* 45 *

Estoy dormitando en la sala de esperas, hace una hora que he salido de ver a mamá. Ella ya está mucho mejor y creen que mañana podrán mudarla a una sala común. La policía ha estado cuidándonos a mi hermano y a mí, y no hay noticias del paradero de papá.

Entonces lo veo, Eduardo se acerca a la sala con timidez y me saluda con una mano desde lejos. Le sonrío y le hago gestos para que se acerque.

—Lo siento, Iri. Recién me entero lo sucedido, por eso no vine antes —se disculpa—. Me siento un mal amigo —se lamenta—, yo... vi el periódico...

—¿El periódico? —pregunto sin entender nada. Ni siquiera pensé verlo por aquí.

—Lo de tu padre salió en las noticias de hoy —dice y yo alzo las cejas confundida—. Pensé que lo sabías.

—No... —respondo y me encojo de hombros—. De todas formas, no te preocupes, mamá está fuera de peligro.

—¿Quieres tomar un café? ¿Has comido algo? —inquiere.

—No... —respondo y él vuelve a invitarme, yo asiento y vamos a la cafetería.

Una vez allí pedimos algo y luego él se me queda mirando, sé que quiere decirme algo, pero no encuentra las palabras para iniciar la conversación. Yo tampoco soy muy buena en eso, de hecho, no sé qué decirle. Siempre que hemos hablado ha sido cuando estaba Lila entre nosotros, así que no sé por dónde comenzar y me limito a esperar que él dé el primer paso.

—Mira... Sé que no debería meterme en esto —dice al fin—, no tenía idea de que estabas viviendo esto en tu casa —añade—. La violencia intrafamiliar es algo que marca mucho a todas las personas que lo viven, lo sé porque yo tenía un amigo que pasó algo parecido. Es por eso que quise venir a verte... las cosas en su caso no terminaron del todo bien y no me gustaría que te sucediera lo mismo...

—Yo... ya he hecho la denuncia —informo—. Mi papá está prófugo, pero nos están dando protección y creo que estaremos bien, o al menos acá lo estamos... —añado encogiéndome de hombros.

—Bien, denunciar es un paso importante... —hace un silencio incómodo. Creo que ambos nos sentimos un poco extraños—. ¿Te molestaría que te dijera algo más? —inquiere y yo lo observo.

Por un momento pienso que su rostro solo transmite dos cosas: bondad y tristeza. Me gustaría decirle todo lo que sé, pero no sé si es un buen momento, después de todo él vino por mi situación, no a hablar de la suya. Me considera su amiga y eso me halaga. Puedo ver a Paola acariciar sus cabellos y una idea se me ocurre de inmediato.

—No. Pero debes prometerme algo antes —digo y él me mira con curiosidad.

—Dime...

—Yo escucharé lo que tengas que decirme si tú escuchas lo que yo tengo para decirte —añado y Paola me mira de inmediato, puedo ver la ilusión en su rostro.

Eduardo lo piensa, baja la mirada algo confundido y luego asiente.

—Está bien...

—Pues te escucho —digo y él vuelve a asentir.

—Pienso que siempre tenemos dos formas de reaccionar ante las cosas malas que nos suceden —dice y revuelve su café—, por un lado podemos dejar que lo malo nos absorba y se coma nuestra alma o... podemos sacar una enseñanza de lo vivido y tratar de convertir lo malo en algo un poco mejor... ¿Me explico? —pregunta y yo niego.

—No mucho...

—Lo que has vivido es algo horrible, no puedo imaginarme tu vida, pero sí sé lo que pasó mi amigo. Sin embargo, él dejó que el odio y el rencor que su padre sembró en él a lo largo de tantos años crecieran y echaran raíces en su interior, eso lo llevó a una vida infeliz y desgraciada que acabó de mala manera... No me gustaría que tú acabaras igual. Digo, eres joven y tienes todo por delante. Me consta que en este tiempo has logrado muchas cosas bonitas... no dejes que esto afecte la persona que puedes llegar a ser, Irina.

Asiento, agradezco sus palabras en mi interior y me digo que mi amiga se ha conseguido un buen chico.

—No es sencillo, pensé que estaba lográndolo, pero de pronto todo se complicó y es como... siento como si nada hubiera sido real. Por momentos creo que esta es mi única realidad —añado. No sé por qué, pero de pronto me siento cómoda diciéndole como me siento, será porque no es tan cercano a mí... no lo sé.

—Pero no es así —añade—. Ya has visto el mundo que puedes vivir y experimentar, ya sabes lo que te espera solo si deseas salir de esto. Sé que arrastramos nuestra historia, pero no dejes que eso te defina.

—Gracias... —digo y espero que él hable de nuevo, no lo hace, así que aprovecho para continuar yo—. ¿Por qué me dices que haga algo que tú no has logrado hacer? —inquiero y él me mira con curiosidad.

—¿De qué hablas?

—Tú te has quedado atrapado en el rencor que sientes por tu madre —digo y su rostro se torna rojo, sé que se va a enfadar y solo lograré que se marche, así que apresuro lo que tengo que decir—. Eduardo, ella nunca quiso abandonarte...

—¿Ah sí? ¿Y cómo lo sabes? ¿Te lo dijo su fantasma? —pregunta con ironía.

—Sí, de hecho está aquí como siempre, acariciándote la cabeza y llenándote de besos que no puedes sentir —afirmo y él mira a los lados como si intentara ver algo.

—Sé que prometí escucharte y sé que tú no tienes la culpa de nada, pero por favor, Irina... no quiero hablar de eso. Solo vine porque me sentía en el deber de decirte lo que te dije...

—Solo debes saber que ella fue secuestrada —suelto de una interrumpiéndole, sé que no tengo mucho tiempo. Él se queda petrificado y sé que es el momento de continuar—. Cuando fue a aquella entrevista, todo era una mentira, eran personas malas que toman a otras personas y las llevan para trabajar en cosas horribles y privarlas de su libertad. Ella no pudo escapar, la despojaron de sus pertenencias y documentos y la tuvieron incomunicada, la obligaron a hacer cosas que...

—No sigas... —pide y sus ojos se llenan de lágrimas. Paola también está llorando.

—Su corazón no ha dejado de pensar en ti desde ese día, Eduardo. Quiso volver, pero las cosas se complicaron. Es una larga historia que te la puedo contar yo, o Lila, pero que necesitas saber. Tienes que ser coherente con lo que me has dicho a mí, ¿no crees? Has dejado que lo malo te absorbiera por demasiado tiempo, pero creo que es hora de que acabes con eso y escuches la verdad, porque solo así podrás perdonarla y seguir adelante. Eres una buena persona, lo sé porque mi mejor amiga se ha enamorado de ti —digo y veo que sus lágrimas siguen cayendo—, pero si no escuchas esta verdad, seguirás dejando que lo malo que viviste haga de ti un manojo de dolor y rencor, perderás incluso a la mujer que amas...

Hago silencio y veo a Lila llegar con Santi, ambos me miran con sorpresa, pero yo pienso que han llegado en el momento ideal. Santiago lee mi mirada y se acerca, trayendo a Lila casi a la fuerza. Mi amiga se ve nerviosa y Edu ni siquiera ha levantado la vista, no sé si se ha percatado que ellos están aquí.

—Creo que los dejaremos solos —digo y miro a Santi para que me ayude con esto. Él asiente y toma en brazos a Benja, Lila se sienta en mi sitio y Santi le hace un gesto para que se anime a hablar con Edu.

—Estaremos abajo —dice Santi y nos vamos, espero que ellos puedan hablar, espero que las cosas mejoren. Paola se queda con ellos, sé que no la ven, pero su sonrisa cargada de esperanza me genera ternura e ilusión, quizá las cosas se solucionen, quizá Eduardo escuche a Lila. 

No se olviden que el 30 de noviembre, estaré firmando en la FIL Guadalajara, de 18 a 19:30 :) Los espero por allí.


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