Capítulo 10
A pesar de mis intentos por detener el tiempo, este continúa transcurriendo, más deprisa de lo que me hubiese gustado.
Con el transcurso de este se producen una serie de cambios con motivo de la proximidad de la primavera, cuyo dominio comienza a manifestarse. La nieve que cubría los terrenos cubiertos de florecillas ha remitido, concediéndonos así el enorme placer de poder contemplar el renacer y posterior plenitud de las flores, las cuales se visten con sus mejores tonos.
Las copas de los árboles comienzan a estar nuevamente pobladas, esta vez por una abundante cantidad de hojas verdes, dispuestas a acompañarnos una temporada.
Las temperaturas han aumentado en unos grados, del mismo modo lo ha hecho la intensidad con la que nos alumbra nuestra estrella, cuyas caricias cálidas nos acogen con dulzura, resultando así agradable sentirlas en nuestra propia piel.
Con motivo de la proximidad de la estación más viva y cargada de dulces aromas del año, los pájaros que con anterioridad marcharon buscando zonas más cálidas, vuelven cargados de esperanza, alegrándonos los días con su característico piar, ese que hacía una eternidad que no se manifestaba. Una vez más, como todos los años, vuelve a producirse el milagro de la primavera.
Aunque, en cierto modo, el paisaje no es lo único que ha cambiado. En lo que respecta a la vida de mis amigos, se han producido ciertos giros inesperados.
Ashley ha empezado a salir muy a menudo con Caleb, el chico que trabaja en la cafetería, aunque ninguno de los dos se atreve a dar el siguiente paso. Aún así resulta agradable ver a Ashley sonriendo. Desde que tuvo aquella discusión con Cormac, quien por cierto no asiste al instituto desde hace semanas y nadie conoce de su paradero, ha estado muy nerviosa y comportándose de forma extraña.
Por otro lado, la relación conformada por Abby y Daniel va viento en popa, lo cual me alegra en gran medida, ya que en los tiempos que corren es difícil que surja y crezca el amor. Ellos son la viva imagen de que este sentimiento es poderoso y puede superar todos los obstáculos con los que se encuentre por el camino. Samuel ha estado ocupado buscando a su amigo, quien parece haber sido tragado por la tierra, y aprovechando cada momento libre que tenía para hacerme una visita o invitarme a un helado.
Con lo que a mí se refiere, he estado practicando tácticas defensivas y mejorando con el manejo de las armas, además he acompañado a mi padre en sus partidas nocturnas.
Es irónico el hecho de refugiarme en este mundo sobrenatural cuando lo que siempre he querido ha sido huir de él. Lo cierto es que me aferro a él porque sé que si permanezco demasiado tiempo en mis pensamientos acabaré recordando al motivo por el que no levanto cabeza desde hace meses.
En definitiva, creo fimemente que cada uno de nosotros hemos dado con la distracción a nuestros problemas y es una suerte que así sea.
Un rugido proveniente de mi estómago me trae de nuevo a la realidad. Alzo una de mis manos y palpo esta área en un intento de calmar el hambre voraz que comienza a surgir dentro de mí.
Levanto la cabeza y descubro que me hallo justo delante de la ventana, cuyos cristales libres de impurezas permiten apreciar la naturaleza que se abre paso a través de él. Salteo las cientos de copas de árboles y doy con un espléndido sol que nace en el horizonte, cuya mirada bendice a los poros de mi piel con una agradecida calidez.
Le doy la espalda a la ventana, cruzo con tres zancadas la distancia que me separa de la salida de la habitación y antes de adentrarme por esta, le echo un último vistazo a mi dormitorio, deteniendo mi mirada en la cama y el marco de fotografía que descansa sobre la mesita de noche.
Abandono la estancia, cerrando la puerta detrás de mí y me incorporo al corredor, el cual me presenta dos opciones; seguir todo recto hasta desembocar en el dormitorio de mi padre, en el de invitados y en el cuarto de baño o descender por la escalera lateral para dar en la planta baja. Opto por esta último opción, ya que mi propósito es ir a la cocina para tomar el desayuno.
Encuentro a mi padre sentado junto a la mesa, leyendo el periódico al mismo tiempo que bebe un sorbo del café recien hecho que contiene la taza azul que sostiene. Al percatarse de mi presencia, alza la vista y me sigue con la mirada.
-Buenos días.
-Buenos días, papá- me sitúo junto a un mueble y me hago con una taza, en la que más tarde vierto café-. ¿Alguna noticia interesante?
-Sí, se han producido dos asesinatos. Al parecer, argumentan que la causa de estos ha sido el ataque de un animal.
-¿Crees que esos asesinatos se han cometido a manos de vampiros?
-Sí, estoy seguro.
Trago saliva.
Me enfrento al frigorífico, lo abro y echo un vistazo al interior. Al parecer, salvo por una pieza de fruta y un par de yogures, está prácticamente vacío. Me hago con una manzana y me la llevo a la boca para darle un bocado.
-Hay que hacer la compra- informo.
-Tenía pensado ir esta tarde a hacerla pero ha surgido un impevisto de última hora y tengo que ir a solucionarlo.
-No te preocupes, iré yo.
-¿Estás segura?
Asiento.
-Además, tengo pensado ir a hacerle una visita a Ashley, así que podría hacer la compra de camino.
-Está bien. Diviértete y...
-Ten cuidado- termino la frase por él.
Christopher sonríe.
-Nos vemos luego, papá.
Deposito un beso en su mejilla y a continuación abandono la cocina y me pongo rumbo a la salida del hogar, junto a la cual hay un perchero. Detengo mi marcha junto a él, extiendo el brazo y me hago con una chaqueta marrón.
Luego salgo por la puerta de casa y me incorporo a un sendero de tierra que conduce hacia la carretera, donde descansa el Todo Terreno negro de mi padre.
Me acomodo al volante y doy vida al motor, incorporándome a ma circulación.
Dejo aparcado el coche en un hueco libre que localizo en el aparcamiento del supermercado y me adentro en el interior de este.
Lo primero que hago es hacerme con una cestita roja para introducir en ella la compra, lo segundo unirme a una de las calles repletas de estanterías e ir mirando de derecha a izquiera con tal de buscar los productos que necesito.
Me detengo junto a un estante y me hago con un paquete de espaguetis y otro de macarrones.
Continúo avanzando hasta dar con la parte del congelado, donde me hago con un par de pizzas y un paquete de nugget. Giro sobre mis talones y me enfrento al refrigerador y me hago con un pack de yogures de fresa y dos botelas de zumo de naranja, las cuales confío en la cesta.
Me doy media vuelta con el fin de seguir avanzando cuando me topo con un chico a escasos centímetros de mí, de expresión paranoica.
Doy un respingo.
-Perdona, no te había visto- me disculpo.
La mirada del chico va a parar al collar de mi cuello, el cual inexplicablemente acaba de iluminarse de un tono azulado.
-Creo que tienes algo que me pertenece.
-No sé a qué se refiere, se ha equivocado de persona- miento. Hago ademán de darme media vuelta cuando el chico se aferra con una fuerza descomunal a mi antebrazo, provocando que la marca de sus dedos quede grabada en mi piel.
-¿Te funciona muy a menudo esa actitud de niñata?
-Suéltame, me estás haciendo daño- muevo bruscamente el brazo en un intento de liberarme pero no lo consigo.
-Oh, la pobre Ariana está sufriendo- finje mostrar compasión-. Estás recibiendo lo que te mereces por todo el daño que has ocasionado. ¿No crees, Ariana? O debería decir mejor asesina.
Le doy una patada en el estómago al chico y este se retuerce el tiempo necesario para liberarme de su brazo y salir corriendo, dejando caer la cesta al vacío.
Salgo del supermercado a gran velocidad, me subo en el Todo Terreno y abandono el aparcamiento lo antes posible.
Me incorporo a la carretera casi de inmediato y tomo distintas calles con tal de perderle la pista a ese chico, quien al parecer tiene especial interés en dar conmigo.
Me llevo una mano a la cabeza y tiro con fuerza de mi cabello, liberando así parte de la tensión que siento en estos precisos momentos.
Vuelvo a aferrarme el volante con ambas manos e intento mantener mi atención en la conducción en vez de en mis pensamientos acerca del recuerdo reciente.
Hago ademán de hacerme con el teléfono móvil para hacerle una llamada a Samuel con el fin de explicarle lo sucedido pero, cuando estoy a punto de marcar, caigo en la cuenta de que ese chico podría estar vigilándome o esperando a que dé un paso en falso, así que decido soltar el smartphone y deshacerme de la descabellada idea de decírselo a mi mejor amigo con tal de evitar ponerle en peligro.
Aparco el coche junto a la casa de Ashley, me bajo de este y emprendo una caminata hacia la entrada a su hogar, concienciándome por el camino que puede que no se trate de una amenaza, simplemente de un mal entendido. Quizá me esté mintiendo pero lo cierto es que logro tranquilizarme en gran medida.
Me detengo justo delante de la puerta de la casa de Ashley y doy sendos golpecitos con los nudillos sobre ella.
-Adelante, está abierta- dice una voz femenina que proveniene del interior, la cual identifico como la de Ashley.
Me adentro en el interior, cerrando la puerta detrás de mí. Me dejo guiar por el sonido de su voz para desembocar en el lugar exacto en el que se encuentra, la cocina.
Hallo a Ashley limpiando con una bayeta rosa la superficie de los muebles, pasándola por el mismo sitio en más de una ocasión. Deja el trapo sobre una encimera y se hace con una espongita azul llena de espuma, se arrodilla frente a la lavadora y comienza a limpiar su interior, lo cual me desconcierta.
-¿Qué estás haciendo exactamente?
-Limpiar un poco la casa, hace una eternidad que no recibe una buena limpieza. Mi madre no tiene mucho tiempo para hacerlo, ya sabes, con el trabajo. Y yo entre los estudios, los eventos que tengos que organizar y la alarma que me avisa de que tengo que dejar huérfana a unas crías de ardillas, tampoco es que tenga mucho.
Sonrío.
-¿Estás bien?- inquiero saber.
-Sí, ¿por qué?
-Porque estás limpiando por dentro la lavadora.
Ashley se detiene en seco y ladea la cabeza hacia un lado, descubriendo así que se está mordiendo el labio inferior. La chica se pone en pie y deja la espongita en el lavabo, luego se da media vuelta y deja caer el peso de su cuerpo en la encimera que tiene justo detrás.
-Vale, me has pillado- confiesa cabizbaja-. Me refugio en la limpieza cuando estoy de los nervios.
-¿Por qué estás tan nerviosa?
-Porque temo el día en el que vea en el instituto a Cormac. Desde nuestra discusión no le he vuelto a verle, lo que me hace pensar que está ideando la mejor venganza del mundo mundial.
-No creo que quiera vengarse. Simplemente se negará a hacer frente a la situación que se presenta.
En mi opinión, intenta huir de ella por algún motivo.
-¿Crees que se sentirá mal?
Me encojo de hombros.
-Quizá yo me haya equivocado al iniciar una discusión sin sentido pero él ha errado al hacerme daño intencionado con sus palabras. Aunque, gracias a ellas ahora sé qué es exactamente como me ve, así que supongo que he sacado algo bueno de todo esto.
-Hablásteis cuando estábais en caliente. Estoy segura de que las cosas que os dijísteis no las sentíais en realidad.
-Ariana, puedo que yo estuviera algo ebria aquel día pero Cormac no bebió una sola gota, así que créeme, lo que dijo lo sentía de verdad- mantengo agachada la cabeza y me limito a observar mis manos-. No voy a perder el tiempo buscando una amistad con él porque es una causa perdida.
Ashley humedece el cristal de la ventana con ayuda de un aerosol y a continuación limpia las gotitas de agua con un trapo amarillo.
Me hago con la bayeta rosa y limpio una de las encimeras más próximas a mi persona.
Lo cierto es que alivia en gran medida, mantiene la mente ocupada y evitas pensar en los recientes acontecimientos. Es, en definitiva, una buena distracción.
-Caleb se ha ofrecido a venir al baile de primavera, ¿no es genial?
Me llevo ambas manos a la boca con tal de reprimir un gritito.
-¿Estáis saliendo?- le pregunto en voz baja.
-No pero me encantaría que así fuese. Es un chico muy simpático, considerado, entregado, amable.
-Entonces, ¿te gusta?
-Mucho. Muchísimo. Tal vez sea una egoísta por ser feliz teniendo en cuenta los tiempos que corren pero no puedo evitar sentirme así.
-No es malo experimentar la felicidad, lo verdaderamente terrible es no disfrutar de ella.
Ashley deja el aerosol y el trapo amarillo sobre una mesa y se aproxima a mí con el fin de estrecharme entre sus brazos. Entierro mi rostro en su cabello rubio e inspiro el aroma a coco que desprende.
Deseo con todas mis fuerzas prolongar el abrazo pero, lamentablemente, el timbre de la puerta se manifiesta y Ashley me suelta.
-Debe ser el vestido que encargué, ¿puedes ir a abrir?
-Claro, sin problema.
Le doy la espalda y salgo de la cocina, desembocando en la entradita, donde yace la entrada al hogar. Extiendo el brazo y acaricio con mis dedos el picaporte de metal durante unos segundos antes de tirar de él con fuerza y abrir la puerta.
Tras esta aparece un chico con una camisa blanca y unos pantalones vaqueros. Entre sus manos sostiene una caja marrón en forma rectangular. Hago ademán de hacerme con la caja cuando el chico se aferra a mi antebrazo, reteniéndome unos segundos de más en la puerta.
-Tu final está próximo- amenaza. Extrae del bolsillo trasero de sus pantalones una pistola, se apunta a la cabeza y se dispara sin ningún pudor. La sangre sale disparada y va a parar a mi ropa, manchándola de un tono rojizo. El cuerpo inerte del chico cae al vacío, impactando con fuerza contra el suelo, el cual no tarda en teñirse de un tono rojizo.
-Madre mía.
-Juro que voy a cargarme al insensato que ha decidido desatar los fuegos artificiales- dice Ashley a mis espaldas-. ¡Oh, Dios mío!
-Será mejor que ocultemos el cadáver antes se que alguien se dé cuenta.
Me aferro a los brazos del chico y tiro de él hacia el interior, dejando tras sí un rastro de sangre.
Deposito su cuerpo a los pies de la escalera y a continuación me adentro en la cocina, me hago con una fregona y un cubo con agua, y empiezo a fregar la entrada al hogar, eliminando todo indicio que indique que se acaba de producirse un asesinato.
La fregona se tiñe de un tono rojizo, el cual intento eliminar humedeciéndola en el agua del cubo, la que por cierto también está teñida. Una vez termino, cierro la puerta y me encamino hacia el servicio más próximo, seguida por Ashley, quien no deja de lamentar lo sucedido en voz alta. Me sitúo frente al retrete, lo abro y vierto en él el contenido del cubo, luego tiro la cisterna.
-¿Qué ha sucedido exactamente?
-Le he abierto la puerta y ha dicho que mi final está próximo y a acontinuación se ha quitado la vida delante mía, no he podido hacer nada- digo palpándome la frente y derrumbándome casi al momento-. Estoy cansada de todo esto, de las constantes amenazas, de este maldito mundo sobrenatural. No puedo más, me voy a volver loca.
Me llevo ambas manos a la cabeza y me aferro con fuerza a mi cabello castaño. Ashley abandona su posición y me abraza en un intento de calmarme.
-Sé como te sientes.
-Tenemos que deshacernos de ese cadáver...
-Llamaré a la policía e inventaré una historia convincente- dice.
Niego con la cabeza.
-No es buena idea. El cadáver tiene mis huellas, sería la primera sospechosa.
-Entiendo. ¿Qué propones?
-Tenemos que buscar ayuda de una persona de confianza.
-¿Como quién?
La respuesta se manifiesta en mi cabeza casi de inmediato.
-Frederick Anderson.
-¿Estás segura?
-Confío en él y sé que sabrá qué hacer.
Ashley asiente.
Extraigo el teléfono móvil del bolsillo trasero de mis pantalones y marco el número de mi profesor de historia. Permanezco a la espera durante unos segundos, los cuales se me hacen eternos, tras estos escucho una voz masculina.
-Frederick- digo con voz entrecortada.
-Ariana, ¿estás bien?
-No, no estoy nada bien. Necesito que vengas a casa de Ashley cuanto antes, necesito tu ayuda para resolver un asunto.
-Está bien, tranquilízate. Voy para allá, ahora nos vemos.
Finalizo la llamada sin despedirme y confío el teléfono en una mesita. Apoyo mi espalda en la pared y me concentro únicamente en mi respiración.
-¿Quién crees que sería ese chico?
-No lo sé. Pero si algo es seguro es que había sido obligado, cumplía las órdenes de alguien. Tenemos que descubrir quién es esa persona y qué busca obtener.
-Adiós a esa nebulosa de felicidad en la que vivía.
Los minutos continúan transcurriendo y con ellos vamos impacientándonos un poco más, pues tememos que se descubra nuestro secreto.
Mientras Ashley se dedica a cubrir al cadáver con una fina sábana blanca, yo me limito a ir de un lado a otro de la estancia, preguntándome una y otra vez quién puede estar detrás de todo esto. Por mi mente pasen una decena de sospechosos, todos ellos capaces de obligar a personas inocentes para hacerme daño.
El timbre de la puerta se manifiesta pasados unos quince minutos, lo cual provoca un gran alivio en mí. Le abro a nuestro invitado, quien se adentra a las apuradas y nos mira a ambas, preocupado.
-¿Qué ha ocurrido?
Ashley se hace a un lado, dejando a la vista un cadáver cubierto por una fina sábana blanca.
Me aproximo al chico y le descubro la cabeza con el fin de dejar al descubierto el motivo de su muerte. Frederick suelta un largo suspiro y a continuación pone sus brazos en forma de jarra.
Alza su vista y me mira.
-Ashley esperaba recibir un vestido, así que cuanto llamaron a la puerta fui a abrirle al repartidor. Me dijo que mi final estaba próximo y se suicidó delante mía.
-¿Le has contado lo sucedido a alguien más?
-No. A parte de nosotras, eres el único que lo sabe.
-Deberíamos hacérselo saber a los cazadores, ellos sabrán cómo hacerle frente a la situación.
-¿Tienes una ligera idea de quien puede haber obligado a ese chico?- le pregunta Ashley.
-No me sorprendería en absoluto que este se trate de unos de los jueguecitos vengativos de Anabelle.
Doy un respingo y Ashley se lleva la mano a la boca.
-¿Es que esa mujer nunca se cansa? ¿no tiene límites?- dice la vampira.
-Créeme, sospecho que esto es solo el comienzo.
-Bien, pues hay que hacer algo al respecto- añado-. Si ella quiere jugar, jugaremos.
-No conviene entrar en su juego, Ariana- contradice Fred.
-No va a parar hasta verme muerta y sé que si me niego a mi destino, va a tomar represalias contra las personas que me importan y no puedo permitir que eso suceda. Tenemos que acabar con ella, cueste lo que cueste- digo con firmeza-. No me va a temblar la mano cuando le hunda la estaca en su podrido corazón.
Ashley deja ver una expresión de espanto.
-¿Has perdido totalmente la cabeza? Estamos hablando de un vampiro que, por si no lo sabes, es más fuerte y resistente que tú. Solo vas a conseguir que te mate.
-¿Y qué solución hay?
-Buscaremos una que no implique la muerte como fin- aporta Frederick.
-No voy a permitir que se convierta en la prioridad más importante de mi vida.
-Ariana, no estás pensando con claridad. Estás cegada por el pánico- dice el señor Anderson.
-¿Cómo se supone que voy a pensar con claridad cuando hay un cadáver a los pies de la escalera, una mujer egoísta y ambiciona intenta acabar conmigo y sus fieles seguidores se dedican a hacer hasta lo imposible por hacerse con la reliquia?
Frederick se acerca a mí, coloca sus manos en mis hombros, ejerciendo una leve presión sobre ellos. Alzo la vista y me encuentro con sus ojos brillantes y preocupados que me miran como si fuese su propia hija.
-Tienes que tranquilizarte. Inspira profundamente, retén el aire en tus pulmones y luego expúlsalo, sintiendo como tu pecho se desinfla.
-No puedo.
-Claro que sí. Mírame e imítame.
El hombre de cabello castaño que tengo ante mí toma una gran bocanada de aire y la mantiene en su pecho, ya que este yace inflado. Espera un par de segundos, tras los cuales expulsa el dióxido de carbono, provocando que su caja torácita ocupe un menor espacio.
Vuelve a repetir su acción anterior y esta vez me uno a él.
Introduzco una generosa cantidad de aire en mis pulmones y me dedico a apreciar como este invade mis vías respiratorias y mis alveolos.
Cierro los ojos y me concentro únicamente en mi respiración, ejercicio que me devuelve la calma perdida. La rabia huye de mí con rapidez, sintiendo así una agradable liberación.
Descubro mis ojos al mundo tras expulsar el aire que retengo y me encuentro con la expresión serena de Frederick.
-¿Te encuentras mejor?
-Sí. Siento haberme comportado así, estaba fuera de mis cabales.
-No te preocupes- contesta Ashley, quien deposita una mano en mi hombro-. Cualquiera en su sano juicio habría perdido la cabeza ante una situación semejante.
-Deberíamos deshacernos del cadáver antes de que vuelva Claire- sugiero.
-Sí, será mejor que nos deshagamos de él cuanto antes.Tengo el coche aparcado justo en la calle de atrás.
-Mete el coche en el garaje, así evitaremos levantar sospechas- informa Ashley
Frederick asiente y se marcha del hogar de Ashley tras recibir el mando a distancia que abre la puerta del garaje.
La vampira y yo transportamos el cadáver hacia la plaza de aparcamiento que yace en el interior de un cuartito.
Una vez llegamos a nuestro destino dejamos el cuerpo inerte del chico sujeto a la pared con ayuda de una cuerda y permanemos a la espera de que nuestro ayudante regrese con el vehículo, lo cual sucede un par de minutos más tarde.
Frederick se baja del coche y se dirije hacia el cadáver, lo coge en peso y lo deposita en el maletero. Mientras, Ashley y yo nos colocamos en los asientos traseros.
-Iremos al bosque- anuncia Fred en cuanto se acomoda al volante-. Enterraremos su cuerpo en un lugar apartado y luego iremos al cuartel de cazadores a informar de lo sucedido.
-¿Alguien más se siente extraño por el hecho de que estamos comportándonos como unos completos asesinos cuando ni siquiera hemos tocado a ese chico?
-Sé que es complicado de asumir pero no nos queda de otra- añado.
-Creéme, me llevo haciendo esa misma pregunta mucho tiempo. Al parecer soy profesor de historia durante el día y un trabajador de la funeraria por la noche.
Se forma un silencio en el coche, el cual era de esperar, ya que la situación es bastante incómoda y cada uno de nosotros está planteándosela una y otra vez.
-Hay algo que no os he contado.
Ashley intercambia una mirada con Frederick antes de observarme inquisitoriamente. Hago caso omiso a sus miramientos y me limito a colocar un mechón de pelo tras mi oreja y a tragar saliva.
-Antes de ir a casa de Ashley fui al supermercado a hacer la compra y tuve un encuentro con un chico que mostró un gran interés por mi reliquia.
-Sería un miembro del círculo- dice Fred.
-No creo que lo fuera. Cuando me marché ni siquiera se valió de las artes oscuras para alcanzarme, simplemente me dejó ir. Además, su apariencia era la de un chico corriente.
-¡Oh, madre mía!- exclama Ashley. Tanto Fred como yo la miramos, desconcertados por su intervención-. Son sus títeres. Anabelle puede estar utilizando a terceras personas como medio para conseguir un fin; obtener la reliquia, acabando al mismo tiempo con Ariana. Sería matar dos pájaros de un tiro.
Abro la boca y los ojos como platos, sorprendida por el razonamiento de Ashley.
-Tiene sentido, desde luego- confiesa Frederick.
-Aún así no sabemos cómo está interferiendo. Desconcemos si ha obligado a más personas o si va a actuar directamente- añado.
-Has dicho que el chico del supermercado no te pareció en absoluto un miembro del círculo pero que se interesó por tu collar. ¿Y si Anabelle está adoptando la apariencia de terceras personas para conseguir por ella misma su objetivo? Pensadlo por un momento. Si Anabelle adoptara mi aspecto y actuara como yo podría ganarse la confianza de Ariana para luego apuñalarla por la espalda.
-¿Cómo es posible?- inquiere saber Fred.
-Tiene en su poder una fuente de magia oscura- contesto-. Puede utilizarla a su merced.
-Si las sospechas de Ashley son ciertas, tenemos un serio problema- admite el señor Anderson.
El coche se detiene junto a dos árboles robustos y altos, cuyas copas están cubiertas de hojas verdes que son azotadas por la brisa fresca. Ashley es la primera que vuelve a tener los pies sobre tierra firme, seguida de Frederick.
Ambos se enfrentan al maletero, lo abren y extraen de él el cadáver, el cual transportan unos metros hacia adelante.
Les sigo pisándoles los talones, encargándome de comprobar que nadie nos sigue.
Depositan el cuerpo a los pies de un árbol y Ashley desaparecer de nuestra vera unos segundos, tras los cuales vuelve portando tres palas. Cada uno de nosotros se hace con una y empieza a cavar el hoyo donde vamos a enterrar al cadáver.
-Bueno, ya está- dice Frederick media hora más tarde-. ¿Alguien quiere decir unas palabras de despedida?
Ashley hace un amago de sonrisa y yo reacciono depositando una flor sobre su lecho de muerte, pues a pesar de todo es una víctima más de esta historia. Era un chico que tenía toda la vida por delante y sin embargo, esta se ha visto reducida a la nada a una temprana edad.
No es justo el daño que está causando Anabelle. Solo espero que algún día reciba la misma dosis de dolor. Tarde o temprano tendrá que pagar por todo lo que ha hecho. Das lo que recibes, es ley de vida.
-Has sido una víctima de las numerosas tropelías que ha cometido Anabelle. Se suponía que debías vivir una vida larga y feliz. Sin embargo, esta se ha visto perjudicada por los malévolos planes de una mujer despiadada, capaz de acabar con cualquier alma pura que se cruce en su camino. Lamento que hayas estado en el lugar y momento equivocados, no merecías esto- dice Frederick-. Haremos que tu muerte no haya sido en vano. Descansa en paz.
Le damos la espalda al hoyo y nos ponemos rumbo hacia un edificio de ladrillos rojos y puerta metálica. Frederick se encarga de anunciar nuestra presencia dando sendos golpecitos con los nudillos en la superficie de metal.
Segundos más tarde, tras esta aparece Adrien acompañado de mi padre, quienes nos miran desconcertados. Frederick asiente y se adentra en el interior seguido por Ashley y por mí, quienes mantenemos la cabeza agachada hasta que alcanzamos la sala más amplia.
Allí está reunidos todos los cazadores, algunos buscando información en internet, otros comprobando en las pantallas las posibles amenazas y un puñado de ellos eligiendo las armas con las que entrenarse.
-¿Ha sucedido algo?- inquiere saber Christopher.
Asiento y al hacerlo todos los cazadores se ponen en pie y me miran.
-Esta mañana tuve un encuentro desagradable en el supermercado. Un chico mostró un gran interés por mi collar, además de saber lo que soy. En un principio pensé que se trataba de un miembro del círculo pero lo cierto es que no parecía serlo, ni por el físico ni por su forma de comportarse. Más tarde fui a casa de mi amiga y tuvo un segundo encuentro, esta vez con un repartidor que tras asegurar que mi final estaba próximo se disparó delante de mí.
-¿Se suicidó sin más?- pregunta Adrien.
Asiento.
-Ashley tiene una sospecha acerca de lo sucedido- añade Frederick-. Cuando quieras- dice mirando a la chica rubia, quien toma una bocanada de aire y asiente.
-Cuando Ariana dijo que el chico que le asaltó en el supermercado no parecía un miembro del círculo tuve una ligera sospecha. Deduje que tal vez Anabelle hubiese adoptado su físico para obtener lo que tanto ansía; el Collar de Auriel, además de la muerte de Ariana. Sé que parece improbable pero no es así. Anabelle podría haberse valido de la magia oscura que ahora tiene en su poder para llevar a cabo su propósito.
-Además, Ashley cree que el repartidor fue obligado por Anabelle, lo cual explica que tras dar el mensaje se suicidase.
-Es posible- dice Christopher al fin-. Anabelle debe estar resentida por la muerte de su ejército de neófitos y miembros del círculo, es posible que haya decidido tomar el control de la situación. En definitiva, conseguir por ella misma su objetivo.
-Si las sospechas son ciertas, estamos envueltos en un grave problema- añade Adrien-. No sabemos a cuantas personas ha obligado, del mismo modo que desconcemos si podemos fiarnos de quienes nos rodean.
Christopher deja caer el peso de su cuerpo sobre una de las mesas y se cruza de brazos. Adrien intercambia una mirada con su líder, esperando una respuesta por su parte.
-Necesitaremos refuerzos, cuanta más ayuda, mejor. Patrullaremos la ciudad, sin obviar ningún rincón y no descansaremos hasta dar caza a Anabelle.
-Pero podríamos buscarnos una muerte segura, no es buena idea que actuemos haciendo mucho ruido, debemos ser precavidos- protesta Adrien.
-Iremos con cuidado, Adrien. No pienso permitir que me arrebaten a lo único que me quede en este mundo.
Me estremezco al oír su confesión y le regalo una tímida sonrisa.
-Está bien, pero no pienso permitir que se sacrifiquen más vidas inocentes.
Adrien da la espalda a su líder y se marcha hacia la sala de entrenamiento, donde se encierra, ocasionando un fuerte portazo.
-¿Se ha ofendido?- inquiere saber Ashley.
-Su hermana, Lydia, murió salvándole la vida a Jonathan- explica Christopher-. Está resentido por ello y centra toda su rabia en Ariana, cree que ella es la culpable de que sucediese aquello.
Rememoro el momento en el que Elián se dispuso a arrebatarle la vida a Jonathan y terminó acabando con la de una chica de cabello cobrizo, cuyo paradero desconocía.
Uno cabos en mi cabeza y doy con una verdad.
Ahora entiendo porqué Adrien se quejaba de mi presencia cuando salí en una de las partidas nocturnas o porqué manifiesta su descontento con las amenazas que recaen sobre mí. Adrien cree firmemente en que fui la culpable de que su hermana muriese aquel día y su comportamiento cortante conmigo es similar a un castigo.
-Dylan, ve a hacer compañía a Lovegood, estoy seguro de que agradecerá contar con alguien.
Un chico castaño asiente y se marcha hacia la sala de entrenamiento.
-Los hombres lobos colaborarán con los cazadores- dice Frederick
-Y los vampiros- añade Ashley con firmeza.
-Gracias. Significa mucho para mí- musita Christopher, quien abandona su posición para aproximarse a la mía y termina por pasarme su brazo por encima de los hombros-. Ariana es lo que más quiero en este mundo.
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