* 36 *
Irina y yo observamos a la muchacha sin saber qué debemos hacer o cómo acercarnos.
—¿Qué se supone que hagamos? —pregunto mientras la seguimos a una distancia prudente—. No podemos solo acercarnos y saludarle como si la conociéramos de toda la vida —murmuro con nerviosismo, estar haciendo esto me altera bastante, mi relación con Edu es demasiado importante.
—No lo sé, ya se nos ocurrirá algo —dice Irina sin sacar su mano del bolsillo, sé que Paola nos está acompañando.
Vemos a Anna ingresar a un hotel, Irina se apresura y yo la sigo.
—¡Ey! ¡Espera! —grito, pero Irina ingresa al local justo cuando la muchacha casi cierra la puerta.
—Espera, Anna —dice de golpe, la chica la mira sorprendida.
—¿Quién eres? —inquiere algo asustada y sin soltar la puerta, parece que se dispone a cerrarla por la cara de mi amiga si la cuestión se pusiera peligrosa.
—Me llamo Irina, y... yo... —me mira para que la salve.
—Yo soy Lila —digo y me acerco—. Soy la novia de Eduardo, el chico al que estás buscando —añado y veo los ojos de Anna salirse de sus órbitas.
—¿Cómo lo saben? —pregunta y nos mira de una a otra—. ¿Quiénes son? —vuelve a preguntar.
—Irina y Lila —respondo con una sonrisa que no sé de donde sale en un momento como este, creo que me veo como una demente, ella me ignora y mira a Irina.
—¿Podrías escucharnos un rato? Quizá podamos ayudarte... —dice mi amiga.
Anna me vuelve a mirar y luego a Irina de nuevo, está sopesando la información. En mi corta trayectoria como caza fantasmas, ya he visto esta expresión demasiadas veces, pero sigo sintiendo la misma adrenalina e inseguridad que la primera vez. La persona no puede creer lo que le decimos, pero quiere creerlo, todo el mundo desea ese último adiós, esa última charla, ese último abrazo o la explicación que quedó pendiente antes de la muerte de un ser querido y, nosotras, dos chicas que dicen hablar con fantasmas, parecemos ofrecerles ese idílico y frágil momento. Se cuestiona si creer o no, y hasta ahora, la suerte ha estado de nuestro lado, todo el mundo elige creer.
—Okey... —responde Anna muy insegura. Entonces, sale de nuevo y mira al conserje como pidiéndole una ayuda silenciosa en el caso de que algo saliera mal, pero me parece que el hombre no entiende y más bien piensa que se ha encontrado con un par de amigas.
Anna camina y nosotras volvemos a seguirla, en la esquina del hotel hay una plaza pequeña, nos lleva allí y se sienta en uno de los bancos.
—Bien, ya pueden explicarme cómo es que saben qué estoy haciendo aquí y qué es lo que quieren de mí —dice con mucha convicción. Al mirarla, puedo encontrar rasgos de Edu en su mirada, tienen el mismo color de ojos y una chispa similar. Siento una punzada en mi pecho, como si estuviera traicionando la confianza de Edu, y lo estoy haciendo al inmiscuirme en su vida sin su permiso, pero tampoco puedo dejar a Irina sola en esto. Qué difícil es estar en medio de tu novio y de tu mejor amiga.
—Bueno... digamos que... —Irina hace un silencio mientras busca las palabras adecuadas—. Tu madre me ha buscado y me ha indicado que vendrías por aquí. —Creo que no las ha encontrado porque Anna se levanta de golpe.
—¡Si esto es una broma no tengo tiempo para perder! —exclama enfadada—. No he venido aquí por puro gusto, a mí me da igual encontrar a ese chico o no, he vivido casi toda mi vida sin saber de su existencia. Si estoy haciendo esto es solo porque mi madre me lo ha pedido como última voluntad y yo no...
—Paola me ha contado todo eso —interrumpe Irina con una calma que no sé de dónde saca, a mí ya me sudan las manos y el corazón me galopa a toda velocidad, creo que se le da bien esto de hablar con los fantasmas y arreglarle sus problemas—. Puedo ver a los espíritus, Anna —añade, la muchacha abre la boca y la vuelve a cerrar un par de veces—. No era mi intención buscarla, pero mi amiga se ha hecho novia de su hijo y la señora lo seguía a todos lados, en algún punto se dio cuenta de que yo la veía...
—No puede ser verdad... —añade Anna muy poco convencida.
—Paola está aquí ahora, nos dijo que teníamos que esperar a que terminaras tu carrera y pudieras viajar, que vendrías a buscar a Edu. Tú tienes la mitad del collar que su primer marido le había regalado... Nos contó toda su historia, cómo terminó secuestrada y cómo abusaron de ella, que la privaron de sus documentos y que tuvo que dedicarse a... a algo que no quería. Nos comentó que conoció a tu padre y que él la sacó de allí...
Anna comienza a llorar e Irina hace silencio.
—Tu mamá dice que no quiere verte así —menciona casi en un murmullo.
—Mi mamá vivió una vida horrible, y me siento muy culpable de haber sido la causa por la que no se animó a buscar a su hijo y al amor de su vida... —susurra la chica y mi corazón se parte en miles de pedazos.
—Paola dice que no debes sentirte así, que ella ya te lo dijo, que tú fuiste su único motivo para seguir viviendo y que si no hubieras estado presente, quizá sus decisiones habrían sido distintas, pero en el mal sentido —añade Irina.
—¿Ustedes pueden ayudarme a hablar con él? —inquiere Anna— Necesito encontrar a Eduardo o a su padre.
—Su padre ha muerto —digo y ella me observa—. Y Edu... —observo hacia donde está Irina—, él no tiene buenos recuerdos de Paola, ha crecido creyendo que ella solo los abandonó.
—Eso hará las cosas complicadas, ¿cierto? —pregunta Anna y ambas asentimos—. ¿Tienen alguna idea de cómo podríamos hablar con él?
—Ninguna —suspiro—. Pero creo que lo mejor sería que si tienes algún documento o algo que te haya dejado tu madre, incluso el dije, me los pudieras dar. Yo debo hablar con él primero, y luego podríamos juntarnos los tres, claro, dependiendo de cómo lo tome él.
—¿Estás segura? —dice Irina y yo asiento, si dejo que él se entere por otro lado lo que yo ya sé, las cosas podrían terminar peor.
—¿Cuándo sería eso? —inquiere Anna.
—Después del cumpleaños de Benja —digo más que nada porque no me gustaría que Edu no estuviera presente y cabe la posibilidad de que se enoje, de solo pensarlo se me hace un buraco en el estómago—. La siguiente semana luego del feriado largo —añado ya que Anna no tiene idea de quién es Benja ni cuando es su cumpleaños.
Quedamos entonces en mantenernos en contacto y ella acepta esperar las casi dos semanas que faltan. Irina y yo regresamos a la casa.
—Estoy segura de que todo saldrá bien —dice mi amiga más que nada para consolarme—. Edu te quiere mucho, no va a enojarse contigo por algo de lo que tú no tienes la culpa.
—No lo quiero perder... —murmuro y ella asiente.
—No lo perderás...
—Eso espero, ¿me acompañas mañana a ver lo último que me falta para la fiesta? —pregunto e Irina asiente, pero la noto extraña, como si quisiera decirme algo. No lo hace y yo no pregunto.
—Está bien... —añade.
Llegamos a casa y nos despedimos, Irina dice que debe ir a su casa y quedamos en vernos mañana para una noche de chicas, películas y palomitas, hace mucho que no tenemos una de esas, desde que los chicos entraron a nuestras vidas.
¿Ya vieron que estaré en la FIL de Guadalajara? ¿Alguien de por allá?
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