* 30 *

Espero a Santi con ansiedad y el regresa con una sonrisa. Me cuenta que Irina le ha dado una oportunidad y que eso le alegra el corazón. Hablamos un poco de la historia de Iri y él me cuenta lo que sabe. Con el corazón estrujado me voy a la cama.

Benja duerme enseguida, pero yo no consigo cerrar los ojos. Me duele el dolor de mi amiga y me siento mal por no haberlo notado antes. Me pongo a pensar en mil alternativas, pero ninguna parece demasiado viable, me gustaría ir a demandar a ese hombre, pero las cosas no funcionan así, no puedo hacerlo sin la ayuda de Irina y solo podría meterla en más problemas. Hay que ser cautelosos.

Por la mañana repito la rutina de siempre y salgo a trabajar, Irina me manda un mensaje diciéndome que el domingo debemos ir a la casa de la amiga de Lía para hablar con ella. Con todos los problemas reales se me estaba olvidando los de los fantasmas. Le respondo que la acompañaré y ella me dice que ya entra a trabajar y debe apagar el móvil.

Mi día transcurre normal y sin altibajos, Edu me escribe mensajes y me pregunta cómo me ha ido. Me dice que le ha surgido una reunión y que hoy no podremos vernos ya que terminará tarde. Yo le respondo que no hay problema, de todas formas estoy cansada y no tengo muchas ganas de nada. Lo de Irina me ha debilitado el alma.

Por la tarde, la espero como siempre. Ahora viene un poco más tarde, ya que lo hace al salir del trabajo. Al verla noto que está bien de ánimos y al parecer su herida ya no le duele tanto porque camina un poco mejor.

—¿Cómo estás? —me pregunta y hablamos de nuestros días. Me dice que Santi iba a ir a su departamento, pero que vendrá para la cena. Yo me contengo las ganas de hacerle miles de preguntas sobre su vida y su familia con el fin de tratar de entender un poco más lo que le ha estado sucediendo o cuales son las alternativas, pero no le digo nada, porque no quiero que piense en eso ahora.

Le digo para que veamos una película y eso hacemos.

—Parece que nuestras rutinas han cambiado —digo cuando al fin acaba—. Antes hacíamos esto a cada rato, y ahora casi no tenemos tiempo para nosotras, entre los chicos y los fantasmas —bromeo y ella asiente.

—Lo sé... Santi ya se mudará y otra vez seremos tú y yo —dice y yo sonrío—. Cuando llegó recién solo quería que llegara este día —añade y yo levanto las cejas con sorpresa.

—¿Por? —pregunto.

—Tenía miedo de que nos sacara nuestras rutinas, además... ya sabes... me ponía nerviosa...

—En cierta manera lo sigue haciendo —digo en broma y ella asiente.

—En cierta forma... —repite y yo sonrío.

—¿Sabes? Él sufrió bastante... No sé qué te ha contado de su pasado, pero tenía el corazón roto —digo y ella asiente.

—Sé que estaba por casarse y que había vivido con la chica. —Musita como si decirlo le costara.

—Ajá... Fue una relación larga y parecía que eran el uno para el otro... Nadie se imaginó lo que sucedió. —Irina no responde—. No sé cómo decirte esto, me siento entre la espada y la pared, pero si Santi no fuera mi hermano y solo fuera un chico cualquiera con su misma historia del que tú te enamoraras, como mejor amiga tendría que decirte algo...

—Dime... —dice con tono seco.

—Cuídate... Ya ha pasado tiempo desde que todo eso sucedió —añado y luego suspiro, estoy buscando las palabras adecuadas—. Lo que quiero decir es que no creo que Santi te esté usando para olvidarse de ella, estoy segura que no lo está haciendo, pero a veces cuando salimos de una relación larga, es difícil iniciar una nueva relación... No me gustaría que ninguno de los dos saliera lastimado, y sé que a veces eso es imposible, pero debo decírtelo. Sé que no has salido con nadie aún y que es la primera vez que te sientes así —añado y ella asiente—, pero ve con cuidado, Iri.

—¿Crees que yo no seré suficiente para Santi? —pregunta y me observa. Yo la tomo de la mano y niego.

—¿Cómo puedes creer que yo pensaría algo así? —inquiero y ella no responde, baja la mirada y suspira—. Eres suficiente y mucho más que eso, para Santi o para cualquier chico, Iri. Me encantaría que los dos vivieran la mejor historia de amor del mundo y que todo saliera perfecto, pero ya he vivido algunos desamores y por eso sé de lo que te hablo. Solo quiero que te cuides, y ni aunque sea mi hermano dejaré que te lastime —añado y ella sonríe.

—Gracias, Lila... Gracias por tu cariño, por tus palabras, por estar a mi lado —murmura y yo la abrazo.

—No tienes que agradecerme nada, tú también estás siempre para mí. De eso se trata la amistad, ¿no?

Nos quedamos un rato en silencio, cada una con sus propios pensamientos. Entonces Benja despierta y yo voy para traerlo con nosotras. Es la hora de la cena, así que nos vamos a la cocina. Santi llega enseguida y viene con dos pizzas, eso es genial porque no tenía ganas de cocinar nada.

Nos sentamos y comemos mientras conversamos sobre cualquier cosa. Los veo interactuar y sonreír, él es dulce y ella se sonroja con frecuencia. Me agrada verlos así, siento que se hacen bien mutuamente.

Los dejo solos y voy a acostar a Benja, mientras tanto escribo a Edu esperando que ya esté en su casa.

«¿Cómo te ha ido?». Pregunto.

Su respuesta no tarda en llegar y me dice que ya está en su casa y va a acostarse. Me comenta que le darán más clases en el lugar donde enseña porque un profesor ha pedido permiso por cuestiones de salud.

Comenzamos a hablar de nuestros días, le comento sobre Iri y Santi y me dice que está muy contento y que ahora podremos hacer salidas de a cuatro. Le cuento que el sábado trabajaremos en el departamento de Santi y que el domingo Irina y yo tenemos una reunión. Me pregunta sobre qué, pero no sé qué decirle, así que le invento que se trata de una reunión de la iglesia a la que asistimos. No hace más preguntas.

Me cuenta que se siente un poco solo, que extraña a su padre y que no sabe por qué, pero ha estado pensando mucho en su madre en los últimos días.

«¿Ah, sí? ¿Y eso?». Aprovecho para preguntarle.

«No lo sé, quizá la muerte de papá ha encendido mis recuerdos y mis heridas».

«Quizá deberías averiguar qué es lo que fue de tu madre. Ahora hay mucha tecnología, podríamos investigar a dónde fue, qué hizo, de qué vivió, dónde y con quién. ¿No lo crees? Yo podría ayudarte...».

«No quiero saber nada de ella. Si ella no quiso saber nada de mí, ¿por qué debería hacerlo?». Dice y me preocupa aún más. Contarle que el espíritu de su madre deambula por su vida no será nada sencillo.

«¿A dónde crees que van las personas que mueren?». Le pregunto.

«No lo sé. Mi padre era cristiano, así que él creía en el cielo y todas esas cosas. Pero yo no estoy muy seguro de eso, quizá todo termina aquí...».

«Eso sería un poco triste... ¿Cuál sería entonces el sentido de la vida?». Inquiero y él responde con un emoticono que se encoje de hombros.

«Podríamos averiguarlo juntos». Responde luego de un rato y con un corazón al lado. Yo sonrío y respondo que me agradaría hacerlo.

La conversación cambia de rumbo hacia algunas preguntas algo íntimas. Me pregunta sobre mi relación con Marcos y cómo fue, sobre mi primer novio y la edad que tenía cuando comenzamos a salir. Yo le hago las mismas preguntas y nos vamos adentrando un poco más en nuestras historias pasadas.

Me entero que solo salió con dos mujeres antes. La primera fue su novia de la adolescencia, una con la que estuvo por mucho tiempo, su primer amor. Y la segunda fue una compañera de trabajo hace un par de años. Me dijo que es más bien solitario y que como nunca sale, no ha sido fácil conseguir citas. La verdad, eso me agrada.

Yo le cuento sobre mi primer novio de la escuela, sobre el chico que conocí en mi primer trabajo y sobre Marcos, le digo que fue con este último con el que tuve la relación más larga y que no esperábamos a Benja, pero ambos asumimos nuestra responsabilidad cuando nos enteramos de que estaba en camino.

«No me quejo, es un padre cariñoso y bueno».

«Me gustan mucho los niños, ojalá un día pueda tener un hijo... ¿Tú quieres más hijos?». Pregunta y yo sonrío para mí.

«Nunca lo he pensado, la verdad es que no esperaba a Benja y tampoco me he planteado tener más ya que ni siquiera creía que me volvería a enamorar. Pero supongo que me agradaría si es que tengo una relación estable y un mejor trabajo». Respondo.

«Te admiro. Sé por mi padre lo difícil que es sacar adelante a un hijo solo. Sé que tienes la ayuda de Marcos, pero aun así tú eres la que más tiempo estás con el niño. Admiro el amor enorme que le tienes».

Esas palabras envuelven mi alma de alegría y sonrío como una tonta leyendo ese mensaje una y otra vez. Sé que valora mi presencia justo porque él vivió la ausencia de su madre, pero me apena la verdad de la historia de esa mujer. Aún no puedo decirle nada, así que solo le agradezco y me despido. Es tarde, tengo sueño y debemos descansar. Él me dice que me extraña y que espera verme al día siguiente, que sus días no son iguales si no me ve. Yo siento que vibro por dentro al leer aquello y le digo que yo también espero verlo. 

Quiero agradecerles a todos por estar aquí, estoy muy contenta porque esta historia entró a la lista larga de los Wattys. 

Para los que no saben, estoy volviendo a subir La chica de los colores, así que los espero también por allá.

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