* 37 *
Me despierto y todo está silencioso, lo que significa que será un buen día. Bajo a desayunar y veo a mamá bastante animada, mi hermano está como siempre, en silencio, con los auriculares y perdido en sus cereales. Papá no está.
—¿Quieres? —Me pregunta mamá y me pasa el café. Sonríe, se nota descansada y tranquila.
—¿Y papá? —pregunto y ella se encoje de hombros.
—Un viaje de urgencia, regresa hasta en una semana —responde.
—Vaya... —suspiro y me siento, me sirvo el café—. Genial —añado.
Le comento a mamá sobre mis planes para el fin de semana y aunque lo piensa un poco, me da permiso. Creo que sabe que si papá no está, todos nos sentimos más libres y no habrá ningún inconveniente. Me pide que sea responsable y yo le digo que no se preocupe.
Salgo de casa con la sonrisa pintada en el rostro, hace mucho que papá no viaja, pero la verdad es que extrañaba estos días en los que no tenemos miedo.
Me encuentro con Santi donde habíamos quedado y vamos juntos a la hamburguesería, le comento sobre la ausencia de papá y lo feliz que me siento por eso, también le cuento que como no estará el fin de semana largo, no tendré problemas para salir.
—¿En serio no vas a ir? —insisto—. Me hubiera gustado pasar contigo estos días.
—No... No soy de esa clase de fiestas —responde.
—Pero... ¿en serio no te enfadas si voy? —inquiero siempre con ese temor de que a él no le agrade lo que deseo hacer.
—No... Ya te dije que tú puedes hacer lo que desees, que estemos juntos no quiere decir que yo tenga que decidir lo que tú haces o dejas de hacer —dice y me abraza. Nos besamos y luego me mira—. ¿Ya le has dicho a Lila que no estarás en el cumple de Benja, Iri?
—No... Tengo miedo de decírselo...
—Cuanto más lo esperas, será peor —suspira. Asiento y él no dice nada más.
—¿Nos veremos más tarde? —inquiero cuando ingresamos ya al local.
—Podemos almorzar juntos, en la tarde debo ir a la sucursal del centro comercial a controlar unos procesos. Llegaré tarde, ya ves que es lejos —explica.
—Cierto, lo había olvidado —menciono. Me da un beso y nos despedimos.
Más tarde, cuando regresamos del almuerzo, Martina y Julia me invitan a ir a tomar un helado luego del trabajo. Acepto, porque además iremos a comprar cosas para el viaje. Bueno, ellas comprarán y yo solo observaré, pero la idea de que me inviten a participar de una actividad así, me emociona.
Cuando salimos, observo lo que hacen, como interactúan, entran a un local y se prueban cosas, se ríen, se divierten. Al principio me siento un poco ajena a toda esta dinámica, por mucho tiempo deseé ser una más en un grupo de amigas como ellas, una chica normal, sin embargo son demasiados años de recluirme dentro de mí misma y me cuesta disfrutar de esto sin analizar cada cosa y sin pensar que todo esto se derrumbará de un momento a otro, que solo estoy viviendo un sueño y que nunca seré como ellas. Con Lila no me siento así, pero no es lo mismo, Lila también es distinta y aunque eso es lo que nos hace únicas, con ella no vivo esta clase de cosas. Supongo que es muy normal, pero no cuando siempre has sido excluida de todos los grupos.
Martina me invita a probarnos trajes de baños y Julia elige uno que según ella me quedará bien. Me siento algo cohibida, sin embargo ellas parecen no notarlo, me empujan a los probadores y cada quién entra en un cubículo para luego salir y comparar cómo nos vemos. Creo que nunca tuve expuesta tanta piel, así que me siento completamente fuera de mi zona.
—Creo que necesitas un poco de sol, amiga —bromea Julia mientras Martina saca su celular y nos llama para una selfie. Comienzan entonces las miles de fotos con caras, con gestos, con risas, con accesorios.
Siempre pensé que esto era una tontería, pero en este momento me siento bien, se siente bien ser una más, ser normal, ser parte de algo que siempre miré desde afuera.
Más tarde vamos a comer algo, nos decidimos por pizzas, ya que estamos un poco hartas de las hamburguesas. En la mesa conversamos sobre el chico que le gusta a Julia y ella nos muestra los mensajes que se han estado enviando, Martina habla de su novio y nos cuenta que quizá vaya con nosotros a la fiesta de las luces. Julia bromea sobre que se consigan una carpa para ellos solos.
—¿Por qué Santiago no quiere acompañarnos? —me preguntan entonces.
—No lo sé, supongo que no le gustan mucho estas cosas...
—¡Qué aburrido! —exclama Julia y sonreímos.
—Además debería ir solo porque tú vas, sería una buena oportunidad para estar solos, ¿no lo crees? —Martina me mira con picardía y siento que las mejillas se me tiñen de rojo.
—Ya lo hicieron, ¿no? —pregunta Julia—. Ha de ser difícil ser la novia de un chico que estaba por casarse —añade—. Mis primos lo conocían de la escuela y me contaron su historia —agrega.
—Sí, bueno... no hablamos mucho de eso —respondo con los nervios de punta. Me siento incómoda cuando empiezan a preguntarme sobre mis cosas personales, quizá porque no hablo con nadie de ellas, solo con Lila, o quizá porque temo sentirme juzgada o vulnerable.
—¿Pero ya lo hicieron? —insiste Julia. Bajo la vista incómoda, creo que mi rostro se ha pintado de todos los colores. Martina me toma de la mano y sonríe.
—No tienes que contarnos si no lo deseas —añade y luego cambia de tema. Me gusta su empatía y la paciencia que me tiene, es como si ella me notara diferente, pero aun así insistiera en hacerme formar parte del grupo. Si no fuera por ella, estoy segura que seguiría siendo la rara del grupo, pero ella me ha integrado y los demás me han aceptado, y se siente bien.
Se nos hace tarde entre charla y risas, así que Martina me deja en casa cerca de las once. No me importa, papá no está y no me preocupo. Al ingresar a casa siento mi celular vibrar, es Santi, así que atiendo de inmediato.
—¿Irina? ¿Dónde estás? —pregunta como si estuviera preocupado o asustado.
—Llegando a casa —respondo.
—¿Pero de dónde? Me tenías preocupado, he llamado un sinfín de veces...
—Lo siento, tenía el celular en silencio y no sentí las llamadas. ¿Pasa algo? —inquiero dubitativa.
—No, solo estábamos preocupados. Trabajé hasta tarde y cuando llegué a casa, Lila me llamó diciendo que estaba preocupada por ti. Habían quedado de ver películas en su casa y no fuiste, dice que te mandó muchos mensajes y no respondías. Solo nos asustamos, casi fui a tu casa, pensaba que algo no andaba bien...
Cuando me dice eso siento como si un balde de agua helada cayera sobre mí. Olvidé que había quedado de ver películas con Lila. Dios, qué mal me siento. Me quedo en silencio, no sé qué decir.
—¿Estás bien? ¿De verdad? —pregunta con inseguridad.
—Sí... estoy bien —respondo—. Solo... salí con las chicas y se me hizo tarde —suspiré. Pienso en inventar una mentira, pero no puedo mentirle a Santiago. Él hace silencio, sé que no le gusta lo que acaba de oír.
—Pues tendrás que decírselo a Lila, ella estaba realmente asustada —dice y puedo percibir la molestia en su voz.
—¿Estás enfadado? —inquiero.
—Deja de preguntarme eso, Irina —responde—. Estoy cansado, mejor dormiré.
—Santi...
Corta la llamada. Cierro los ojos y suspiro. Voy hasta mi habitación y veo las cinco llamadas perdidas de Lila y las siete de Santi, hay mensajes de ambos, y Lila me pregunta si estoy bien. Me dice que por favor le responda y que si necesito algo le avise. Me dice que está preocupada y que espera que esté todo bien.
La llamo, no sé bien qué decirle aún, me siento extraña. Por un lado culpable porque sé que cuando le diga donde estuve se enfadará, pero tampoco siento remordimientos por la bella tarde que pasé. Creo que soy una mala persona. El teléfono suena tres veces antes de que una Lila con tono asustado me salude.
—¡Iri! ¿Dónde estabas? ¿Está todo bien?
Este cap no está editado, así que puede que tenga errores, solo quería subirlo porque sentía que ya les debía una actualización, pero estoy cansada para editarlo ahora.
Para las que me preguntaron, estaré en Guadalajara el sábado 1 de diciembre de 18 a 20 en el stand de Panoplia. Nos vemos allí :)
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