* 49 *
Las cosas con Lila se han descompuesto y no sé cómo me siento al respecto. Por un lado estoy triste, porque no me gustaría que nos alejáramos. Pero por otro me siento molesta, no es justo que ella no me entienda y que se ponga en este plan justo ahora que empezaba a encontrar una parte de mí que no conocía y que me agrada. Admito que debí decirle las cosas, pero no era tan importante para mí.
Llego al hospital con mucha desazón, pero Lucas me está esperando con una gran sonrisa. El médico ha dicho que mamá ya puede ir a casa. La noticia también me provoca sentimientos encontrados. Por un lado me alegro, mamá estará muy contenta de volver a la casa, pero por otro me da miedo, no es un lugar seguro y además no sé si ella reposará allí como el médico dice que debe hacer.
El doctor me llama y me explica la situación, me dice qué cuidados tenemos que tener con ella, lo que puede y no puede hacer, y me avisa que no me preocupe, que la policía nos estará vigilando de cerca hasta que den con mi padre.
Salgo de allí y llamo a Santi, él viene junto a mí y me ayuda con el papeleo. Mamá saldrá en la mañana. Cuando al fin terminamos con todo, él me invita a cenar a un pequeño bar que está en la esquina, no vamos a tardar y Lucas se ofrece a quedarse. La verdad es que será solo unos minutos para despabilarme y conversar con él sobre todo lo sucedido en el día.
Le cuento lo que pasó con Lila y él me escucha con atención mientras ordenamos y esperamos nuestra comida. Cuando acabo, él no dice nada, solo niega con su cabeza y mira sus manos que reposan sobre la mesa.
—¿No vas a decir nada? —pregunto.
—Mira, no hay mucho que yo pueda decir, Iri. No voy a meterme en la amistad que tienen ustedes. Esa amistad estaba antes de que yo llegara y no soy quién para opinar.
—¡Eres mi novio! —regaño.
—Y también soy su hermano —responde—. No puedo salir a favor de una por sobre la otra porque las amo a ambas —añade y aunque sé que tiene razón, por un lado me siento dolida—. Sé que tú tienes un punto, pero ella también lo tiene.
—Pero no me entiende, siento que a ella no le agrada la persona en la que me convertí y eso me lastima... pensé que...
—No creo que se trate de eso —dice interrumpiendo—. Todos nos preocupamos por ti, yo también y ya te lo dije varias veces. Los dos entendemos que estés deseando vivir ciertas cosas, pero no queremos que todo se salga de control. No es porque ella no te entienda, es porque te queremos, porque queremos que estés bien...
—Eso suena muy paternalista —murmuro con enfado—. A ustedes los dejaron golpearse, ¿por qué no me dejan hacerlo a mí?
—Por esa razón es que no te digo nada cuando tomas decisiones como la de irte con las chicas a esa fiesta de las luces —responde—. Si es por mí te hubiese dicho que no, sé las cosas que pasan en ese estilo de fiestas...
—¿No confías en mí? —digo casi con enfado y él niega con tranquilidad.
—Claro que lo hago —responde—, por eso no te dije nada. Pero no es una cuestión de confianza, es solo una cuestión de cuidado y preocupación. Solo que yo entiendo que tú tienes que experimentar y solo me quedo aquí por si me necesitas. Para Lila es un poco más complicado aceptar eso —añade—, además, ella también se siente desplazada, ¿no lo crees?
—¿Por qué?
—Porque le has ocultado cosas y cree que no es tan importante para ti como pensaba... ¿No es obvio?
—Si lo dices así... —respondo y suspiro.
—Mira, estoy seguro que ustedes dos lograrán arreglar sus diferencias, lo que tienen es demasiado grande. Solo... ténganse paciencia aunque estén alejadas... Ya encontrarán el camino.
—Gracias por tus palabras —digo con la esperanza de que aquello sea cierto—. Siento ponerte en el medio de ambas...
—Tú no me has puesto en ningún sitio —responde con una sonrisa—. Las cosas solo se dieron y yo estoy para ambas.
—Quisiera que todo volviera a la normalidad —digo con la voz cansina y Santi me toma de la mano con cariño.
Volvemos al hospital luego de la comida y él se despide para ir a su casa, yo me quedo allí cerca de Lucas, que ya duerme. Mamá también dormita en su cama, me quedo un buen rato observándola, se ve mucho mejor.
El doctor me dijo que debo ver una psicóloga para ella una vez que se mejore del todo, me dio unos números para llamar y decir que hablo de parte suya. Ojalá no sea muy costoso, porque no sé cómo podría pagar eso, pero sé que mi madre lo merece.
Me pongo a pensar en cómo la vida dio vueltas en estos últimos meses y todo lo que conocía con certeza ya no existe. Lejos quedaron mis tardes ociosas de vagar por el cementerio e imaginar historias sin sentido acerca de los muertos. Ya no tengo tiempo para recoger pequeños tesoros que dejan los difuntos y guardarlos en mi cementerio de historias, ya no hay viernes de películas o tardes de conversaciones sin sentido. Lo único que tengo ahora son responsabilidades, el trabajo, cuidar de mi madre y mi hermano, ver cómo conseguir el dinero para los tratamientos de mamá y tratar de que mi amistad con Lila no quede en el olvido para siempre.
Le mando un mensaje:
«Lo siento mucho por todo, te quiero, no quiero perderte».
Ella responde enseguida.
«Te extraño. Nos extraño...».
«Yo también te extraño, nos extraño, me extraño. Pero también creo que lo que estoy viviendo, a pesar de que es muy distinto a lo que solía vivir, me está ayudando a crecer como persona. Estoy cambiando, pero me gustaría que siguiéramos juntas a pesar de todo... aunque siento que no te gusta la persona en la que me estoy convirtiendo».
«Tú puedes y debes ser la persona que decidas ser, Iri. Yo no soy quién para decirte cómo ser. Yo te acepto y te aceptaré siempre, solo... me siento desplazada y eso me duele. Es un dolor que no puedo controlar, puede incluso parecer estúpido. Pero es algo que me viene desde la infancia, cuando siento que alguien me abandona o me cambia, se me encienden todas las alarmas y temo... temo perder, temo quedarme sola de nuevo... temo no ser importante. Pero no es tu culpa, tú no tienes la culpa de mis inseguridades».
«Creo que ambas estamos llenas de miedos e inseguridades, Lila. Lo importante es mantenernos juntas, a pesar de todo. Perdón por haberte hecho sentir así, no fue mi intención».
«No te preocupes, todo está y estará bien. Te quiero, como siempre».
«Y yo a ti, Lila».
Después de aquella conversación, siento un poco de paz en mi corazón. Lila me dijo que al día siguiente ella y Edu irían a buscar a Anna y que a su regreso, esperaba que Eduardo estuviera listo para enfrentar a Paola. Le dije que me buscaran cuando así lo desearan, para que al menos eso, pudiera solucionarse.
Le deseé un buen viaje y ella me dijo que me cuide cuando estemos en casa. Le preocupaba mi padre, al igual que a mí y a todos, pero me dijo que le tranquilizaba saber que Santi estaría rondándonos. Nos dijimos que nos queríamos de nuevo y nos despedimos.
Ahora mis ojos se cierran de cansancio, me recuesto en el sofá de acompañantes, en el mínimo espacio que me ha dejado Lucas, y me pierdo en el mundo de los sueños. Pronto tengo una horrible pesadilla, mi padre llega a mi casa y mata a mi madre y a mi hermano, yo solo observo escondida desde atrás del sofá y no hago nada para impedirlo, él no sabe que estoy allí y me busca por toda la casa, pero logro escapar y salir a la calle. En ese momento, él escucha el sonido de la puerta y sale tras de mí. Yo corro y cruzo la calle sin mirar, escucho un bocinazo y un auto está casi encima de mí. Grito y entonces me despierto.
—¿Una pesadilla? —dice mamá con su voz suave desde su cama. La ventana refleja el cielo claro, está a punto de amanecer.
—Perdón... ¿Te desperté? —inquiero y ella niega.
—Ya estaba despierta. ¿Estás bien? —pregunta y yo asiento.
—Solo fue un mal sueño... Lo bueno es que las pesadillas siempre acaban cuando nos despertamos —susurro con una sonrisa dulce.
—Espero que esto sea un despertar entonces —dice mi madre y mira hacia la ventana—. Hoy nos vamos a casa, espero que estemos bien...
—Lo estaremos, mamá. Al fin estamos despertando —digo y ella solo asiente.
Para las que me preguntaron, le calculo que esta novela tiene unos 10 caps más... aproximadamente.
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