Ethan Frye era un hombre sumamente terco, especialmente desde que había enviudado, y había terminado por adquirir ese desagradable hábito de fumar, así comenzaba su día; una taza de café, un cigarrillo y esto en compañía del diario, otro cigarrillo más mientras se encaminaba a su trabajo, otro de regreso, y un par más en su caminatas nocturnas por el parque; a menos que estuviera Charles; el francés lo despojaba de sus cigarrillos durante sus visitas.

Charles, el hombre que, con el tiempo se había dado cuenta de sus propias orientaciones, claro, apoyaba incondicionalmente a su pequeño cuando este se confesó gay, pero, cuando notó sus propias dudas se atmorizó; había crecido en tiempos muy distintos a los de su hijo, y por menos que eso hubiera sido, seguramente, acosado y llamado "marica" entre muchas otras cosas; y aún así, ahí estaba, secretamente suspirando por Ethan, sin poder hacer nada más allá de intentar cuidarlo.

Durante la cena con Jacob, Evie y Cecily, Charles estaba más serio de lo normal, y no paraba de mirar a Ethan, mientras tanto, el inglés actuaba con la mayor naturalidad posible, aunque una tos persistía.

Menos de media hora antes de que los chicos llegasen, Ethan había estado hablando con Charles, precisamente sobre la tos que aquejaba a Ethan desde hacía varias semanas, Dorian se negaba creer lo que Ethan le había dicho con tanta tranquilidad; "es algo que pasa, Charles, todos vamos a morir en algún momento" Oh sí, Ethan Frye estaba muriendo; luego de tantos años, todas esas cajetillas habían surtido efecto.

—¿No irás al médico?— Preguntó Jacob, más irritado que preocupado por la molesta tos de Ethan; la expresión de Charles se ensombreció, contraria a la de Ethan, quien sonrió, sin intención alguna de develar a sus hijos el nuevo problema que lo aquejaba y luego negó.

—Ya pasará...

Terminada la cena, los chicos se dirigieron a la habitación de Jacob para acomodarla un poco y acondicionarla para Cecily, dejando a los mayores a solas una vez más.

—¿Al menos tomarás el tratamiento?— Charles preguntó, sentado a la mesa aún, su apetito se había ido y su plato estaba prácticamente intacto; contuvo la respiración cuando Ethan se acercó; si bien años atrás el aroma a cigarrillo y cuero impregnado en las prendas del inglés le habían hecho suspirar y fantasear, todo eso se había esfumado, ahora no podía evitar angustia al pensar en cuánto tiempo le podría quedar al hombre.

—¿Quimioterapias? Olvídalo, Evie y Jacob ya son perfectamente capaces de valerse por cuenta propia, y estoy seguro de que Cecily se quedaría con el mejor de los abuelos que tiene. Así que no veo por qué torturarme con eso.

El francés no daba crédito a lo que acababan de escuchar sus oídos, comenzando a negar con aire de decepción.

—¿Qué?

—Eres un idiota. —Murmuró Charles, para sorpresa de ambos.

—De cualquier manera, no veo por qué te preocupas tanto... Tienes otros amigos que podrías visitar los viernes, como Francois. —Ethan continuaba restando importancia al tema.

—Mis otros amigos no se están muriendo, Ethan.

—Ajá, bueno ¿y a qué viene todo este interés por mi salud?

Frye se cruzó de brazos, comenzando a irritarse, sus asuntos no incumbían a Dorian de todos modos.

—Yo... yo... —El castaño se obligó a callar, una vez más sus sentimientos, si Ethan deseaba tanto morir, no era quien para impedirlo, aún cuando la idea de verse privado de ese maravilloso hombre lo mataba un poco por dentro, optó por dejar zanjado el tema y fue a recoger su chaqueta para marcharse.

Cecily regresó al comedor, buscando al abuelo Dorian, quien había prometido que harían algunas galletas después de ordenar la habitación, lejos de ello, solo encontró a Ethan, sujetándose del borde de la mesa, inclinado, su tos sonaba peor, y luego, dio un pequeño saltito hacia atrás al ver a su abuelo escupir algo de sangre en medio de la tos, con lo que comenzó a llamar a Jacob, y a tratar de darle palmaditas a su abuelo en la espalda, aunque con esfuerzos y alcanzaba su costado, pero había visto a Shay auxiliar así a Arno, aunque este nunca había escupido sangre.