Capítulo 19
Subo a la cima de aquella montaña que escalé en una ocasión en compañía de Jonathan, acompañada de sus familiares y amigos, quienes lloran su pérdida con gran desconsuelo. En el centro del terreno florecido hay una tumba de mármol, cuya superficie está adornado con rosas y diversos detalles que recuerden felices tiempos pasados. Avanzo hacia el frente, restando la distancia que me separa de ella, pero no me sitúo a pocos centímetros de ella, ya que Alice Waymoore está arrodillada ante la tumba de su hijo, aferrada a ella con fuerza, llorando desconsoladamente. Nathaniel Eastwood está a su lado, pasándole el brazo por encima de los hombros y acompañándola en el sentimiento, reflejando en su rostro el dolor que siente.
Entierro mi rostro en el pecho de Elián, quien me refugia entre sus brazos, y derramo las pocas lágrimas que me quedan, sintiendo una vez más el escozor en mis lagrimales y el recuerdo de la muerte de Jonathan más vivo que nunca. Algo en mí continúa diciéndome que no es posible que haya sucedido, aunque la realidad es muy distinta. Se ha ido de este mundo y la angustia que siento ante la duda de volverle a ver me reconcome por dentro. Solo mi corazón y mi memoria son testigos de las palabras que he callado durante todo este tiempo, los te quiero que he guardado para mí, por miedo a gritarlos a pleno pulmón. Ahora el cazador se ha ido sin saber que le quiero y que yo también me alegro de haberle conocido y haber compartido con él parte de mi vida. Ojalá pudiera retroceder en el tiempo para poder confesarle cuánto significa para mí y cuánto desearía abrazarle y mirar una última vez sus enormes ojos azules.
Camino hacia el frente y me arrodillo junto a la tumba una vez que Alice y Nathaniel se han alejado para recibir el pésame de los más allegados. Deposito sobre la superficie una rosa roja, así como las fotografías que nos hicimos en aquel festival. Sonrío al recordar su declaración en la noria y nuestras caídas en la pista de patinaje de hielo. Ashley se sitúa a mi derecha y Abby a mi izquierda, mientras que Cormac, Samuel y Daniel optan por enfrentarse a nosotras. Adrien se arrodilla en uno de los laterales y acaricia la superficie de la tumba, derramando un sin fin de lágrimas. Elián Vladimir ocupa el otro lateral, de manera que queda enfrentado al cazador moreno. Todos y cada uno de nosotros unimos nuestras manos en el centro y nos juramos, en silencio, estar hay para el otro sin importar lo que pueda suceder, permaneciendo siempre juntos.
-Felicidad- dice Ashley.
Todos la miramos desconcertados por su intervención.
-Ese era su deseo. Felicidad para todos nosotros. Y hubiera sido fantástico que pudiera compartir esos momentos de dicha a nuestro lado.
-Jonathan fue un gran amigo- confiesa Cormac, enjugándose las lágrimas con la manga de su elegante chaqueta negra-. Nada será igual sin él.
-Va a ser duro no poder verle a diario- aporta Daniel, aferrándose a la mano de Abby-. Te has bajado del tren antes de tiempo, ¿eh? No es justo. Ahora tendremos que seguir adelante sin ti.
-Eres un cara dura- bromea Abby, esbozando una sonrisa triste-. No vas a poder presentarte a los exámenes finales. Te has quitado un gran peso de encima.
-Estoy segura que en realidad lo que quería era perder de vista a esta pandilla de locos- comento, consiguiendo que el resto suelte una risita.
Elián observa la tumba de Jonathan con cierta consternación.
-Te has ganado mis respetos, rubito. Lo has hecho bien. Espero que estés bien allá donde estés.
-Fuiste un amigo increíble, un cazador insuperable y un compañero de aventuras único.
Le dedico una sonrisa a Adrien, agradeciéndole ese último comentario, y él me la devuelve y, por primera vez en mucho tiempo siento que me mira con aprecio, sin rencor por la muerte de su hermana Lydia. Con tan solo una mirada me demuestra cuán agradecido me está por haberle dado una vida de posibilidades en un tiempos limitado. Y yo, a cambio, le dedico un asentimiento, convencida de que fue él quien transformó mi mundo y le aportó un sin fin de color. Jonathan Waymoore fue esa balsa que me salvó de la tormenta en la que vivía y le estaré agradecida por ello eternamente.
La brisa fresca hacer ondear nuestros cabellos y erizar nuestra piel. Aún así permanecemos inmóviles, mirándonos los uno a los otros con los ojos anegados en lágrimas, sonrisa triste en los labios y pupilas apagadas como consecuencia del trágico incidente, compartiendo el dolor que nos aprisiona el pecho e incluso nos asfixia en ciertas ocasiones. Todos los presentes estamos combatiendo con los demonios de nuestras cabezas y contra la tormenta que recién acaba de estallar en nuestro interior con la intención de arrasar con todo. Y lo lograría si no fuera por ese pequeño ápice de esperanza que vive en nuestros corazones.
Poco a poco la multitud se va dispersando, abandonando la cima de la montaña en la que yace enterrado el cuerpo inerte del chico más increíble que he conocido jamás. Cuando quiero darme cuenta soy la única que continúa pegada a la tumba, observando los ramos de flores y los pequeños detalles que han aportado los familiares y amigos del cazador. Hago ademán de ponerme en pie y volver junto a Elián Vladimir, quien me espera a pocos metros, cuando me percato de la existencia de una manta blanca con un lazo azul en un extremo de la tumba, acompañada de unos patucos. Esta última ofrenda hace referencia a la abuela de Jonathan pero la anterior, sin embargo, es de identidad desconocida. Me hago con ella y descubro una inscripción en la que se puede leer; A veces sucede que una mala decisión termina convirtiéndose en la más acertada, y ese error que creíste haber cometido llega a ser lo mejor que pudo pasarte en la vida. Juntos por siempre, sin importar la distancia que nos pueda separar. Velaré por tí todos y cada uno de los días de mi vida, Jonathan Eastwood.
Deposito la manta en su respectivo sitio, con las palabras resonando en mi cabeza, preguntándome quién pueda haber sido la persona que ha hecho esa ofrenda. Sea quien sea debe querer con todo su corazón al cazador que acaba de fallecer, aunque lamentablemente ya no tenga la oportunidad de decírselo en persona. Confío en que continúe velando por su alma.
Me acerco a Elián Vladimir, quien me envuelve con sus brazos, haciéndome sentir como en casa, y me conduce hacia el sendero que conduce nuevamente al bosque. El vampiro ejerce una leve presión en mi hombro, aproximándome un poco más a su persona y termina por depositar un beso casto en mi frente.
-Con tan solo mirarte puedo ver todos y cada uno de los pedazos rotos de tu corazón- admite, acariciándome la cabellera castaña-. Me sorprende la enorme fuerza de voluntad que tienes en tu interior, tu capacidad para salir adelante a pesar de las adversidades, aunque ello suponga guardar silencio e ir uniendo poco a poco los pedazos rotos de tu corazón hasta lograr recomponerlo de nuevo.
-Ni siquiera sé cómo es posible que me queden fuerzas todavía- murmuro, con la voz quebrada por el llanto-. Cuando un corazón se rompe tantas veces corre el riesgo de perder algunas de sus piezas, de manera que cuando llega el momento de reconstruirlo te das cuenta de que no puedes, tienes que dejarlo a medias. Así es como está mi corazón ahora, incompleto.
-Entonces lo completaré con los fragmentos del mío.
-No creo que puedas. Hay demasiados huecos.
-Me arrancaré el corazón del pecho y te lo daré sin dudarlo. Porque no hay nada que me importe más en este mundo que tu felicidad, maldita sea.
Elián acoge mi rostro entre sus manos y me besa románticamente.
-Gideon nos espera la cabaña.
Asiento.
-Estoy segura de que se pregunta dónde está la cuarta reliquia.
-Sobre eso, hay un tema que debemos tratar cagando leches.
Caminamos hacia la casa de madera con ímpetu y tras llamar al timbre permanecemos a la espera de ser recibidos por un miembro del interior. Quien nos abre es Frederick Anderson, quien se hace a un lado para cedernos el paso y tras asegurarse de que no hay nadie en las proximidades cierra la puerta justo detrás de nosotros. Nuestro guía nos hace una seña para que le sigamos a la habitación correspondiente y obedecemos de inmediato. En nuestro trascurso de la entrada al salón me percato de la existencia de un portátil sobre una mesa, mostrando en su pantalla encendida la aplicación de wallapop, donde se vende preservativos de segunda mano. Sonrío al recordar la descabellada idea de Fred al poner en vente estos artículos en internet. Aunque, en cierto modo, me tranquiliza la idea de que los venda en vez de hacer el reto del condón. Sería muy embarazoso.
En el salón nos esperan Kara, quien toma asiento en el sofá, Gideon Sallow que está de pie, con las manos en la espalda, caminando de un lado hacia otro, meditando en silencio, Adrien Lovegood y todos y cada uno de mis amigos, rememorando viejos tiempos. Al vernos llegar se forma un incómodo silencio seguido de unas inquietantes miradas que se depositan en mi persona. El brujo se gira entorno a mí y esboza una sonrisa.
-¿Cómo es posible que sea la cuarta reliquia?- inquiero saber.
-La cuarta reliquia, como bien sabéis, es emocional, según afirmó en una ocasión Amèlie Delacour, por lo que únicamente podía residir en el interior de una persona y, por circunstancias de la vida, ese alguien eres tú, Ariana Greenberg.
-Gideon, yo no puedo ser la cuarta reliquia. Ni siquiera era consciente de esos poderes.
-Ese fuerte poder que manifestaste anoche fue la prueba que confirmó lo evidente. Además, el collar de Auriel era un gran aliado a la hora de mantenerte a salvo en situaciones de peligro.
-¿Por qué nadie sabe acerca de ello?
-Porque solo las personas que son capaces de amar son merecedoras de descubrir la magia que oculta una persona en su interior, esos increíbles valores que te caracterizan te comparan con un ángel caído del cielo. Las personas malvadas son incapaces de sentir amor hacia quienes les rodean, por esta misma razón han obviado que tenía ante ellos la reliquia más poderosa de todas.
Samuel se deja caer sobre un sillón.
-¿Eso quiere decir que en cuanto se enteren de que es la cuarta reliquia vendrán a por ella?- pregunta el vampiro de ojos marrones.
-En efecto. Por esa misma razón voy a intentar hacer un hechizo de encubrimiento para poder mantenerla en secreto el mayor tiempo posible.
-Tiene que marcharse lejos- rebate Sam-. No sé, podríamos comprar unos billetes para ir a Australia o a Nueva York.
-No pienso irme a ningún lado.
-En realidad, vas a hacer un viaje pero no para cambiar de lugar de residencia, sino para buscar respuestas. Vas a ir a ver a Amèlie Delacour e intentarás averiguar todo cuanto te sea posible de la cuarta reliquia.
Intercambio una mirada con Elián Vladimir, quien asiente.
-Ese no es el único problema que se nos viene encima- anuncia Elián, captando la atención de todos los presentes-. Os ahorraré una larga explicación y os haré un resumen. Hace un tiempo fui al infierno e hice un pacto con el demonio para salir de allí. El acuerdo consistía en obtener mi libertad a cambio de garantizarle al mismísimo Diablo que le haría entrega de la cuarta reliquia. O sea que cuento con un tiempo limitado para poder cumplir con mi parte del trato si no quiero ir de cabeza al infierno.
-Un momento, ¿por qué el demonio querría hacer un trato contigo?- pregunta Sam.
-Porque el destino se empeñó en que fuera mi padre.
-Joder. Tu vida es una maldita historia de terror.
Frederick se pasa la mano por la frente y toma asiento junto a Kara en el sofá.
-¿Qué vamos a hacer entonces?- inquiere saber Ashley.
-Por lo pronto ir a visitar a esa bruja y sacarle toda la información que nos sea posible- responde el vampiro de ojos verdes-. Y luego quiero que alejeis a Ariana de mí por todos los medios posibles.
-¿Qué? ¿por qué?- cuestiono, indignada.
-No pienso correr el riesgo de perderte. Si el demonio descubre que he descubierto del paradero de la cuarta reliquia y he renunciado a entregársela, no solo me matará de inmediato sino que además irá a por ti sin dudarlo.
-Entonces, ¿cuál es el plan? ¿sacrificarte por mí? ¿volver al infierno? ¿eso es lo que quieres?
-No tengo otra opción- replica, frunciendo el entrecejo-. Sabes que lo que más deseo en este mundo es estar contigo y vivir a tu lado esa vida de ensueño con la que fantaseo. Pero si debo desprenderme de mis sueños e ilusiones, de todo cuanto quiero, con tal de salvarte la vida, lo haré sin pestañear.
-No vas a poder apartarme de tu vida.
Elián cierra los ojos con fuerza y mira en otra dirección, apretando los labios hasta formar una fila línea recta con ellos. Abandono mi posición para aproximarme a la suya con tal de entrelazar mi mano con la suya y hacerle ver que no va a poder mantenerme alejada de él.
-Elián tiene razón- informa Gideon, acariciando su barbilla-. Lo mejor será que una vez superados los límites críticos, mantengáis una distancia de seguridad. Si el Diablo decide hacerle una visita a Elián con el fin de llevárselo al infierno y te ve allí con él, te reconocerá cada al instante y no dudará en hacerse contigo.
-¿Me estás pidiendo que le permita que sea arrastrado nuevamente al infierno?- pregunto, incrédula ante sus palabras-. Jamás voy a elegir eso. No. No voy a perderle otra vez. Así que no, no intentes hacerme cambiar de opinión porque es una causa perdida.
-Ariana, intenta reflexionarlo con tranquilidad.
-¡No!- digo, elevando el tono de voz-. ¿Eres consciente de lo que me estás pidiendo? Pretendes que me desprenda de la persona que lo es todo para mí. Le quiero, Gideon, con todo mi corazón y no vas a poder hacer nada por cambiar ese hecho. Así que no, no me pidas que le deje ir porque no está entre mis planes perderle por nada de este mundo.
El vampiro de ojos verdes me observa conmovida por mi discurso, con los labios entreabiertos y los ojos centelleando con gran intensidad. Intercambio una mirada con él y le hago saber con ella que nada ni nadie va a impedir que esté a su lado a pesar de todo. Soy consciente de que estoy corriendo un gran riesgo pero aún así pienso asumirlo porque ahora él y yo estamos juntos en esto. No voy a soltar su mano antes las dificultades que puedan surgir por el camino.
-No sabes dónde te estás metiendo, Ariana- lamenta Sam, mirándome con ojos penetrantes.
-Créeme, lo sé muy bien. Pero aún así quiero seguir adelante.
-Será mejor que aprovechéis el tiempo- sugiere Gideon Sallow-. Mientras vosotros recabáis información haciéndole una visita a Amèlie Delacour, intentaré reforzar el hechizo de encubrimiento de Ariana y retrasar todo cuanto me sea la posible la llegada del Diablo.
-Ten mucho cuidado, Gideon- le pido.
-Resulta irónico que seas precisamente tú quien lo diga- bromea, esbozando una sonrisa-, cuando tienes al mismísimo demonio queriéndote dar caza y a Anabelle y a todo su ejército buscándote como si de un valioso diamante te tratases.
Suelto una risita.
-Está a punto de anochecer. Será mejor que os marchéis cuánto antes.
-Ante cualquier problema, no dudes en llamarnos- advierto.
-Os iré informando de la situación.
Me despido de todos los presentes con un fuerte y cálido abrazo y me marcho de la casa en compañía de Elián Vladimir, con el miedo apoderándose de mi estómago y el corazón encogiéndoseme un poco como consecuencia de las recientes muertes de mis seres queridos. Tengo la sensación de que cada vez va a costar un poco más hacer frente a la tormenta de mi historia, así como eliminar a los demonios de mi cabeza y recomponer mi destrozado corazón. Aún así no pierdo la esperanza de acariciar la felicidad algún día de estos, de obtener ese futuro con el que tanto fantaseo y tantas veces he deseado que se impusiera. Sin embargo, aunque me sea privado este deseo, sé que teniendo a Elián caminando a mi lado puedo sentirme irrevocablemente feliz, a pesar de las adversidades que puedan surgir por el camino. Él es ahora mi hogar. Y sé que en su compañía seré capaz de alcanzar todas mis metas e incluso de construir un lugar al que llamar hogar.
-Nos perjudica a ambos- comienzo a decir, despertando la atención del vampiro, quien ladea su cabeza en mi dirección y me observa con sus enormes ojos verdes iluminados-. Estar alejados solo conseguirá que estemos en la cabeza del otro. Ambos estaremos preocupados. No podremos centrarnos en el plan acordado.
-Tienes razón. Estaré preguntándome a cada maldito segundo si estarás bien, luchando contra mis ganas de ir a buscarte y protegerte.
-Nos debilitará. Recuerdo que una vez dijiste que el amor nos hace vulnerables y, en cierto modo es cierta esa afirmación, pero también es una realidad que juntos somos más fuertes. Tenemos que permanecer unidos si queremos vencer.
-Es muy arriesgado.
-El amor es un riesgo y yo estuve dispuesta a asumirlo desde el instante en el que me di cuenta de que estaba enamorada de ti. Voy a luchar a tu lado. No te dejaré ir.
Elián se enfrenta a mi persona, alza una de sus manos y acaricia con ternura mi mejilla sonrosada antes de depositar un beso casto sobre mis labios. Rodeo su cuello con ambos brazos y enrededo mis dedos en su cabellera azabache para atraerle un poco más a mí. El vampiro muerde mi labio inferior con cuidado de no lastimarme y termina por abrazarme con fuerza, apoyando su mentón sobre mi coronilla y arropándome con sus fuertes brazos, haciéndome sentir pequeña y a la vez increíblemente valiosa.
En ese preciso instante se levanta una repentina corriente de aire que mantiene en alerta al vampiro que tengo ante mí, quien pone su brazo a modo de barrera protectora sobre mi abdomen y mira en todas direcciones, examinando el perímetro con todo lujo de detalles. Yo también adopto una pose defensiva y observo mi alrededor, pendiente ante cualquier tipo de amenaza. Elián extrae del interior de su chaqueta de cuero la estaca infernal que le clavaron a él en una ocasión y la mantiene en ristre, esperando la oportunidad adecuada para actuar. De entre las sombras aparece un vampiro de ojos de un tono color miel con motas rojizas, quien avanza hacia nuestra posición con decisión, abandonando la oscuridad y exponiéndose a la luz blanca de la luna. Los rayos blanquecinos se proyectan en la piel cetrina del vampiro, dejando a la vista sus facciones, así como sus prendas. Lleva la camiseta blanca ingrenada de sangre que desciende de sus labios, bajando lentamente por su cuello hasta alcanzar la parte superior de la prenda. Sus pómulos marcados están salpicados de gotas rojizas y sus colmillos tienen restos de plasma. A pesar de su aspecto tan monstruoso, sus ojos muestran una realidad totalmente distinta. Está decepcionado e incluso podría decirse que muerto en vida, es como si estuviese acabado, como si hubiera perdido las ganas de vivir.
Kai cae de bruces ante el vampiro, quien apunta con la punta de la estaca infernal el pecho del que fue su mejor amigo en el pasado. El primero de ellos, incluso, se atreve a rodear con sus propias manos el arma letal con tal de facilitarle el trabajo a Elián.
-Tenías razón, viejo amigo. Solo he sido una marioneta más en este ridículo circo- admite, con los ojos anegados en lágrimas que amenazan con escapar de ellos-. Aunque, admito que me declaro culpable por creer que alguien llegaría a sentir afecto por un monstruo como yo. Fui un iluso al pensar que cabía la posibilidad que las fantasías más recónditas de mi mente se hicieran realidad- mira sus manos ensangrentadas e incluso de propone a ejercer una leve presión en el final del arma con tal de clavarla en su pecho-. Ya no me queda nada. Así que, te pido que pongas fin a mi desgraciada existencia.
Elián mira en otra dirección.
-Te pido que me mates. Vamos. Ten el coraje suficiente para quitarme la vida. Así podrás deshacerte del pasado de una vez por todas- comienza a decir el vampiro de ojos color miel-. ¡Mírame a los ojos y clávale la estaca! ¡mándame al infierno y asegúrate de que no salga!
-No voy a matarte, Kai.
El vampiro de ojos verdes aparta la estaca del pecho de su enemigo y la guarda en el interior de su chaqueta de cuero.
-¿Por qué?
-Porque aún tengo la esperanza de que puedas ser salvado.
-La rendición no existe para mí.
-Te esfuerzas en hacerle creer a todo el mundo que eres un monstruo pero a mí no puedes engañarme. Sé que bajo esa apariencia sin escrúpulos está el niño que conocí en la infancia. Ese pequeño que me salvó de mi miserable vida.
Kai se ríe con ganas.
-¿Crees que hay algo bueno en mí?
-Hay esperanza, incluso, para los monstruos como tú.
-Déjame decirte que ya no queda ni pizca de humanidad en mí. Ese niño al que conociste murió hace mucho tiempo y jamás va a volver. Se trata de una causa perdida.
-Yo también pensaba que no había salvación para el monstruo que solía ser y, sin embargo, descubrí que estaba equivocado, y que incluso los villanos podemos ser salvados con un poco de amor y comprensión.
-Amor. Resulta irónico que me pidas que sea salvado a base de un sentimiento del que nunca antes me habían hablado y mucho menos hecho experimentar.
Elián baja la cabeza y centra su atención en algún punto del suelo. Para animarle, decido entrelazar mi mano con la suya y propiciarle sendas caricias con mis dedos en el dorso de esta. El vampiro alza la vista y me mira con una leve sonrisa en los labios y unos ojos cristalizados. Hago ademán de indicarle que retomemos nuevamente el ritmo de nuestra marcha y él accede. Le damos la espalda a Kai Spinnet y cuando apenas hemos avanzando unos pasos hacia el frente, la voz del vampiro vuelve a manifestarse con mayor intensidad.
-¿Por qué?- le pregunta elevando el tono de voz. Elián se gira hacia el vampiro que acaba de dejar atrás y le mira, desconcertado por sus palabras. Kai tiene los ojos anegados en lágrimas, centelleándoles con una gran intensidad-. ¿Por qué no me salvaste cuando fuiste partícipe de cómo mi mente se enfermaba poco a poco? ¿por qué renunciaste y te marchaste? ¡Se suponía que éramos amigos! ¡los amigos no se abandonan!
-Lo intenté pero no pude seguir adelante.
-¡¿Por qué no tuviste el valor suficiente para seguir intentándolo?!
-Porque cada vez que me hablabas de los nuevos descubrimientos que hacías gracias a tus experimentos te brillaban los ojos y no quería ser yo quien destruyera esa felicidad que llenaba ese vacío que había en tu corazón.
Una lágrima escapa del ojo derecho del vampiro de ojos color miel y se desliza frenéticamente por su mejilla hasta alcanzar sus labios, donde inevitablemente muere. Él, sin embargo, parece sereno, aunque por dentro debe sentirse más vacío que nunca. La manifestación del dolor que lleva dentro con una efímera lágrima es la prueba que me confirma que aún hay humanidad en su interior y que su corazón frío y duro como la piedra es capaz de sentir.
Hasta el peor de los monstruos es capaz de ser salvado del peor de los tormentos con algo tan frágil y a la vez poderoso como es el amor.
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