... ya sabes. —Asiento—. Pero entonces un chico pasó por allí y yo me di cuenta que se le había caído algo, era un dije de medio corazón de plata con una cadenita —comenta—, lo levanté y se lo di... y él... comenzó a hablarme.
—¿Y qué tiene eso de raro? —pregunto frunciendo el ceño—. ¿De qué te habló?
—Solo... me preguntó si creía en las almas gemelas —musita.
—No... ¿En serio? ¿Intentó conquistarte así? —pregunto mientras enrollo mi cabello húmedo con la toalla. Qué tipo tan básico.
—No... no intentó conquistarme —responde ella rodando los ojos—. Solo, parecía enfadado o triste, o frustrado, no lo sé. Hizo la pregunta y luego dijo que él no creía en nada de eso. Se presentó como Eduardo y me preguntó mi nombre, también mencionó que su padre acababa de fallecer y que por eso estaba algo confundido.
—Espera, ¿le diste tu nombre a un desconocido? —inquiero y niego con la cabeza.
—¿Qué hay de malo? ¿Qué podría hacer con mi nombre? ¿Magia negra? —pregunta y vuelve a rodar los ojos, yo soy bastante cuidadosa con mis datos personales, pero Lila piensa que soy paranoica.
—No lo sé, pero... igual es raro —digo encogiéndome de hombros.
—¿Crees que podríamos ir al cementerio mañana? Quizá sea el entierro de su padre... —murmura.
—¿Estás hablando en serio, Lila? —le pregunto con consternación.
—¿Qué tiene de malo? Solo quiero ver si... No lo sé, podemos ver de lejos —añade encogiéndose de hombros y yo solo niego con la cabeza.
—No lo puedo creer, estás loca —afirmo y ella se encoje de hombros de nuevo.
La pizza llega justo en ese momento y mi amiga sale para atender al delivery, yo termino de vestirme y voy junto a ella. Comemos juntas en la cocina mientras comentamos la película y planificamos el día de mañana. Vamos a ir al cementerio por si encontramos al desconocido de las preguntas raras. Definitivamente Lila se ha vuelto loca, pero no tengo mucho que decir al respecto.
Cuando volvemos a la habitación, encuentro todas las cosas de mi cementerio de historias desordenadas sobre la cama de Lila. Frunzo el ceño con curiosidad y volteo a verla.
—¿Tú? —pregunto y señalo todo eso, pero no tiene sentido. Ella salió del cuarto antes que yo. Ella lo entiende y niega, yo suspiro e ingreso con cuidado.
Lila observa la ventana —por si esté abierta—, quizá piensa que fue el viento o alguien que ingresó por allí, pero yo sé bien de quien se trata. Alan está sentado en una silla de madera en la que Lila suele colgar algunas ropas. Cierro los ojos y finjo no haberlo visto.
Lila se acerca a la cama y comienza a juntar las cosas para guardarla de nuevo en la cama.
—Esto es... escalofriante, Iri —dice cuando se percata de que no sabemos qué sucedió, yo solo asiento. Tomo la fotografía, la vieja rosa y las meto en la caja. Lila toma en sus manos la piedra negra y la lleva muy cerca de sus ojos para observarla.
—¿Qué? —pregunto.
—Es muy bella —murmura—. Es como si dentro de ella se encontrara la noche —añade y yo asiento—. Luego frunce el ceño y observa a los lados para luego mirar de nuevo la piedra. Entonces toma el pequeño papel y lo lee en voz alta—. ¿Esto era lo que dejó la chica de Alan, no? —inquiere.
—Sí —respondo y veo al muchacho acercarse a ella—. Déjalo en la caja, ¡déjalo! —grito y ella me mira con confusión.
—¿Qué sucede? —pregunta. No respondo, solo veo a Alan acercarse mucho a Lila, como si quisiera leer tras de ella lo que tiene en sus manos.
—¡Deja eso, Lila... déjalo! —insisto. Ella deja ambas cosas en la caja al tiempo que me mira con confusión.
—Oye... estás extraña —musita y yo suspiro. ¿Cómo le explico que un fantasma estaba demasiado cerca de ella y me dio miedo que le hiciera algo?
Guardo todo en la caja y veo que Alan vuelve a sentarse en la silla, entonces Lila se recuesta en su cama, creo que se ha enfadado por mi reacción, pero yo solo me asusté.
—Vas a pensar que estoy loca, pero... juraría que esa chica se llama Judith —me dice y yo frunzo el ceño.
—¿Qué chica? —iniquiero sin poder sacar mi vista del fantasma que nos observa.
—La novia, o lo que sea de Alan, la que dejó el papel sobre su tumba —musita. Miro a Alan y él sonríe, vuelvo a ver a Lila y ella se está mordiendo el labio.
—¿Cómo lo sabes? —pregunto y ella se encoge de hombros.
—No lo sé... Cuando tomé el papel solo lo supe, pero no me hagas caso, quizá solo es una locura. Mejor durmamos, es tarde —dice y yo asiento. Me tapo con las mantas hasta el cuello y cubro mi cabeza con la almohada, quizás así logre ignorar que hay un fantasma a los pies de mi cama.
Los minutos transcurren y se hacen eternos entre el silencio y la oscuridad, pero entonces Lila se voltea hacia mí y me habla.
—¿Duermes? —pregunta.
—No...
—Me siento extraña —murmura y yo asiento.
—Igual yo —respondo y ella se muerde el labio.
—No puedo dormir —añade y yo suspiro, necesito contarle lo que está pasando o explotaré en cualquier momento.
—¿Recuerdas que hoy te pregunté si viste al chico que solía visitar la tumba de Alan?
—Sí, dijiste que se nos había cruzado, pero yo no lo vi —admite.
—Solo puedo verlo yo... —musito y ella frunce el ceño.
—¿Qué quieres decir? —inquiere y yo cierro los ojos, tengo miedo de que mi mejor amiga me juzgue de loca o de extraña, no creo poder con eso también. Puedo ser todo eso para la gente que no conozco o no me conoce, pero no para ella.
—Es... Alan... —añado—. Busqué su foto y es el mismo chico.
—Irina, lo que estás diciendo no tiene ningún sentido —dice mi amiga y yo asiento.
—Créeme que lo sé... pero... él está siguiéndome. Él y el otro señor, el de la foto familiar de la mañana —añado y Lila se sienta de golpe en la cama.
—¿Me estás diciendo que ves fantasmas? —pregunta y yo me escondo bajo la manta. De pronto siento que lo que ella pudiera llegar a pensar me importa incluso más que la presencia de Alan en la habitación, no respondo, siento que contarle ha sido un error, no me gusta sentirme juzgada—. ¡Irina! ¡Te dije que no coleccionaras cosas de los muertos! —exclama.
Yo bajo la manta y la observo, eso quiere decir que me cree, ¿cierto?
—No sé lo que quieren, no me hablan —musito y ella niega—. Solo me persiguen...
—Esto suena demasiado...
—Piensas que estoy loca, lo sé —digo interrumpiéndola—. Olvídalo, ¿sí?
—¿Desde cuándo? —pregunta y yo me encojo de hombros.
—No lo sé, recién hoy los vi, pero hace días siento que alguien me sigue —admito. Lila no dice nada por un buen rato, entonces me mira y suspira.
—¿Crees que tiene que ver con las cosas que tienes de ellos? —pregunta y enciende la luz, luego mira alrededor.
—No lo sé... ¿Lo puedes ver? —pregunto y ella niega.
—No... ¿Está aquí? —inquiere y yo asiento con temor, estoy segura de que Lila no me cree y solo me está llevando el apunte—. Lo único que sé es que no puedo sacarme ese nombre de la cabeza —murmura. Fijo mi vista en Alan que no ha dejado de mirar a mi amiga y mueve sus labios como si estuviera diciendo algo.
Yo asiento y señalo la silla para indicarle dónde está. Ella no dice nada, solo se mete bajo las mantas a mi lado. Nos acercamos lo suficiente como para sentirnos, normalmente eso no me agradaría, pero esta noche necesito saber que no estoy sola. Ella no apaga la luz y sé que ambas tardamos horas en conciliar el sueño, de hecho, no sé quién cae rendida primero, pero en algún punto ambas nos quedamos dormidas, dejando los pensamientos y las preocupaciones para el día de mañana.
¿Qué harían si su mejor amiga les dice que ve fantasmas?
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