Segundo


La multitud rodeaba el deplorable cuadrilátero al centro de la abandonada arena, algunos abucheando, otros lanzando vítores al campeón preferido por la mayoría, Jacob Frye, quien daba algunos pequeños saltos desde su esquina y movía el cuello de un lado a otro, inhalando y exhalando con pesadez, tensandose ante el tacto de Maxwell quien, con una toalla limpiaba el sudor de su tostada piel. La campana sonó; Jacob sabía de sobra que era mejor abstenerse de dar el primer golpe, y en lugar de ello concentrare en su defensa o en esquivarlo, lo que ocurriese primero.

Su oponente le sacaba poco más de una cabeza de altura, y quizá era el doble de masa muscular que él, pero eso no lo intimidó; mientras daban algunos pasos a los costados, como una silenciosa danza, Jacob pudo ver a la mayoría de las personas en las gradas, algunos era rostros conocidos, como los de sus amigos; Freddy y Alexander, Evie también estaba ahí, aunque su rostro reflejaba un poco de descontento. No supo el motivo de este hasta que alzó la mirada hacia unas gradas arriba; y ahí estaba él.

Jacob pudo jurar que la iluminación del lugar caía sobre él con un halo casi angelical, aún si su capucha azul caía sobre su rostro cubriendo sus ojos; el dolor sobre su costado le hizo regresar al momento y dejar de lado la apreciación del hecho de que Arno había ido a verle pelear, y no sólo eso; sino que en sus piernas estaba sentada su pequeña, cubierta con un esponjoso suéter rosado. Sí, eso logró distraer lo suficiente a Frye para no cubrir el primer golpe que recibió y que le dejó sin aliento por unos segundos.

Si algo tenía Jacob, era un ego lo suficientemente grande como para no permitir que le propiciaran una paliza, al menos no frente a su hija, que, al momento de ver cómo Jacob era atacado tapó sus ojitos con sus regordetas manos. No, no permitiría que su pequeña se llevara una mala impresión de él en la primer pelea; por lo que ni bien se hubo recuperado del golpe, ya se encontraba atacando a su oponente, en una ráfaga de golpes, asestando en los costados y la mandíbula, hasta que el sonido de un golpe seco contra la lona indicó que Frye había ganado el primer asalto; haciéndole volver a su esquina, donde Maxwell estuvo más que atento al chico.

Arno puso una mueca de disgusto con la escena, no porque estuviese celoso, claro que no, si Jacob tenía una vida romántica o no, le daba lo mismo, después de todo, él tenía a Shay, que además estaba sentado a su lado, ayudándole de vez en vez a cargar sobre el regazo a una inquieta Cecily que volvía a cubrir sus ojitos cuando Jacob recibía un golpe. Pero no; las náuseas de Arno provenían simplemente de ver a Roth. Decir que odiaba al hombre era más bien poco, desde que el momento en que lo conoció, sobretodo, por cómo se había atrevido a coquetearle a Jacob aún a sabiendas de que tenía pareja.

Se relajó cuando comenzó el segundo asalto, perdido en la forma en que Jacob se desplazaba por el cuadrilátero, en cómo su piel brillaba por la ligera capa de sudor que cubría sus músculos, aquello lo hizo sonrojar, desde luego conocía de sobra cómo lucía su cuerpo cubierto por sudor; estaba encantado con su habilidad para el combate, aunque no era de sorprenderse, incluso Shay parecía bastante entretenido mirando la pelea; sorprendido que, al final del segundo asalto el contrincante de Jacob perdiera por un knockout, mientras que el inglés alzaba los puños cubiertos por los voluminosos guantes al cielo a modo de celebrar su victoria.

Cecily comenzó a aplaudir, aunque no tenía mucha idea de lo que pasaba, sólo que el chico del que Arno tanto le había hablado y le había mostrado en fotografías parecía feliz, y si su padre estaba feliz entonces ella también; aunque en realidad Cecily era más que feliz celebrando todo, cuando Shay volvía a casa siempre era recibido por una pequeña saltarina que no paraba de aplaudir para luego ir a llenarlo de besos.

Casi veinte minutos después del enfrentamiento, cuando una buena parte de las personas se marcharon, Jacob apareció tras haberse escabullido por una de las puertas del almacén que había sido acondicionada para conducir a los que ahora eran las duchas y vestidores. Maxwell se acercó con intención de abrazarlo y felicitarlo por haber salido victorioso, pero Frye le detuvo en seco, poniendo su mano en su pecho, guardando distancia. Los amigos del chico se despidieron con un movimiento de mano, Evie le dedicó una mirada, preocupada, era la única que estaba al tanto del regreso de Arno y de la existencia de Cecily.

Subió a las gradas, donde aún se encontraban sentados Arno y su hija, además del sujeto que supuso era la nueva pareja de Arno.

—¡Papi! —Cecily bajó del regazo de Shay y se lanzó corriendo a brazos de Jacob, esta vez, el británico no dudó en cargar a su pequeña, percatandose con la cercanía de que no sólo había heredado sus ojos, sino que, además tenía unas pequeñas pecas por su carita, iguales a las de Ethan; el detalle le hizo sonreír.

—Jacob, él es Shay, mi...

—Prometido. —Completó Shay alegremente, estrechando la mano que Jacob tenía libre. Frye miró al sujeto de arriba hacia abajo discretamente, iba bastante formal incluso si la ocasión no lo requería. También llamó su atención el evidente hecho de que era varios años mayor que Arno, o eso aparentaba; de cualquier forma, no podía quejarse o decir cosa alguna.

—Sí... bueno, Shay, cariño, él es Jacob, el padre de Cecily.— Arno terminó la presentación, un poco incómodo, quizá por el entusiasmo que mostraba Shay, pero no estaba del todo seguro.

—Un placer, aunque no creo que hayan venido hasta aquí sólo a ver una pelea ¿me equivoco?— Frye rascó su nuca, con la mano libre y entregó a su hija a los brazos de Arno, no sin antes despedirse dejando un beso en su frente, Arno a su vez la entregó a Shay, ambos llenaron de besos el rostro del francés.

—Te veremos en casa para la cena... —Shay besó los labios de Arno con suavidad antes de marcharse con la niña, quien se despedía de su padre agitando su manita.

—Jacob ¿Que ha sido... ? Ah, tú... —Maxwell se quedó pasmado en su lugar, alejado de Jacob por un par de pies; no era novedad que su ¿novio? se quedara a saludar ocasionalmente a los asistentes, y era particularmente entre los niños; pero no se molestó en ocultar su desagrado al ver a Arno ahí, de pie; al menos supuso que los que se habían marchado eran su nueva familia y no debía preocuparse (tanto) de que intentase recuperar a Jacob.

—También me da gusto verte, Roth. Jacob, ¿nos vamos?— Jacob no pudo evitar reír por lo bajo ante el frío trato de Arno, era como en los viejos tiempos. Asintió y se colocó la cazadora de cuero.

—Te veré mañana, Maxwell.

La despedida de Jacob fue cortante, y aquello logró herir a Maxwell, porque, luego de tres años Arno aún podía hacerlo quedar en segundo plano mientras él se convertía en el centro de atención de Jacob. 

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