* 58 *
El tiempo ha pasado más rápido y seis meses se han ido en un abrir y cerrar de ojos. Seis meses que han sido intensos y en los cuales los cambios han sido más visibles que en muchos años. Irina devolvió la piedra a la mujer y se enteró de que esa era una piedra que ella había perdido en el funeral de Alex, el policía que Irina vio hace ya tantos meses atrás y que fue el primer espíritu que se le apareció. La señora resultó ser una médium que ayuda a los espíritus a cruzar al otro lado y le agradeció mucho a mi amiga que le devolviera su piedra, y que además, durante ese tiempo, le haya ayudado con su trabajo. La señora había tardado muchas semanas en conseguir una piedra similar para poder continuar con sus funciones y estaba preocupada porque de nuevo la había perdido. Yo por mi parte, esperaba que nadie la hubiera encontrado.
La mamá de Irina consiguió un trabajo como limpiadora en una escuela, estaba muy feliz porque era la primera vez que trabajaba fuera de casa y que ganaba su propio dinero. Lucas se había empezado a interesar por la música y estaba estudiando guitarra, lo que le había ayudado mucho a expresar sus sentimientos.
Por mi parte, Benja estaba creciendo y cada vez hablaba más y mejor, llamaba a Edu papaíno y aunque a Marcos no le gustaba demasiado, terminó por aceptarlo. Edu y yo fijamos fecha para casarnos dentro de un año, decidimos que a pesar de todo, era mejor no apresurarnos e ir con calma. Mamá y papá se mudaron para estar más cerca de Benja y de mí, eso me hizo sentir bien, y yo decidí emprender un pequeño negocio, lo que me permite manejar mis tiempos, y a la vez estudiar en la universidad. Llevo tres meses estudiando psicología, mientras en mis tiempos libres me dedico a decorar fiestas y eventos, una pasión que tenía olvidada y que revivió tras la despedida de Santi.
Él se fue hace ya casi tres meses, para lo que Irina y yo le organizamos una fiesta sorpresa. Todo fue tan perfecto, que todos me instaron a seguir haciendo aquello, de hecho, una de esas chicas con las que Irina trabajaban, Martina, me pidió que organizara una fiesta por el aniversario de sus padres, y volvió a salir todo tan bien, que me gané otros tres trabajos más y así fue creciendo mi lista de clientes. Tanto, que decidí renunciar a mi trabajo, tomé algunos cursos cortos de decoración y de organización de eventos. Y me animé... nada más que eso. Al principio lo pensé mucho, dejar la estabilidad de un sueldo me parecía una locura, más con un hijo pequeño. Pero entonces Iri me recordó que nada era estable en la vida y que solo dependía de mí alcanzar mis sueños y mis metas.
La miré con mucho orgullo cuando me dijo eso, no podía creer que mi amiga fuera la que me dijera eso. El alumno ha superado al maestro, le dije, y ella sonrió.
Hoy ella se marcha, ha llegado el día en el que debe partir. Irá junto a Santi y allá estudiará letras mientras busca algún trabajo, pero hace un mes ha recibido la oferta de una editorial para publicar una de sus novelas, así que todo está en orden en su vida y todo está a punto de dar por fin el giro que tanto espera. Mi amiga, está por dar el gran salto.
Bajamos las maletas del auto de Edu y él se despide de ella allí. Su madre y su hermano ya lo han hecho en la casa. Solo yo sigo con ella un poco más, hasta el último momento... Mi corazón está hecho un nudo y las lágrimas se aglutinan en mi garganta, pero sé que es lo mejor.
Aún falta, hace el checkin y luego vamos por un café. Nos sentamos y nos observamos en silencio.
—Qué vueltas da la vida —digo y ella asiente.
—¿Nos veremos pronto? —pregunta.
—Si vienes para la boda, y espero que lo hagas —añado como si la amenazara.
—Por supuesto que vendremos —dice y yo asiento—. Pero seguiremos hablando, ¿no?
—Claro, cuando tú quieras me encontrarás aquí, ya sabes... a solo un clic de distancia —digo señalando el celular.
—No sé por qué siento que nos estamos despidiendo para siempre —dice ella y una lágrima se le derrama. Yo no puedo evitarlo y también comienzo a llorar.
—Porque quizá estamos despidiendo a una Lila y a una Irina que ya no existen, solo eso —digo y ella me observa.
—Puede ser... ya no soy la misma Irina que conociste hace años —murmura.
—Lo sé, y estoy orgullosa de quién eres ahora y quién serás mañana —susurro entre lágrimas.
—Tú tampoco eres la misma Lila —me dice.
—Lo sé, y también estoy orgullosa de mí —digo con una sonrisa tosca. Nos quedamos en silencio y ella me toma la mano.
—No quiero dejarte ir, no quiero dejarnos ir —susurra.
—Todo lo que se estanca muere, nosotras tenemos que seguir vivas —digo y ella asiente entendiendo que el significado de aquello va más allá de las palabras. Nos quedamos en silencio.
—Temo que un día ya no nos reconozcamos. Hoy sabes todo de mí, yo sé todo de ti, pero puede que la distancia y las cosas que vivamos por separado, nos alejen tanto, que un día ya no seas más que una extraña para mí —murmura y entiendo a la perfección su sentir, yo también lo siento así.
—Podremos ser dos extrañas en cuanto a lo que vivamos cada una por separado, pero nunca serás una extraña para mi corazón, allí siempre serás la mejor amiga que tuve en la vida...
—No he sabido ser tan buena amiga para ti, Lila —dice ella con vergüenza—. Eres tú la que siempre ha estado para mí, yo no lo he hecho tan bien.
—Lo has hecho de la manera en que yo necesitaba que lo hicieras —digo y ambas sollozamos—. Sé que todos piensan que soy ilusa y que la amistad en la cual yo creo no existe en la vida real, solo en los libros que leo, pero tú me has regalado la amistad con la que siempre he soñado, has hecho realidad un capítulo importante de mi vida y eso lo guardaré aquí para siempre —añado señalando mi corazón.
—Tengo algo para ti —dice y me da un dije. Tiene un corazón partido por la mitad dentro de una especie de puzle oscuro—. Yo tengo un lado y tú el otro —añade—. Para que nos recordemos siempre... para que nos llevemos cerca... para que sepamos que a pesar de la distancia, de los silencios y de los cambios, no estamos solas, hay alguien al otro lado... estoy yo, estás tú.
Sonrío, lo acepto y me lo pongo.
—Siempre estaré, Iri... —prometo porque sé que estaré incluso aunque ella se haya ido.
La voz de una mujer llama para el embarque del vuelo de Iri y sabemos que la hora ha llegado. Se levanta y yo también, nos damos un abrazo fuerte, de esos que pretenden fundir el alma de una con la de la otra, de esos que dejan rastros en la mente y el corazón, de esos que anhelan ser invencibles, imborrables. Ambas estamos llorando, quizá porque no sabemos cuándo nos volveremos a ver, quizá porque no tenemos idea si lograremos derribar a la distancia, quizá porque no tenemos certeza de si la nueva Irina y la nueva Lila podrán ser las mismas amigas de antes.
—Te quiero, hermana del alma —murmuro.
—Yo también te quiero —dice ella y entonces nos miramos a los ojos por última vez en quién sabe cuánto tiempo.
La veo partir sin mirar atrás, le pasa su pasaporte al guardia que está en la entrada de la zona de embarque y justo antes de desaparecer, se gira a saludarme. Lo hace con una sonrisa cargada de lágrimas, de una forma que parece natural, como cuando se despide para ir a su casa, como si volviera mañana junto a mí para ir al cementerio a contar historias. Pero no, esta vez se va y yo sé que todo cambiará, pero que ese cambio es lo que ella necesita, sé que es lo que le hará bien, sé que es lo que la hará crecer como persona, florecer, cumplir su misión en la vida.
Sé que a pesar de todo el amor que nos tenemos, sé que a pesar de habernos elegido como hermanas del alma, el tiempo de Irina y Lila, ha cambiado, y aunque quizá no ha acabado del todo, la transformación hará que lo que conocíamos sea diferente, y puede que eso sea para mejor, pero puede también que eso nos aleje para siempre. Sin embargo, la quiero feliz, y la idea de imaginarla como una mujer fuerte, poderosa, que ha trascendido sus miedos y sus limitaciones, que ha a acariciado sus sueños, me permite decirle adiós a la Irina que conozco, a la cual me he acostumbrado y a la que he necesitado por tanto tiempo.
—Adiós, amiga del alma —digo y sé que ella ya no me escucha, sé que ella ya se ha ido.
Bueno, al fin he llegado al final. Admito que nunca supe cuál sería el final desde que empecé a escribir esta historia y que fui fluctuando de uno a otro hasta que decidí dejar que los personajes hablaran. Admito que no siempre nos gusta el final y que creo es el único final de este estilo que he escrito en toda mi historia de escritora. Admito que he llorado al escribirlo, pero necesitaba hacerlo así...
También creo que quiero hacerle unos cambios muy drásticos a la historia ahora que la voy a editar, pero aún no estoy segura de si eso será posible, porque cambiaría mucho y no quiero cambiar toda la esencia de la misma. Estos días lo pensaré, porque no tengo mucho tiempo y no sé si podré hacerlo en el tiempo que me queda de plazo.
No sé si habrá epílogo, es probable que sí, pero será luego de que la termine de editar y de que vea si le haré o no los cambios.
Gracias a todas las que estuvieron aquí y siguieron esta historia que es muy importante para mí y que me ha ayudado a crecer, a trascender.
Me gustaría leer sus opiniones.
Las quiero :)
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