•09•
La puerta se abrió de golpe, brindando una clara visión del visitante "menos esperado".
—¡Yoongi! ¿Eres un idiota? —la euforia de Hoseok nublando su propio juicio le impidió percatarse de la situación en general— ¿¡Por qué demonios te metiste en contramano!?
—Joven, por favor le pido que no grite. —intervino la enfermera que se encontraba custodiando el progreso y las maquinarias a mí alrededor.
—Lo siento mucho... —reverencio con prontitud, rojo de la ira.
—Tu eres el idiota, ¿crees qué estamos en alguna cancha? —bufe con las pocas fuerzas que poseía debido a los sedantes brindados vía sonda.
—Vendre más tarde, cualquier cosa acerquense a guardia. —comento la mayor para alejarse de nosotros y pasando por el costado de Jung, quien reverencio una vez más para luego enderezar su espalda con un semblante demandante hacia la camilla en la que me encontraba.
—¿Estás bien?, ¿parece que deseas verme sufrir un poco más?
—Eres un hijo de... —Hoseok es el muchacho más inofensivo que puedes llegar a conocer. El hecho de que se encuentre insultando demuestra que llegó al desborde— ¿No dirás nada?
—Que puedo decirte, estoy aquí sufriendo por la mala situación económica en la que me encuentro. A lo que tu llamas decisiones estúpidas, yo lo llamo necesidad. —gruñiendo por lo bajo debido al dolor ejercido sobre mí hombro.
—Tch. —chasqueo su lengua para acercarse hasta la camilla, desligando una correa de su mochila por el brazo, sacando de está una botella de agua mineral y sirviendo sobre un vaso de telgopor para extenderlo hacia mí dirección— Bebe y cierra la boca.
Con una media sonrisa acepte el gesto, después de todo, tenía razón en algo, tarde o temprano, el trabajo terminaría por agotarme.
—¡Tae deja eso! —volvimos la mirada hacia el pasillo detrás de la puerta. El bullicioso ruido recreado por dos infantes no tardó en traer consigo un claro reclamo por parte de los trabajadores del hospital.
—Par de idiotas.
—Que oportuno, ¿verdad? —ironizo mí buen amigo para acercarse hasta la puerta e ir a buscarlos.
Recuerdos reaparecen, por mucho tiempo quise borrarlos, creo que hoy me volví un poco más fuerte. Ya no duelen, me hicieron crecer, conocerme a mí mismo.
Aveces, no es necesario que alguien más te rescaté, hay veces, en donde deberás de ser tu propio héroe. Y eso está bien.
—Hyung, ¿qué se siente ser atropellado? ¡Ahg! —se quejo al recibir un golpe en su cabeza por parte de Jungkook.
—No seas tan brusco Tae. —reclamo, mientras el más alto sobaba la zona afectada.
—Ni que fuera tu papá el que lo atropellara. —mufo, por lo que me vi obligado aclararle.
—Estoy bien rata. —este bajo la mirada al escuchar mí voz baja— Dile al viejo que me consiga una bicicleta para la próxima. —una pequeña sonrisa se esbozo en sus labios.
—Tal vez y te hace crecer un par de centímetros. —comento burlón Hoseok con respecto a las creencias de Taehyung.
—Oye, en mí defensa, toda mí vida anduve pedaleando dos ruedas. Mírame, soy más alto que Kookie.
—Se llama genética Tae, es imposible que por pedalear...
—No te enojes chaparro, ya creceras. —la risa se apoderó de la habitación.
Solemos creer, erróneamente, que debemos ser complemento de alguien más, que necesitamos a alguien más. Cuan equivocados vivimos, enviciados en un imaginario romántico. Nacimos completos, no le pertenecemos a nadie más que a nosotros mismos.
Tenemos el poder de elegir, estancarnos o avanzar.
Nadie nos podrá arrebatar ese poder jamás.
Unos golpecitos sobre la puerta irrumpieron las risas de los más jóvenes.
—Adelante. —la mirada de los tres muchachos se enfoco sobre el nuevo ingresante, quedando en completo silencio. Hoseok fue el primer en intervenir y saludar al rubio.
Pero a veces, nos gusta la presión ejercida. Porque internamente, solo estamos dañados.
—Me alegra que hayas llegado bien. —intervino el mayor con una sonrisa.
Completamente despedazados.
—Nosotros tenemos que regresar, hay un trabajo que tenemos que completar. —se puso de pie Jeon.
—¿Trabajo, cuál? —meneo su cabeza Tae, siendo corregido por la mirada del menor— Ah, claro ¡cierto! —rio tontamente— Lo había olvidado. —se puso en pie para tomar su campera y saludarnos antes de salir apresurados.
—Es tan mal actor que da pena. —nego Hoseok para voltear a vernos— Los dejaré a solas, iré al buffet, cualquier cosa. Ya saben. —golpeo el hombro del menor y se alejó cerrando la puerta por detrás.
Hay ocasiones, en donde nos sentimos acorralados, asfixiados, completamente solos y nadie logrará entendernos. Pero eso no significa que estamos locos, al contrario, nos vuelve vulnerables, humanos.
—¿Por qué no me dijiste? Solo esquivas mis mensajes, siempre lo has hecho. Pero esto... es otro nivel, incluso para ti.
Algunas veces, nos encontramos aprisionados en dicha euforia. Adrenalina pura, corriendo sin rumbo, el pecho bombeando sangre a todo pulso, el tiempo se detiene y deseamos terminar con todo.
—Aveces... suelo tratar con desprecio a las personas que se supone debo amar.
Y es que no puedo ver con claridad, la mayor parte del tiempo, solo divago en mis propios pensamientos y cuando al fin logró apreciar con nitidez, al menos un poco, las cosas se tornan difíciles de tratar. De sobrellevar.
—No quise alejarte.
—Pero lo hiciste. Nos dejaste atrás. Me dejaste detrás. —con una mueca declaro— Ni siquiera se porque lo sigo intentando, porque me sorprende. Pero no termino de entenderlo.
Tampoco lo hago yo, quizás sea porque me cuesta creer... que alguien puede amarme a pesar de todo.
—La primera vez que hablé con la psicóloga, comente que había personas que no parecían valorar todo el esfuerzo que hago por ellos.
Recuerdo los insultos de mamá, los golpes brindados, las botellas esparcidas por toda la sala. Un niño llorando en su cama. Creyendo que no era suficiente. Que debía de esforzarse más, a la espera de una buena calificación.
—No pude olvidarme su respuesta.
El maquillaje en exceso en el rostro de una bella mujer, quien defendía su aptitud nociva delante de sus hijos menores. Pero nunca logro avanzar del maldito círculo.
Un muchacho con gustos particulares, inadaptado, reservado... la mayor parte del tiempo, padre de dos adultos y un niño pequeño.
No me conozco a mí mismo, ¿por qué se supone que otros deberían de conocerme?
—“A veces estamos tan presentes que nos volvemos invisibles, insípidos.” —una sonrisa apenada se poso en mis labios— Fue una gran patada de huevos, y una mucho más dura al pecho.
—Hyung...
La ignorancia es el peor pescado de todos.
—Jimin, no dejes que te rompan como lo hicieron conmigo. Por favor...
Soy consciente de lo egoísta que sueno, pero nadie puede cambiar la mentalidad, los hábitos nocivos y dañinos que otros poseen, sin su previo consentimiento.
La mayoría de padres no están preparados para ejercer el rol que les tocó, en mí humilde opinión, creo que cualquier ser humano que desea formar una familia, debería primero hacerse un estudio psicológico.
¿Por qué traer niños al mundo para sufrir? Para romperlos una y otra vez.
Lo que aprendí de ellos como progenitores, es que no quiero repetir sus patrones.
Aveces nos encontramos tan acostumbrados al dolor, que se vuelve agradable. Creemos que debemos adaptarnos, aceptarlo.
Pero yo no quiero ser igual que ellos. Tomo la desición de decir basta.
No quiero ese instinto animal. Y lucharé por ello si es necesario.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top