* 52 *

Al fin ha llegado el día del cumpleaños y solo espero que todo salga bien, he puesto mucho empeño en cada detalle, y a pesar de que lo tuvimos que retrasar un poco por todo lo sucedido, sé que Benja lo disfrutará. Cuento con la ayuda de mamá, así que todo está quedando perfecto.

Los primeros invitados no tardan en llegar, algunos amigos del barrio que tienen niños, compañeros de la guardería, las maestras de Benja, y también llega Irina, acompañada de Santi, trayendo un regalo para él. Me alegra verla aquí, sé que quizás un cumpleaños infantil no es algo que a ella le interese demasiado, pero para mí es como si fuera mi hermana, y tenerla aquí es importante.

Enseguida se ofrece a ayudarnos a mamá y a mí, así que nos ponemos manos a la obra a servir a los invitados. Los payasos que he contratado llegan a la hora convenida y el show inicia, los niños parecen muy animados y Benja ríe divertido.

Un poco más tarde, llega Edu con un regalo muy grande. Benja corre a él como si lo hubiera estado esperando, y él lo carga en sus brazos, lo besa en la frente y le dice cosas que no alcanzo a oír. Me acerco y lo saludo con un beso en la mejilla. Hasta ahora no hemos retomado la parte romántica de nuestra relación, pero siempre estamos juntos y conversamos sobre todo.

Ayudo a Benja a abrir el regalo que Edu le da, es un triciclo justo para su medida, mi niño sonríe y toca el juguete sin saber bien para qué es, pero Edu lo carga en la sillita y comienza a empujarlo con suavidad, Benja ríe a carcajadas.

—Deberías hablar con él de una vez —dice mi mamá que se acerca a mí. Todos estos días me ha estado insistiendo con lo mismo, dice que tenemos cosas que aclarar y que yo debería tomar la iniciativa.

—Hoy no es un buen día para eso —respondo y le sonrío, mi mamá asiente y me abraza.

—Se ve que quiere mucho al niño —añade—. Me encanta ese chico para ti.

—Bueno, lo ideal sería que a él le encante yo —respondo y ella asiente.

—Estoy segura que es así.

—Claro que es así —afirma Irina que acaba de acercarse a nosotras.

—Si no, sería un tonto —contesta mi mamá e Irina se echa a reír.

Nos quedamos allí un rato, observando todo y a todos. Me siento muy contenta, todos los que amo están aquí.

Cuando la fiesta acaba y los invitados se van, mamá se ofrece para bañar a Benja y hacerlo dormir. Ella también se siente agotada y necesita descansar. Irina y yo nos disponemos a juntar todo lo que ha quedado tirado y los chicos nos ayudan.

Cuando al fin está todo acabado, nos dejamos caer los cuatro en unas sillas que quedaron fuera. Miramos el cielo y suspiramos, creo que estamos cansados, pero felices.

—Todo ha salido genial —dice Santi y yo asiento.

—Estoy muy contenta por eso —afirmo. Nos quedamos un buen rato en silencio hasta que Irina habla.

—Sé que esto les parecerá extraño, pero Paola me pidió que trajera la piedra por si Edu estaba aquí. No quiere forzarte a nada, pero su tiempo se acaba —dice y se incorpora para mirar a Eduardo, Santiago la mira atónito.

—Edu... Nadie te obliga a nada... —murmuro tomándolo de la mano.

—No... ni siquiera tu madre —dice Irina—. Solo quiere que sepas que debe marcharse ya, y que ya no puede esperar más —afirma.

—Está bien... —responde Edu al fin—, la escucho...

Todos hacemos silencio mientras Irina busca la piedra en su cartera y la toma entre sus manos. Después mira a un punto fijo, justo al lado de Eduardo, y entonces asiente.

—Paola dice que ya sabes todo lo que tuvo que pasar, que te agradece por al menos haberte interesado en saber la verdad. Dice que ojalá pudiera volver a vivir y tomar distintas decisiones, que ojalá pudiera revivir aquel día y no haber ido a aquella entrevista, pero solo quería lo mejor para su familia, para ti y para tu padre... Quiere que sepas que siempre te ha amado y que no ha pasado un día que no haya recordado tu rostro, tu sonrisa, tus manos o tus ojos risueños de niño travieso, quiere que sepas que su vida no solo ha sido un infierno por todo lo que tuvo que vivir, sino sobre todo, por haberte perdido y por la culpa que cargó consigo cada día de su vida. Quiere que sepas que no ha olvidado aquello que le habías pedido...

Entonces, Irina hace silencio y vuelve a abrir su bolso para sacar una pequeña caja envuelta en papel de regalo. Se la pasa a Edu, que la mira consternado con los ojos llenos de lágrimas. Santiago sigue viéndonos con asombro.

—Ábrelo —susurro para darle ánimos y así lo hace. Es un juguete, un rompecabezas.

—Dice Paola que no olvida que le pediste que te trajera uno de esos a su regreso, y que como nunca regresó nunca pudo dártelo. Dice que espera que lo puedas armar, y que también ahora que sabes la verdad, puedas volver a armar las piezas de tu vida, que puedas organizar tu mente y tu corazón, que puedas perdonar, porque solo así podrás amar de verdad y sentir las cosas bellas que la vida te tiene preparada —añade con una sonrisa, Irina está emocionada también—. Tu mamá dice que mereces ser feliz y que lo siente mucho...

—Dile que la perdono... —se apresura Eduardo a decir.

—Díselo tú —le susurro y él asiente. Mira hacia donde Irina está viendo y suspira.

—Mamá, tú no tienes la culpa, no tienes la culpa de nada. Quiero que te vayas tranquila a donde debes irte y que si es posible, seas feliz allí. Busca a mi papá, él nunca ha dejado de amarte y estoy seguro que te está esperando en algún sitio. Él me enseñó que el amor puede ser eterno y puede ir mucho más allá de todo. Siento mucho haberme perdido tus abrazos, tus canciones antes de dormir, tus sonrisas, tu cariño, pero he aprendido que la vida no acaba con la muerte, así que estoy seguro que un día tú y yo tendremos todo eso. Espérame allí, mamá... y perdóname tú por haber sido tan duro. Me has enseñado que las cosas no siempre son lo que parecen y que no vale la pena llenarnos de odio y resentimiento. Te perdono, mamá, perdóname tú a mí y prométeme que buscarás la libertad de tu alma, ya has vivido demasiadas prisiones.

Para ese momento, todos estábamos llorando. Irina se secó las lágrimas y habló.

—Paola dice que eres un gran hombre y que está orgullosa de ti. Dice que ya lo puede ver, que ya puede ver a tu padre llamándola. Que te ama mucho y que no tiene nada que perdonarte. Quiere que seas feliz y que ames mucho.

Eduardo no dijo nada más, Irina tampoco. Esperamos todos en silencio hasta que Irina asintió en señal de que Paola ya se había ido. El ambiente se quedó cargado de una energía que me cuesta explicar, Eduardo se levantó de su asiento y se acercó a mí, me pasó la mano y yo se la di, me levanté y él me abrazó.

—Te amo, Lila, te amo mucho y no quiero perderte —me dijo en un susurro.

—Yo también te amo —respondí y nos besamos. Lo había extrañado mucho, y eso se sintió en aquel beso.

—Creo que será mejor que me vaya —dijo Irina levantándose.

—Yo te llevo —respondió Santi a su vez.

—Gracias, Irina, gracias por todo —dijo Eduardo acercándose a ella y dándole un abrazo que mi amiga no esperaba. Yo sonreí entre lágrimas, ella me vio y sonrió también.

—No hay nada que agradecer, Edu. Solo cuida a mi amiga —añadió ella y Edu asintió separándose.

Entonces yo caminé hasta ella y la abracé como hacía tiempo no lo hacía, ella, en vez de sentirse incómoda reaccionó a mi abrazo.

—Nunca tendré a una amiga tan importante como tú en mi vida —prometí.

—Tampoco yo, Lila, gracias por todo —dijo y yo no respondí más. No sé por qué me agradecía, pero yo también estaba agradecida en ese momento. Con la vida, con Edu, con ella, con Santi, con mi mamá, con el mundo entero...

Espero terminar esta historia muy pronto. Les mando un beso.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top