Capítulo cinco

MinHo sigue haciendo algunas anotaciones en su libreta, estudiando cómo es su costumbre. Está solo en la habitación en completa calma, la cual es solo interrumpida -por lo bajo- por las manecillas del reloj de pared.    

Pero pronto alguien abre la puerta, dejando a la vista a JiSung, con una expresión un poco decaída.   

—Hola.   

JiSung entra a la habitación y cierra la puerta, provocando que se encierre por completo una esencia de una mujer. MinHo lo ve de reojo y le devuelve el saludo, pensando por un instante en aquella esencia.   

—Regresaste temprano para ser una cita —MinHo no puede evitar decir, aun escribiendo y pareciendo desinteresado.   

—La verdad no... Tenemos toque de queda, ¿sabes? —JiSung camina hacia su clóset, pero antes de tan siquiera abrir una puerta, se da cuenta de algo—. Oye, hablando de eso... Últimamente no te has escapado por la noche, ¿eh?   

MinHo deja de escribir y se encoje en su silla, pero traga un poco de saliva y se recompone, como si no hubiera nada fuera de lo normal.   

—Ya vienen los exámenes.    

—¿En serio? —abre la puerta de su armario, siguiendo con la conversación—. Según tengo entendido los exámenes inician el próximo mes. Seguramente, estudiar tanto como lo haces durante el día es suficiente.   

—La clase avanzada tiene muchos temas que cubrir.   

MinHo no lo ve de nuevo, solo intenta concentrarse por completo en su libreta; y suspira débilmente cuando escucha que JiSung sale de la habitación. Suelta por un instante su bolígrafo y se toma la cabeza, alegrándose de que el menor no se haya dado cuenta de lo nervioso que lo pone.   

Y este estado se remonta desde su intento fallido por coger con JiSung, lo cual no fue simplemente el hecho de que casi terminan follando, no, claro que no; esto va más haya que eso. Todo ocurrió cuando en una de sus tantas noches con la señorita Park, se dio cuenta que ya no se le ponía dura y que solo podía pensar en un JiSung lloroso y sonrojado, que solo gimotea las palabras: "No quiero esto..."   

Desde entonces, cada vez que MinHo intenta tocarse -o alguien más lo hace-, simplemente no logra excitarse lo suficiente como para que su pene esté duro. Lo que provocó que él y la señorita Park se dieran un tiempo para no verse.   

MinHo suspira de nueva cuenta, solo que esta vez, parece más un bufido; se pregunta qué es lo que le pasa y el porqué de aquella actitud. Sacude su cabello blanco en desesperación y se da cuenta que, en todo caso, él es la persona que no quiere que no se entere sobre esto.   

Pronto el sonido de la puerta abriéndose pone alerta a MinHo, quien interrumpe sus pensamientos y toma rápidamente su bolígrafo para garabatear algo en su libreta y pasar desapercibido.    

JiSung camina hasta estar atrás de MinHo y le tiende una taza con algo que aún expulsa vapor, seguramente es un té.   

—Toma.    

MinHo se sorprende y voltea a ver la taza y después a JiSung.   
   
—No pedí eso...   
   
—Estoy tratando de ponerme de tu lado, ¿de acuerdo? Si tienes frío, tus hombros se tensarán —sus miradas se unen y MinHo, no puede evitar verlo fijamente—. No vayas a estudiar hasta el punto de enfermarte.   
   
—Sí... Gracias.   
   
MinHo estira su mano y toma la taza, rozando los dedos de JiSung, quien rápidamente quita su mano y se tambalea un poco. MinHo se queda sorprendido, mientras que el menor solo da media vuelta y evita verlo, intentando que el león no se dé cuenta de su sonrojo.   
   
—Huh, bueno... Me iré a dormir.   
   
JiSung desaparece de la vista del albino cuando este va a su cama y cierra rápidamente su cortina. MinHo sonríe débilmente y siente un ligero rubor de sus mejillas, sintiéndose ahora un poco más animado. Pero, aquella sonrisa disminuye cuando se da cuenta que tal vez, JiSung ya ni siquiera quiere que lo toque. 





  Terminado la jornada escolar de MinHo, pero -como siempre- se encuentra estudiando en la biblioteca. Lleva más de cuarenta minutos ahí, sin parar de leer y anotar cosas en su libreta. Lo que hace que piense que ya es necesario un pequeño descanso, por lo que se levanta y deja sus cosas ahí, mientras que él va a ver a las ventanas para distraerse. Las ventanas dan hacia el patio trasero del edificio, donde están las canchas de todos los deportes que se practican en el internado.    
   
Cuando está al frente de la ventana y echa un vistazo por todo el lugar, se da cuenta que la cancha de futbol está siendo ocupada; en seguida su mirada roja viaja hasta encontrarse con aquella cabellera azabache y rebelde tan conocida para él. Se mantiene serio y observa como uno de los compañeros del equipo de JiSung le da palmadas en la espalda y le dice algo; JiSung le responde con una sonrisa y siguen jugando.   
   
MinHo observa como la pantera corre y pasa el balón a otro de sus compañeros; JiSung juega de manera tan rápida y limpia que le sorprende lo bueno que es jugando y manteniendo el ritmo.   
   
—Oh, es JiSung —a un lado de MinHo aparecen dos chicas, captando enseguida la atención del león—. Escuché que consiguió novia recientemente.   
   
—¿Qué? ¿Lo dices en serio? ¿Quién es ella?   
   
—Aparentemente es una demi-bestia de su clase, quien está en el club de atletismo.   
   
MinHo, sin darse cuenta, endurece la mandíbula y escucha atentamente la conversación, aún con su roja mirada al frente de la ventana.    
   
—¿Crees que ellos ya... —la chica castaña hace una pausa y baja la voz al proseguir— tú sabes? Ambos son del tipo agresivo. Podría haber sucedido más rápido.   
   
Y aunque la chica haya casi murmurado, MinHo logró escucharla, provocando que se ahogara con su propia saliva y comenzara a toser. Ambas chicas voltean a ver al león albino y se asustan.   
   
—Oh, lo siento. Estábamos siendo demasiado ruidosas.    
   
Las dos chicas se van de ahí, notablemente incomodas, pero eso no les impidió seguir hablando cuando creyeron estar lo suficientemente lejos del león.   
   
—¿Es un albino?   
   
—Sí, eso creo. Esos ojos rojos brillantes son un poco espeluznantes, ¿no?   
   
MinHo las escuchó claramente, porque a veces las personas no son tan discretas como uno piensa. Pero al final de cuentas, MinHo ya está acostumbrado a ese tipo de comentarios. Mejor ignora lo que escuchó y devuelve su atención a la cancha de futbol, pero se da cuenta que ya no hay nadie.    
   
Rápidamente sus ojos viajan buscando a JiSung, encontrándolo enseguida en la entrada de los vestidores con una demi-bestia. Al instante, MinHo deduce que ella es la novia de JiSung y quien le dejó aquel olor de feromonas cuando regresó la otra noche... Quizás ellos ya lo habrán hecho. Aunque, pensando un poco más, JiSung parece un poco deprimido.    
   
MinHo se molesta de inmediato al juntar lo puntos del por qué JiSung está deprimido. Se aleja de la ventana y toma sus cosas, pensando en regresar a su dormitorio. Camina pesadamente hacia la salida de la biblioteca, pero no nota como el conserje lanza el agua puerca hacia la ventana abierta.   
   
—¡Oh! ¡Cuidado!   
   
Aquella advertencia fue demasiado tarde, MinHo quedó completamente empapado. Oh, vaya día de mierda que ha tenido nuestro pobre león.    
   
—Oye, ¿estás bien? ¡Lo siento mucho! Solo estaba vaciando el balde y... —MinHo se quita sus lentes de lectura y los limpia, ignorando por un instante lo que dice el señor—. Iré a buscarte una camisa de repuesto en la oficina de conserjería.   
   
—Está bien... Estaba de regreso al dormitorio.   
  
MinHo le da una ligera sonrisa y se va, esperando que no le pase nada más hasta que llegue al dormitorio. Aunque -durante todo el camino- tuvo que soportar el goteo de su cabello y el ruido de sus zapatos mojados.    
   
Cuando llega al dormitorio, directamente se dirige al baño común, estornudando una vez abre la puerta. Cuando está dentro, se percata que alguien está utilizando una de las duchas. Pero no le da mayor importancia y simplemente comienza a desabotonar su camisa; aunque una botellita de acondicionador choca con su pie, notando al instante que rodó desde allá.   
   
MinHo la toma y camina con cansancio hacia la ducha.    
   
—Disculpe, se le cayó esto.    
   
Pasado unos segundos no recibe respuesta y supone que no puede oírlo. Pero una mayor preocupación se instala en MinHo al oler una esencia similar a las feromonas femeninas... Pero mucho más fuerte.    
  
Y no puede controlarse a sí mismo cuando sus colmillos comienzan a crecer y una necesidad inmensa comienza a sofocarlo. Da dos rápidos pasos hacia el frente y quita la cortina de baño, tropezándose con sus mismos pasos y cayendo encima de aquella persona.    
   
—L-lo siento, me resbalé y...    
   
Hasta ese momento, MinHo se da cuenta que es JiSung, quien lo mira sorprendido. Rápidamente, JiSung lo empuja y lo quita de encima, cubriendo su cuerpo desnudo al instante.   
   
—Lo siento.    
   
MinHo sale de ahí y JiSung enseguida cierra la cortina. El león se queda de pie un instante y siente una apuñalada en el pecho, preguntándose por que le lastima, si es natural que JiSung lo evite. Además de que la razón por la que jugó con él en primer lugar fue para que se mantuviera fuera de sus asuntos. Entonces... ¿Por qué se siente así?   
   
MinHo, una vez sale del baño; JiSung -aun en el suelo de aquella ducha, con el agua salpicándole la espalda- puede sentir perfectamente como algo corre desde su interior. Abre su poco sus piernas y baja una de sus manos, pasando de su pene duro hasta su ano, el cual deja salir un líquido caliente y viscoso.    
   
JiSung enseguida cubre su boca con su mano desocupada, cuando comienza a frotar la parte superficial de su orificio, con la yema de sus dedos. Gimotea cuando introduce el primer dedo por completo y lo mueve de adentro hacia afuera. Siente su interior caliente y resbaladizo, pidiendo más.    
   
JiSung sabe perfectamente porqué su cuerpo reaccionó así, siendo la respuesta un cierto león albino de ojos rojos y brillantes.

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