Quinto
Evie Frye era la última persona que Arno esperaba tener que ver; peor aún, afuera de su hogar, con esa expresión tan fría y sus ojos, un par de punzantes cristales azules, apuñalandolo. tragó saliva y se hizo a un lado, dejando a los gemelos Frye entrar a su hogar.
Cecily bajó los escalones tan pronto como le era posible, procurando no tropezar con los bordes de su vestido; prenda que el mismo Arno había confeccionado a gusto de su pequeña; Shay la seguía detrás, con un gran peluche, un oso con una camiseta verde; un ojo aún lo mantenía tal como cuando había salido de la fábrica, el otro era ni más ni menos que un botón, verde también. además tenía una maleta con las prendas de la pequeña.
—Se llama Jey Jey. —Explicó Cecily al británico, quien asintió con una sonrisa, la cual se desvaneció ante el comentario de Shay.
—Es importante que lo tenga para dormir, sino no lo hará... también le gusta que le cuente historias, tiene un libro en su maleta.
Claro, a Jacob poca gracia le hacía que el sujeto con quien Arno salía ahora supiera más de su hija que él mismo.
Evie permaneció en su lugar, en silencio, cosa que disfrutaba hasta que Jacob la hizo presentarse y, para sorpresa de todos, agradeció a Shay su esfuerzo por ser un buen padre, aún con una niña que ni siquiera era de él. Cormac notó el rostro de su prometido ponerse rojizo, furico por el comentario fuera de lugar; aunque Shay no le dio importancia alguna.
—Pero Shay es mi papá también. —Protestó Cecily y si bien ya estaba tomada de la mano de Jacob, lista para irse, regresó hacia el irlandés y se aferró a su pierna en un abrazo, logrando hacer agacharse al mayor, quien recibió un pequeño "ataque" de besos, especialmente en su cicatriz, marca que Cecily gustaba de llenar con banditas adhesivas decoradas con poneys.
Shay sonrió y luego de un corto abrazo dejó ir a la pequeña para que se despidiera de Arno y finalmente se marchara con Jacob.
A esas alturas, Cecily no estaba ya muy segura de querer irse a casa de su otro padre, no si Evie se iba a quedar, su semblante lograba asustarla e intimidarla, aun cuando Evie no había dicho alguna otra palabra más.
En el auto, la menor tomó su peluche abrazándose a él.
Decir que Evie odiaba a Arno quizá podía ser un poco exagerado, Evie no le tomaba importancia al francés hasta ese punto, pero sí le desagradaba. Si bien, años atrás habían mantenido una relación tan buena como cabía esperar entre cuñados, toda la estima que Evie le tenía se había ido al caño cuando Dorian sin más, había dejado a su hermano menor hecho pedazos emocionalmente; y más la enfurecía, que este hubiera tenido una hija y nunca hubiera mencionado nada al respecto.
No llegaron al departamento de Jacob, no era un lugar en condiciones para recibir a la pequeña, en cambio, fueron a la casa de Ethan, quien estaba más que gustoso de recibir a su nieta y a Jacob los fines de semana, después de todo, se había sentido bastante solitario desde que sus dos "pequeños" habían abandonado el nido.
Cecily miró de abajo hacia arriba a su otro abuelo, tenía un aspecto mucho más duro que Charles, y mientras él tenía un agradable aroma a vainilla por hornear pastelillos, Ethan estaba envuelto en un desagradable aroma a cigarrillo, y su tos, no hizo otra cosa que asustar a la niña, que pronto se escondió tras Jacob.
—¿Sigues con eso?— Jacob reprendió a su padre, el mayor se encogió de hombros como respuesta, desde que había enviudado Ethan se había descuidado por completo y poco le importaba ya morir o no.
—Es el hombre más terco del mundo, no lo harás cambiar de opinión.
Los gemelos y Cecily parecían sorprendidos al ver ahí a Charles Dorian, claro, entre ellos la amistad no se había roto aún tras la separación de Arno y Jacob; de hecho, los viernes por la tarde Dorian visitaba a su amigo para jugar un par de partidas de ajedrez, además de reprocharle sus malos hábitos.
Cecily abandonó su escondite y corrió a brazos de Dorian, al menos era quien le resultaba más familiar entre todas esas personas, luego saludó a Ethan aunque procuró no acercarse demasiado, el aroma del cigarrillo era algo a lo que no estaba acostumbrada y le resultaba desagradable, pero eso no le impidió mandarle besos a su abuelo con su regordeta mano.
La cena fue bastante buena, gracias a que Charles había hecho la mayoría, la ayuda de Ethan se había limitado a acercar los platos y utensilios, mientras jugaba dominó con Cecily, la pequeña no tenía idea de que estaban haciendo, y la partida era más bien entre Jacob y su padre.
Hubo un detalle que no pasó desapercibido para Jacob, y era la manera en que Charles veía a Ethan.
***
Pues no me he muerto banda, aunque sí quería, pero weno
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top