Cuarto


Jueves por la noche, y ahí estaba Arno, acomodando el vestido de Cecily, así como su suéter a juego, debía admitir que el color verde le sentaba bastante bien a la niña y hacía resaltar sus ojos, claro que había aprendido eso de Jacob, por esa razón el guardarropa de la pequeña era, en su mayoría verde. Shay llamó a la puerta, distrayendo a Arno de los detalles finales, haciéndolo acomodar mal los botones del suéter de su hija, consiguiendo que Cecily los desabrochara para tratar de acomodarlos correctamente.

—¿Mi rey y mi princesa están listos? —Shay preguntó, acercándose a su prometido y rodeando su cintura con un brazo, ganándose un beso en el mentón por parte de Dorian.

—Sí ¿estás nervioso? —Shay negó un par de veces, no estaba nervioso, estaba por conocer en menos de una hora al padre de su increíble novio ¿qué podía salir mal en ello? Además, ya se habían conocido en videollamada, pero en persona era algo distinto.

Cecily estiró sus brazos hacía Cormac, acurrucandose en sus brazos.

—No estoy nervioso, aunque admito que me encantaría tener su aprobación para casarnos, tampoco dudaría en robarte y casarnos en Las Vegas en el primer fin de semana que Jacob se quede con nuestra pequeña. —Respondió finalmente, con determinación, riendo y caminando escaleras abajo hasta la salida, una vez afuera, dejó a su pequeña en el asiento trasero con el cinturón de seguridad bien puesto y aguardó a que Arno les alcanzara, tomando asiento como copiloto, pues lo cierto era que no tenía aún un gran conocimiento de las calles londinenses.

Arno permaneció unos instantes más en la habitación, mirándose al espejo, pese a que apenas habían pasado un poco más de tres años desde la última vez que había estado en Londres, era la primera vez que realmente había caído en la cuenta de cuánto habían cambiado las cosas, se había marchado hacia un futuro incierto, completamente sólo y ¿para qué negarlo? atemorizado. Pero ya no más, tenía a su pequeña, su mayor motivo para sonreír y avanzar hacia adelante, y además, le acompañaba un buen hombre, no podía pedir más aunque así lo hubiese querido.

Aunque todo aquello creyó que lo tendría con Jacob.

Se obligó a sacar a Frye de sus pensamientos, lo único que los enlazaba era tener una hija en común y sólo eso, puso su mejor sonrisa y bajó a dónde Shay y Cecily le esperaban pacientemente; con ánimo renovado besó a Shay, dedicó una mirada de reojo a su pequeña y puso el auto en marcha.

La casa de Charles Dorian se encontraba localizada en el barrio de Whitechapel, en realidad no estaba muy lejos del parque al que Arno había acudido un par de días atrás, pero no había querido visitarlo hasta haber terminado de arreglar la mudanza, aún si Shay había insistido en acudir cuanto antes.

El hombre estaba sentado en una banca blanca que decoraba el pórtico, con sus gafas y un libro en mano; alzó la mirada cuando el suave rugido del motor del auto anunció su llegada; se puso de pie, e inevitablemente sonrió al ver a su pequeña en persona por primera vez, siendo llevada en brazos por Arno; y claro, no pudo evitar recorrer con la mirada a su acompañante, aunque la cicatriz en el rostro de Shay le inspiraba algo de desconfianza se relajó al ver la forma en que este miraba a su hijo, después de todo, lo que le importaba era ver bien a Arno.

—Bueno, será mejor que pasen.

Charles guió a la pareja al interior de la acogedora casa; estaba tal cual Arno la recordaba unos años atrás; un nudo se formó en su garganta al recordar la última vez que había puesto un pie ahí; sus lúgubres pensamientos fueron interrumpidos por un cariñoso beso en la mejilla de parte de su hija.

El mayor de los Dorian ya tenía la cena lista, sólo había estado esperando a que los chicos llegasen en realidad; y todo transcurrió como estaba previsto; Charles interrogó constantemente a Cormac, y aunque eso ya lo habían hecho por videollamada, a Charles ahora le era más sencillo detectar si Shay mentía en alguna de sus respuestas; cosa que no fue así.

—¿Qué pasa?— Preguntó el mayor a su hijo mientras ordenaban la cocina; Cecily por su lado jugaba con Shay, de modo que se encontraban bastante ajenos a lo que los franceses tenían por hablar.

—¿De qué hablas? Todo va bien... Shay es un buen hombre si es que eso aún te preocupa, aunque no debería...

—¿Qué hay sobre Jacob, Arno?— Su padre fue tajante, y el chico sólo bajó la mirada; si bien no esperaba que Frye lo recibiera con los brazos abiertos, le lastimaba en cierta medida su actitud distante. Negó un par de veces y alzó la cabeza, recuperando su ánimo inicial.

—No es nada, fue lo que fue en su momento; ya sabe de Cecily, de hecho mañana pasará el día con ella.

Las arrugas en la frente de Charles se hicieron aún más notorias cuando el hombre frunció el ceño en desaprobación.

—No te crié para jugar con los sentimientos de los otros, Arno. Shay es un buen chico, lo sé, y lo sabes, y también sé que no es el "sustituto" que esperabas ¿por qué hacerle esto al pobre?

Arno se quedó pasmado en su lugar, sin terminar de entender lo que acababa de suceder.

Cuando se recuperó, le dio un par de vueltas a lo que Charles acababa de decirle, sintiendo un poco de opresión en el pecho al salir de la cocina y regresar a la sala, preguntándose a sí mismo como era que había permitido llegar tan lejos las cosas con el irlandés que no paraba de reír con el pequeño ataque de besos de Cecily; y luego repitiendo incesantemente, que Shay era un excelente partido, que podía ser feliz a su lado; al menos Cecily disfrutaba bastante la compañía y cuidados de su amoroso padrastro. 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top