I. Frío.
Me despierto al sentir algo frío en mi mejilla, me hace muchas cosquillas y sacudo las manos para tratar de alejar esa sensación. Abro los ojos lentamente y lo primero que veo es el cielo y algunas cosas cayendo de él.
Vuelvo a sentir la sensación y giró mi cabeza rápido para ver que lo causa, entonces veo a un perrito ahí, con su lengua afuera y mirándome. Me levanto de la banca en la que dormí anoche cuándo me cansé de buscar a mis amigos y a la señora de ojos bonitos. ¿La señora de ojos bonitos? ¡No fui hacia ella ayer, quizá esté muy muy preocupada!
El perro hace un sonido de quejido y tomo mis piernas en la banca, mirándolo con temor, no quiero que me muerda porque no quiero morir.
El perrito pasa su lengua por su pata y luego me mira, creo que es lindo y amigable así que con algo de inseguridad llevo mi mano hacia su pelo. Es suave y está algo sucio, pero aún así continúo haciéndolo.
El perrito se marcha luego de que unas personas de alrededor aparecieran, no parecen ser sus dueños pero habían lanzado comida al suelo, probablemente tiene hambre y por eso se fue.
Entonces mi estómago se mueve, creo que yo también tengo hambre.
Cuándo salto de la banca mi cabello casi se mete en mis ojos y lo aparto. Tengo que regresar con la señora de ojos bonitos, aunque no recuerde por dónde ir.
Camino por las calles y mis huesos duelen mucho, mis pies se sienten muy fríos y quizá sea porque estoy descalza, quisiera tener unos zapatos y la señora de los ojos bonitos me dijo que me los obsequiaría. Es una palabra muy extraña, pero dijo que pronto mis pies no volverán a estar fríos. Muevo mis dedos que se encuentran de un color morado y hago una mueca porque me duele.
Suelto aire de mis labios y me siento en la acera de la calle, he caminado mucho y no he vuelto a ver al perrito. Mientras espero sentada ahí, un señor aparece de la nada con una bolsa negra en la mano, la lanza en un contenedor de basura cómo en el que he dormido y me ve.
Me asusto porque la señora de los ojos bonitos me ha dicho que no hable con extraños, así que trato de alejarme lo más que puedo.
—Hey, niña —el señor dice y su voz suena rara—¿Qué haces aquí con este frío y descalza? —señala mis pies y frunce el ceño.
—No recuerdo mi casa,—le respondo con algo de miedo—. Y no tengo zapatos.
El señor me mira y yo toco mi estómago y me quejo cuándo me duele mucho.
—¿Estás bien?
—No, me duele mucho la panza —señalo mi estómago y unas lágrimas se escapan de mis ojos—. No he comido desde hace muchos días y tengo mucha hambre.El señor oye mis palabras y me mira por mucho rato hasta que veo sus ojos ponerse como agua y empieza a llorar tranquilo. Cierro los ojos y limpio las lágrimas de mi rostro, ¿Lo hice llorar? No, soy mala porque hago llorar a las personas. Se regresa a su tienda corriendo, ¡Si me tiene miedo! Siento pequeñas lágrimas salir de mis ojos y comienzo a llorar, ¿Nadie me quiere? ¿Ahora Dios no me quiere? Dios, por favor, quiéreme, no quiero ser mala. Sólo quiero tener unos zapatos bonitos y una cama, ya no quiero dormir en el suelo.
Escondo mi cara entre mis manos y sigo llorando, quiero a la señora de los ojos bonitos conmigo, quiero que me lleve y no me deje más con la señora mala. Quiero me lleve a mi y a Zoe, Max y Kevin. Quiero ser como las niñas que veo en la calle, que siempre caminan con sus papás y tienen ropa muy bonita coloridad y limpia. ¿Porqué Dios no me da a mis papás?
Alguien toca mi brazo mientras lloro, y levanto la cabeza y veo al Señor de nuevo. Me sonríe y me da una bolsa que tiene en la mano. ¿Qué es?
—Ten, cariño. Esto hará que te deje de doler la panza —apunta la bolsa cuando no la cojo—. Es pan, seguro te gustará. También te traje chocolate caliente, ¿Te gusta el chocolate caliente? No puedo llevarte dentro, pero quiero que te quedes aquí, ¿Vale? Prometo traerte una cobija para el frío.
Me limpio las lágrimas y sonrió poco al escuchar al Señor, ¡Pan! Me gusta mucho el pan, y el chocolate caliente, lo he comido, sí.
—Gracias, Señor. ¿Dios lo trajo para que me cuidara? —le digo, quizá si es cierto, ¡Dios si me quiere!
El Señor me mira por rato y no dice nada. —Estoy seguro que Dios te puso aquí por algo, pequeña. Pero ahora come y bebe lo que te he traído.
Asiento con la cabeza rápido y lo veo regresar a su tienda. Saco el pan de la bolsa, está calientito, y tomo el chocolate caliente.
Sonrió,
Ya no tengo tanto frío.
*
Este capítulo tuve que re-escribirlo porque se borró, los demás serán los mismos. Me dije que a todos les gustó esta historia por lo que es, así que no le cambiaré nada (:
Gracias por leer.
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