* 55 *
Mientras camino con Lila de la mano, por la ciudad que se mantiene igual que siempre, me doy cuenta que todo ha cambiado alrededor. Me siento desolada, y no por la muerte de mi padre, eso en realidad me ha hecho sentir en paz, al fin mamá recuperará su vida, al fin todos lo haremos. Pero no tengo ganas, no tengo ganas de seguir.
La idea del suicidio se me empieza a dibujar en la mente, quizá si yo también me autoeliminara, todos sentirían esa calma que nos ha dejado mi padre a nosotros. Quizá Lila sufriría un poco, pero luego se sentiría bien porque sabría que ha sido una buena amiga y ha hecho por mí todo lo que ha podido, Santiago podrá ir a estudiar a España sin ningún remordimiento, y mi madre y mi hermano... Mi madre no lo aguantará.
Suspiro, tendré que aplazar esta idea por mi madre, al menos hasta que ella se sienta un poco más fuerte. A pesar de todo, ella amaba a mi padre y se siente desolada. Si yo también me fuera, no podría salir adelante, y no quiero eso para ella. Necesito que se ponga fuerte antes de tomar una decisión como esa.
—¿Estás bien? ¿Qué piensas? —pregunta Lila. No puedo decirle lo que está sucediendo en mi cabeza porque no lo entenderá jamás.
—Nada...
No dice nada más, llegamos a casa. Santiago nos ha dejado algo para comer, pero no tengo hambre. Lila me insiste y comemos algo. Luego vamos a mi habitación y sin cambiarnos ni la ropa, nos acostamos en la cama y miramos el techo.
—Iri, todo pasará. Sé que ahora parece que todo está muy oscuro, pero verás que todo pasará —promete Lila.
—Sé que todo pasará, pero probablemente sucederá algo otra vez... Parece como si yo no pudiera ser feliz nunca...
—¿Qué sucedió con Santi? —inquiere.
—Se irá a estudiar a España. Se ha ganado una beca y está bien, me he portado mal con él, he quedado como una egoísta. No tengo derecho...
—¿Te enfadaste por eso? —pregunta mi amiga.
—Sí, porque no me lo había dicho. Porque no creo en las relaciones a distancia y porque me ha dicho que me fuera con él, como si eso fuera posible —añade—. No puedo dejar a mi madre y a mi hermano, no ahora, no así... Pero, Lila... lo amo, mucho... —admito por primera vez ante mi mejor amiga. Ella solo sonríe.
—Comprendo que no es el momento, Iri, pero tienes derecho a hacer tu vida también. Quizá más adelante podrías considerar la opción, ¿no lo crees? —inquiere. Yo niego.
—No soy buena para él, siento que solo lo estoy retrasando... Es mejor que se vaya y siga su vida.
—Eso es lo más tonto que has dicho —dice mi amiga y yo me encojo de hombros—. Él te ama también, Irina, creo que los dos deberían conversar y ver la manera de salir adelante a pesar de la distancia...
—No tengo ganas —murmura—. No tengo ganas de nada, Lila. Lo siento... Siento haber sido una mala amiga para ti, siento no haber estado cuando me necesitabas, gracias por estar a pesar de todo.
—Iri, la gente no se queda por lo que haces o dejas de hacer, la gente se queda porque te quiere. El cariño es algo que está, eres mi mejor amiga, la hermana que yo he elegido. Puedo no estar de acuerdo con muchas cosas que piensas o decisiones que tomas, pero eso no hace que te quiera menos. Lo mismo pasa con Santiago, él no te quiere menos solo porque tú digas que no eres buena para él, ¿comprendes? Te queremos, Iri, somos un equipo, todos, y no estás sola...
La abrazo, me envuelvo entre sus brazos y me pongo a llorar. Ella solo acaricia mi cabeza y deja que me desahogue en sus brazos, y yo lo hago.
—Han pasado tantas cosas, ya no soy la misma —susurro—. Ni siquiera sé quién soy.
—Tienes derecho a no saberlo, a mí también me pasa a veces —contesta—. Pero igual te querremos, seas quien decidas ser...
—Ojalá que sí... —murmuro—, pero a veces siento que perderé a todos. Y que eso es mejor para ustedes, Lila. A veces creo que tarde o temprano, tú y yo nos apartaremos.
—Yo también lo pienso —afirma mi amiga—, pero haré lo que pueda para que no suceda, y si sucede, si un día la vida nos separa, tienes que saber que nunca tendré otra amiga como tú y que siempre tendrás ese lugar en mi corazón.
Vuelvo a lloriquear en sus brazos, me siento como una niña perdida, tengo miedo y no quiero perderla, Lila es lo único que tengo que me da seguridad.
—Puedo verlo —murmuro.
—¿Qué? —inquiere mi amiga sin entender el rumbo de mis palabras.
—Puedo ver a papá desde el cementerio —afirmo casi en un susurro.
Lila queda en silencio por un buen rato, quizá la noticia le cayó por sorpresa, o quizá no.
—¿Has hablado con él? —pregunta al fin.
—No, y no lo haré. Lo ignoraré hasta que se canse y se vaya, o hasta que se le acabe el tiempo. No es justo que quiera mortificarme incluso desde el más allá.
—Pero, Iri... sabes que ellos necesitan ayuda, que no pueden cruzar si no cierran el ciclo...
—No me importa...
—Pero... Hazlo por ti, quizás así puedas liberarte de él y de todo lo que te ha dañado —insiste.
—No estoy lista —afirmo y ella asiente.
Nos volvemos a quedar en silencio.
—¿Crees que un día pasará? —pregunto—. Un tiempo creí que sí, que podría ser feliz, enamorarme, tener amigos, disfrutar la vida como cualquiera...
—Estoy segura que pasará, Iri, estoy segura —dice ella y me vuelve a abrazar—. He estado a tu lado en cada momento, sé que ahora ves todo negro, pero te he visto crecer, salir adelante. Eres fuerte y estoy orgullosa de ti, sé que en un punto, todo será solo un recuerdo...
—Tú no, ¿verdad? Tú siempre estarás...
—Estaré siempre que desees que esté, Iri. He aprendido que no podemos forzar a nadie a quedarse en nuestras vidas y que a veces, las personas quieren irse... No sé bien el motivo, solo sé que es como si fuéramos pasajeros en un aeropuerto, a veces nos toca hacer un viaje largo al lado de alguien, pero luego ese alguien sigue su camino en otro avión... y nosotros el nuestro.
—¿Por qué hablas así? ¿Por qué tomaríamos caminos distintos? Y aun si fuera así, podríamos seguir una en la vida de la otra, ¿no? No puedes dejarme también tú —sollozo—. Quiero que sigamos una en la vida de la otra, no quiero perderte...
—No me perderás, lo que hemos creado es un vínculo muy fuerte que no se romperá tan fácilmente. Pero no quiero que te ates a nada, ni siquiera a nuestra amistad —dice mi amiga—. Quiero que seas libre y que vivas todo lo que todavía te toca vivir, si tu destino está en España con Santi, quiero que te animes a ir y a empezar de nuevo, a ser feliz...
—¿Cómo puedes creer que mi destino estaría allí? No tengo nada en ese país, mi familia y tú están aquí... no tiene sentido.
—A veces, cuando todo se pone tan oscuro y no vemos salida, es necesario empezar de nuevo, y para hacerlo, necesitamos un lugar neutro, uno donde nada nos ate al pasado y a los recuerdos...
No respondo, ella tiene razón, no lo había pensado así, pero de pronto se abre una posibilidad. ¿Y si es cierto? ¿Y si empezar de nuevo es una alternativa? ¿Si ese viaje es en realidad una oportunidad?
—A veces, cuando una puerta se cierra, otras nuevas se abren —dice—, pero nosotras no nos animamos a entrar en la nueva habitación porque nos da miedo lo que podamos ver allí o la falsa seguridad que podamos dejar en la anterior. Dices que giras en un círculo en el que todo siempre te sale mal, ¿y qué tal si sales de ese círculo y pruebas otro? ¿Qué podrías perder, Irina?
—¿A ti? —pregunto y ella niega.
—A mí no me perderías ni aunque no habláramos ni nos viéramos nunca más —responde.
—¿Cómo puede ser eso posible, Lila?
—Las personas que amamos de verdad, dejan huellas en nuestra alma, en nuestro ser, en nuestros pensamientos, en nuestros recuerdos. Tú eres mi hermana del alma, eso nada ni nadie lo cambiará jamás.
—Te quiero, ¿lo sabes? Aunque no te lo diga a menudo.
—Yo también te quiero.
—Tengo miedo... —admito.
—¿Quién no? Pero mira, todos estos fantasmas que has estado viendo este año, todos ellos han quedado atrapados en un limbo mientras cerraban sus ciclos aquí, y luego tú los veías partir, ¿cierto? No sabemos a dónde iban, pero ni siquiera la vida, tal como la conocemos, o la muerte, han impedido que esas almas siguieran su camino.
—Sí, así es —digo recordando a Paola y a Lía, en especial.
—¿Entonces? Por qué debería limitarnos la vida. ¿Por qué deberíamos quedarnos en un sitio en el cual no estamos a gusto? Y no me refiero a una ciudad, me refiero a un estado... a una situación. Tú puedes cambiar tu realidad actual, Iri, puedes trascender... como ellos.
—Trascender... —repito, me agrada esa palabra.
—Trascender... —dice ella con una sonrisa—. Todos lo podemos hacer...
—¿Y tú? ¿Cómo lo harás? —pregunto y ella sonríe.
—No se trata siempre de irnos a otro país, los cambios pueden hacerse día a día, en la vida misma...
—¿Sí?
—Ajá... Solo hay que pasar por encima de los miedos —añade—. Edu me pidió casamiento —dice mi amiga, yo la miro con sorpresa—. No accedí aún por todo lo sucedido, y porque tenía miedo... miedo de que las cosas volvieran a salir mal, de equivocarme de nuevo...
—Oh, Lila... ¿Lo vas a aceptar? —pregunto con entusiasmo y ella asiente.
—Vamos a animarnos a vivir, Iri, a soñar y a ser feliz... Tú y yo... ¿Qué te parece? —dice mi amiga y su entusiasmo me contagia, sus ojos brillan.
—Gracias por tanto, Lila —digo y la abrazo—. Gracias por ser mi ángel de la guarda. Hace solo unas pocas horas ni siquiera tenía ganas de vivir... —admito.
—Vivir puede ser divertido, Iri, incluso cuando no lo parece. Los obstáculos están hechos para salvarlos. ¿Vamos a intentarlo? —pregunta y yo asiento.
—Lo haremos, Lila, lo haré —prometo.
Nos quedamos en silencio hasta que el sueño nos inunda y ambas nos dormimos con una sensación de esperanza y paz que solo una larga conversación con mi mejor amiga me puede dar.
Se termina esta historia, no le quedan muchos capítulos y quiero terminarla esta semana, como todo en la vida, va a acabar... y con ella se va a quedar algo de mi corazón por siempre... Espero la disfruten, debo terminarla antes de fin de año, así que estén pendientes.
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