Capítulo 11
Observo a través del cristal de la ventana del coche de Elián el campo nevado que se abre paso al otro lado del vidrio, mostrando a sus árboles con sus copas desnudas y adornadas con pequeños pocos de nieve. Los pájaros hace bastante que han emprendido el vuelo con el fin de buscar zonas más cálidas en las que quedarse una temporada antes de volver a casa. Los escasos rayos de sol que hacen su aparición cada pocos minutos se proyectan sobre la nieve, acelerando su proceso de desintegración, además de destacar su tono blanco.
Hace dos horas que abandonamos el aeropuerto de Canadá y nos embarcamos en una nueva aventura, teniendo como destino el hogar de Dalia Holt, la bruja vinculada con los Lux que puede proporcionarnos todo lo que necesitamos saber acerca de la maldición de estas criaturas. Durante el viaje no he intercambiado apenas palabra con el vampiro, simplemente me he limitado a permanecer en silencio, observando con tristeza las vistas que alcanzaba a ver gracias al vidrio de la ventana, lanzando en alguna que otra ocasión un suspiro que lograba empañar el cristal.
Mi mente está demasiado ocupada combatiendo con los demonios que maldicen mis pensamientos, convenciéndome de que las posibilidades de que todo salga bien sean mínimas, por no decir inexistentes. Sin embargo, me niego a creer que tarde o temprano tenga que decirle adiós a mi padre, así que me limito en atraer hacia mí pensamientos optimistas, por muy difícil que sea. Debo mantenerme fuerte si quiero encontrar una solución antes de que cumpla el escaso tiempo que queda. Sé que puedo con esto, solo necesito un poco más de margen, y ese es precisamente el problema, no cuento con él.
-Deberíamos descansar.
-No estoy cansada. Puedo seguir.
-Ariana, necesitamos un descanso. No se trata de tener sueño o no, sino de desconectar de todo lo que nos rodea por un tiempo. Nos vendrá bien a los dos.
-Eso significaría perder tiempo y no estamos precisamente sobrados en este aspecto.
Detiene el coche junto a unos bungalows de madera y me mira con sus ojos penetrantes.
-No darás más de ti misma si no desconectas. Necesitas reponer fuerzas para seguir adelante. Así que te sugiero que muevas esa precioso trasero antes de que decida llevarte a cuestas.
-Está bien. Unas horas y luego continuaremos.
Abandono el coche al mismo tiempo que el vampiro y permanezco inmóvil junto al auto, observando con los brazos cruzados, protegiéndome del frío, la casa de madera y recordando el refugio de cazadores donde se consume lentamente mi padre. Cierro los ojos con fuerza e inspiro y espiro varias veces antes de ponerme rumbo hacia la entrada, siguiendo los pasos de Elián.
-Deberíamos ir al mostrador.
-En realidad, alquilé este bungalow hace horas. Digamos que la parte difícil no fue dar con un lugar en el que hospedarnos sino convencerte, y para ser sinceros, ha resultado más fácil de lo que creía.
Sonrío.
-Siempre vas un paso por delante.
-Es una ventaja de tener super velocidad.
Entro en la casa de madera y me dejo embriagar por el olor a dicho material. El vampiro pulsa el interruptor de la luz y rápidamente se encienden las lámparas del techo de dicha estancia, descubriéndole a mis ojos una estancia acogedora, con muebles de un tono tostado y cortinas azuladas que hacen juego con un pequeño jarrón que hay sobre una pequeña mesa. Esta sala está comunicada con una cocina dotada con todos los electrodomésticos necesarios y con una escalera que conduce hacia la segunda planta.
Camino hacia ella con decisión y subo uno a uno los peldaños, aferrándome al pasamanos, con la mirada perdida en la nueva estancia. Una vez alcanzo la cima doy media vuelta, enfrentándome a una cama de matrimonio de ropajes azules, de aspecto cómodo. Me acerco tímidamente al lecho, siendo consciente de la aparición del vampiro a mis espaldas, y cuando me hallo junto a la cama acaricio la colcha con los dedos, sintiendo un cosquilleo en mis huellas dáctilares.
Tomo asiento a los pies de la cama y el vampiro se sitúa a mi vera.
-Una cama- digo en voz alta.
-¿Tienes miedo de dormir con un vampiro?- pregunta de forma pícara. Le miro profundamente a los ojos y niego con la cabeza-. Prometo no morderte.
-Sé que no lo harás.
-Yo no estoy tan seguro- bromea, esbozando una amplia sonrisa-. En realidad, no es la primera vez que dormimos juntos. Te refrescaré la memoria. Hemos compartido cama en varias ocasiones, una de ellas fue cuando estabas en tu lecho de muerte y me ofrecí a calmar tus miedos. Volvió a darse la ocasión cuando nos embarcamos en la aventura de rescatar al rubito, y también aquella noche en mi casa, cuando estabas borracha como una cuba.
-No quiero recordar las tonterías que dije aquel día.
-Bueno, afirmaste que era tu villano favorito, que era una clara insinuación. Aunque la guinda del pastel fue ese beso que me diste.
Le doy un golpecito con el hombro.
-Puede que estuviera hasta arriba de alcohol aquel día pero recuerdo perfectamente tus confesiones. Particularmente aquella en la que decías que le habías dado a tu hermana Leslie el recambio de la mopa cuando le bajó el período.
-Tú tampoco te quedas precisamente atrás. Aún no puedo creerme que te comieras el florero de tu tía Sarah.
-¡No sabía que era un florero!- defiendo, sonriendo.
-Yo tampoco tenía la menor idea de qué era una compresa.
-No hace falta que lo jures- bromeo.
Ambos nos quedamos mirándonos por unos segundos que se me antojan eternos, compartiendo sonrisas, haciéndonos saber el uno al otro cuánto disfrutamos de la compañía mutua. Elián se acuesta boca arriba en la cama y yo le imito. Ambos permanecemos en silencio, mirando las betas del techo de madera y fanteaseando con cosas que nos gustarías que sucediesen. Aunque, en mi caso, no puedo evitar ponerme triste al pensar en el infierno que está viviendo mi padre. Tal vez debería haber dejado que esa marca fuese para mí, así no tendría que ver a las personas que quiero sufrir por el estado tan lamentable en el que se encuentra Christopher. Sin embargo, la realidad es que mi padre siempre tuvo claro que daría su vida por salvarme y es eso precisamente lo que ha hecho, arriesgar su futuro de ensueño junto a Kara, por mantenerme en este mundo. El amor es un sentimiento que ha de ser tratado con cuidado. Nos puede volver vulnerables, aunque también nos hace personas con una gran fuerza interior.
Me vuelvo hacia la derecha, enfrentándome a la pared, y coloco una de mis manos bajo la almohada y la otra justo encima. El vampiro apaga la luz y se limita a conciliar el sueño. Yo también lo intento, aunque los segundos continúan transcurriendo, transformándose en minutos y estos a su vez en horas. No puedo abandonarme al sueño. Tengo mucho ruido en la cabeza y dudo que este llegue a desvanecerse algún día. Siempre tendré en la cabeza esa vocesita que me recordará que podría haber cambiado el rumbo de las cosas si hubiese tomado otras decisiones. La realidad es que me siento culpable de lo sucedido a mi padre y es por esa misma razón que busco desesperadamente una solución a este mal, para así llegar a perdonarme a mí misma algún día.
Las lágrimas escapan de mis ojos y se deslizan apresudaramente por mis mejillas. Me llevo la mano a la boca y la muerdo con el fin de reprimir mis sollozos, en un intento de evitar llamar la atención del vampiro de mi izquierda, quien duerme en estos precisos momentos. Puedo sentir como una sensación de malestar se apodera de mi estómago, un nudo de mi garganta y un fuerte dolor me apresiona el pecho, consumiéndome por completo. Palpo con mi mano libre mi pecho izquierdo, sorprendiéndome a mí misma de que un corazón que está tan roto sea capaz de seguir latiendo. Es como un milagro.
La intensidad de mi llanto aumenta, así como se descontrola mi respiración, de manera que de entre mis labios escapa un leve sollozo que se apodera rápidamente de la estancia. El chico de mi izquierda alza la cabeza y me mira, preocupado. Luego salva la distancia que nos separa, pasa su brazo por debajo de mi cuello y con el otro me envuelve, atrayéndome a su persona. Alzo una de mis manos y enjuego mis lágrimas rápidamente, avergonzada.
-No te avergüences de sentir dolor, Ariana.
-Lo siento. No quería despertarte.
-No me importa que lo hayas hecho- aproxima sus labios a mi oreja y susurra con ternura-. Déjame verte.
-No creo que quieras verme.
Me doy media vuelta lentamente hasta quedar enfrentada al vampiro, mostrándole mis ojos enrojecidos, mis mejillas sonrosas, las lágrimas deslizándose por mi rostro y mis labios secos como consecuencia del contacto de las gotas saladas con estos. Elián me observa detenidamente con sus enormes ojos verdes, haciéndome sentir como si fuese especial, como si fuese arte.
-Vaya...
-¿Qué?- pregunto con voz quebrada.
-Te ves preciosa cuando lloras.
-Lo dices para hacerme sentir mejor.
-Me tentaba la idea de sacarte una sonrisa, por muy breve que fuese. No podía dejar pasar la oportunidad. Así que fui a por todas.
Le dedico una sonrisa.
-¿Sabes cuál es la mejor forma de dejar salir el dolor?
-¿Cuál?
-No quieras adelantarte, pequeña curiosa. Ven conmigo.
Me incorporo tan rápido como soy capaz, intriga por las palabras del vampiro, y decido encaminarme hacia la posición de mi acompañante, quien acaba de colocar una escalera junto a una trampilla que hay en el techo. Sube los peldaños de esta, abre la pequeña puerta y accede al tejado de la casa de madera, volviéndose hacia la trampilla para ofrecerme su ayuda. Asciendo poco a poco, aferrándome a los laterales de la escalera, hasta alcanzar uno de los últimos escalones, cuando me aferro a la mano del vampiro.
La brisa fresca azota mis mejillas y juega con mi cabello. La luz blanca de la luna se proyecta en mi persona, palideciendo mi piel, y en mis pupilas llega a reflejarse el cielo nocturno cubierto de estrellas de diversas tonalidades e intensidades. El vampiro ladea su cuerpo hacia mí y me mira con una sonrisa divertida en los labios.
-Maldice al universo.
-¿Cómo?
-Grítale todo lo que se te pase por la cabeza. No te dejes nada dentro.
-¿Gritar? ¿a estas horas?
-El universo no tiene horario de atención al cliente- informa, dándome un golpecito juguetón con el hombro-. Además, la mayoría de los huéspedes estarán con la baba caída, así que probablemente crean que se trata de un sueño.
Suelto una risita nerviosa y asiento.
-Grítale bien fuerte.
-¡¿Qué demonios he hecho mal para merecer esto!?- grito con todas mis fuerzas-.¡¿Por qué no me das una tregua?!
-¡Más te vale esconderte en un sitio en el que no pueda encontrarte porque pienso ir a por ti!- confiesa Elián haciendo vibrar sus cuerdas vocales con gran intensidad.
-¡Te odio con todas mis fuerzas! ¡por mí puedes irte al infierno!
-¡Con billete de ida pero no de vuelta! ¡te deseo el peor de los tormentos, maldito universo!
Ambos intercambiamos una mirada de complicidad y reímos.
-¿No tenéis otra hora para maldecir al universo?- grita un huésped.
Tomamos asiento en el tejado de la casa de madera, uniendo hombro con hombro, con las cabezas próximas la una a la otra.
-¿Cómo te sientes?
-Me siento como si me hubiera quitado un gran peso de encima.
-Eso es genial.
-Sí. Gracias, lo necesitaba- confieso, apoyando mi cabeza en su hombro. El vampiro deja caer el peso de su cabeza sobre mi coronilla y me toma de la mano.
Nuestras miradas se pierden en el frente, en la imponente luna que se alza en el horizonte, bendiciéndonos con su luz blanca.
-Hay algo que quiero contarte.
Le miro extrañada.
-¿De qué se trata?
-¿Recuerdas que una vez te dije que era hijo del mismísimo Diablo?
-Sí. Conseguiste escapar del infierno gracias a un acuerdo al que llegaste con el demonio. A cambio de devolverte a la vida, le recompensarías con la cuarta reliquia.
-Hace bastante tiempo de ese trato. Al principio me dediqué en cuerpo y alma a dar con esa reliquia, pero no la encontré por mucho que busqué. Así que abandoné temporalmente la búsqueda.
-¿Adónde pretendes llegar?
Cambia el rumbo de su mirada hacia nuestras manos entrelazadas y suspira.
-Como hijo del Diablo soy poseedor de una serie de poderes que hace tiempo perdí, coincidiendo con mi vuelta a la vida. Al parecer la estaca infernal que me clavó Kai no solo me envió directamente al infierno sino que además me arrebató mis poderes.
-¿Qué tipo de poderes?
-Era capaz de hacer arder un objeto, desatar una tormenta con consecuencias catastróficas, paralizar el corazón de mis víctimas, con tan solo agitar la mano, entre otros.
-¿Por qué me cuentas esto ahora?
-Porque esta mañana cuando fui a alimentarme al bosque fui capaz de paralizar el corazón de un ciervo sin ponerle una mano encima. En un principio quise convencerme de que no tuve nada que ver y para ello volví a probar con algo diferente, como hacer arder las copas de varios árboles. Desaté un incendio, Ariana.
-¿Han vuelto tus poderes? ¿cómo es posible?
Me mira como si fuese a darme la peor de las noticias.
-No es un buen presagio. La vuelta de mis poderes solo puede significar una cosa.
-¿Qué cosa?
-El plazo con el que cuento para entregarle al Diablo la cuarta reliquia se está agotando. Si no consigo cumplir con mi parte del trato antes del tiempo estimado, el demonio vendrá a hacerme una visita y puedo asegurarte que no va a ser precisamente amistosa. Vendrá con la intención de llevarme de vuelta al infierno para hacerme pagar por todo lo que he hecho.
-No pienso permitir que te arrastre al infierno.
-Esto está fuera de tu alcance, Ariana. Es un asunto que tengo pendiente con él. Cuando venga a por mí no quiero que estés cerca. A poder ser, te quiero a kilómetros de mí. No quiero que tengas nada que ver con el Diablo.
-Sabes que no me alejaré de ti.
Muerde con fuerza su labio inferior y acoge mi rostro entre sus manos.
-Tendrás que hacerlo.
-No lo haré.
-Estamos hablando de tu superviviencia, Ariana, ¿es que no lo entiendes?
-Eres tú quién no lo entiende- digo con valentía, mirándole a los ojos-. Perderte a ti sería perderlo todo. Sería como dejarme morir.
Elián permanece inmóvil, mirándome con cierta extrañeza, mostrando, incluso, perplejidad ante las palabras que acaban de escapar de mis labios, salvar la distancia que nos separa, entrar por sus oídos e ir directamente a su corazón.
-¿Qué ocurre?
-Eres la primera persona que admite, con valentía, tener miedo a perderme.
Acaricio su mano con dulzura.
-Me importas, Elián, más de lo que eres capaz de imaginar- confieso, sintiendo el corazón bombar con fuerza contra mis costillas, perdiéndome en sus ojos-. Puede que para los demás seas comparado con un monstruo pero para mí eres increíble.
-No lo soy.
-La mayoría solo se fija en tus acciones. Yo, sin embargo, me he tomado la libertad de conocerte, de descubrir las razones que te han llevado a ser la persona que eres hoy, a sacar a la luz tus sentimientos mejor guardados. En definitiva, a descubrir a la persona que eres realmente. Y lo cierto es que no me arrepiento de haberlo hecho. Jamás podría hacerlo. Así que dejo a tu libre elección entre creer o no mis palabras. Pero decidas lo que decidas, mi opinión hacia ti no va a cambiar.
-¿Cuánto tiempo crees que me resta antes de volver al infierno?
Me encojo de hombros.
-El tiempo es relativo. Disfrutemos del momento tanto como nos sea posible. Ya mañana veremos qué nos depara el porvenir.
-Puede que me queden días o semanas en la faz de la Tierra pero, en este preciso momento, puedo afirmar con total seguridad que nunca antes me había sentido eterno.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top