Capítulo 3.

Los días fueron pasando, en los cuales Takemichi se los pasó encerrado en su habitación. Los chicos iban a visitarlo en los tres días que llevaba encerrado, pero nada conseguía animarlo. Se sentía fatal por lo que le había hecho a Mikey, se sentía asqueado de sí mismo, y también deprimido e iracundo. El día de ayer, cuando Draken vino a visitarlo, Takemichi le preguntó si había visto a Mikey o hablado con él, y fue cuando le dio la noticia. Mikey se encontraba ahora mismo de vacaciones en compañía de Koichi. Cuando Draken le dijo eso pidió que lo dejase solo y en cuanto el rubio de la trenza se marchó Takemichi destrozó su habitación. La cama estaba rota, la pequeña mesita de café que tenía estaba partida, su escritorio estaba tirado por el suelo al igual que su estantería y las pertenencias que había en ella. Las puertas de su armario habían sido arrancadas y se encontraban también tiradas por el suelo, y después de hacer todo eso Takemichi se quedó sentado en el suelo, abrazando sus rodillas y maldiciendo a todos los dioses por lo que le estaba pasando.

- ¿Por qué, Mikey-kun...? – susurra Takemichi haciendo de sus manos puños, clavando las uñas en las palmas de sus manos. El dolor hacía que se sintiera bien, quería castigarse por lo que había hecho y hacía que dejase de pensar en lo que estaría haciendo Mikey. Imágenes de él siendo besado por Koichi, acariciando su cuerpo... La ira lo inunda de nuevo y golpea la pared mientras maldecía -. ¡MIKEY-KUN ES MÍO! – tenía los dientes apretados y de sus ojos comenzaron a salir lágrimas y se dejó caer de rodillas -. Solo yo... solo yo puedo hacer feliz a Mikey-kun...

El timbre sonó y el teñido se levanta del suelo y comenzó a bajar las escaleras con paso lento. No sabía en qué día estaba, no sabía cuánto tiempo había estado encerrado en su habitación, tampoco sabía cuándo destruyó todas sus pertenencias. El teñido se encontraba como en un limbo, o más bien en el infierno.

Al final llegó a la entrada, el lugar donde vio a Mikey por última vez y las palabras del rubio hicieron eco en su cabeza. "Fue un error".
Mientras esas tres palabras resonaban en su cabeza se acerca a la puerta y abre encontrándose con Chifuyu, Kisaki y Hina.

Hinata no había ido a visitarle desde que se encerró, le pidió expresamente a sus amigos que no le dijeran nada, pero ahí estaba ella, mirándolo con preocupación. No quería que ella lo mirase preocupada, no quería que ninguno de sus amigos lo mirasen con esos ojos preocupados. Solo había unos ojos que quería ver. Solo había una persona que quería tener cerca, y ese era Mikey.

- Te ves horrible, Takemichi – dice Kisaki.

El de gafas se enteró el día de ayer de todo lo que había pasado. Se enfadó mucho al saber que Takemichi había engañado a Hinata, pero al final sintió compasión por su amigo. En un principio, cuando fundaron ToMan, Kisaki creyó que Takemichi y Mikey estaban juntos, que tenían una relación amorosa, pero cuando el teñido comenzó una relación con Hina creyó que se equivocó, algo raro ya que él era muy observador y analizaba mucho a las personas. Pero al final sí tuvo razón, Mikey y Takemichi se amaban el uno al otro, pero ahora todo era un desastre y quiso ayudar a su amigo, ya que le debía mucho al teñido. Él fue el primer amigo verdadero que tuvo, ya que cuando era joven siempre fue muy reservado, siempre solo sin saber cómo relacionarse. Gracias a Takemichi había conocido a grandes personas, había conseguido relacionarse, conocer gente... Todo gracias a que él se acercó y le tendió la mano. Takemichi era su héroe, ya que lo salvó de la soledad en la que se había sumido. Por eso mismo había ido a visitarlo y con él traía una carpeta con la información que recopiló, en su día, de Koichi Yamada. Pero el de gafas tampoco se quedó ahí. Kokonoi, este había sido quien le contó lo que pasó entre Takemichi y Mikey, también le había dicho que Manjiro se había ido de vacaciones con Koichi, y eso le dio mala espina. Por esa misma razón le pidió a Hanma que se acercase al edificio donde Koichi tenía su apartamento, y se cerciorase si de verdad se había marchado o era una mentira. Esa misma mañana Hanma le envió unas fotos de Koichi saliendo del edificio, y con la cara bastante golpeada. En cuanto recibió esas fotos Kisaki dejó todo lo que estaba haciendo para dirigirse a la casa de Takemichi, donde se encontró con Chifuyu y Hinata. Esos dos también se habían encontrado por el camino, ya que Hina estaba preocupada al no saber nada de su novio desde esa cita que tuvieron, y Chifuyu... bueno, él estaba preocupado por su amigo y se había decidido a sacarlo de casa para que se despejase e intentar subirle el ánimo.

Takemichi no hizo ni caso del comentario de Kisaki, simplemente se dio la vuelta y camina arrastrando los pies para llegar al salón, donde se sentó en el suelo mirando fijamente el sillón donde besó a Mikey.

- ¿Takemichi-kun? – susurra Hinata acercándose a él y se alarma al ver como estaban las manos del chico. Tenía los nudillos inflamados y con sangre seca -. ¿Qué te ha pasado?

Takemichi aparta sus manos para que la chica no le tocase. No quería que nadie lo tocase, no lo soportaba.

- ¿Para qué han venido? – pregunta el teñido con una voz carente de vida. Los tres presentes lo miraron con los ojos muy abiertos, preguntándose si esa de verdad era la voz de Takemichi.

- Me gustaría hablar contigo – dice Kisaki con tono apremiante, lo cual causa que Takemichi alzase un poco la cabeza para poder mirarlo -. Es sobre Koichi.

Takemichi se levanta como si de un resorte se tratase, sorprendiendo de nuevo a los tres presentes.

- Vamos a mi habitación – dice Hanagaki dirigiéndose a las escaleras -. Ustedes esperen aquí, por favor.

Hinata estaba de lo más preocupada al ver así de mal a Takemichi, y no sabía que había sucedido para que estuviera así, y cuando se quedó sola con Chifuyu miró al chico, ya que él no parecía muy sorprendido de ver al teñido tan deprimido.

- Matsuno-kun, ¿qué le ha pasado a Takemichi-kun? – pregunta ella de lo más preocupada.

- No me corresponde a mí decirte – dice Chifuyu encaminándose a la cocina. Prepararía algo de comida para el teñido, y así podía eludir las preguntas de Hinata.

Tetta y Takemichi llegaron a la habitación de este último pero Kisaki se queda en el umbral de la puerta viendo el desastre que era la habitación.

- ¿Y bien? – pregunta Takemichi cuando ambos estaban solos.

- Antes de eso – el de gafas da un paso y entra en la habitación mirando todo cuidadosa mente, y el que la habitación estuviera en ese estado explicaba las manos heridas del teñido -. ¿Qué ha pasado aquí?

- Me enfadé – responde el teñido -. Podemos ir al grano, ¿por favor?

- Bien – Kisaki deja salir un suspiro y le entrega la carpeta a Takemichi -. Ahí está toda la información que reuní de Koichi – el teñido acepta la carpeta y comienza a verlo que había en su interior -. Me enteré ayer de lo que pasó, y por lo que veo, no estás para nada bien.

Takemichi no escuchó al de gafas, estaba demasiado concentrado leyendo la información que este le había entregado, y con cada palabra que leía y cada foto que veía su ira aumentaba cada vez más. ¿Cómo demonios se había enamorado Mikey de semejante desgraciado? ¿Cómo? De verdad que no lo entendía.

No pudo leer más, ya que su enfado no se lo permitía, y lanza la carpeta al suelo, esparciendo su contenido por el piso.

- ¡¡¿Por qué?!! – ruge Takemichi llevándose las manos a la cabeza y tiró de su cabello. Ahora mismo deseaba tener a Koichi frente a él, golpearlo hasta el cansancio, romper cada uno de sus huesos. Deseaba matarlo -. ¡¡Ese hijo de perra está ahora con Mikey-kun!!

Kisaki se quedó dónde estaba, mirando la reacción de Takemichi, y entendía su enfado, pero debía pensar con claridad y actuar apropiadamente. Kisaki estaba preocupado, no solo por Takemichi, sino por Mikey. No se sabía nada de él desde hacía tres días.
El de gafas siguió mirando al teñido, el cual comenzó a caminar de un lado a otro de la habitación, maldiciendo a todo. Kisaki actuó ahí. Se acerca a Takemichi, alzó un poco su brazo e impacta su mano en la cabeza de Hanagaki, causando que este girase la cabeza.

Ambos se quedaron en completo silencio, y el teñido poco a poco movió su cara para mirar al de gafas, el cual lo miraba con decepción. Esa mirada era nueva. Desde que se encerró en su casa solo había visto miradas de compasión y preocupación, pero Kisaki no lo miraba así, sino que parecía decepcionado.

- Das pena, Takemichi – dice el de gafas molesto -. ¿De verdad te vas a rendir así de fácil? Ya has visto de lo que es capaz Koichi, ya sabes cuáles son sus trapos sucios, ¿y vas a dejar que Mikey esté a su lado? ¿Qué pasó con aquel chico que protegía a todos? ¿Dónde está el héroe que conocí?

- ¿Qué quieres que haga? – pregunta Takemichi -. Mikey-kun lo ha elegido. ¡Él me odia por lo que hice! Y ahora está con ese desgraciado... ¿Si sabes que se fueron de vacaciones para celebrar que lo habían arreglado?

- Koichi sigue en Tokyo – dice Kisaki muy serio y esas palabras lograron que Takemichi tuviera toda su atención -. Cuando me enteré ayer de todo le pedí a Hanma que averiguase si Koichi seguía en la ciudad, y así es – con eso el de gafas saca su móvil para mostrarles las fotos que Shuji le había enviado -. Por lo que se ve, no están de vacaciones como dijo Mikey. Koichi ha seguido yendo a su empresa. Además, como está siendo investigado, no puede salir a ningún sitio.

- Entonces... ¿Mikey-kun mintió? – pregunta Takemichi con el ceño fruncido -. ¿Por qué?

- Viniendo a tu casa, estaba hablando por teléfono con Koko – explica el de gafas -. Desde que Mikey envió ese mensaje a Emma no han vuelto a saber nada más de él. No contesta a las llamadas y tampoco a los mensajes. Eso tiene preocupados a Izana, Emma y Shinichiro – el teñido lo mira con preocupación y comenzó a sentir ansiedad -. Puede que Mikey esté en peligro ahora mismo.

- ¿Qué? – susurra Takemichi aterrorizado.

- Ayer estuve buscando a las ex de Koichi – explica Kisaki muy serio -, y muchas de ellas se fueron del país, pero no he conseguido dar con ellas. Es como si hubieran desaparecido sin dejar rastro.

Takemichi permanece en silencio unos minutos, asimilando lo que Kisaki le había dicho. ¿Mikey estaba en peligro? Tras preguntarse eso mira por toda la estancia, en busca de su móvil, y consigue verlo tirado en el suelo. Se inclina para recogerlo y fue así como supo que habían pasado tres días. Era miércoles, y la última vez que vio a Mikey fue el domingo. Habían pasado tres días sin que nadie supiera de Mikey. ¿Y si era demasiado tarde? ¿Y si le había pasado algo a Mikey? El miedo le atenazaba la garganta de solo pensar que Mikey...

- Kisaki – Takemichi mira al de gafas muy serio. Tetta se lo queda mirando, un poco más relajado al ver un ligero brillo en los ojos de este -. Necesito saber dónde vive.

- ¿Quieres ir a su apartamento? – pregunta Kisaki con el ceño fruncido.

- Sí – responde el teñido con determinación. Debía ir a salvar a Mikey. Se negaba a creer que este pudiera estar muerto, no podía ser. Manjiro era muy fuerte y listo, él tenía que estar bien. Con eso se acerca a su armario destrozado para cambiarse de ropa. Tardó menos de cinco minutos, y cuando estaba listo se quedó mirando los papeles esparcidos por el suelo. Los recoge todos para meterlos de nuevo en la carpeta y vuelve a mirar a Kisaki -. Hay que entregarle esto a la policía.

Con eso Takemichi recuerda que Hinata se encontraba abajo con Chifuyu, y se precipita escaleras abajo para buscar a la chica. No tarda en dar con ella, y esta lo mira con preocupación.

- Hina, tú padre sigue trabajando en la policía, ¿verdad? – quiere saber el teñido.

- Sí... - responde Tachibana -. ¿Por qué...?

- Entrégale esto – Takemichi le da la carpeta con la información -. Dile que estas son las pruebas que se necesitan para arrestar a Koichi Yamada.

Hinata no entendía nada, pero aceptó darle esa carpeta a su padre. Sabía que su padre estaba investigando a Koichi, y estaba frustrado porque la investigación no avanzaba. Hina tenía muchas preguntas, pero decidió hacerlas más tarde. Se despide de Takemichi, pero este la detiene antes de que se marchase y le pide a Chifuyu que la acompañase. El de ojos verdes frunció el ceño por esa petición, pero al final accede al ver el brillo de la determinación en los ojos azules de su amigo.

En la casa ahora se encontraban Kisaki y Takemichi, y este último lo miró a la espera de que le diera la dirección. El de gafas deja salir un suspiro y termina dándole la dirección.

- Lleva cuidado – pide Kisaki -. Por cierto, cuando todo esto termine, deberías hablar con Hinata. Tiene que saber lo que pasó.

Takemichi asiente. Después, cuando salvase a Mikey, hablaría con Hina. Le contaría lo que pasó, le pediría disculpas y pondría fin a su relación. Si de algo se había dado cuenta en esos tres días que habían pasado era que no pensó en Hina en ningún momento. En su mente solo estaba Mikey, como siempre ocurrió. Desde que conoció al rubio no pudo sacarlo de su mente, y luchó con uñas y dientes para salvar a ambos. Consiguió salvar a Hinata, pero a costa de la felicidad de Mikey, y cuando estaba a escasos días de casarse con ella, lo dejó todo y se encontró con Mikey en esa bolera abandonada. Sí, él se preocupaba por Hina y todos los demás, eran importantes para él, pero Mikey... Mikey era el más importante de todos. Dejó atrás un buen futuro para solo salvarlo a él. Vio morir a Draken, fue atravesado por una catana... Pero no se detuvo, e hizo todo eso por Manjiro. ¿Cómo había estado tan ciego? ¿Cómo no se dio cuenta antes de lo que sentía? Se había estado aferrando a ese amor adolescente, y por eso siguió con Hinata, pero en verdad no la amaba. ¿Cómo había sido tan tonto?

Mikey se encontraba encerrado en la maldita habitación. Su cara dolía por los golpes que Koichi le había dado, pero Manjiro sabía que el mayor había quedado mucho peor.

Cuando despertó hacia tres días vio que estaba amarrado a la cama y Koichi estaba sentado a los pies de la cama. La rabia lo inundó y se dijo que fue un estúpido al no darse cuenta de lo enfermo y loco que estaba el azabache. Se había cegado por el simple hecho de olvidar a Takemichi, y ahora estaba metido en problemas.

Mikey estuvo atado a la cama hasta el día de ayer, ya que consiguió convencer a Koichi de que se comportaría. El rubio se estaba hartando de estar amarrado, y de solo tener que usar su cabeza para defenderse, ya que Koichi intentó propasarse con él, pero de un cabezazo lo alejó, eso sí, se llevó un puñetazo.

El día de ayer consiguió convencerlo, actuando sumiso y prometiendo que se comportaría cuando el azabache entró en la habitación para traerle la comida. En cuanto estuvo libre de sus ataduras arremetió contra Koichi, golpeándolo con saña, pero no consiguió salir de esa maldita habitación. Por lo menos consiguió sacar a ese imbécil y había atrancado la puerta para que Koichi no consiguiera entrar. Aun así seguía encerrado y debía pensar en qué hacer para salir de ahí. Un plan factible sería salir de esa habitación, enfrentar a Koichi y molerlo a golpes, pero el muy maldito tenía mucho aguante y los músculos del rubio estaban débiles por haber permanecido atado por dos días. Ayer, cuando oyó que Koichi se marchó, Mikey salió de la habitación, pero no logró abrir la puerta de la entrada. El desgraciado lo había encerrado en ese apartamento, y Manjiro lo maldijo una y mil veces, ya que al ver que no podía salir, intentó echar la puerta abajo consiguiendo que se agotase, intentó llamar por el teléfono fijo, pero este no tenía línea. Koichi lo había aislado completamente y no tenía forma de comunicarse con el exterior. Al verse en esta situación, volvió a la habitación llevándose consigo algo de comida y volvió a atrancar la puerta.

Así que ahora se encontraba sentado en el suelo, mirando fijamente la puerta pensando en la manera de salir de ahí. Debía hacerlo cuando Koichi estaba en el apartamento, debía enfrentarlo, golpearlo hasta dejarlo inconsciente y salir de ahí. Sí, eso parecía fácil, pero el aguante de Koichi no era para nada normal.

Al final se levanta del suelo para ir al baño y al salir comienza a oír como Koichi golpeaba la puerta con fuerza, exigiendo entrar.

- ¡Tiraré la puerta abajo, Manjiro! – ruge el azabache mientras seguía golpeando la puerta.

- Si se te ocurre entrar, te golpearé hasta el cansancio – dice Mikey paseando por la habitación. Estaba nervioso. Solo quería salir de ahí, estar con sus hermanos y meter en la cárcel a ese hijo de perra que lo había secuestrado.

Koichi gruñe. Su cara estaba toda amoreteada, no podía abrir del todo su ojo derecho y una venda le rodeaba el torso ya que Manjiro le fracturó dos costillas. Sí, Mikey le dio una paliza el día de ayer. Había estado ingresado en el hospital y tuvo que pedir el alta voluntaria, ya que no podía dejar a Manjiro solo en el apartamento.
Durante su estancia en el hospital había llegado a una conclusión que no le agradó. No conseguiría convencer a Mikey, ese maldito lo odia, y como él no podía tenerlo nada más lo haría. Por eso mismo en cuanto llegó fue hasta su estudio, el cual siempre tenía cerrado con llave, y agarró su pistola. Era hora de acabar con la vida de Mikey pero le daría una oportunidad más. Le daría a elegir, o seguía a su lado, accediendo a dejar atrás a todos los que conocía y lo amaba solo a él, o perdía la vida. La decisión estaba en sus manos.

Con eso en mente comenzó a golpear la puerta, haciendo que esta temblase, y comenzó a ceder. Tras mucho esfuerzo consigue echarla abajo y pudo ver a Manjiro ahí parado y tenso. Sabía que si se acercaba él se defendería, y no estaba en condiciones de recibir más golpes del rubio, su cuerpo no lo soportaría. Aun así dio unos pasos para ingresar a la habitación mientras llevaba una mano a la cinturilla de su pantalón, ya que había colocado la pistola en su espalda para poder echar abajo la puerta, y apunta a Manjiro con esta y acciona el martillo hacia abajo para que solo tuviera que accionar el gatillo para que la bala saliera.

Mikey se tensó al verlo con un arma, pero se dijo que debía mantener la calma. No era la primera vez que lo apuntaban con una, ya que en el pasado, antes de viajar al pasado junto a Takemichi, Izana lo apuntó con un arma. En ese momento no sintió miedo, ya que en lo más profundo de su corazón quería morir. Ese día perdió a Emma, su pilar y la persona por la que quiso seguir adelante, pero ahora Mikey no quería morir, no ahora que había conseguido un buen futuro donde todos estaban vivos.

- ¿Crees que tengo miedo? – pregunta Mikey mirando al azabache a los ojos -. No es la primera vez que me apuntan con un arma.

- ¿De verdad? – pregunta Koichi con el ceño fruncido. Desde que conoció a Mikey supo que este era un enigma, y aunque sabía muchas cosas de él, ya que el chico le contó varios momentos de su vida, el mayor también lo investigó. Sabía que fue líder de una pandilla de delincuentes, la pandilla más grande de todo Japón, supo también que Manjiro fue entrenado desde muy pequeño en las artes marciales, y estos días había comprobado lo letales que podían ser sus golpes. Koichi pudo soportarlos y no perder la consciencia porque en su juventud participó en peleas clandestinas en las cuales se jugaba la vida en cada pelea, y en todas ellas él salió vencedor. Fue así como consiguió tener tanta resistencia -. Me sorprende saber eso, Manjiro. Está claro que no te conozco tanto como creía.

- En verdad no sabes nada de mí – dice Mikey analizando la situación. Debía desarmar a Koichi y hacerse con la pistola -. No sabes por todo lo que he tenido que pasar, y nunca lo sabrás.

- Bueno, eso habrá que verlo – con eso Koichi acciona el gatillo y la bala salió disparada atravesando la pierna derecha de Mikey. Este grita por el dolor que estaba sintiendo y cae al suelo de culo -. Bueno, te voy a dar a elegir, mi pequeño Manjiro – Yamada se acerca al rubio mientras volvía a accionar el martillo de la pistola, preparándola para disparar de nuevo si era necesario -. Solo tienes dos opciones. Aceptas quedarte a mi lado, olvidando a todos y solo centrarte en amarme, o mueres. ¿Es sencillo, verdad? ¿Qué eliges?

Mikey lo mira con todo el odio que tenía, ahora mismo quería matarlo, pero estaba demasiado ocupado presionando su herida. No quería desangrarse, pero si no era atendido pronto eso es lo que pasaría.

Justo ahí se oyó el timbre, lo cual confunde a Koichi. Él no esperaba la visita de nadie, y tampoco se explicaba cómo es que había llegado hasta la puerta del apartamento. Le había ordenado al portero del edificio que no dejase que nadie entrase, pero tal parecía que ese hombre era un maldito incompetente.

- Te dejaré meditar una respuesta – dice Koichi poniéndose en pie mientras guardaba la pistola en su cinturilla y la ocultó con su camisa -. Espero que elijas bien, Manjiro. No tardaré.

Takemichi se encontraba de los nervios. No había tardado mucho en llegar al edificio, ya que había llegado con la Babu que Mikey le regaló. Sí, así es. En ese futuro Manjiro construyó la CB250T con la ayuda de Draken y Shinichiro, y lo hicieron con el motor gemelo a la Babu de Mikey.

Cuando el teñido entró al edificio el portero de este le preguntó a quién iba a visitar, y Takemichi le dijo que había quedado con Koichi. El hombre impidió que entrase al ascensor, diciendo que el señor Yamada le había pedido expresamente que no dejase que nadie lo molestase. Ahora mismo el portero se encontraba tirado en el suelo del lobby del edificio. Takemichi le había dado un puñetazo, dejándolo inconsciente, y así pudo entrar al ascensor para llegar hasta la puerta del apartamento de Koichi y tocó el timbre. Debía permanecer tranquilo, pero le estaba costando.

Enseguida se abrió la puerta y tuvo que alzar un poco la vista para mirar la cara de ese desgraciado. Se deleitó al ver que estaba bastante golpeado, y pondría la mano en el fuego apostando que había sido Mikey el responsable de esos golpes.

Koichi se quedó mirando al joven que tenía delante, reconociéndolo al instante. ¿Ese imbécil se había atrevido a venir a su casa? Estaba claro que quería morir.

- ¿Se encuentra Manjiro? – pregunta Takemichi muy serio mirando el interior del apartamento -. ¡¡MANJIRO!!

Mikey reconoce la voz del teñido y se puso tenso. ¿Qué hacía Takemicchi ahí?

- Manjiro no se encuentra ahora mismo – dice Koichi llevando su mano al arma en su espalda.

- ¡Takemicchi, está armado! – grita Manjiro, el cual se había levantado y cojeaba para salir de la habitación.

Takemichi frunce el ceño al oír eso, miró un segundo a Koichi y le da un puñetazo en el mentón, tirándolo al suelo. Gracias a eso pudo entrar al apartamento y comenzó a buscar el arma que Mikey había mencionado. Takemichi había aprendido muchas cosas durante todos los viajes en el tiempo, y ahora se había vuelto bastante meticuloso, o por lo menos lo intentaba. Si Koichi estaba armado lo principal era arrebatarle el arma. Al final la encontró y la guarda en el bolsillo de su chaqueta mientras le da una patada al azabache, el cual intentaba levantarse.

- ¡Takemicchi! – dice Mikey llegando al salón.

El teñido abre mucho los ojos al ver que Manjiro estaba herido y se precipitó hacia donde estaba.

- Mikey-kun... - susurra Takemichi de lo más preocupado -. ¿Estás bien? Vaya pregunta más tonta.

- Takemicchi... - Mikey lo abrazó, aferrándose a él. No sabía cómo supo que se encontraba ahí, ya que Koichi le informó sobre el mensaje que le envió a Emma, pero se alegraba de que el teñido hubiera llegado.

- Vamos, sube a mi espalda – pide Hanagaki y cuando tiene al rubio cargado en su espalda se fija que Koichi ya se había levantado, y parecía muy cabreado.

- No van a salir de aquí – gruñe Yamada con voz tenebrosa. Iba a matar a esos dos, y lo haría con sus propias manos -. Ambos han firmado su sentencia de muerte.

Takemichi metió su mano al bolsillo de su chaqueta. No le gustaba la idea de usar una pistola, la verdad es que había acabado odiando las malditas armas, pero no podía pelear con Mikey a su espalda, y su prioridad era llevarlo a un hospital.

- ¿Crees que vas a detenernos? – pregunta Takemichi apuntando al hombre con el arma -. No me conoces. Haría lo que fuera por Manjiro. Así que te aconsejo que te apartes y me dejes pasar, maldito imbécil.

- ¿Crees que tengo miedo de un mocoso com...? – Koichi no llegó a terminar su pregunta, ya que Takemichi apretó el gatillo y una bala salió disparada a la pierna del mayor -. ¡Hijo de perra!

- Te he pedido amablemente que te apartases – dice el teñido comenzando a caminar, pero sin dejar de apuntar a Koichi con la pistola y cuando estaba a punto de salir de ese apartamento volvió a disparar, haciendo que la bala atravesase la pierna sana del azabache.

Mikey estaba con los ojos ligeramente abiertos, pues nunca creyó que vería a Takemichi disparando un arma, aun así no sentía miedo del teñido. Takemichi lo había salvado de nuevo.

Cuando los dos estuvieron en el ascensor Takemichi sacó su móvil para llamar a la policía. Debían saber lo que había pasado y que arrestasen al desgraciado de Koichi. Cuando llegaron al lobby del edificio, se encontró con que había policías ahí hablando con el portero al que Takemichi había golpeado, pero para su buena suerte uno de los policías era el señor Tachibana.

- ¿Hanagaki, qué demonios ha pasado? – pregunta Tachibana acercándose al novio de su hija y miró con preocupación a Manjiro -. ¿Qué le ha pasado a Sano?

- Koichi le disparó – dice el teñido -. Intentó hacer lo mismo conmigo, pero me defendí y disparé – Takemichi le muestra el arma para entregársela a Masato -. Creo que le he dado en la pierna...

- Está bien, Hanagaki – Masato deja salir un suspiro. Hacía muy poco que su hija le había entregado una carpeta con todas las pruebas necesarias para arrestar a Koichi Yamada, y su hija le había dicho que Takemichi quería que le entregase esa información -. Después os tomaremos declaración. Ahora lo importante es que atiendan a Sano.

Tachibana se encargó de llamar a una ambulancia, la cual no tardó en llegar y los dos jóvenes se marcharon juntos en esta. Con eso hecho Masato, junto a sus tres compañeros, se encargaron de arrestar a Koichi, y el señor Tachibana acompañó personalmente a Koichi en la ambulancia.

Cuando Takemichi y Mikey llegaron al hospital se llevaron al rubio para prepararlo. Debían extraer la bala, así que debía entrar a quirófano, y por lo mismo el teñido no pudo acompañarlo. Este estaba de los nervios, pero al final llamó a Shinichiro para que supiera lo que estaba pasando.

Treinta minutos después doce personas entraron como alma que lleva el diablo al hospital y se abalanzaron hacia el teñido. Esos doce era: Shinichiro, Wakasa, Emma, Draken, Mitsuya, Baji, Kazutora, Izana, Kakucho, Chifuyu, Kisaki y Hina.

Todos comenzaron a hablar a la vez, causando que el teñido se pusiera más nervioso de lo que ya estaba y tuvo que alzar la voz para que guardasen silencio. Después de eso les contó lo que había pasado. Shinichiro se acercó a la enfermera que había en recepción para saber algo de su hermano. Necesitaba saber algo, y Emma lo acompañaba de lo más preocupada.

- ¿Tú estás bien, Takemicchi? – pregunta Baji preocupado de ver la sangre que tenía encima el teñido.

- Sí, yo estoy bien – dice Hanagaki -. Esta sangre es de Mikey-kun.

Hina se lanza a abrazar a Takemichi, ya que la chica había estado muy preocupada desde que fue a ver al teñido, y verlo manchado de sangre hizo que su preocupación aumentase más.

- ¡No me vuelvas a asustar así, Takemichi-kun! – pide Hina llorando.

En esos instantes Kisaki y Takemichi se miraron a los ojos. El de gafas le estaba pidiendo, sin decir palabra alguna, que debía contarle la verdad a Hina lo más pronto posible, pero ahora no tenía cabeza para eso.

Los minutos siguieron pasando y una hora después una enfermera se acercó a ellos para decirle que Mikey había sido trasladado a una habitación.

- Sano-san a pedido ver a "Takemicchi" – dice la enfermera -. Ha insistido mucho en verlo a él primero.

El teñido dio un paso al frente y siguió a la enfermera para llegar a la habitación del rubio. Pronto la mujer los dejó a solas y Takemichi no tardó en acercarse a Manjiro y lo abrazó con cuidado de no tocar su pierna.

- No me vuelvas a asustar así, Mikey-kun – pide Takemichi. El chico había conseguido mantener la compostura, y no derramó ni una sola lágrima en la hora y media que había esperado por noticias de Mikey, pero ahora que veía que estaba bien se permitió llorar -. He pasado mucho miedo.

- Lo siento, Takemicchi – dice Manjiro acariciando los mechones teñidos del chico -. Siento haber hecho que te preocupases.

- Mikey-kun... - Takemichi alza su cabeza para mirarlo a los ojos y poco a poco acorta la distancia que los separaba para poder besarlo. Fue inevitable hacer eso, pero estaba tan feliz de verlo, de saber que estaba bien... Al final se separó y agachó la cabeza -. Lo siento, no he podido contenerme.

El cerebro de Mikey había dejado de funcionar, justo como pasó cuando Takemichi lo besó por primera vez, pero ahora ambos estaban sobrios y conscientes de sus acciones.

- Takemicchi... - susurra Mikey mirando al teñido -. ¿No me odias por lo que pasó?

- ¡¿Qué?! – el teñido estaba alarmado -. ¿Cómo podía odiar a Mikey-kun? En todo caso eres tú quien debería odiarme. Yo... yo me... me aproveché...

Mikey se dijo que había sido un completo idiota por no haber hablado las cosas con Takemichi y sacar suposiciones. Entonces miró a Takemichi, el cual había supuesto cosas que no eran, al igual que había hecho él. Ambos eran unos idiotas, y con ese pensamiento agarra a Takemichi de la camiseta para acercarlo a él y así besarlo como tanto había deseado.

- No te odio, Takemicchi – susurra Mikey alejándose un poco para mirar los preciosos ojos del teñido -. Jamás te odiaría.

- Mikey-kun... - susurra Hanagaki antes de volver a besarlo con devoción.

Pero ese momento íntimo duró poco, ya que se separaron al oír que alguien se aclaraba la garganta y vieron que en la puerta de la habitación se encontraban Shinichiro, Izana y Emma. Esos tres se habían molestado un poco al saber que Manjiro solo había pedido ver a Takemichi, así que fueron a la habitación y se encontraron con la escena.

Takemichi se sonroja a más no poder y esconde su cara en el pecho de Manjiro, en cambio este miraba a sus tres hermanos con molestia. Habían llegado en un momento muy inoportuno ya que estaba disfrutando de los besos de Takemichi.

- ¿Desde cuándo...? – comienza a preguntar Shinichiro, el cual no se había enterado de la noche de pasión que tuvieron esos dos -. ¿Saben qué? No quiero saberlo.

- Tampoco iba a responder – dice Mikey jugueteando con el pelo de Takemichi.

Tras eso los tres entraron a la habitación y quisieron saber qué demonios había pasado, ya que solo sabían la versión de Takemichi. Ahora llegó el turno de que Mikey contase lo que pasó, y mientras lo hizo tuvo su mano entrelazada con la del teñido, el cual soltó más de un gruñido mientras relataba lo que pasó. Quienes también enfurecieron fueron Shinichiro e Izana, los cuales deseaban buscar a ese desgraciado para acabar con su vida, Emma pensaba igual, pero abrazó a su hermano ya que había estado de lo más preocupada y le imploró que no volviera a darle un susto como ese.

En cuanto esos tres se relajaron un poco Mikey les pidió que lo dejasen a solas con Takemichi, y estos accedieron. Cuando ambos se quedaron solos guardaron silencio por varios minutos. Takemichi hervía de furia al saber que el desgraciado de Koichi había intentado forzar a Mikey, que lo ató a la cama... Se arrepentía de haberle disparado en las piernas, ya que ese desgraciado se merecía un disparo en la cabeza.

- Takemicchi – lo llama Mikey y hace contacto visual con él -. Estoy bien. De verdad.

- De solo pensar por lo que has pasado... - Takemichi cierra su mano libre en un puño -. Debí haber ido a buscarte antes.

Mikey le regala una sonrisa. De verdad que estaba muy feliz de que las cosas entre él y Takemichi estuvieran tan bien, pero entonces el rubio recuerda que Takemichi tenía a Hina, y eso hizo que su burbuja de felicidad estallase.

- ¿Mikey-kun? – lo llama el teñido al ver que el ánimo de Manjiro había decaído -. ¿Qué ocurre?

- No, nada – miente Sano y planta en su cara una sonrisa que no llegó a sus ojos.

- A mí no me engañas – Takemichi insiste -. ¿Qué pasa? Sabes que puedes confiar en mí.

Acto seguido Takemichi alza su mano, la cual tenía entrelazada con la de Mikey, y deja un beso en la mano del chico.

- ¿Por qué haces esto? – quiere saber Mikey -. Ya tienes a Hina-chan.

- Así que es eso – Takemichi se sienta en la silla que había junto a la cama y mira directamente a los ojos negros de Mikey, y en ningún momento soltó la mano del chico -. Soy un estúpido, Mikey-kun. De verdad que lo soy, pero estos tres días que han pasado han sido un infierno para mí y ha hecho que me dé cuenta de muchas cosas – Mikey lo miraba con atención y ve como vuelve a depositar un beso en el dorso de su mano. Sus labios le hacían cosquillas y causaba que su corazón se acelerase un poco -. Sé que no estuvo bien lo que hicimos esa noche, pero no me arrepiento de nada.

- ¿Y Hinata? – susurra Mikey.

- Voy a hablar con ella – declara Takemichi -. Yo en verdad la quiero mucho, de verdad que lo hago, pero no es a quien amo – los ojos de Mikey comenzaron a brillar por las lágrimas que estaba reteniendo -. ¿Recuerdas cuando me dijiste que tenías novio? ¿Te acuerdas de mi reacción? – Manjiro asiente ligeramente con la cabeza -. Pensaste que sentía rechazo, pero no fue así. Me dolió saber que tenías a alguien especial, y me repetía que solo yo podía hacerte feliz, nadie más. No sabía que tenía un lado tan posesivo – Takemichi le regala una pequeña sonrisa -. Pero me enfadé, y odié a Koichi sin conocerlo, aunque es merecedor de mi odio.

- Takemicchi... - susurra Mikey no pudiendo retener por más tiempo sus lágrimas.

- Lo que quiero decir es... - el teñido alza su mano y con sumo cuidado retira la lágrima que comenzó a caer por la mejilla del rubio -. Que no quiero que Mikey-kun esté con otra persona, ya sea hombre o mujer, nadie será lo suficientemente bueno para ti. Puede que sea muy egoísta, pero no creo poder soportar verte con otra persona. No creo que nadie pueda hacerte feliz, no como yo lo hago – Mikey comenzó a llorar a más no poder por las bonitas palabras de Takemichi. Jamás en su vida pensó que el teñido le diría todo eso. Lo hacía inmensamente feliz -. Te amo, Manjiro Sano. Te amo como nunca antes he amado a nadie.

- Yo también te amo, Takemicchi – susurra el rubio y unieron sus labios, demostrándose con ese acto cuanto se amaban.

Tras eso los dos se quedaron unos minutos en silencio, disfrutando de lo que había pasado y arrepentidos de no haber hablado antes. Pero al pasar los minutos los amigos de esos dos, los cuales eran casi todos los fundadores de ToMan, solo faltaba Pachin, entraron a la habitación. Y así los ocho chicos comenzaron a hablar, felices de que Mikey estuviera bien. Enseguida a ellos se unieron Pachin, el cual había sido avisado y llegó junto a Peyan, y Kakucho.

Takemichi pensó que ya era hora de que fuera a hablar con Hinata, así que se levanta y les dice a todos que volvía enseguida. Kisaki sonríe por eso, ya que sabía lo que el teñido iba hacer y mentalmente le dio ánimos.

Hinata se encontraba en la sala de espera, ella sola. Había estado esperando a que Takemichi saliera, y no había ido a ver a Mikey porque entre ellos no había la suficiente confianza. En parte era porque Hinata sentía celos del rubio, y comenzó a creer que las cosas iban mejorando cuando Takemichi y Mikey comenzaron a verse menos al empezar el año, ahora se había dado cuenta de que estaba equivocada.

- Takemichi-kun – la chica se pone en pie y se acerca hasta el chico para entregarle una bolsa. Le había pedido a Naoto que fuera a buscarle ropa al teñido a su casa y así lo había hecho.

Takemichi le dio las gracias y le pidió que lo esperase ahí. Veinte minutos después, ya que el teñido tuvo que lavarse los brazos para retirar bien la sangre, volvió donde estaba Hinata y le dijo que debían hablar sobre algo muy importante. Con eso ambos fueron a la cafetería del hospital, donde el teñido compró unos Taiyakis para Manjiro, sabiendo que se pondría feliz cuando se los diera.

- ¿De qué quieres hablar, Takemichi-kun? – pregunta Hina algo preocupada.

- Yo... - Hanagaki no sabía cómo hacer esto, ya que no tenía un buen recuerdo de cuando intentó dejar a Hina ese 24 de diciembre -. Hina, creo que no deberíamos seguir con nuestra relación.

- ¿Qué? – Tachibana lo miraba sin poder creerlo, esperando haber oído mal.

- Sé que es muy repentino, pero estas últimas tres semanas han sido un caos para mí, y me he dado cuenta de muchas cosas – dice Takemichi esperando que Hina fuera comprensiva con él, pero estaba equivocado, porque pronto sintió un fuerte ardor en su mejilla. Hina le había dado una bofetada.

- ¡Eres un idiota! – grita la chica con la intención de darle otra bofetada, pero Takemichi le sujeta el brazo. Ya pasó por esto una vez, aunque más bien fue puñetazos lo que recibió, y no quería repetir la experiencia -. ¡Te odio!

Con eso Hinata se marcha llorando, y Takemichi se sintió culpable. Nunca quiso hacerle daño a Hinata, pero estaba ciego creyendo estar enamorado de ella, cuando en verdad solo se aferraba a un recuerdo que había idealizado. Dejó salir un suspiro y camina de vuelta a la habitación de Mikey mientras se sobaba la zona adolorida. Notaba la mejilla muy caliente y estaba seguro de que se habría quedado la marca de los dedos de Hina.

- ¡Mikey-kun, te traje Taiyakis! – dice el teñido entrando con una sonrisa y vio como la mirada del rubio se iluminó al mencionar los dulces pero se fija en la mejilla del chico y frunce el ceño.

- ¿Quién te ha golpeado? – pregunta Manjiro.

- Hina – dice Takemichi acercándose y teniendo la atención de todos los presentes, y ahora Izana estaba entre ellos -. He terminado mi relación con ella y me ha dado una bofetada.

Mikey tenía ambas cejas alzadas. Estaba feliz de que Takemichi hubiera finalizado su relación con Hina, pero se dijo que la chica tenía la mano muy larga. Recordaba que Takemichi terminó con Hina antes de la pelea contra Black Dragons, cuando Takemichi cargaba él solo con el peso de proteger a todos, y supo que Hina lo golpeó bastante aun cuando ella sospechaba que el teñido la dejó por una conversación que tuvo con Masato. Ahora Hinata había hecho lo mismo, y la verdad es que no le hacía mucha gracia. A lo largo del tiempo vio que Hinata recurría bastante a la violencia, en especial con los chicos, porque sabía que la gran mayoría no se atrevería a golpear a una mujer.

Los días fueron pasando, y ya pasaron dos semanas desde el incidente. Mikey salió a la semana del hospital, pero debía ir con muletas durante un tiempo más. Eso le molestaba un poco, ya que no podía conducir su Babu, pero también disfrutaba de ir abrazado a Takemichi. Ambos estaban yendo a ver un apartamento. Takemichi seguía con su trabajo a medio tiempo mientras seguía con los estudios y Manjiro había firmado un contrato para comenzar como piloto de carreras, pero no comenzaría hasta principios del año siguiente, tiempo suficiente para preparar un equipo de mecánicos, elegir la motocicleta con la que correría... varias cosas que debían hacer en los cuatro meses que le quedaban.

Ambos llegaron por fin al apartamento donde Peyan les estaba esperando para mostrárselo. Takemichi y Mikey estaban de lo más emocionados y les encantó el lugar. Así que acordaron ir mañana a la oficina para firmar el contrato de alquiler.

- Ya tengo ganas de vivir aquí – dice Takemichi con una sonrisa.

- Yo también estoy muy emocionado – susurra el rubio.

Ambos estaban de lo más felices poniendo las bases de su proyecto de vida juntos. Ambos harían todo lo posible para hacer feliz al otro y se apoyarían para poder conseguir sus sueños. Estaba rebosantes de felicidad y nada ni nadie podría separarlos, nunca. Pues, después de todo, esos dos chicos que tanto se amaban, haría cualquier cosa si el otro estaba en peligro. Y nada de esto hubiera pasado si Manjiro no hubiera conocido a Koichi Yamada, el cual se estaba pudriendo en la cárcel y se le dictaminó sentencia de muerte por los crímenes cometidos, no solo los negocios sucios, sino también por la muerte de cuatro mujeres y por el intento de asesinato y secuestro de Manjiro, pues fue gracias a que Mikey estuvo con él que Takemichi se dio cuenta de sus verdaderos sentimientos, los cuales había reprimido por mucho tiempo, descubriendo así que en verdad amaba a Mikey. Sí, habían pasado por muchos momentos duros, y conocer y enfrentar a Koichi fue uno de ellos, pero eso los había llevado a la felicidad que ahora tenían y también les quedó claro que juntos podrían hacer cualquier cosa, ya que cada uno sacaba a relucir lo mejor del otro.

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Bueno, y esta historia llegó a su fin. Espero que haya sido de su agrado y que hayan disfrutado de la lectura. 

Sin más me despido para poder seguir con las historias que estoy escribiendo, las cuales estásn invitadxs a leer si gustan. 

Mil gracias por leer.  

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