* 31 *
A pesar del mal comienzo de lo que sea que tengo con Santiago, luego de la reprimenda de mi padre, las cosas han ido mejorando en la semana. El trabajo es divertido, tener que estar feliz y sonriente hace que las penas se me alivianen un poco, Martina es una gran persona y junto con Julia hemos armado un buen trío en el trabajo. Santi y yo no conversamos mucho en horarios laborales, no queremos problemas de ninguna clase, así que lo veo poco y cada quien en lo suyo, pero casi siempre me espera a la salida para caminar juntos a casa de Lila.
El sábado nos pasamos el día en su apartamento, colgamos cuadros en las paredes, limpiamos los vidrios de las ventanas, organizamos las pocas cosas que posee y comimos los cuatro juntos, ya que Edu también vino a ayudar.
Me encanta la pareja que hace con mi amiga. Los dos se ven lindos cuando están juntos, se toman mucho de las manos y se abrazan bastante, son un poco más efusivos que Santi y yo, pero eso es porque yo aún tengo bastante vergüenza de las expresiones de cariño en público, aunque mi público sean solo Lila y Edu. En privado, estoy perdiendo un poco más la timidez, ya me animo a iniciar los besos y sus abrazos no me hacen sentir incómoda. Son pocos días, pero creo que estoy progresando bastante.
Hoy es domingo y he salido de casa con destino al cementerio. Todavía falta una hora para encontrarme con Lila, debemos ir a casa de Luciana. Entre todas las actividades, no he podido acompañar a Lía al cementerio como me había pedido, así que le prometí que lo haría hoy, antes de ir a la casa de su amiga. Espero de verdad que Luciana nos escuche y entienda que ella no podrá ir a dónde sea que debe ir si no obtiene su perdón.
En el cementerio hay mucho movimiento hoy, la gente suele visitar a sus familiares los fines de semana, en especial los domingos en la mañana. Me siento en un sitio desde donde puedo ver a lo lejos la tumba de Lía, ella está a mi lado y observa el sitio con melancolía.
—¿Cómo es el lugar en donde estás? —le pregunto más por curiosidad que por otra cosa, de todos los fantasmas que he visto hasta ahora, con ella me siento a gusto. Traigo la piedra en mis manos, para poder conversar.
—Es un sitio oscuro, sin colores, olores, ni texturas. Monocromático. Puedo ver todo el mundo como si aún estuviera en él, pero al mismo tiempo todo está en blanco y negro, no puedo tocar nada y no puedo hablar con nadie. Es un lugar solitario e inhóspito.
—¿Dónde estás cuando no estás conmigo? —inquiero.
—En ningún lado. No sé cómo explicarlo, sé que estoy porque puedo sentirme, pero es como si estuviera atrapada en una especie de no lugar y no tiempo, donde solo puedo recordar cosas horribles, malas decisiones y dejarme llevar por la culpa y el miedo como si cayera en una espiral de desilusión de la cual no puedo escapar.
—¿A qué le tienes miedo? —pregunto y ella se encoje de hombros.
—A muchas cosas... a quedarme en este sitio para siempre, mirando como la vida se desarrolla sin pertenecer a ella y sin poder interferir. A lo que suceda después... A todo, supongo...
—¿Sabes a dónde vas a ir después? —inquiero y ella niega.
—No tengo idea. Y esa incertidumbre también asusta.
—No deberías tener miedo, Lía, seguro que el sitio al que vas a ir será mejor que el sitio donde estás. Vi a un chico llenarse de luz antes de desaparecer, además, no creo que sea peor que allí, ¿no?
—Es probable... Pero no estar aquí también significa tener que soltar. Si paso al siguiente nivel, o como se llame, ya no podré ver a mi familia ni a mis seres queridos como ahora. Es cierto que duele no poder hablarles, que no me vean... es horrible ver mi vida como si fuera una película en la cual no tengo inferencia, pero la idea de dejar aunque sea estos pocos recuerdos, también es un poco aterradora. Además me siento muy sola...
—Puede ser... —añado sin mucho más que acotar. No puedo entender del todo lo que está viviendo, pero puedo imaginar el dolor y la soledad.
En ese momento ambas nos quedamos en silencio, la madre de Lía ha traído unas rosas a su tumba y ella se acerca a ella. Desde mi sitio la veo intentar abrazarla o acariciarle el rostro sin mucho éxito. Hay mucho dolor en la mirada de la mujer, y luego de un rato cuando se marcha, Lía regresa junto a mí.
—Lo siento... —musito y ella se encoje de hombros.
—¿Sabes? No hay mucha diferencia entre tú y yo —dice y yo solo la observo, no sé a qué se refiere así que espero que continúe—. Yo estoy muerta, ya no puedo disfrutar de la vida, pero tú que estás viva, decides vivir como muerta.
—¿Qué? —inquiero y ella sonríe.
—No te enfades, solo digo lo que he visto —añade—. Vives a medias, Irina, ves pasar tu vida como si fuera una película, pero tú si puedes inferir en ella y no haces mucho por cambiar las cosas. Tu mundo también es oscuro y solitario, tú también cargas con una culpa solo que esta no te pertenece, y también tienes miedo de investigar qué hay más allá de la vida que llevas ahora y prefieres quedarte en la zona que conoces, aunque esa zona sea incómoda y dolorosa.
—No sé por qué dices todo eso... —respondo sin ocultar el dolor en mi voz.
—Porque te he visto. Te he visto esconderte de tu padre cada vez que llegas a tu casa, he notado la rabia con que te miras al espejo sintiendo culpa por no hacer nada y porque temes convertirte en tu madre. He notado que no tienes planes para el futuro porque temes hacerlos y no cumplirlos. Sé que ahora estás trabajando y te has animado a salir con Santiago, pero eso es solo un poco de todo lo que podrías lograr si tan solo te decidieras a soltar lo que te ata, a creer más en ti y a dejar la oscuridad de tu vida por la luz que podrías ver al otro lado si dejaras de temer, Iri...
—Yo...
—Sé que esto que te digo es muy duro, pero si yo hubiera tenido la humildad de escuchar los consejos de Luciana, quizás hoy no estaría aquí, quizás estaría en tu mundo, viviendo la vida que pude haber vivido. Por eso me animo a decirte esto, porque si te enojas conmigo yo no perderé mucho, pero si decides escucharme, quizá tú puedas hacer mucho más por ti y así mi paso por esta tierra no se sentiría tan vacío.
»Deja de temer a la vida, Iri, y decídete a vivirla. Todo sucede muy rápido y en un segundo puede cambiar para siempre. Diviértete sanamente, baila bajo la lluvia, come algo que nunca has probado o canta una canción cuando no se te ocurra nada qué decir. Aléjate de la gente que te causa dolor y te impiden crecer, aléjate de quienes no te valoran o te hacen sentir inferior, aunque esa persona sea tu propio padre... No lo sé, forja nuevas amistades, viaja por el mundo, dile a todas las personas que amas lo mucho que las amas y sueña, sueña mucho, sueña alto, sueña lejos... Haz todo lo que yo ya no puedo hacer... —Su voz se quiebra y termina en un suspiro.
—No es tan sencillo...
—Pero para ti no es imposible...
—Sí, en eso tienes razón. Entiendo tu punto, Lía, y no me enfado, aunque no sé bien cómo hacer todo eso que dices. Me he escondido tanto en las sombras que la luz me encandila ahora...
—Hagamos un trato —dice y yo la observo—. Busca esa luz y síguela. No sé si está en alguien o en algo, pero encuéntrala y síguela. No importa a dónde te lleve, brilla y brilla mucho —añade con una sonrisa dulce—. Yo me iré también, veré qué hay más allá e intentaré no cometer los mismos errores.
—Trato hecho —digo porque siento que ella necesita ese ánimo para seguir y soltar este mundo, aunque yo no estoy muy segura de poder cumplir lo que me pide.
—Tenemos un trato —añade y me guiña un ojo. Se ve un poco más relajada ahora.
En ese momento mi celular vibra con un mensaje de Lila que me avisa que ya está llegando. Pronto nos encaminaremos a casa de Luciana y espero que las cosas salgan bien para Lía, creo que ya ha sufrido demasiado y es una buena persona, no merece esto que está atravesando, quisiera que trascendiera y lograra paz.
Le digo que Lila ya llega y ella sonríe.
—No dejes que nada las separe, escúchala incluso cuando creas que no tiene razón... Tienen una amistad bonita, cuídala.
—Lo haré... —prometo eso con más convicción, no está en mis planes alejarme de Lila menos ahora que sabe mi verdad.
La veo acercarse a mí con una sonrisa en el rostro, la saludo con un beso y nos dirigimos a la dirección que me indicó Lía. Al fin ha llegado el momento de ayudarla a cruzar, y estoy contenta, porque ella también me ha ayudado a mí y quiero retribuirle el gesto, por lo que espero convencer a su amiga de que nos escuche.
¿Dónde están todos? En el cap anterior casi no comentaron :(
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